Continúo con mis días amarguísimos pero resignada al Querer de Dios. Mi siempre amable Jesús, si se hace ver, es siempre afligido y taciturno, parece que no me quiere prestar atención. Esta mañana, haciéndose ver, me ponía dos aretes, tan brillantes que parecían dos soles, y después me ha dicho:
“Hija amada Mía, para quien está toda atenta a escucharme, Mi Palabra es Sol que no sólo alegra el oído, sino que nutre la mente y sacia el corazón de Mí y de Mi Amor. ¡Ah!, no se quiere comprender que toda Mi intención es de tenerlos a todos ocupados en Mí, sin poner cuidado en otra cosa. Mira a aquella, señalando a una persona, con ese modo que examina todo, pone atención a todo, se impresiona de todo, hasta de los excesos y también de las cosas santas, no es otra cosa que un vivir fuera de Mí, y a quien vive fuera de Mí, por necesidad le viene que se siente mucho a sí misma, cree hacerme honor, pero es todo lo contrario”.
Nuestro Señor a Luisa Piccarreta, “Libro de Cielo”, Vol. 10, 14 de Diciembre de 1911


No hay comentarios:
Publicar un comentario