domingo, 28 de septiembre de 2025

JESÚS ES LUZ Y TODO LO QUE DE ÉL SALE ES LUZ, QUE DIFUNDIÉNDOSE EN MEDIO DE TODAS LAS CRIATURAS SE SUSTITUYE COMO VIDA DE CADA UNA DE ELLAS



                    Continuando mi habitual estado, mi siempre amable Jesús se hacía ver junto a mí, con el Corazón todo en llamas, y de cada latido que daba Su Corazón salía una luz, estas luces me circundaban toda y se difundían sobre toda la Creación. Yo he quedado sorprendida, y Jesús me ha dicho: “Hija Mía, Yo Soy Luz Eterna, y todo lo que sale de Mí es luz, así que no es solamente Mi latido el que emana luz, sino cada pensamiento Mío, respiro, palabra, paso, cada gota de Mi Sangre es luz que se desprende de Mí, y que difundiéndose en medio de todas las criaturas, se sustituye como vida de cada una de ellas, queriendo la correspondencia de sus pequeñas luces, porque también ellas son luz, pues también ellas han salido de dentro de Mi Misma luz, pero el pecado convierte en tinieblas el obrar de la criatura.

                    Hija Mía, amo tanto a la criatura, que la concebí en Mi aliento y la parí sobre Mis rodillas, para hacerla reposar sobre Mi Seno y tenerla al seguro, pero la criatura Me huye, y Yo, no sintiéndola en Mi aliento ni encontrándola sobre Mis rodillas, Mi aliento la llama continuamente, y Mis rodillas están cansadas de esperarla y la voy buscando por todas partes para tenerla Conmigo de regreso. ¡Ah, en qué estrecheces de dolor y de amor Me ponen las criaturas!”.

                    Después de esto, habiendo yo oído hablar de la humildad, estoy convencida de que esta virtud no existe en mí, ni yo pienso en ella jamás; y al venir mi dulce Jesús le he dicho mi pena, y Él me ha dicho: 

                    “Hija Mía, no temas, Yo te he crecido en el mar, y quien vive en el mar no se entiende de la tierra. Si se quisiera preguntar a los peces cómo es la tierra, cómo son sus frutos, las plantas, las flores, si tuvieran razón responderían: “Nosotros hemos nacido en el mar, vivimos en el mar, el agua nos nutre, y si los demás quedarían ahogados en él, nosotros nos movemos en él y él nos da la vida, y si a los demás seres les helaría la sangre en las venas, a nosotros nos da el calor, el mar es todo para nosotros, nos sirve de habitación, de cama, paseamos en él, somos los únicos seres afortunados que no debemos fatigarnos para encontrar el alimento; lo que queremos, todo está pronto a nuestra disposición, así que podemos platicar del mar, no de la tierra; el agua nos sirve para todo y en ella encontramos todo”. 

                    Pero si en cambio se les preguntara a los pájaros, éstos responderían: “Conocemos las plantas, la altura de los árboles, las flores, los frutos; dirían cuántas fatigas pasan para encontrar una semilla para alimentarse, un escondite para protegerse del frío, de la lluvia”. Similitud del mar es para quien vive en Mi Voluntad; similitud de la tierra es para quien camina por el camino de las virtudes. Por eso viviendo tú en el Mar de Mi Voluntad, no es maravilla el que sólo Mi Voluntad te baste para todo; si el agua sirve y hace tantos oficios diversos a los peces: de alimento, de calor, de lecho, de habitación, de todo, mucho más lo puede hacer y en modo más admirable Mi Voluntad, es más, en Mi Voluntad las virtudes son en el grado más heroico y divino. 

                    Mi Voluntad absorbe todo y licua todo en Sí, y el alma queda absorbida en Mi Voluntad, de Ella se alimenta, en Ella camina, sólo a Ella conoce y le basta para todo, se puede decir que entre todas las criaturas es la única afortunada que no debe mendigar un pan, no, sino que el agua de Mi Voluntad la inunda por encima, por debajo, a la derecha, a la izquierda, y si quiere el alimento come, si quiere la fuerza la encuentra, si quiere dormir encuentra la cama más suave para reposarse, todo está pronto y a su disposición”.


 Nuestro Señor a Luisa Piccarreta, “Libro de Cielo”, Vol. 13, 28 de Septiembre de 1921



viernes, 26 de septiembre de 2025

TODAS LAS PENAS QUE JESÚS SUFRIÓ EN SU PASIÓN FUERON TRIPLES. ESTO NO FUE CASUAL, SINO QUE TODO FUE PARA RESTITUIR COMPLETA LA GLORIA DEBIDA AL PADRE, LA REPARACIÓN QUE LE DEBÍAN LAS CRIATURAS, Y EL BIEN QUE MERECÍAN LAS MISMAS CRIATURAS



                    Encontrándome en mi habitual estado, oía una voz que me decía: “Hay una luz que cualquiera que se acerque a ella puede encender cuantas lámparas quiera, y estas lámparas sirven para hacer corona de honor a la luz, y dar luz a quien las enciende”. 

                    Yo decía para mí: “Qué bella luz es ésta, que tiene tanta luz y tanta potencia, que mientras da a los demás cuanta luz quieren, ella siempre queda lo que es, sin empobrecer en luz; ¿pero quién será aquél que la tiene?” 

                    Mientras esto pensaba, he oído que me decían: “La luz es la Gracia y la tiene Dios, y el acercarse significa la buena voluntad del alma de hacer el bien, porque cuantos bienes se quieren tomar de la Gracia, se toman, y las lámparas que se forman son las diversas virtudes, que mientras dan Gloria a Dios dan luz al alma”. 

                    Después de esto, en cuanto he visto al Bendito Jesús me ha dicho: Hija Mía; y esto porque estaba pensando que Nuestro Señor no sólo una vez, sino por tres veces se hizo coronar de espinas, y cómo aquellas espinas quedaban rotas dentro de la cabeza, y al clavarla de nuevo, más adentro entraban las que ya estaban, y yo decía: “Dulce amor mío, ¿y por qué por tres veces quisiste sufrir tan doloroso martirio? ¿No bastaba una vez para pagar tantos malos pensamientos nuestros?” 

                    Así que me ha dicho: “Hija Mía, no sólo la coronación de espinas fue triple, sino casi todas las penas que sufrí en Mi Pasión fueron triples. Triples fueron las tres horas de la agonía del Huerto; triple fue la flagelación, flagelándome con tres diferentes flagelos; tres veces me desnudaron; por tres veces fui condenado a muerte: de noche, de madrugada, y en pleno día; tres fueron las caídas bajo la Cruz; tres los clavos; tres veces Mi Corazón derramó sangre, esto es, en el Huerto por sí mismo; de su propio centro en el acto de la Crucifixión cuando fui estirado sobre la Cruz, tanto, que todo Mi cuerpo quedó dislocado y Mi Corazón se destrozó dentro, y derramó sangre; y después de Mi Muerte cuando con una lanza Me fue abierto el Costado; triples las tres horas de la agonía sobre la Cruz. Si todo se quisiera examinar, ¡oh! cuántas cosas triples se encontrarían. Esto no fue por casualidad, sino que todo fue por el Orden Divino, y para completar la Gloria debida al Padre, la reparación que se le debía por parte de las criaturas, y merecer el bien para las mismas criaturas, porque el don más grande que la criatura ha recibido de Dios, ha sido el crearla a Su imagen y semejanza, y dotarla con tres potencias, Inteligencia, Memoria y Voluntad, y no hay culpa que cometa la criatura en que estas tres potencias no concurran, y por eso mancha, estropea la bella imagen divina que contiene en sí misma, sirviéndose del don para ofender al donador; y Yo para rehacer de nuevo esta imagen divina en la criatura, y para dar toda aquella Gloria que la criatura le debía a Dios, he concurrido con toda Mi Inteligencia, Memoria y Voluntad, y en modo especial en estas cosas triples sufridas por Mí, para volver completa tanto la Gloria que se debía al Padre, como el bien que era necesario a las criaturas”.


 Nuestro Señor a Luisa Piccarreta, “Libro de Cielo”, Vol. 6, 26 de Septiembre de 1904




miércoles, 24 de septiembre de 2025

TODO EL MAL DEL HOMBRE ESTÁ EN HABER PERDIDO EL GERMEN DE LA DIVINA VOLUNTAD. LA DIVINA VOLUNTAD: VESTIDO DEL ALMA



                    Encontrándome en mi habitual estado (1), mi dulce Jesús se hacía ver desnudado, que temblaba de frío y diciéndome: 

                    “Hija Mía, cúbreme y caliéntame que tengo frío; mira, la criatura con el pecado se había despojado de todos los bienes, y Yo quise formarle una vestidura más bella, tejiéndola con Mis obras, adornándola con Mi Sangre y decorándola con Mis Llagas, ¿pero cuál no es Mi dolor al ver que me rechaza esta vestidura tan bella, contentándose de permanecer desnuda? Y Yo Me siento desvestido en ellas y siento su frío, por eso vísteme, porque tengo necesidad de ello”. 

                    Y yo: “¿Cómo podré vestirte? Yo no tengo nada”. 

                    Y Él: “Sí que podrás vestirme, tienes toda Mi Voluntad en tu poder, absórbela en ti y luego hazla salir, y me harás la más bella vestidura, una vestidura de Cielo y divina, ¡oh! cómo quedaré calentado y Yo te vestiré a ti con el vestido de Mi Voluntad, a fin de que podamos quedar vestidos con un mismo vestido, por eso la quiero de ti, para podértela dar a ti con justicia; si tú Me vistes a Mí, es justo que Yo te vista a ti para darte la correspondencia de lo que has hecho por Mí. Todo el mal en el hombre es que ha perdido el germen de Mi Voluntad, por eso no hace otra cosa que cubrirse con los más grandes delitos que lo degradan y lo hacen obrar como loco. ¡Oh, cuántas locuras están por cometer! Justa pena, porque quieren tener por Dios al propio yo”.


 Nuestro Señor a Luisa Piccarreta, “Libro de Cielo”, Vol. 14, 24 de Septiembre de 1922


1- Por una particular disposición de Dios, Luisa Piccarreta permanecía toda la noche sumida en un profundo éxtasis, paralizada, mientras recibía luces del Cielo; tan sólo conseguía liberarla de aquél místico trance la bendición del Sacerdote, que cada mañana celebraba la Santa Misa en su dormitorio. Este "sueño extático" era tan cotidiano para Luisa que ella lo definió en sus escritos como "mi habitual estado". Dicha fenomenología no fue exclusiva de Piccarreta, se dio con anterioridad en Santa Catalina de Siena y casi a la vez en la mística portuguesa Alexandrina Da Costa, entre otras almas privilegiadas.



domingo, 21 de septiembre de 2025

TODAS LAS COSAS QUE EL ALMA HACE EN LA DIVINA VOLUNTAD Y JUNTO CON JESÚS, ADQUIEREN SUS MISMAS CUALIDADES. TODAS LAS OBRAS DE JESÚS ESTÁN SIEMPRE EN ACTO



                    Esta mañana, mi siempre amable Jesús se ha hecho ver con una dulzura y afabilidad indescriptibles, como si me quisiera decir una cosa para Él muy querida y para mí de gran sorpresa. Entonces, abrazándome y estrechándome a Su Corazón me ha dicho:

                    “Hija querida Mía, todas las cosas que el alma hace en Mi Voluntad y junto Conmigo, esto es, oraciones, acciones, pasos, etc., adquieren mis mismas cualidades, la misma vida y el mismo valor. Mira, todo lo que Yo hice en la tierra, oraciones, sufrimientos, obras, están todos en acto y estarán eternamente para bien de quien los quiera. Mi obrar difiere del obrar de las criaturas, pues conteniendo en Mí la Potencia creadora, hablo y creo, así como un día hablé y creé el Sol, y este Sol está siempre lleno de luz y calor, y da siempre luz y calor sin disminuir jamás, como si estuviese en acto de recibir de Mí creación continua. Tal fue Mi obrar en la tierra, conteniendo en Mí la Potencia creadora, así como el Sol está en continuo acto de dar luz, así las oraciones que hice, los pasos, las obras, la Sangre derramada, están en continuo acto de rezar, de obrar, de caminar, etc., así que Mis oraciones continúan, mis pasos están siempre en acto de correr hacia las almas, y así de todo lo demás, de otra manera, ¿qué gran diferencia habría entonces entre Mi obrar y el de Mis Santos?. 

                    Ahora, escucha hija Mía una cosa muy bella, y aún no comprendida por las criaturas: Todo lo que el alma hace junto Conmigo y en Mi Voluntad, tal como son Mis cosas así quedan las suyas, y debido a la conexión con Mi Voluntad y por el obrar junto Conmigo, participa de Mi Misma Potencia creadora”. 

                    Yo he quedado extática y con un gozo tal que no podía contener, y le he dicho: “¿Es posible, ¡oh! Jesús todo esto?” Y Él: “Quien no comprende esto puede decir que no Me conoce”. Y ha desaparecido. Pero yo no sé decir bien, ni sé explicarme mejor, ¿quién puede decir lo que Jesús me hacía comprender? Es más, me parece haber dicho disparates.


 Nuestro Señor a Luisa Piccarreta, “Libro de Cielo”, Vol. 11, 21 de Septiembre de 1913



viernes, 19 de septiembre de 2025

JESÚS HABLA DE LA FE, DE LA ESPERANZA Y LA CARIDAD



                    Encontrándome esta mañana un poco turbada, especialmente por el temor de que no sea Jesús quien viene sino el demonio, y de que mi estado no sea Voluntad de Dios, mientras me encontraba en esta agitación, ha venido mi adorable Jesús y me ha dicho: “Hija Mía, no quiero que pierdas el tiempo, pensando en esto tú te distraes de Mí y me haces faltar el alimento para nutrirme, lo que quiero es que pienses solamente en amarme y en estarte toda abandonada en Mí, así me prepararás un alimento muy agradable, y no de vez en cuando como harías si continuases haciendo así, sino continuamente. ¿Y no sería esto tu grandísimo contento, que tu voluntad, con estar abandonada en Mí y con el amarme, fuese alimento para Mí, tu Dios?”.

                    Después de esto me ha hecho ver Su Corazón y dentro tenía tres globos de luz distintos, que después formaban uno solo, y Jesús volviendo a hablar me ha dicho:  “Los globos de luz que ves en Mi Corazón son la Fe, la Esperanza y la Caridad, que traje a la tierra para hacer feliz al hombre sufriente, ofreciéndoselos en don; ahora, también a ti te quiero hacer un don más especial”. 

                    Y mientras así decía, de aquellos globos de luz salían como tantos hilos de luz que inundaban mi alma, formando como una especie de red, y yo quedaba dentro. Y Jesús: “Mira en lo que quiero que ocupes tu alma: primero vuela con las alas de la Fe y sumergiéndote en esa Luz conocerás y adquirirás siempre nuevas noticias de Mí, tu Dios, pero al conocerme más tu nada se sentirá casi dispersa, y no tendrás donde apoyarte. Pero tú elévate más y arrojándote en el mar inmenso de la Esperanza, el cual son todos Mis Méritos que adquirí en el curso de Mi vida mortal, y todas las penas de Mi Pasión que también de ellas hice don al hombre, y sólo por medio de estos puedes esperar los bienes inmensos de la Fe, porque no hay otro medio para poderlos obtener. Entonces, sirviéndote de estos Mis Méritos como si fuesen tuyos, tu nada no se sentirá más dispersa y hundida en el abismo de la nada, sino que adquiriendo nueva vida quedará embellecida, enriquecida en modo tal de atraerse las mismas miradas divinas; y entonces no más tímida, sino que la Esperanza le suministrará el valor, la fuerza, de modo de volver al alma estable como columna, expuesta a todas las inclemencias del aire, como son las diferentes tribulaciones de la vida, que no la moverán nada, y la Esperanza hará que el alma no sólo se sumerja sin temor en las inmensas riquezas de la Fe, sino que se volverá dueña y llegará a tanto con la Esperanza, de hacer suyo al mismo Dios. 

                    ¡Ah! sí, la Esperanza hace llegar al alma hasta donde quiere, la Esperanza es la Puerta del Cielo, así que sólo por su medio se abre, porque quien todo espera, todo obtiene. Entonces el alma, cuando haya llegado a hacer suyo al mismo Dios, súbito, sin ningún obstáculo se encontrará en el océano inmenso de la Caridad, y ahí llevando consigo la Fe y la Esperanza, se sumergirá dentro y hará una sola cosa Conmigo, su Dios”.

                    El amantísimo Jesús continúa diciendo: “Si la Fe es el rey y la Caridad es la reina, la Esperanza es como madre pacificadora que pone paz en todo, porque con la Fe y la Caridad puede haber tribulaciones, pero la Esperanza, siendo vínculo de paz, convierte todo en paz. La Esperanza es sostén, la Esperanza es alivio, y cuando el alma elevándose con la Fe ve la belleza, la santidad, el amor con el cual es amada por Dios, se siente atraída a amarlo, pero viendo su insuficiencia, lo poco que hace por Dios, el cómo debería amarlo y no lo ama, se siente desconsolada, turbada y casi no se atreve a acercarse a Dios; entonces, enseguida sale esta madre pacificadora de la Esperanza, y poniéndose en medio de la Fe y la Caridad comienza a hacer su oficio de poner paz, así que pone en paz de nuevo al alma, la empuja, la eleva, le da nuevas fuerzas y llevándola ante el rey de la Fe y la reina de la Caridad, excusa al alma, pone ante el alma nueva efusión de sus méritos y les pide que la quieran recibir, y la Fe y la Caridad, teniendo en la mira sólo a esta madre pacificadora, tan tierna y llena de compasión, reciben al alma y Dios forma la delicia del alma, y el alma la delicia de Dios”. 

                    ¡Oh Santa Esperanza, cómo eres admirable! Yo me imagino ver al alma que es poseída por esta bella Esperanza, como un noble viajero que camina para ir a tomar posesión de unas tierras que formarán toda su fortuna, pero como es desconocido y viaja por tierras que no son suyas, quién lo escarnece, quién lo insulta, quién lo despoja de sus vestidos y quién llega hasta golpearlo y a amenazarlo con quitarle la piel, ¿y el noble viajero qué hace en todas estas dificultades? ¿Se turbará? ¡Ah, no, jamás!, más bien no tomará en cuenta a aquellos que le hacen todo esto, y conociendo bien que mientras más sufrirá, tanto más será honrado y glorificado cuando llegue a tomar posesión de sus tierras, por eso él mismo incita a la gente para que lo atormenten más. 

                    Pero él siempre está tranquilo, goza la más perfecta paz, y en medio de estos insultos está tan calmado, que mientras los demás están despiertos a su alrededor, él está durmiendo en el seno de su suspirado Dios. ¿Quién suministrará a este viajero tanta paz y tanta firmeza para seguir el viaje emprendido? Ciertamente la esperanza de los bienes eternos que serán suyos, y así superará todo para tomar posesión de ellos. Ahora pensando que son suyos, viene a amarlos, y he aquí que la Esperanza hace nacer la Caridad.  

                    ¿Quién puede decir lo que Jesús Bendito me hace ver con aquella luz? Hubiera querido pasarlo en silencio, pero veo que la señora obediencia dejando el vestido amigable, toma el aspecto de guerrero y toma sus armas para hacerme guerra y herirme. ¡Ah, no te armes tan pronto!, deja tus garras, estate tranquila, que por cuanto pueda haré como tú dices, y así permaneceremos siempre amigas.  

                    Ahora, cuando el alma se pone en el extensísimo mar de la Caridad, prueba delicias inefables, goza alegrías inenarrables a un alma mortal. Todo es amor; sus suspiros, sus latidos, sus pensamientos, son tantas voces sonoras que hace resonar en torno a su amadísimo Dios, voces todas de amor que lo llaman a ella, de modo que Dios Bendito, atraído, herido por estas voces amorosas, le corresponde, y sucede que los suspiros, los latidos y todo el Ser Divino llaman continuamente al alma hacia Dios.  

                    ¿Quién puede decir cómo queda herida el alma por estas voces? ¿Cómo comienza a delirar como si tuviera fiebre altísima, cómo corre como enloquecida y va a arrojarse en el amoroso Corazón de su Amado para encontrar refrigerio y a torrentes chupa las delicias divinas? Ella queda ebria de amor, y en su embriaguez entona cantos todos amorosos a su Esposo dulcísimo. ¿Pero quién puede decir todo lo que pasa entre el alma y Dios? ¿Quién puede decir algo sobre esta Caridad que es Dios mismo?  

                    En este momento veo una luz grandísima y mi mente ahora queda asombrada, ahora se fija en un punto, ahora en otro, y hago por ponerlo en el papel pero me siento balbuceante al explicarlo. Así que no sabiendo qué hacer, por ahora hago silencio; y espero que la señora obediencia por esta vez quiera perdonarme, pues si ella quiere enojarse conmigo, esta vez no tiene tanta razón, porque la culpa es suya, porque no me da una lengua ágil para saber decirlo. ¿Ha comprendido, reverendísima obediencia? Quedamos en paz, ¿no es verdad?


 Nuestro Señor a Luisa Piccarreta, “Libro de Cielo”, Vol. 2, 19 de Septiembre de 1899



martes, 16 de septiembre de 2025

DIVERGENCIA CON JESÚS. EFECTOS DEL SUFRIR SÓLO POR DIOS



                    Esta mañana, mi adorable Jesús ha venido, y temiendo que fuese el Demonio le he dicho: “Permíteme que te signe la frente con la cruz”, y enseguida lo he persignado y así he quedado más segura y tranquila. 

                    Ahora, Jesús Bendito parecía cansado y se quería reposar en mí, y como también yo me sentía cansada por los sufrimientos de los días pasados, especialmente por Sus poquísimas venidas, sentía la necesidad de reposarme en Él. Entonces, después de haber discutido un poco me ha dicho: 

                    “La vida del corazón es el Amor. Yo Soy como un enfermo que arde por la fiebre, que va buscando un refrigerio, un alivio para el fuego que lo devora. Mi fiebre es el Amor; ¿pero dónde obtengo los refrigerios, los alivios más aptos para el fuego que me consume? De las penas y aflicciones sufridos por Mis almas predilectas sólo por Mi Amor; muchas veces estoy esperando y esperando a que el alma se vuelva a Mí para decirme: “Señor, sólo por amor Tuyo quiero sufrir esta pena”. ¡Ah sí, estos son Mis refrigerios y los alivios más aptos que Me alivian y Me apagan el fuego que Me consume!”. 

                    Después de esto se ha arrojado en mis brazos languideciendo para reposarse. Mientras Jesús reposaba yo comprendía muchas cosas sobre las palabras dichas por Él, especialmente sobre el sufrir por amor Suyo. ¡Oh, qué moneda de inestimable valor! Si todos la conociéramos haríamos competencia a ver quién pudiera sufrir más; pero yo creo que todos somos cortos de vista para conocer esta moneda tan preciosa, por eso no se llega a tener conocimiento de ella.


 Nuestro Señor a Luisa Piccarreta, “Libro de Cielo”, Vol. 2, 16 de Septiembre de 1899



domingo, 14 de septiembre de 2025

CADA VEZ QUE EL ALMA HACE SUS ACTOS EN LA DIVINA VOLUNTAD, ASÍ CRECE SIEMPRE MÁS EN SANTIDAD



                    Continuando mi habitual estado, mi siempre amable Jesús al venir me ha dicho: 

                    “Hija Mía, cada vez que el alma hace sus actos en Mi Voluntad, crece siempre más ante Mí en Sabiduría, en Bondad, Potencia y Belleza, porque conforme va repitiendo los actos en Mi Voluntad, tantos bocados toma de Sabiduría, de Bondad, etc., y el alma crece de aquel alimento del cual se alimenta, por eso de Mí está escrito en el Santo Evangelio que crecía en Sabiduría ante Dios y ante los hombres; como Dios no podía ni crecer ni decrecer, Mi crecer no era otra cosa que Mi Humanidad, que conforme crecía en los años venía a multiplicar Mis actos en el Querer Supremo, y un acto de más que hacía era un crecer de más en la Sabiduría de Mi Padre Celestial, y era tan verdadero este Mi crecimiento, que aun las criaturas lo notaban. Cada acto Mío corría en el Mar inmenso de la Voluntad Divina, y conforme obraba me nutría de este alimento celestial; sería demasiado extenso el decirte los mares de Sabiduría, de Bondad, de Belleza, de Potencia que recibía Mi Humanidad en cada acto de más que hacía, así le sucede al alma. 

                    Hija Mía, la Santidad en Mi Voluntad crece a cada instante, no hay cosa que se escape del crecer y que el alma no pueda hacer correr en el Mar infinito de Mi Voluntad; las cosas más indiferentes, el sueño, el alimento, el trabajo, etc., pueden entrar en Mi Querer y tomar en Él su puesto de honor como obras de Mi Querer; sólo con que el alma lo quiera, y todas las cosas, desde las más grandes hasta las más pequeñas pueden ser ocasiones para entrar en Mi Querer, lo que no sucede con las virtudes, porque las virtudes si se quieren ejercitar, muchas veces falta la ocasión, si se quiere ejercitar la obediencia, se necesita a alguien que dé órdenes, y puede suceder que por días y por semanas falte quien dé nuevas órdenes para hacerla obedecer, y entonces, por cuanta buena voluntad tenga de obedecer, la pobre obediencia quedará ociosa; así de la paciencia, la humildad y todas las demás virtudes, pues como son virtudes de este bajo mundo, se necesita a las otras criaturas para ejercitarlas, en cambio Mi Voluntad es virtud de Cielo, y Yo solo basto para tenerla a cada instante en continuo ejercicio, para Mí es fácil mantenerla tan elevada, así de noche o de día, para tenerla ejercitada en Mi Querer”.


 Nuestro Señor a Luisa Piccarreta, “Libro de Cielo”, Vol. 13, 14 de Septiembre de 1921



jueves, 11 de septiembre de 2025

LA FINALIDAD PRIMARIA DE TODO LO QUE DIOS HA HECHO EN LA CREACIÓN Y REDENCIÓN, ES QUE LA CRIATURA VIVA EN EL DIVINO QUERER. SÓLO EN EL DIVINO QUERER HAY VERDADERO REPOSO



                    Continuando mi habitual estado (1), me abandonaba toda en el Santo Querer de mi dulce Jesús, y sintiendo necesidad de reposar decía entre mí: “También mi sueño en Tu Voluntad, no quiero otra cosa que tomar el verdadero reposo en los brazos de Tu Querer”. 

                    Y Jesús: “Hija, extiende sobre todas las criaturas tu reposo como manto para cubrirlas a todas, porque sólo en Mi Querer hay verdadero reposo, y como Él lo envuelve todo, reposando en Mi Voluntad te extenderás sobre todos, para conseguir a todos el verdadero reposo. Cómo es bello ver a una criatura Nuestra reposar en los brazos de Nuestra Voluntad, pero para encontrar verdadero reposo es necesario que ponga en camino todos sus actos, sus palabras, su amor, sus deseos, etc., en Nuestro Querer, a fin de que conforme tomen su lugar en Él, así reciban el reposo, y Yo Me reposo en ellos. Todas las obras, sólo dan reposo cuando están ya cumplidas, pero si no están cumplidas dan siempre una preocupación, un quehacer que vuelve inquieto el verdadero reposo. 

                    Ahora, el cumplimiento de la Obra de la Creación era que el hombre cumpliera en todo Nuestra Voluntad, Ella debía ser la vida, el alimento, la corona de la criatura, y como esto no se realiza todavía, la obra de la Creación no está cumplida aún, y ni Yo puedo reposar en ella, ni ella en Mí, Me da siempre qué hacer, y Yo anhelo este cumplimiento y reposo, por eso amo y quiero tanto que se conozca el modo de vivir en Mi Querer; jamás podré decir que la Obra de la Creación y de la Redención están cumplidas si no tengo todos los actos de la criatura, que como lecho se extiendan en Mi Querer para darme reposo. Y Yo, ¿qué bello reposo no daré a ella al verla regresar sobre las alas de Nuestra Voluntad, con el sello del cumplimiento de la Creación?. Mi Seno será su lecho, por eso no hay cosa que haya hecho que no tuviera por primera finalidad que el hombre tomara posesión de Mi Querer y Yo del suyo. En la Creación fue esta Mi finalidad primaria, en la Redención lo mismo; los Sacramentos instituidos, las tantas gracias hechas a Mis Santos, han sido semillas, medios para hacer llegar a esta posesión de Mi Querer, por eso no transgredas nada de lo que quiero sobre Mi Voluntad, sea con el escribir, sea con la palabra, sea con las obras. Sólo por los tantos preparativos que la han precedido puedes conocer que la cosa más grande, la más importante y la que más me interesa es el vivir en Mi Querer. 

                    ¿Quieres saber dónde fue sembrada esta semilla de Mi Querer?. En Mi Humanidad, en Ella germinó, nació y creció, así que en Mis Llagas, en Mi Sangre, se ve esta semilla que quiere trasplantarse en la criatura, para que ella tome posesión de Mi Voluntad y Yo de la suya, a fin de que la Obra de la Creación regrese al principio, como salió, no sólo por medio de Mi Humanidad sino también por medio de la misma criatura. Serán pocas, aunque fuera una sola, ¿y no fue uno solo aquél que sustrayéndose de Mi Querer desadornó, rompió Mis planes, destruyó la finalidad de la Creación?. Así una sola puede adornarla y realizarla en su finalidad, pero Mis obras no quedan jamás aisladas, así que tendré el ejército de las almas que vivirán en Mi Querer, y en ellas tendré la Creación reintegrada, toda bella y hermosa como salió de Mis manos, de otra manera no tendría tanto interés de hacerla conocer”.


 Nuestro Señor a Luisa Piccarreta, “Libro de Cielo”, Vol. 14, 11 de Septiembre de 1922


1- Por una particular disposición de Dios, Luisa Piccarreta permanecía toda la noche sumida en un profundo éxtasis, paralizada, mientras recibía luces del Cielo; tan sólo conseguía liberarla de aquél místico trance la bendición del Sacerdote, que cada mañana celebraba la Santa Misa en su dormitorio. Este "sueño extático" era tan cotidiano para Luisa que ella lo definió en sus escritos como "mi habitual estado". Dicha fenomenología no fue exclusiva de Piccarreta, se dio con anterioridad en Santa Catalina de Siena y casi a la vez en la mística portuguesa Alexandrina Da Costa, entre otras almas privilegiadas.



martes, 9 de septiembre de 2025

EFICACIA DE LAS INTENCIONES



                    Esta mañana mi adorable Jesús no venía. Entonces, mientras mi mente estaba ocupada en considerar el Misterio de la Coronación de espinas, me he acordado que estando ocupada otras veces en este Misterio, el Señor se complacía en quitarse de Su cabeza la corona de espinas y clavarla en la mía, y he dicho en mi interior: “Ah Señor, ya no soy digna de sufrir Tus espinas”. Y Él, ha venido de improviso y me ha dicho: 

                    “Hija Mía, cuando tú sufres Mis Mismas espinas, tú Me consuelas, y sufriéndolas tú Yo Me siento completamente libre de esas penas; cuando te humillas y te crees indigna de sufrirlas, entonces Me reparas los pecados de soberbia que se cometen en el mundo”. 

                    Yo he agregado: “¡Ah! Señor, por cuantas gotas derramaste, por cuantas espinas sufriste, por cuantas heridas, tanta gloria intento darte por cuanta gloria deberían darte todas las criaturas si no existiera el pecado de soberbia, y tantas gracias intento pedirte para todas las criaturas para hacer que este pecado se destruya”. 

                    Mientras esto decía, he visto que Jesús contenía en Él a todo el mundo, como una máquina contiene en sí los objetos, y todas las criaturas se han movido en Él, y Jesús se movía hacia ellas, y parecía que Él tuviese la gloria de mi intención y las criaturas hubieran regresado a Él para poder recibir el bien prestado por mí para ellas. Yo he quedado estupefacta, y Jesús viendo mi estupor ha dicho: “Parece sorprendente todo esto, ¿no es verdad?. No obstante parece cosa de nada lo que tú has hecho, sin embargo no es así; ¿cuánto bien se podría hacer con repetir esta intención y no se hace?”. 

                    Dicho esto ha desaparecido.


 Nuestro Señor a Luisa Piccarreta, “Libro de Cielo”, Vol. 4, 9 de Septiembre de 1901



sábado, 6 de septiembre de 2025

IMAGEN DEL ESTADO DE LA IGLESIA. NECESIDAD DE PURIFICARLA



                    Encontrándome en mi habitual estado me he encontrado fuera de mí misma, y con gran sorpresa mía he encontrado en medio de un camino a una mujer tirada por tierra, toda llena de heridas y los miembros todos descoyuntados, no había hueso en su lugar. 

                    La mujer, si bien tan maltrecha que parecía el verdadero retrato del dolor, era bella, noble, majestuosa, pero al mismo tiempo daba piedad el verla abandonada por todos, expuesta a quien quisiera hacerle daño. Entonces, movida a compasión miraba alrededor para ver si había alguien que me ayudara a levantarla y ponerla en lugar seguro, y ¡oh! maravilla, junto a mí estaba un joven que me parecía que fuera Jesús, y juntos la hemos levantado de la tierra, pero a cada movimiento sufría penas desgarradoras debido al dislocamiento de los huesos. 

                    Así, poco a poco la hemos transportado dentro de un palacio, poniéndola sobre una cama, y junto con Jesús, que parecía que amaba tanto a esa mujer que quería darle Su propia Vida para salvarla y darle la salud, tomábamos en nuestras manos los miembros dislocados para ponerlos en su lugar; al toque de Jesús los huesos tomaban su lugar y aquella mujer se transformaba en una bella y graciosa niña. Yo he quedado asombrada por esto, y Jesús me ha dicho:

                    “Hija Mía, esta mujer es la imagen de Mi Iglesia. Ella es siempre Noble, llena de Majestad y Santa, porque su origen está en el Hijo del Padre Celestial; pero a qué estado tan doloroso la han reducido los miembros a Ella incorporados, no contentos con no vivir santamente, a la par de Ella, la han llevado en medio de la calle, exponiéndola al frío, a las burlas, a los golpes, y sus mismos hijos, como miembros dislocados, viviendo en medio de la calle se han dado a toda clase de vicios; el amor al interés, predominante en ellos los ciega y cometen las más feas infamias y viven junto a Ella para herirla y gritarle continuamente: ‘Sea crucificada, sea crucificada’. En qué estado tan doloroso se encuentra Mi Iglesia, los Ministros que deberían defenderla son sus más crueles verdugos; pero para renacer es necesaria la destrucción de estos miembros e incorporarle miembros inocentes, desinteresados, que viviendo a la par con Ella, regrese bella y graciosa niña, tal cual Yo la constituí, sin malicia, más que sencilla niña, para crecer fuerte y sana. Esta es la necesidad de que los enemigos inicien la batalla, para que se purguen los miembros infectados. Tú reza y sufre a fin de que todo redunde para Mi Gloria”.

                    Dicho esto me he encontrado en mí misma.


 Nuestro Señor a Luisa Piccarreta, “Libro de Cielo”, Vol. 17, 6 de Septiembre de 1924



viernes, 5 de septiembre de 2025

CÓMO JESÚS OBRA LA PERFECCIÓN EN EL ALMA POCO A POCO



                    Esta mañana me encontraba en tal abatimiento de ánimo y me veía tan mala, que yo misma me volvía insoportable. Habiendo venido Jesús le he dicho mis penas y el miserable estado en el cual me encontraba, y Él me ha dicho: 

                    “Hija Mía, no quieras perder el ánimo, esta es Mi costumbre, el obrar la perfección paso a paso y no todo en un instante, a fin de que el alma, viendo siempre que le falta alguna cosa, se impulse, haga todos los esfuerzos para alcanzar lo que le falta, a fin de agradarme más y de santificarse mayormente, entonces Yo, atraído por esos actos me siento forzado a darle nuevas gracias y favores celestiales, y con esto se viene a formar un comercio todo divino entre el alma y Dios, de otra manera, poseyendo el alma en sí la plenitud de la perfección, y por lo tanto de todas las virtudes, no encontraría modos de cómo esforzarse, cómo agradarle más y vendría a faltar la yesca para encender el fuego entre la criatura y el Creador”. 

                    ¡Sea siempre bendito el Señor!.


 Nuestro Señor a Luisa Piccarreta, “Libro de Cielo”, Vol. 2, 5 de Septiembre de 1899



martes, 2 de septiembre de 2025

LA VERDADERA VIRTUD, DE DIOS COMIENZA Y EN DIOS TERMINA



                    Paso días amargos por las continuas privaciones del bendito Jesús. Después, en cuanto ha venido me ha dicho: 

                    “Hija Mía, la señal para conocer si uno tiene verdadera Caridad es si ama a los pobres, porque si ama a los ricos y a ellos se da, puede ser porque espera o porque obtiene algo, o porque le simpatizan, o por la nobleza, por el ingenio, por el buen hablar y aun por temor; pero si ama a los pobres, los ayuda, los socorre, es porque ve en ellos la imagen de Dios, así que no ve la rusticidad, la ignorancia, la descortesía, la miseria, sino que a través de estas miserias, como dentro de un espejo ve a Dios, del cual todo espera, y los ama, los ayuda, los consuela como si lo hiciera a Dios mismo. Éste es el sello de la verdadera virtud, que de Dios comienza y en Dios termina; pero lo que comienza de la materia, materia produce y en la materia termina, y por cuan espléndida y virtuosa parezca la Caridad, no sintiendo el toque divino, ni quien la hace ni quien la recibe, quedan fastidiados, aburridos y cansados, y si tienen necesidad se sirven de ello para cometer defectos”.


 Nuestro Señor a Luisa Piccarreta, “Libro de Cielo”, Vol. 8, 2 de Septiembre de 1908