miércoles, 22 de enero de 2025

CORRESPONDENCIA A LA GRACIA



               Después de haber pasado días amarguísimos de privación, mi pobre corazón luchaba entre el temor de haberlo perdido y la esperanza de tal vez poderlo ver de nuevo. ¡Oh! Dios, qué guerra sangrienta ha debido sostener este mi pobre corazón; era tanta la pena que ahora se congelaba y ahora era exprimido como bajo una prensa y goteaba sangre. 

               Mientras me encontraba en este estado me he sentido cerca de mi dulce Jesús, que quitándome un velo que me impedía verlo, finalmente pude hacerlo. Enseguida le he dicho: “Ah Señor, ¿ya no me amas?”. Y Él: “Sí, sí, lo que te recomiendo es la correspondencia a Mi gracia, y para ser fiel debes ser como aquel eco que resuena dentro de un vacío, que no apenas comienza a emitirse la voz, inmediatamente, sin el mínimo retardo se escucha resonar el eco. Así tú, no apenas empieces a recibir Mi gracia, sin ni siquiera esperar a que la termine de dar, inmediatamente comienza el eco de tu correspondencia”.


Nuestro Señor a Luisa Piccarreta, “Libro de Cielo”, Vol. 3, 22 de Enero de 1900



lunes, 20 de enero de 2025

LA MAYOR SANTIDAD ES EL VIVIR EN EL DIVINO QUERER

 


               Habiendo leído dos vidas de Santas, una que ansiaba mucho el sufrir, y la otra que quería ser pequeña, yo pensaba en mi interior cuál de las dos sería mejor para poderla imitar, y no sabiendo resolver esto me sentía como confundida, y para poder estar libre y pensar sólo en amarlo he dicho entre mí: “Yo no quiero aspirar a nada sino solamente a amarlo y cumplir perfectamente Su Santo Querer”. 

               Mientras me encontraba en esto, el Señor en mi interior me ha dicho: “Y Yo aquí te quiero, en Mi Querer; hasta en tanto que el grano de trigo no es sepultado bajo tierra y muere del todo, no puede renacer a Vida Nueva y multiplicarse y dar vida a otros granos; así el alma, hasta que no se sepulta en Mi Voluntad, hasta morir del todo en Ella con deshacer todo su querer en el Mío, no puede resurgir a nueva Vida Divina con el resurgimiento de todas las virtudes de Cristo, que contienen la verdadera Santidad, por eso Mi Voluntad sea el sello que te marque el interior y el exterior, y cuando Mi Voluntad haya resurgido toda en ti, en Ella encontrarás el verdadero Amor, y esta es la mejor de todas las otras santidades a las cuales puede uno aspirar”.


Nuestro Señor a Luisa Piccarreta, “Libro de Cielo”, Vol.7, 20 de Enero de 1907



viernes, 17 de enero de 2025

LAS HORAS DE LA PASIÓN, de las Revelaciones de Luisa Piccarreta. DECIMOQUINTA HORA: Jesús ante Pilatos. Pilatos lo envía a Herodes

   

"...lo que más Me duele es ver a personas religiosas 
que se fatigan para hacer adquisición de doctrinas, 
de especulaciones, de historias, pero de Mi Pasión, nada, 
así que Mi Pasión muchas veces está desterrada de 
las iglesias, de la boca de los Sacerdotes, así que su hablar 
es sin luz, y las gentes se quedan más en ayunas que antes." 


Revelación de Nuestro Señor a Luisa Piccarreta, el 9 de Marzo de 1930


Preparación antes de la Meditación 


               Oh Señor mío Jesucristo, postrado ante Tu divina Presencia suplico a Tu amorosísimo Corazón que quieras admitirme a la dolorosa meditación de las Veinticuatro Horas en las que por nuestro amor quisiste padecer, tanto en Tu Cuerpo adorable como en Tu Alma Santísima, hasta la muerte de Cruz. 

               Ah, dame Tu ayuda, Gracia, Amor, profunda compasión y entendimiento de Tus padecimientos mientras medito ahora la Hora...(primera, segunda, etc) y por las que no puedo meditar te ofrezco la voluntad que tengo de meditarlas, y quiero en mi intención meditarlas durante las horas en que estoy obligado dedicarme a mis deberes o a dormir. 

               Acepta, oh misericordioso Señor, mi amorosa intención y haz que sea de provecho para mí y para muchos, como si en efecto hiciera santamente todo lo que deseo practicar. 

               Gracias te doy, oh mi Jesús, por llamarme a la unión Contigo por medio de la oración. Y para agradecerte mejor, tomo Tus pensamientos, Tu lengua, Tu Corazón, y con éstos quiero orar, fundiéndome todo en Tu Voluntad y en Tu amor, y extendiendo mis brazos para abrazarte y apoyando mi cabeza en Tu Corazón empiezo...





DE LAS 7 A LAS 8 DE LA MAÑANA 

DECIMOQUINTA HORA 

Jesús ante Pilatos.
Pilatos lo envía a Herodes 

               Encadenado bien mío, Tus enemigos, unidos a los sacerdotes, te presentan ante Pilatos; y ellos, con aparente santidad y escrupulosidad, y teniendo que festejar la Pascua, permanecen fuera, en el atrio... Y Tú, amor mío, viendo en el fondo su malicia, reparas por todas las hipocresías de los que son piadosos. Y también yo reparo Contigo. 

               Pero mientras Tú te ocupas del bien de ellos, ellos, por el contrario, empiezan a acusarte ante Pilatos, vomitando todo el veneno que tienen contra Ti... Pero Pilatos, mostrándose insatisfecho ante las acusaciones que te hacen, y para poderte condenar con motivo, te llama aparte y a solas te examina y te pregunta: "¿Eres Tú el Rey de los judíos?". Y Tú, Jesús, verdadero Rey mío, le respondes: "Mi Reino no es de este mundo; de lo contrario, miles de legiones me defenderían". Y Pilatos, conmovido por la suavidad y la dignidad de Tus palabras, sorprendido te dice: "¿Cómo, Tú eres Rey?". Y Tú: "Yo lo Soy, como tú dices, y para esto he venido al mundo: a enseñar la Verdad". Y él, sin querer saber más y convencido de Tu inocencia, sale a la terraza y dice: "Yo no encuentro culpa alguna en este Hombre".

               Los judíos, enfurecidos, te acusan de tantas otras cosas, y Tú callas y no te defiendes, y reparas por las debilidades de los jueces cuando se encuentran ante los poderosos y sus injusticias, y rezas por los inocentes, oprimidos y abandonados. Entonces Pilatos, viendo el furor de Tus enemigos y para desentenderse, te envía a Herodes... 

               Rey mío divino, quiero repetir Tus plegarias, Tus reparaciones y quiero acompañarte hasta Herodes... Veo que Tus enemigos, enfurecidos, quisieran devorarte y te llevan entre insultos, burlas y befas, haciéndote así llegar ante Herodes; el cual, en actitud soberbia te hace varias preguntas, pero Tú no le respondes, ni siquiera lo miras... Y él, irritado al no verse satisfecho en sus preguntas y sintiéndose humillado por Tu prolongado silencio, declara a todos que Tú eres un loco, un demente; y ordena que como tal seas tratado; y para deshonrarte y despreciarte hace que seas vestido con una vestidura blanca y te entrega a la soldadesca para que te haga lo peor que pueda... 

               Inocente Jesús mío, nadie encuentra culpa en Ti, sino sólo los judíos, pues por su falsa e hipócrita apariencia de religiosidad ¡no merecen que resplandezca en sus mentes la Luz de la Verdad!. Jesús mío, Sabiduría infinita. ¡Cuánto te cuesta ser declarado loco!. Los soldados, abusando de Ti, te arrojan al suelo; te pisotean, te cubren de salivazos, te escarnecen, te apalean con bastones... y recibes tantos golpes que te sientes morir. Son tantas y tales las penas, los oprobios y las humillaciones que te hacen, que los Ángeles lloran y con sus alas se cubren el rostro para no verlas... 

              Y yo también, mi loco Jesús, quiero llamarte loco, pero loco de amor... y es tan grande Tu locura de amor que en vez de desfallecer, rezas y reparas por las ambiciones de los gobernantes que ambicionan reinos para ruina de los pueblos; por las destrucciones que provocan, por toda la sangre que hacen derramar, por sus caprichos, por todos los pecados de curiosidad y por las culpas que se cometen en los juzgados y en la milicia. 

               ¡Oh Jesús mío, qué conmovedor es verte en medio de tantos ultrajes orando y reparando! Tus palabras resuenan en mi corazón y sigo lo que Tú haces... Déjame ahora que me ponga a Tu lado y que tome parte en Tus penas y te consuele con mi amor. Y alejando de Ti a Tus enemigos, te tomo entre mis brazos y para darte fuerzas y besarte la frente... 

               Dulce amor mío, veo que no te dan reposo y que Herodes te envía nuevamente a Pilatos... Si la venida ha sido dolorosa, más trágico será el regreso, pues veo que los judíos están más enfurecidos que antes y están resueltos a hacerte morir a cualquier precio. Por eso, antes que salgas del Palacio de Herodes quiero besarte para testimoniarte mi amor en medio de tantas penas. Tú fortifícame con Tu beso y con Tu bendición y así te seguiré de nuevo ante Pilatos...




Ofrecimiento después de Cada Hora

 

                Amable Jesús mío, Tú me has llamado en esta Hora de Tu Pasión a hacerte compañía y yo he venido. Me parecía sentirte angustiado y doliente que orabas, que reparabas y sufrías y que con las palabras más elocuentes y conmovedoras suplicabas la salvación de las almas. He tratado de seguirte en todo, y ahora, teniendo que dejarte por mis habituales obligaciones, siento el deber de decirte: "Gracias" y "Te Bendigo". Sí, oh Jesús!, gracias te repito mil y mil veces y Te bendigo por todo lo que has hecho y padecido por mí y por todos...

               Gracias y Te bendigo por cada gota de Sangre que has derramado, por cada respiro, por cada latido, por cada paso, palabra y mirada, por cada amargura y ofensa que has soportado. En todo, oh Jesús mío, quiero besarte con un "Gracias" y un "Te bendigo". 

               Ah Jesús, haz que todo mi ser Te envíe un flujo continuo de gratitud y de bendiciones, de manera que atraiga sobre mí y sobre todos el flujo continuo de Tus bendiciones y de Tus gracias...

               Ah Jesús, estréchame a Tu Corazón y con tus manos santísimas séllame todas las partículas de mi ser con un "Te Bendigo" Tuyo, para hacer que no pueda salir de mí otra cosa sino un himno de amor continuo hacia Ti. 

               Dulce Amor mío, debiendo atender a mis ocupaciones, me quedo en Tu Corazón. Temo salir de Él, pero Tú me mantendrás en Él, ¿no es cierto? Nuestros latidos se tocarán sin cesar, de manera que me darás vida, amor y estrecha e inseparable unión Contigo. 

               Ah, te ruego, dulce Jesús mío, si ves que alguna vez estoy por dejarte, que Tus latidos se sientan más fuertemente en los míos, que tus manos me estrechen más fuertemente a Tu Corazón, que Tus ojos me miren y me lancen saetas de fuego, para que sintiéndote, me deje atraer a la mayor unión Contigo. Oh Jesús mío!, mantente en guardia para que no me aleje de Ti. Ah bésame, abrázame, bendíceme y haz junto conmigo lo que debo ahora hacer... 


LAS HORAS DE LA PASIÓN cuenta con aprobación eclesiástica:
Imprimatur dado en el año 1915 por el Arzobispo de Trani, Monseñor
Giuseppe María Leoy con Nihil Obstat del Padre Aníbal María de Francia




miércoles, 15 de enero de 2025

JESÚS LE DICE QUE ELLA FORMA SU MÁS GRANDE MARTIRIO

 



               Como en los días pasados mi amado Jesús se ha hecho ver en cierto modo enojado con el mundo, esta mañana al no verlo venir pensaba entre mí: “Quién sabe, quizá no viene porque quiere mandar algún castigo, ¿y qué culpa tengo yo de que como quiere mandar castigos no se digna venir a mí? Que bonita cosa, que mientras quiere castigar a los otros, me da a mí el más grande de los castigos, que es Su privación”. 

               Ahora, mientras decía estos y otros desatinos, mi amable Jesús apenas se hizo ver me ha dicho: “Hija Mía, tú formas para Mí el más grande martirio, porque debiendo mandar algún castigo no puedo estar contigo, porque Me atas por todas partes y no quieres que haga nada, y no viniendo, tú Me ensordeces con tus demandas, con tus lamentos y tus esperas, tanto, que mientras Me ocupo en castigar estoy obligado a pensar en ti, a oírte, y Mi Corazón es lacerado al verte en tu estado doloroso de Mi privación, porque el martirio más doloroso es el Martirio del Amor, y por cuanto más se aman dos personas, tanto más resultan dolorosas esas penas, que no por otros, sino por medio de ellos mismos se suscitan, por eso estate tranquila, calmada, no quieras acrecentar Mis penas por medio de tus penas”. 

               Entonces Él ha desaparecido y yo he quedado toda mortificada al pensar que yo formo el martirio de mi amado Jesús, y que para no hacerlo sufrir tanto, cuando no viene debo estarme tranquila, ¿pero quién puede hacer este sacrificio?. Me parece imposible, y estaré obligada a seguir martirizándonos mutuamente.


Nuestro Señor a Luisa Piccarreta, “Libro de Cielo”, Vol. 4, 15 de Enero de 1901



lunes, 13 de enero de 2025

JESÚS QUISO SUFRIR EN SU HUMANIDAD PARA REHACER LA NATURALEZA HUMANA




               Continuando mi habitual estado, por un instante he visto a mi bendito Jesús, y me ha dicho: “Hija Mía, cuánto amo a las almas, mira: la naturaleza humana estaba corrompida, humillada, sin esperanza de Gloria y de resurgimiento, y Yo quise sufrir todas las humillaciones en Mi Humanidad, especialmente quise ser desnudado, flagelado y que a pedazos cayeran Mis carnes bajo los azotes, casi deshaciendo Mi Humanidad para rehacer la humanidad de las criaturas, y hacerla resurgir llena de Vida, de Honor y de Gloria a la Vida Eterna. ¿Qué otra cosa podía hacer y que no haya hecho?”


Nuestro Señor a Luisa Piccarreta, “Libro de Cielo”, Vol. 7, 13 de Enero de 1907



viernes, 10 de enero de 2025

LAS HORAS DE LA PASIÓN, de las Revelaciones de Luisa Piccarreta. DECIMOCUARTA HORA: Jesús de nuevo ante Caifás y después es llevado a Pilatos

   

"...Estas Horas son el orden del Universo, y ponen 
en armonía el Cielo y la tierra y Me disuaden de 
no destruir al  mundo; siento poner en circulación 
Mi Sangre, Mis Llagas, Mi Amor y todo lo que 
Yo hice, y corren sobre todos para salvar a todos. 
Y conforme las almas hacen estas Horas de la Pasión, 
Me siento poner en camino Mi Sangre, Mis Llagas, 
Mis ansias de salvar las almas, y Me siento repetir 
Mi Vida. ¿Cómo pueden obtener las criaturas algún 
bien si no es por medio de estas Horas?


Revelación de Nuestro Señor a Luisa Piccarreta, el 12 de Julio de 1918


Preparación antes de la Meditación 


               Oh Señor mío Jesucristo, postrado ante Tu divina Presencia suplico a Tu amorosísimo Corazón que quieras admitirme a la dolorosa meditación de las Veinticuatro Horas en las que por nuestro amor quisiste padecer, tanto en Tu Cuerpo adorable como en Tu Alma Santísima, hasta la muerte de Cruz. 

               Ah, dame Tu ayuda, Gracia, Amor, profunda compasión y entendimiento de Tus padecimientos mientras medito ahora la Hora...(primera, segunda, etc) y por las que no puedo meditar te ofrezco la voluntad que tengo de meditarlas, y quiero en mi intención meditarlas durante las horas en que estoy obligado dedicarme a mis deberes o a dormir. 

               Acepta, oh misericordioso Señor, mi amorosa intención y haz que sea de provecho para mí y para muchos, como si en efecto hiciera santamente todo lo que deseo practicar. 

               Gracias te doy, oh mi Jesús, por llamarme a la unión Contigo por medio de la oración. Y para agradecerte mejor, tomo Tus pensamientos, Tu lengua, Tu Corazón, y con éstos quiero orar, fundiéndome todo en Tu Voluntad y en Tu amor, y extendiendo mis brazos para abrazarte y apoyando mi cabeza en Tu Corazón empiezo...





DE LAS 6 A LAS 7 DE LA MAÑANA 

DECIMOCUARTA HORA 

Jesús de nuevo ante Caifás
y después es llevado a Pilatos

                Dolorido Jesús mío, ya estás fuera de la prisión, pero estás tan agotado que a cada paso vacilas. Y yo quiero ponerme a Tu lado para sostenerte cuando estés a punto de caer... Pero veo que los soldados te presentan ante Caifás, y Tú, oh Jesús mío, como sol apareces en medio de ellos, y aunque desfigurado, envías luz por todas partes... 

               Veo que Caifás se estremece de gusto al verte tan malamente reducido, y a los reflejos de Tu luz se ciega todavía más, y en su furor te pregunta de nuevo: “¿Así que Tú eres verdaderamente el Hijo de Dios?” Y Tú, amor mío, con una majestad suprema, con una voz llena de gracia y con Tu habitual acento tan dulce y conmovedor que rapta los corazones, respondes: “Sí, Yo soy el verdadero Hijo de Dios”. Y ellos, a pesar de que sienten en ellos mismos toda la potencia de Tus palabras, sofocando todo y sin querer saber más, con voces unánimes gritan: “¡Es reo de muerte, es reo de muerte!”. Caifás confirma la sentencia de muerte y te envía a Pilatos. Y Tú, Jesús mío, viéndote condenado, aceptas esta sentencia con tanto amor y resignación que casi la arrebatas al inicuo pontífice, y reparas por todos los pecados hechos deliberadamente y con toda malicia, y por todos aquellos que, en vez de afligirse por el mal, se alegran y exultan por el mismo pecado, y esto los lleva a la ceguera y a sofocar cualquier luz y gracia en ellos. 

               Vida mía, Tus reparaciones y plegarias hacen eco en mi corazón, y reparo y suplico en unión Contigo. Dulce amor mío, veo que los soldados, habiendo perdido la poca estima que les quedaba de Ti, viéndote condenado a muerte, añaden nuevas cuerdas y cadenas y te oprimen tan fuerte que impiden casi el movimiento a Tu Divina Persona, y empujándote y arrastrándote, te sacan del palacio de Caifás... 

               Turbas de populacho te esperan, pero nadie para defenderte; y Tú, divino Sol mío, sales en medio de ellos queriendo envolverlos a todos con Tu luz... Al dar los primeros pasos, queriendo encerrar en los Tuyos todos los pasos de las criaturas, suplicas y reparas por quienes dan sus pasos para obrar con fines malos: unos para vengarse, otros para matar, otros para traicionar, otros para robar, y para tantas otras cosas pecaminosas... Oh, cómo hieren Tu Corazón todas estas culpas, y para impedir tanto mal oras, reparas y te ofreces a Ti mismo por entero. 

               Pero mientras te sigo, veo que Tú, Sol mío Jesús, apenas comienzas a bajar del palacio de Caifás. Poco después te encuentras con María, nuestra hermosa y dulce Mamá. Y vuestras recíprocas miradas se encuentran, se hieren, y aunque os es un alivio el veros, de ahí nacen nuevos dolores: Tú, al ver a la dulce Mamá traspasada, pálida y enlutada, y la querida, Mamá al verte a Ti, Sol Divino, eclipsado, cubierto con tantos oprobios, en lágrimas y con un manto de sangre... Pero no podéis disfrutar mucho el intercambio de miradas: con el dolor de no poder deciros ni siquiera una palabra, vuestros Corazones se dicen todo, y fundidos el uno en el otro, han de dejar de mirarse, porque los soldados lo evitan, y así, pisoteado y arrastrado, te hacen llegar a Pilatos. Jesús mío, me uno a mi doliente Mamá para seguirte, para fundirme junto con Ella en Ti; y Tú, dirigiéndome una mirada de amor, bendíceme...




Ofrecimiento después de Cada Hora

 

                Amable Jesús mío, Tú me has llamado en esta Hora de Tu Pasión a hacerte compañía y yo he venido. Me parecía sentirte angustiado y doliente que orabas, que reparabas y sufrías y que con las palabras más elocuentes y conmovedoras suplicabas la salvación de las almas. He tratado de seguirte en todo, y ahora, teniendo que dejarte por mis habituales obligaciones, siento el deber de decirte: "Gracias" y "Te Bendigo". ¡Sí, oh Jesús!, gracias te repito mil y mil veces y Te bendigo por todo lo que has hecho y padecido por mí y por todos...

               Gracias y te bendigo por cada gota de Sangre que has derramado, por cada respiro, por cada latido, por cada paso, palabra y mirada, por cada amargura y ofensa que has soportado. En todo, oh Jesús mío, quiero besarte con un "Gracias" y un "Te bendigo". 

               Ah Jesús, haz que todo mi ser Te envíe un flujo continuo de gratitud y de bendiciones, de manera que atraiga sobre mí y sobre todos el flujo continuo de Tus bendiciones y de Tus gracias...

               Ah Jesús, estréchame a Tu Corazón y con Tus manos santísimas séllame todas las partículas de mi ser con un "Te Bendigo" Tuyo, para hacer que no pueda salir de mí otra cosa sino un himno de amor continuo hacia Ti. 

               Dulce Amor mío, debiendo atender a mis ocupaciones, me quedo en Tu Corazón. Temo salir de Él, pero Tú me mantendrás en Él, ¿no es cierto? Nuestros latidos se tocarán sin cesar, de manera que me darás vida, amor y estrecha e inseparable unión Contigo. 

               Ah, te ruego, dulce Jesús mío, si ves que alguna vez estoy por dejarte, que Tus latidos se sientan más fuertemente en los míos, que tus manos me estrechen más fuertemente a Tu Corazón, que Tus ojos me miren y me lancen saetas de fuego, para que sintiéndote, me deje atraer a la mayor unión Contigo. Oh Jesús mío!, mantente en guardia para que no me aleje de Ti. Ah bésame, abrázame, bendíceme y haz junto conmigo lo que debo ahora hacer... 


LAS HORAS DE LA PASIÓN cuenta con aprobación eclesiástica:
Imprimatur dado en el año 1915 por el Arzobispo de Trani, Monseñor
Giuseppe María Leoy con Nihil Obstat del Padre Aníbal María de Francia






miércoles, 8 de enero de 2025

AUN LOS ERRORES SERÁN INÚTILES



               Estaba pensando entre mí: "Quién sabe cuántos desatinos, cuántos errores contienen estas cosas que escribo". Entre tanto he sentido que perdía los sentidos, y ha venido el Bendito Jesús y me ha dicho: "Hija Mía, aun los errores servirán, y esto para hacer conocer que no hay ningún artificio por parte tuya, ni que tú seas algún doctor, porque si esto fuera, tú misma habrías advertido donde te equivocabas, y esto también hará resplandecer de más que Soy Yo quien te hablo, si ven las cosas con sencillez; sin embargo te aseguro que no encontrarán ni la sombra del vicio, ni cosa que no hable de virtud, porque mientras tú escribes, Yo mismo te estoy guiando la mano; a lo más podrán encontrar algún error a primera vista, pero si lo observan bien, ahí encontrarán la Verdad". 

               Dicho esto ha desaparecido, pero después de algunas horas ha regresado y yo me sentía toda titubeante y pensativa acerca de las palabras que me había dicho, y Él ha agregado: “Mi patrimonio es la firmeza y la estabilidad, no estoy sujeto a ningún cambio, y el alma, por cuanto más se acerca a Mí y se adentra en el camino de las virtudes, tanto más se siente firme y estable en el obrar el bien, y por cuanto más lejana está de Mí, tanto más estará sujeta a cambiarse y a inclinarse ahora al bien y ahora al mal".


Nuestro Señor a Luisa Piccarreta, “Libro de Cielo”, Vol.3, 8 de Enero de 1900



domingo, 5 de enero de 2025

JESÚS SE COMUNICA A LOS TRES MAGOS CON EL AMOR, CON LA BELLEZA Y CON LA POTENCIA


               Encontrándome fuera de mí misma, me parecía ver cuando los Santos Magos llegaron a la cueva de Belén; apenas llegados a la presencia del Niño, Él se complació en hacer relucir externamente los rayos de Su Divinidad, comunicándose a los Magos en tres modos: con el Amor, con la Belleza y con la Potencia. De modo que quedaron raptados y postrados ante la presencia del Niñito Jesús; tanto, que si el Señor no hubiera retirado a su interior los rayos de Su Divinidad, habrían permanecido ahí para siempre sin poderse mover más. 




               Entonces, en cuanto el Niño retiró la Divinidad, volvieron en sí mismos los Santos Magos, se sacudieron estupefactos al ver un exceso de amor tan grande, porque en esa Luz el Señor les había hecho comprender el Misterio de la Encarnación. Luego se levantaron y ofrecieron los dones a la Reina Madre, y Ella habló largamente con ellos, pero no sé decir todo lo que dijo, sólo recuerdo que les inculcó fuertemente no sólo su salvación, sino que tomaran a pecho la salvación de sus pueblos, no teniendo temor ni siquiera de exponer sus vidas para obtener el intento. 

               Después de esto me he retirado en mí misma y me he encontrado junto con Jesús, y Él quería que yo le dijera alguna cosa, pero yo me veía tan mala y confundida que no me atrevía a decirle nada; entonces viendo que no decía nada, Él mismo prosiguió hablando sobre los Santos Magos diciéndome: “Con haberme comunicado en tres modos a los Magos, les obtuve tres efectos, porque jamás Me comunico a las almas inútilmente, sino que siempre reciben algún provecho. Entonces, comunicándome con el Amor obtuvieron el desapego de ellos mismos, con la Belleza obtuvieron el desprecio de las cosas terrenas, y con la Potencia quedaron sus corazones atados a Mí, y obtuvieron el valor de arriesgar la sangre y la vida por Mí”. Después ha agregado: “Y tú, ¿qué quieres? Dime, ¿Me quieres mucho? ¿Cómo Me quisieras amar?”. 

               Y yo, no sabiendo qué decir, aumentando mi confusión he dicho: “Señor, no quisiera otra cosa que a Ti, y si me preguntas que si Te quiero, no tengo palabras para saberlo manifestar, sólo sé decir que siento esta pasión de que nadie me pueda ganar en amarte, y que yo sea la primera en amarte sobre todos, y que ninguno me pueda sobrepasar, pero esto no me contenta aún, para estar contenta quisiera amarte con Tu mismo Amor, y así poderte amar como Te amas Tú mismo. ¡Ah sí! Sólo entonces cesarían mis temores sobre el amarte”. 

               Y Jesús, contento, se puede decir de mis desatinos, me ha estrechado tanto a Él, de modo que me veía dentro y fuera transfundida en Él, y me ha comunicado parte de Su Amor. Después de esto he regresado en mí misma, y me parecía que por cuanto amor me es dado, tanto poseo a mi Bien; y si poco lo amo, poco lo poseo.


Nuestro Señor a Luisa Piccarreta, “Libro de Cielo” 
Volumen 4, 6 de Enero de 1901