Esta mañana, estando en mi habitual estado, mi adorable Jesús ha venido, y al mismo tiempo vi al Confesor (1). Jesús se mostraba un poco disgustado con él, porque parecía que el Confesor quería que todos aprobasen que lo mío era obra de Dios, y casi quería convencer a otros sacerdotes con manifestarles algunas cosas de mi interior. Jesús se ha vuelto al Confesor y le ha dicho: “Esto es imposible, hasta Yo tuve contrarios, y esto en personas de las más notables y también sacerdotes y otras dignidades, tuvieron que decir sobre Mis santas obras, hasta tacharme de endemoniado. Estas oposiciones, aun por personas religiosas, Yo las permito para hacer que a su tiempo pueda relucir más la Verdad. Que quieras hacerte aconsejar por dos o tres sacerdotes de los más buenos y santos y aun doctos, para tener luz y hasta para hacer lo que quiero Yo en las cosas que se deben hacer, como es el consejo de los buenos y la oración, esto Yo lo permito, pero el resto no, no, sería querer hacer un derroche de Mis obras y ponerlas en burla, lo que mucho me disgusta”.
Después me dijo a mí: "Lo que quiero de ti es un obrar recto y simple, que del pro y del contra de las criaturas no te preocupes, déjalas pensar como quieran, sin tomarte el más mínimo fastidio, pues el querer que todos sean favorables es un querer desviarse de la imitación de Mi Vida”.
Nuestro Señor a Luisa Piccarreta, “Libro de Cielo”, Vol. 2, 31 de Mayo de 1899
NOTA
(1) Don Gennaro De Gennaro, tercer confesor de Luisa Piccarreta; fue por obediencia a él que, el 28 de Febrero de 1899, Luisa comenzara a escribir sus confidencias con el Cielo.
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