Estaba pensando entre mí: "Quién sabe cuántos desatinos, cuántos errores contienen estas cosas que escribo". Entre tanto he sentido que perdía los sentidos, y ha venido el Bendito Jesús y me ha dicho: "Hija Mía, aun los errores servirán, y esto para hacer conocer que no hay ningún artificio por parte tuya, ni que tú seas algún doctor, porque si esto fuera, tú misma habrías advertido donde te equivocabas, y esto también hará resplandecer de más que Soy Yo quien te hablo, si ven las cosas con sencillez; sin embargo te aseguro que no encontrarán ni la sombra del vicio, ni cosa que no hable de virtud, porque mientras tú escribes, Yo mismo te estoy guiando la mano; a lo más podrán encontrar algún error a primera vista, pero si lo observan bien, ahí encontrarán la Verdad".
Dicho esto ha desaparecido, pero después de algunas horas ha regresado y yo me sentía toda titubeante y pensativa acerca de las palabras que me había dicho, y Él ha agregado: “Mi patrimonio es la firmeza y la estabilidad, no estoy sujeto a ningún cambio, y el alma, por cuanto más se acerca a Mí y se adentra en el camino de las virtudes, tanto más se siente firme y estable en el obrar el bien, y por cuanto más lejana está de Mí, tanto más estará sujeta a cambiarse y a inclinarse ahora al bien y ahora al mal".
Nuestro Señor a Luisa Piccarreta, “Libro de Cielo”, Vol.3, 8 de Enero de 1900
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