Me siento morir por el dolor y voy repitiendo frecuentemente mi estribillo: “Pobres hermanos míos, pobres hermanos míos”. Jesús ha acrecentado mi dolor haciéndome ver la tragedia de la guerra; cuánta sangre parecía que se derramaba y se derramará. Jesús parecía inexorable y decía:
“No puedo más, quiero terminar con esto, tú harás Mi Querer, ¿no es verdad?” .
“Cierto, como Tú quieras, ¿pero puedo acaso olvidar que son Tus hijos salidos de Tus mismas manos?”.
Y Jesús: “Pero estos hijos Me hacen sufrir mucho, y no sólo quieren matar a su propio Padre, sino que se quieren volver homicidas de ellos mismos. Si tú supieras cuánto Me hacen sufrir, tú te uniformarías Conmigo”.
Y mientras esto decía, parecía que me ataba las manos y me estrechaba Consigo, y me sentía tan transformada en Su Querer, que perdía la fuerza de hacerle violencia, y ha agregado:
“Así está bien, toda en Mi Voluntad”.
Yo, viendo mi inhabilidad y al mismo tiempo la tragedia, he roto en llanto y decía: “Mi Jesús, ¿cómo harán?. No hay medios para salvarlos, salva al menos sus almas, ¿quién podrá resistir?. Al menos llévame a mí primero”.
Y Jesús: “¿Has visto?. Si tú continúas llorando Yo me voy y te dejo sola, también tú quieres afligirme. Yo salvaré a todos aquellos que están dispuestos, por eso no llores, te daré sus almas, estate contenta. ¿Tal vez no puedo llevarte más al Cielo, y será por lo que tanto te afliges?. ¿Sabes tú por qué no te llevo?”.
Y como yo continuaba llorando, Jesús hacía como que se retiraba, y yo he debido gritar fuerte diciéndole: “Jesús, no me dejes, que no lloro más”.
Nuestro Señor a Luisa Piccarreta, “Libro de Cielo”, Vol. 10, 10 de Octubre de 1911
.jpg)

No hay comentarios:
Publicar un comentario