domingo, 28 de septiembre de 2025

JESÚS ES LUZ Y TODO LO QUE DE ÉL SALE ES LUZ, QUE DIFUNDIÉNDOSE EN MEDIO DE TODAS LAS CRIATURAS SE SUSTITUYE COMO VIDA DE CADA UNA DE ELLAS



                    Continuando mi habitual estado, mi siempre amable Jesús se hacía ver junto a mí, con el Corazón todo en llamas, y de cada latido que daba Su Corazón salía una luz, estas luces me circundaban toda y se difundían sobre toda la Creación. Yo he quedado sorprendida, y Jesús me ha dicho: “Hija Mía, Yo Soy Luz Eterna, y todo lo que sale de Mí es luz, así que no es solamente Mi latido el que emana luz, sino cada pensamiento Mío, respiro, palabra, paso, cada gota de Mi Sangre es luz que se desprende de Mí, y que difundiéndose en medio de todas las criaturas, se sustituye como vida de cada una de ellas, queriendo la correspondencia de sus pequeñas luces, porque también ellas son luz, pues también ellas han salido de dentro de Mi Misma luz, pero el pecado convierte en tinieblas el obrar de la criatura.

                    Hija Mía, amo tanto a la criatura, que la concebí en Mi aliento y la parí sobre Mis rodillas, para hacerla reposar sobre Mi Seno y tenerla al seguro, pero la criatura Me huye, y Yo, no sintiéndola en Mi aliento ni encontrándola sobre Mis rodillas, Mi aliento la llama continuamente, y Mis rodillas están cansadas de esperarla y la voy buscando por todas partes para tenerla Conmigo de regreso. ¡Ah, en qué estrecheces de dolor y de amor Me ponen las criaturas!”.

                    Después de esto, habiendo yo oído hablar de la humildad, estoy convencida de que esta virtud no existe en mí, ni yo pienso en ella jamás; y al venir mi dulce Jesús le he dicho mi pena, y Él me ha dicho: 

                    “Hija Mía, no temas, Yo te he crecido en el mar, y quien vive en el mar no se entiende de la tierra. Si se quisiera preguntar a los peces cómo es la tierra, cómo son sus frutos, las plantas, las flores, si tuvieran razón responderían: “Nosotros hemos nacido en el mar, vivimos en el mar, el agua nos nutre, y si los demás quedarían ahogados en él, nosotros nos movemos en él y él nos da la vida, y si a los demás seres les helaría la sangre en las venas, a nosotros nos da el calor, el mar es todo para nosotros, nos sirve de habitación, de cama, paseamos en él, somos los únicos seres afortunados que no debemos fatigarnos para encontrar el alimento; lo que queremos, todo está pronto a nuestra disposición, así que podemos platicar del mar, no de la tierra; el agua nos sirve para todo y en ella encontramos todo”. 

                    Pero si en cambio se les preguntara a los pájaros, éstos responderían: “Conocemos las plantas, la altura de los árboles, las flores, los frutos; dirían cuántas fatigas pasan para encontrar una semilla para alimentarse, un escondite para protegerse del frío, de la lluvia”. Similitud del mar es para quien vive en Mi Voluntad; similitud de la tierra es para quien camina por el camino de las virtudes. Por eso viviendo tú en el Mar de Mi Voluntad, no es maravilla el que sólo Mi Voluntad te baste para todo; si el agua sirve y hace tantos oficios diversos a los peces: de alimento, de calor, de lecho, de habitación, de todo, mucho más lo puede hacer y en modo más admirable Mi Voluntad, es más, en Mi Voluntad las virtudes son en el grado más heroico y divino. 

                    Mi Voluntad absorbe todo y licua todo en Sí, y el alma queda absorbida en Mi Voluntad, de Ella se alimenta, en Ella camina, sólo a Ella conoce y le basta para todo, se puede decir que entre todas las criaturas es la única afortunada que no debe mendigar un pan, no, sino que el agua de Mi Voluntad la inunda por encima, por debajo, a la derecha, a la izquierda, y si quiere el alimento come, si quiere la fuerza la encuentra, si quiere dormir encuentra la cama más suave para reposarse, todo está pronto y a su disposición”.


 Nuestro Señor a Luisa Piccarreta, “Libro de Cielo”, Vol. 13, 28 de Septiembre de 1921



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