Habiendo leído dos vidas de Santas, una que ansiaba mucho el sufrir, y la otra que quería ser pequeña, yo pensaba en mi interior cuál de las dos sería mejor para poderla imitar, y no sabiendo resolver esto me sentía como confundida, y para poder estar libre y pensar sólo en amarlo he dicho entre mí: “Yo no quiero aspirar a nada sino solamente a amarlo y cumplir perfectamente Su Santo Querer”.
Mientras me encontraba en esto, el Señor en mi interior me ha dicho: “Y Yo aquí te quiero, en Mi Querer; hasta en tanto que el grano de trigo no es sepultado bajo tierra y muere del todo, no puede renacer a Vida Nueva y multiplicarse y dar vida a otros granos; así el alma, hasta que no se sepulta en Mi Voluntad, hasta morir del todo en Ella con deshacer todo su querer en el Mío, no puede resurgir a nueva Vida Divina con el resurgimiento de todas las virtudes de Cristo, que contienen la verdadera Santidad, por eso Mi Voluntad sea el sello que te marque el interior y el exterior, y cuando Mi Voluntad haya resurgido toda en ti, en Ella encontrarás el verdadero Amor, y esta es la mejor de todas las otras santidades a las cuales puede uno aspirar”.
Nuestro Señor a Luisa Piccarreta, “Libro de Cielo”, Vol.7, 20 de Enero de 1907
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