Continuando mi habitual estado, sentía a mi siempre amable Jesús en mi interior, pero tan real, que ahora sentía que me estrechaba tan fuerte el corazón que me hacía sufrir, ahora estrechaba Sus brazos a mi cuello y me sofocaba, ahora se sentaba sobre mi corazón, tomando un aire imperante y de mando, y yo me sentía como aniquilar y luego resurgir a nueva vida bajo Su mandato, ¿pero quién puede decir lo que Él hacía en mi interior y lo que yo sentía?. Creo que es mejor pasarlo en silencio.
Entonces mientras sentía Su Presencia real en mi interior me decía: “Hija Mía, elévate, elévate más, pero tanto de llegar al seno de la Divinidad, entre las Divinas Personas será tu vida. Mira, para hacerte llegar a esto he formado Mi Vida en ti, he encerrado Mi Querer eterno en lo que tú haces, y ahí corre en modo maravilloso y sorprendente; Mi Querer está obrante en ti en continuo acto inmediato. Ahora, después de haber formado Mi Vida en ti, con Mi Querer obrante en ti, en tus actos, tu querer ha quedado impregnado, transfundido en el Mío, de modo que Mi Querer tiene una vida sobre la tierra. Ahora es necesario que te eleves y lleves contigo Mi Vida, Mi Querer, a fin de que Mi Querer de la tierra y el del Cielo se fundan juntos y tú hagas vida por algún tiempo en el seno de la Divinidad, donde tu querer será obrante en el Mío para poderlo ensanchar por cuanto la criatura puede ser capaz, después descenderás de nuevo sobre la tierra llevando la potencia, los prodigios de Mi Querer, por los cuales las criaturas serán sacudidas, abrirán los ojos y muchos conocerán qué significa vivir en Mi Querer, vivir a semejanza de su Creador. Esto será el principio de que Mi Reino venga sobre la tierra y que Mi Querer tenga su último cumplimiento. ¿Crees que sea cosa de nada el vivir en Mi Querer?. No hay cosa que lo iguale, ni santidad que lo iguale; es la Vida real, no fantástica como alguno puede imaginar, y ésta Mi Vida está no sólo en el alma, sino también en el cuerpo, ¿pero sabes tú cómo es formada esta Mi Vida?. Mi Querer eterno es el del alma, y Mi latido, latiendo en su corazón forma Mi concepción; su amor, sus penas y todos sus actos hechos en Mi Querer forman Mi Humanidad, y me hacen crecer tanto que no puedo mantenerme escondido, ni ella puede hacer menos que sentirme. ¿No Me sientes tú, vivo en tu interior?. Por eso te he dicho que a la santidad del vivir en Mi Querer no hay nada que la iguale, todas las otras santidades serán las pequeñas luces, y ella será el gran sol transfundido en su Creador”.
Ahora, por obedecer y con gran repugnancia digo cómo siento a Jesús en mi interior: lo siento en el lugar de mi corazón, casi en modo visible, ahora oigo que reza y muchas veces lo oigo con los oídos del cuerpo, y yo rezo junto con Él; ahora que sufre y me hace sentir Su respiro entrecortado, afanoso, y lo siento en mi respiro, tanto que estoy obligada a afanarme junto con Él, y como en Él están contenidas todas las criaturas, siento Su respiro que como vida se difunde en todos los movimientos y respiros humanos, y yo me difundo junto con Él. Ahora lo siento gemir, agonizar; ahora lo siento mover los brazos y los extiende en los míos; ahora que duerme, quedando en mi interior un profundo silencio; ¿pero quién pude decirlo todo?.
Sólo Jesús puede decir lo que obra en mí, porque yo no tengo palabras suficientes para manifestarlo. Lo he hecho sólo por obedecer, con sumo desgarro de mi alma y por temor de que mi Jesús pudiera disgustarse, porque Él me tolera siempre que la obediencia no me mande, pero si la obediencia manda, sólo me queda Fiat, de otra manera me aniquilaría. Espero que sea todo para Gloria Suya y para confusión mía.
Nuestro Señor a Luisa Piccarreta, “Libro de Cielo”, Vol. 14, 10 de Julio de 1922
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