Continuando mi habitual estado, por un instante he visto a mi bendito Jesús, y me ha dicho: “Hija Mía, cuánto amo a las almas, mira: la naturaleza humana estaba corrompida, humillada, sin esperanza de Gloria y de resurgimiento, y Yo quise sufrir todas las humillaciones en Mi Humanidad, especialmente quise ser desnudado, flagelado y que a pedazos cayeran Mis carnes bajo los azotes, casi deshaciendo Mi Humanidad para rehacer la humanidad de las criaturas, y hacerla resurgir llena de Vida, de Honor y de Gloria a la Vida Eterna. ¿Qué otra cosa podía hacer y que no haya hecho?”
Nuestro Señor a Luisa Piccarreta, “Libro de Cielo”, Vol. 7, 13 de Enero de 1907
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