Continuando mi habitual estado (1), me abandonaba toda en el Santo Querer de mi dulce Jesús, y sintiendo necesidad de reposar decía entre mí: “También mi sueño en Tu Voluntad, no quiero otra cosa que tomar el verdadero reposo en los brazos de Tu Querer”.
Y Jesús: “Hija, extiende sobre todas las criaturas tu reposo como manto para cubrirlas a todas, porque sólo en Mi Querer hay verdadero reposo, y como Él lo envuelve todo, reposando en Mi Voluntad te extenderás sobre todos, para conseguir a todos el verdadero reposo. Cómo es bello ver a una criatura Nuestra reposar en los brazos de Nuestra Voluntad, pero para encontrar verdadero reposo es necesario que ponga en camino todos sus actos, sus palabras, su amor, sus deseos, etc., en Nuestro Querer, a fin de que conforme tomen su lugar en Él, así reciban el reposo, y Yo Me reposo en ellos. Todas las obras, sólo dan reposo cuando están ya cumplidas, pero si no están cumplidas dan siempre una preocupación, un quehacer que vuelve inquieto el verdadero reposo.
Ahora, el cumplimiento de la Obra de la Creación era que el hombre cumpliera en todo Nuestra Voluntad, Ella debía ser la vida, el alimento, la corona de la criatura, y como esto no se realiza todavía, la obra de la Creación no está cumplida aún, y ni Yo puedo reposar en ella, ni ella en Mí, Me da siempre qué hacer, y Yo anhelo este cumplimiento y reposo, por eso amo y quiero tanto que se conozca el modo de vivir en Mi Querer; jamás podré decir que la Obra de la Creación y de la Redención están cumplidas si no tengo todos los actos de la criatura, que como lecho se extiendan en Mi Querer para darme reposo. Y Yo, ¿qué bello reposo no daré a ella al verla regresar sobre las alas de Nuestra Voluntad, con el sello del cumplimiento de la Creación?. Mi Seno será su lecho, por eso no hay cosa que haya hecho que no tuviera por primera finalidad que el hombre tomara posesión de Mi Querer y Yo del suyo. En la Creación fue esta Mi finalidad primaria, en la Redención lo mismo; los Sacramentos instituidos, las tantas gracias hechas a Mis Santos, han sido semillas, medios para hacer llegar a esta posesión de Mi Querer, por eso no transgredas nada de lo que quiero sobre Mi Voluntad, sea con el escribir, sea con la palabra, sea con las obras. Sólo por los tantos preparativos que la han precedido puedes conocer que la cosa más grande, la más importante y la que más me interesa es el vivir en Mi Querer.
¿Quieres saber dónde fue sembrada esta semilla de Mi Querer?. En Mi Humanidad, en Ella germinó, nació y creció, así que en Mis Llagas, en Mi Sangre, se ve esta semilla que quiere trasplantarse en la criatura, para que ella tome posesión de Mi Voluntad y Yo de la suya, a fin de que la Obra de la Creación regrese al principio, como salió, no sólo por medio de Mi Humanidad sino también por medio de la misma criatura. Serán pocas, aunque fuera una sola, ¿y no fue uno solo aquél que sustrayéndose de Mi Querer desadornó, rompió Mis planes, destruyó la finalidad de la Creación?. Así una sola puede adornarla y realizarla en su finalidad, pero Mis obras no quedan jamás aisladas, así que tendré el ejército de las almas que vivirán en Mi Querer, y en ellas tendré la Creación reintegrada, toda bella y hermosa como salió de Mis manos, de otra manera no tendría tanto interés de hacerla conocer”.
Nuestro Señor a Luisa Piccarreta, “Libro de Cielo”, Vol. 14, 11 de Septiembre de 1922
1- Por una particular disposición de Dios, Luisa Piccarreta permanecía toda la noche sumida en un profundo éxtasis, paralizada, mientras recibía luces del Cielo; tan sólo conseguía liberarla de aquél místico trance la bendición del Sacerdote, que cada mañana celebraba la Santa Misa en su dormitorio. Este "sueño extático" era tan cotidiano para Luisa que ella lo definió en sus escritos como "mi habitual estado". Dicha fenomenología no fue exclusiva de Piccarreta, se dio con anterioridad en Santa Catalina de Siena y casi a la vez en la mística portuguesa Alexandrina Da Costa, entre otras almas privilegiadas.


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