Estaba ofreciéndome en el Santo Sacrificio de la Misa junto con Jesús, a fin de que también yo pudiera sufrir Su misma Consagración, y Él, moviéndose en mi interior me ha dicho: "Hija Mía, entra en Mi Voluntad a fin de que pueda encontrarte en todas las Hostias, no sólo presentes sino también futuras, y así junto Conmigo sufrirás tantas Consagraciones por cuantas sufro Yo. En cada Hostia Yo pongo una Vida Mía, y por correspondencia quiero otra, pero, ¡cuántos no Me la dan!. Otros me reciben, Yo Me doy a ellos, y ellos no se dan a Mí, y Mi Amor queda doliente, obstaculizado y sofocado, sin correspondencia; por eso ven en Mi Voluntad a sufrir todas las Consagraciones que sufro Yo, y así encontraré en cada Hostia la correspondencia de tu vida, y no sólo mientras estés en la tierra, sino también cuando estés en el Cielo, porque habiéndote tú consagrado anticipadamente mientras estás en la tierra en Mi Voluntad, al ir sufriendo Yo las Consagraciones, hasta la última, así también las sufrirás tú, y Yo encontraré hasta en el último de los días la correspondencia de tu vida".
Después ha agregado: "Los actos hechos en Mi Voluntad son siempre los que tienen la primacía sobre todos y tienen la supremacía sobre todo, porque habiendo siendo hechos en Mi Voluntad entran en el ámbito de la Eternidad, y tomando ahí los primeros puestos dejan atrás a todos los actos humanos, corriendo siempre ellos adelante, en nada influye que hayan sido hechos antes o después, si en una época o en otra, si pequeños o grandes, basta que hayan sido hechos en Mi Voluntad para que estén siempre entre los primeros y corran adelante de todos los actos humanos. Una semejanza es el aceite puesto junto con otros comestibles, aunque éstos fueran de más valor, o de oro o de plata, o alimentos de mayor sustancia, todos quedan por debajo, y el aceite permanece encima, jamás queda por abajo; y aunque fuera una mínima cantidad, con su espejito de luz parece que dice: `Yo estoy aquí para ser primero sobre todo, no me hago común con las otras cosas ni me mezclo con ellas’. Así los actos hechos en Mi Querer, como son hechos en Mi Voluntad se vuelven luz, pero luz atada, fundida con la Luz Eterna, por eso no se mezclan con los actos humanos, más bien tienen la virtud de hacer cambiar los actos humanos en divinos, por eso todo dejan atrás y son los primeros entre todos".
Nuestro Señor a Luisa Piccarreta, “Libro de Cielo”, Vol. 12, 28 de Mayo de 1920
No hay comentarios:
Publicar un comentario