Mi dulce Jesús continúa haciéndose ver poquísimas veces y casi siempre en silencio. Mi mente me la sentía toda confundida y llena de temor de perder a mi solo y único Bien y por tantas otras cosas que no es necesario decir aquí. ¡Oh Dios, qué pena!.
Mientras estaba en este estado, en cuanto se hizo ver, parecía que traía una luz, y de esta luz salían muchos globitos de luz y Jesús me ha dicho: “Quita todo temor de tu corazón. Mira, te he traído este globo de luz para ponerlo entre tú y Yo y entre aquellos que se acercan a ti. A aquellos que se te acerquen con corazón recto y para hacerte el bien, estos globitos de luz que salen penetrarán en sus mentes, descenderán en sus corazones y los llenarán de gozo y de gracias celestiales y comprenderán con claridad lo que obro en ti; aquellos que vengan con otras intenciones experimentarán lo contrario, y por estos globitos de luz quedarán deslumbrados y confundidos”.
Así he quedado más tranquila. Sea todo para Gloria de Dios.
Nuestro Señor a Luisa Piccarreta, “Libro de Cielo”, Vol. 2, 11 de Junio de 1899
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