Encontrándome en mi habitual estado (1), estaba siguiendo las Horas de la Pasión de mi dulce Jesús, especialmente cuando fue presentado a Pilatos, el cual le preguntó cuál era Su Reino, y mi siempre amable Jesús me ha dicho: “Hija Mía, fue la primera vez en Mi Vida terrena que tuve que tratar con un gobernante gentil, el cual Me preguntó cuál era Mi Reino, y Yo le respondí que Mi Reino no es de este mundo, que si de este mundo fuera, millones de legiones de Ángeles Me defenderían. Con esto abría a los gentiles Mi Reino y les comunicaba Mi celestial Doctrina, tanto que Pilatos Me preguntó: '¿Cómo, Tú eres rey?'. Y Yo inmediatamente le respondí: 'Rey Soy Yo, y he venido al mundo a enseñar la Verdad'. Con esto Yo quería abrirme camino en su mente para hacerme conocer, y él, sintiéndose como golpeado Me preguntó: '¿Qué cosa es la verdad?'.
Pero no esperó Mi respuesta, no tuve el bien de hacerme comprender, le habría dicho: 'La Verdad Soy Yo, todo en Mí es Verdad; Verdad es Mi paciencia en medio de tantos insultos; Verdad es Mi mirada dulce entre tantas burlas, calumnias, desprecios; Verdad son Mis modos afables, atrayentes, en medio de tantos enemigos, que mientras ellos Me odian Yo los amo, y mientras quieren darme la muerte, Yo quiero abrazarlos y darles la vida; Verdad son Mis palabras dignas y llenas de Sabiduría celestial; todo en Mí es verdad'.
La Verdad es más que sol majestuoso que por cuanto se quiera pisotear, surge más bello, más luminoso y hace avergonzar a los mismos enemigos, haciéndolos caer a tierra, a sus pies. Pilatos me preguntó con ánimo sincero y Yo le respondí inmediatamente, en cambio Herodes me preguntó con maldad y por curiosidad y Yo no le respondí, así que a quien quiere saber las cosas santas con sinceridad, Yo Me revelo más allá de lo que se quiere; en cambio, a quien quiere saberlas con maldad y para curiosear, Yo Me le escondo, y mientras éstos quieren hacer burla de Mí, Yo los confundo y Me burlo de ellos. Pero como Mi Persona llevaba Consigo la Verdad, también ante Herodes hizo Su oficio, el silencio ante sus tempestuosas preguntas, Mi mirada modesta, el aspecto todo lleno de dulzura, de dignidad, de nobleza de Mi misma Persona, eran todas verdades, y verdades operantes”.
1- Por una particular disposición de Dios, Luisa Piccarreta permanecía toda la noche sumida en un profundo éxtasis, paralizada, mientras recibía luces del Cielo; tan sólo conseguía liberarla de aquél místico trance la bendición del Sacerdote, que cada mañana celebraba la Santa Misa en su dormitorio. Este "sueño extático" era tan cotidiano para Luisa que ella lo definió en sus escritos como "mi habitual estado". Dicha fenomenología no fue exclusiva de Piccarreta, se dio con anterioridad en Santa Catalina de Siena y casi a la vez en la mística portuguesa Alexandrina Da Costa, entre otras almas privilegiadas.
Nuestro Señor a Luisa Piccarreta, “Libro de Cielo”, Vol. 14, 1 de Junio de 1922
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