viernes, 15 de agosto de 2025

JESÚS LE ORDENA LA CARIDAD. FIESTA DE LA MAMÁ CELESTIAL. LE DA EL OFICIO DE MAMÁ EN LA TIERRA



                    Esta mañana mi dulcísimo Jesús ha venido todo alegre, trayendo entre las manos un ramo de bellísimas flores, y poniéndose en mi corazón, con aquellas flores ahora se circundaba la cabeza, ahora las tenía entre sus manos, recreándose y complaciéndose todo. Mientras se divertía con estas flores, como si hubiera hecho una gran adquisición, se ha volteado hacia mí y me ha dicho: “Amada Mía, esta mañana he venido para poner en orden en tu corazón todas las virtudes. Las otras virtudes pueden estar separadas la una de la otra, pero la caridad ata y ordena todo. He aquí lo que quiero hacer en ti, ordenar la Caridad”.

                    Yo le he dicho: “Solo y único Bien mío, ¿cómo puedes hacer esto siendo yo tan mala y llena de defectos e imperfecciones?. Si la Caridad es orden, ¿estos defectos y pecados no son desorden que tienen todo en desorden y revuelta mi alma?” . 

                    Y Jesús: “Yo purificaré todo y la Caridad pondrá todo en orden. Y además, cuando a un alma la hago partícipe de las penas de Mi Pasión, no puede haber culpas graves, a lo más algún defecto venial involuntario, pero Mi Amor, siendo fuego, consumirá todo lo que es imperfecto en tu alma”. 

                    Así parecía que Jesús me purificaba y ordenaba toda; después derramaba como un río de miel de su corazón en el mío y con esa miel regaba todo mi interior, de modo que todo lo que estaba en mí quedaba ordenado, unido, y con la marca de la Caridad. 

                    Después de esto me he sentido salir fuera de mí misma en la Bóveda de los Cielos, junto con mi amante Jesús; parecía que todo estaba en fiesta, Cielo, tierra y Purgatorio; todos estaban inundados de un nuevo gozo y júbilo. Muchas almas salían del Purgatorio y como rayos llegaban al Cielo para asistir a la Fiesta de nuestra Reina Mamá. También yo me ponía en medio de aquella multitud inmensa de gente, es decir, Ángeles, Santos y Almas del Purgatorio, que ocupaban aquel nuevo Cielo, que era tan inmenso, que el nuestro que vemos, comparado con aquél me parecía un pequeño agujero, mucho más que tenía la obediencia del Confesor. Pero mientras hacía por mirar, no veía otra cosa que un Sol luminosísimo que esparcía rayos que me penetraban toda, de lado a lado, y me volvían como un cristal, tanto que se descubrían muy bien los pequeños defectos y la infinita distancia que hay entre el Creador y la criatura; tanto más que aquellos rayos, cada uno tenía su marca: uno delineaba la Santidad de Dios, otro la Pureza, otro la Potencia, otro la sabiduría, y todas las otras virtudes y atributos de Dios. Así que el alma, viendo su nada, sus miserias y su pobreza, se sentía aniquilada y en vez de mirar, se postraba con la cara en la tierra ante aquel Sol Eterno, ante el cual no hay ninguno que pueda estar frente a Él. 

                    Pero lo más era que para ver la Fiesta de Nuestra Mamá Reina, se debía ver desde dentro de aquel Sol, tanto parecía inmersa en Dios la Virgen Santísima, que mirando desde otros puntos no se veía nada. 

                    Ahora, mientras me encontraba en estas condiciones de aniquilamiento ante el Sol Divino y la Mamá Reina teniendo en sus brazos al Niñito, Jesús me ha dicho: “Nuestra Mamá está en el Cielo, te doy a ti el oficio de hacerme de mamá en la tierra, y como Mi vida está sujeta continuamente a los desprecios, a la pobreza, a las penas, a los abandonos de los hombres, y Mi Madre estando en la tierra fue Mi fiel compañera en todas estas penas, y no sólo eso, sino buscaba aliviarme en todo, por cuanto podían Sus fuerzas, así también tú, haciéndome de madre Me harás fiel compañía en todas Mis penas, sufriendo tú en vez Mía por cuanto puedas, y donde no puedas, buscarás darme al menos un consuelo. Debes saber que te quiero toda atenta en Mí. Seré celoso aun de tu respiro si no lo haces por Mí, y cuando vea que no estás toda atenta para contentarme, no te daré ni paz ni reposo”. 

                    Después de esto he comenzado a hacerle de mamá, pero, ¡oh! cuánta atención se necesitaba para contentarlo. Para verlo contento no se podía ni siquiera dirigir una mirada a otra parte. Ahora quería dormir, ahora quería beber, ahora quería que lo acariciara y yo debía encontrarme pronta a todo lo que quería; ahora decía: “Mamá Mía, me duele la cabeza, ¡ah, alíviame!”. Y yo enseguida le revisaba la cabeza, y encontrando espinas se las quitaba, y poniéndole mi brazo bajo la cabeza lo hacía reposar. Mientras hacía que reposara, de repente se levantaba y decía: “Siento un peso y un sufrimiento en el corazón, tanto de sentirme morir; ve que hay”. Y observando en el interior del corazón, he encontrado todos los instrumentos de la Pasión, y uno a uno los he quitado y los he puesto en mi corazón. Después, viéndolo aliviado, he comenzado a acariciarlo y a besarlo y le he dicho: “Mi solo y único tesoro, ni siquiera me has dejado ver la Fiesta de Nuestra Reina Madre, ni escuchar los primeros cánticos que le cantaron los Ángeles y los Santos en el ingreso que hizo en el Paraíso”.

                    Y Jesús: “El primer canto que hicieron a Mi Mamá fue el Ave María, porque en el Ave María están las alabanzas más bellas, los honores más grandes, y se le renueva el gozo que tuvo al ser hecha Madre de Dios, por eso, recitémosla juntos para honrarla y cuando tú vengas al Paraíso te la haré encontrar como si la hubieras dicho junto con los Ángeles aquella primera vez en el Cielo”. Y así hemos recitado la primera parte del Ave María juntos. ¡Oh, cómo era tierno y conmovedor saludar a Nuestra Mamá Santísima junto con Su amado Hijo!. Cada palabra que Él decía, llevaba una luz inmensa en la cual se comprendían muchas cosas sobre la Virgen Santísima, ¿pero quién puede decirlas todas?. Mucho más por mi incapacidad, por eso las paso en silencio.


 Nuestro Señor a Luisa Piccarreta, “Libro de Cielo”, Vol. 2, 15 de Agosto de 1899



martes, 12 de agosto de 2025

JESÚS LA TRANSFORMA TODA EN SÍ Y LE ENSEÑA LA CARIDAD



                    Esta mañana mi adorable Jesús, después que me ha hecho esperar por algún tiempo, ha venido diciéndome: “Hija Mía, esta mañana quiero uniformarte toda a Mí: quiero que pienses con Mi misma mente, que mires con Mis mismos ojos, que escuches con Mis mismos oídos, que hables con Mi misma lengua, que obres con Mis mismas manos, que camines con Mis mismos pies, y que ames con Mi mismo corazón”. 

                    Después de esto, Jesús unía Sus sentidos mencionados arriba con los míos, y veía que me daba Su misma forma; no sólo eso, sino me daba la gracia de usarlos como lo hizo Él mismo, y después ha continuado diciendo: “Gracias grandes vierto en ti, te recomiendo que las sepas conservar”.

                    Y yo: “Temo mucho, oh mi amado Jesús, al conocerme que estoy toda llena de miserias, y que en vez de hacer bien, hago mal uso de Tus gracias. Pero lo que más me hace temer es la lengua, que frecuentemente me hace faltar en la caridad hacia el prójimo”. Y Jesús: “No temas, te enseñaré Yo mismo el modo que debes tener al hablar con el prójimo; la primera cosa: cuando se te dice algo respecto al prójimo, hecha una mirada sobre ti misma y observa si tú eres culpable de ese mismo defecto, y entonces el querer corregir es un querer indignarme y escandalizar al prójimo. La segunda: si tú te ves libre de aquel defecto, entonces elévate y busca hablar como habría hablado Yo, así hablarás con Mi misma lengua. Haciendo así jamás faltarás en la caridad del prójimo, es más, con tus palabras harás bien a ti, al prójimo, y a Mí me darás Honor y Gloria”.


Nuestro Señor a Luisa Piccarreta, “Libro de Cielo”, Vol. 2, 12 de Agosto de 1899


Oración para fundirnos con la
Divina Voluntad


Estampa devocional diseñada para ser impresa
a doble cara. Permitida su difusión, sin fines comerciales




domingo, 10 de agosto de 2025

UN CONTENTO DE MENOS EN LA TIERRA, ES UN PARAÍSO DE MÁS EN EL CIELO



                    Continuando mi habitual estado (1), en cuanto he visto al bendito Jesús me ha dicho: “Hija Mía, por cuantos mínimos placeres el alma se priva en esta vida por amor Mío, otros tantos paraísos de más le daré en la otra vida; así que un contento de menos aquí, es un paraíso de más allá. Imagínate un poco cuántas privaciones has tenido tú en estos veinte años de cama por causa Mía, y cuántos paraísos de más Yo te daré en el Cielo”. 

                    Y yo al oír esto he dicho: “Mi bien, ¿qué dices?. Yo me siento honrada y casi deudora de Ti porque me das la ocasión de poderme privar por amor Tuyo, ¿y me dices que me darás otros tantos paraísos?”. Y Él ha agregado: “Y es exactamente así”. 

                    Deo Gratias.


 Nuestro Señor a Luisa Piccarreta, “Libro de Cielo”, Vol. 7, 10 de Agosto de 1906


1- Por una particular disposición de Dios, Luisa Piccarreta permanecía toda la noche sumida en un profundo éxtasis, paralizada, mientras recibía luces del Cielo; tan sólo conseguía liberarla de aquél místico trance la bendición del Sacerdote, que cada mañana celebraba la Santa Misa en su dormitorio. Este "sueño extático" era tan cotidiano para Luisa que ella lo definió en sus escritos como "mi habitual estado". Dicha fenomenología no fue exclusiva de Piccarreta, se dio con anterioridad en Santa Catalina de Siena y casi a la vez en la mística portuguesa Alexandrina Da Costa, entre otras almas privilegiadas.




jueves, 7 de agosto de 2025

SOBRE LA NADA DE NOSOTROS MISMOS



                    Esta mañana mi amable Jesús no venía, y después de tanto esperar y esperar, finalmente ha venido; era tanta mi confusión y mi aniquilamiento, que no sabía decirle nada y Jesús me ha dicho: “Por cuanto más te aniquiles y conozcas tu nada, tanto más Mi Humanidad, mandando rayos de luz, te comunicará Mis virtudes”. 

                    Yo le he dicho: “Señor, soy tan mala y fea que me doy horror a mí misma, ¿qué será ante Ti?”. 

                    Y Jesús: “Si tú eres fea, Soy Yo quien te puede volver bella”. 

                    Y en el mismo momento de decir esto ha mandado una luz salida de Él a mi alma, y parecía que le comunicaba Su belleza, y después, abrazándome ha comenzado a decir: “Cómo eres bella, pero bella de Mi Misma belleza, por eso Soy atraído a amarte”. 

                    ¿Quién puede decir cómo he quedado confundida?. Pero todo sea para Su gloria.


 Nuestro Señor a Luisa Piccarreta, “Libro de Cielo”, Vol. 2, 7 de Agosto de 1899



domingo, 3 de agosto de 2025

EL ALMA QUE POSEE LA GRACIA TIENE POTESTAD SOBRE EL INFIERNO, SOBRE LOS HOMBRES Y SOBRE DIOS



                    Esta mañana mi adorable Jesús no venía, y después de mucho esperar ha venido la Virgen Mamá conduciéndolo casi por la fuerza, pero Jesús huía. Entonces la Virgen Santísima me ha dicho: “Hija Mía, no te canses en pedirle, más bien sé inoportuna, porque este huir que hace es señal de que quiere enviar algún castigo, por eso huye de la vista de las personas amadas, pero tú no te detengas, porque el alma que posee la gracia tiene potestad sobre el Infierno, sobre los hombres y sobre Dios mismo, porque siendo la Gracia parte de Dios mismo, poseyéndola el alma, ¿no tiene tal vez el poder sobre lo que ella misma posee?”. 

                    Entonces después de mucho esperar, obligado por la Mamá Reina e importunado por mí, ha venido, pero con un aspecto imponente y serio, de modo que no me atrevía a hablar, no sabía cómo hacer para quitarle aquel aspecto tan imponente. Pensé comenzar a hablar con disparates diciéndole: “Mi dulce Bien, amémonos, si no nos amamos nosotros, ¿quién nos debe amar?. Y si no Te contentas con mi amor, ¿quién podrá contentarte?. ¡Ah!, dame una señal cierta de que estás contento de mi amor, de otra manera yo desfallezco, yo muero”. 

                    ¿Pero quién puede decir todos los disparates que he dicho?. Creo que es mejor pasarlos por alto; pero con esto parece que he tenido éxito en quitarle aquel aire imponente que tenía, y me ha dicho: “Sólo estaré contento de tu amor cuando éste sobrepase el río de la iniquidad de los hombres, por eso piensa en acrecentar tu amor, porque así más estaré contento de ti”. 

                    Dicho esto ha desaparecido.


 Nuestro Señor a Luisa Piccarreta, “Libro de Cielo”, Vol. 4, 3 de Agosto de 1901



viernes, 1 de agosto de 2025

LA HUMANIDAD DE JESÚS ES EL ESPEJO DE LA DIVINIDAD. CASTIGOS



                    Continúa mi adorable Jesús viniendo poquísimas veces y por poco tiempo. Esta mañana me sentía toda aniquilada y casi no me atrevía a ir en busca de mi sumo Bien; pero Él siempre benigno ha venido, y queriéndome infundir confianza me ha dicho:“Hija Mía, ante Mi Majestad y pureza no hay quien pueda estar de frente, más bien todos están obligados a estar por tierra y golpeados por el fulgor de Mi Santidad. El hombre quisiera casi huir de Mí, porque es tal y tanta su miseria, que no tiene valor para sostenerse delante del Ser Divino. Entonces haciendo uso de Mi Misericordia asumí Mi Humanidad, la que atenuando los rayos de la Divinidad, es medio para infundir confianza y ánimo al hombre para venir a Mí, el cual poniéndose de frente a Mi Humanidad, que expande rayos atenuados de la Divinidad, tiene el bien de poderse purificar, santificar y hasta divinizar en Mi Misma Humanidad deificada. 

                    Por eso tú estate siempre de frente a Mi Humanidad, teniéndola como espejo en el cual limpiarás todas tus manchas; y no sólo esto, sino como espejo en el cual reflejándote adquirirás la belleza, y poco a poco irás adornándote a semejanza de Mí Mismo, porque es propiedad del espejo hacer aparecer dentro de sí la imagen similar a aquella de quien se mira en él; si así es el espejo material, mucho más es el divino, porque Mi Humanidad sirve al hombre como espejo para mirar Mi Divinidad. He aquí por esto que todos los bienes para el hombre derivan de Mi Humanidad”. 

                    Mientras esto decía, me sentía infundir tal confianza, que me ha venido el pensamiento de quererle hablar de los castigos, tal vez me escuchara y haría el intento de aplacarlo del todo. Pero mientras me disponía a esto, como rayo ha desaparecido, y mi alma corriendo detrás de Él se ha encontrado fuera de mí misma; pero no lo he podido reencontrar más, y con suma amargura mía he visto muchas personas que iban a las cárceles, a otros sectarios que salían para atentar contra otras vidas de reyes y de otros jefes; veía que se carcomían de rabia porque les falta el medio para salir entre los pueblos y hacer matazón, sin embargo llegará su tiempo. Después de esto me he encontrado en mí misma, toda oprimida y afligida.


 Nuestro Señor a Luisa Piccarreta, “Libro de Cielo”, Vol. 3, 1 de Agosto de 1900




miércoles, 30 de julio de 2025

SOBRE LA CARIDAD Y SOBRE LA ESTIMA DE LA PALABRA DE JESÚS



                    Continua casi siempre lo mismo. Esta mañana, transportándome Jesús según Su costumbre fuera de mí misma, hemos pasado en medio de mucha gente, y la mayor parte de ellas estaban atentas a juzgar las acciones de los demás, sin mirar las propias, y mi amado Jesús me ha dicho: “El medio más seguro para ser recto con el prójimo es no mirar en absoluto lo que hacen, porque mirar, pensar y juzgar es lo mismo, además, mirando al prójimo vienes a defraudar la propia alma, por lo que sucede que no se es recto ni consigo mismo, ni con el prójimo, ni con Dios”. 

                    Después de esto le he dicho: “Mi único Bien, ya hace tiempo que no me has dado ni siquiera un beso”. Y así nos hemos besado. Y queriéndome casi corregir ha agregado: “Hija Mía, lo que te recomiendo es conservar y estimar Mis palabras, porque Mi Palabra es eterna y santa como Yo Mismo, y conservándola en tu corazón y aprovechándola, tendrás tu santificación y por ello recibirás en recompensa un esplendor eterno, producido por Mi Palabra; haciendo de otra manera tu alma recibirá un vacío y quedarás deudora de Mí”.


Nuestro Señor a Luisa Piccarreta, “Libro de Cielo”, Vol. 2, 30 de Julio de 1899



lunes, 28 de julio de 2025

SEMEJANZA DEL ALMA CON JESÚS, NO SÓLO EN LAS MUERTES DE DOLOR, SINO TAMBIÉN EN LAS DEL AMOR



                    Me sentía toda inmersa en su Santísimo Querer, y mi dulce Jesús al venir me ha dicho: “Hija Mía, funde tu inteligencia con la Mía, a fin de que circule en todas las inteligencias de las criaturas, y reciba el vínculo de cada uno de los pensamientos de ellas para sustituirlos con tantos otros pensamientos hechos en Mi Querer, y Yo reciba la Gloria como si todos los pensamientos fuesen hechos en modo divino. Ensancha tu querer en el Mío, ninguna cosa debe escapar que no quede atrapada en la red de la tuya y Mía Voluntad; Mi Querer en Mí y Mi Querer en ti deben confundirse juntos y tener los mismos confines interminables, pero tengo necesidad de que tu querer se preste a extenderse en el Mío y no se le escape ninguna cosa creada por Mí, a fin de que en todas las cosas escuche el Eco de la Voluntad Divina en la voluntad humana, a fin de que ahí genere Mi semejanza. Mira hija Mía, Yo sufrí doble muerte por cada una de las criaturas, una de Amor y la otra de Pena, porque al crearla la creé un complejo todo de Amor, por lo cual no debía salir de ella otra cosa que Amor, tanto que Mi Amor y el suyo debían estar en continuas corrientes, pero el hombre no sólo no Me amó, sino que ingrato me ofendió, y Yo debía rehacer a Mi Divino Padre de esta falta de Amor, y debí aceptar una muerte de Amor por cada uno, y otra de Dolor por las ofensas”. 

                    Pero mientras esto decía, veía a mi dulce Jesús todo una llama, que lo consumía y le daba muerte por cada uno, es más, veía que cada pensamiento, palabra, movimiento, obra, paso, etc., eran tantas llamas que consumían a Jesús y lo vivificaban. Entonces Jesús ha agregado: “¿No quisieras tú Mi semejanza?. ¿No quisieras tú aceptar las muertes de Amor como aceptaste las muertes de Dolor?”. Y yo: “¡Ah! mi Jesús, yo no sé qué me haya sucedido, siento aún gran repugnancia por haber aceptado las de Dolor, ¿cómo podría aceptar las de Amor que me parecen más duras?. Yo tiemblo al sólo pensarlo, mi pobre naturaleza se aniquila más, se deshace. Ayúdame, dame la fuerza porque siento que no puedo seguir adelante”. 

                    Y Jesús todo bondad y decidido ha agregado: “Pobre hija Mía, ánimo, no temas ni quieras turbarte por la repugnancia que sientes; es más, para tranquilizarte te digo que también ésta es una semejanza Mía. Debes saber que también Mi Humanidad, por cuan Santa, deseosa a lo sumo de sufrir, sentía esta repugnancia, pero no era Mía, eran todas las repugnancias de las criaturas que sentían en hacer el bien, en aceptar las penas que merecían, y Yo debía sufrir estas penas que Me torturaban no poco, para dar a ellas la inclinación al bien y hacerles más dulces las penas, tanto, que en el Huerto grité al Padre: ‘Si es posible pase de Mí este cáliz”. ¿Crees tú que fui Yo?. ¡Ah no!. Te engañas, Yo amaba el sufrir hasta la locura, amaba la muerte para dar vida a Mis hijos, era el grito de toda la familia humana que resonaba en Mi Humanidad, y Yo, gritando junto con ellos para darles fuerzas repetí tres veces: ‘Si es posible pase de Mí este cáliz’. Yo hablaba a nombre de todos, como si fueran cosa Mía, pero Me sentía aplastar; así que la repugnancia que sientes no es tuya, es el eco de la Mía, si fuera tuya Me habría retirado, por eso hija Mía, queriendo generar de Mí otra imagen Mía, quiero que aceptes, y Yo mismo quiero imprimir en tu voluntad ensanchada y consumida en la Mía estas Mis muertes de Amor”. Y mientras esto decía, con Su santa mano me las imprimía, y ha desaparecido. Sea todo para Gloria de Dios.


Nuestro Señor a Luisa Piccarreta, “Libro de Cielo”, Vol. 14, 28 de Julio de 1922



sábado, 26 de julio de 2025

EL QUERER DIVINO ES MÁS QUE VIDA DEL ALMA



                    Mi dulce Jesús continúa hablándome de Su Santo Querer: “Hija Mía, si el sol es el rey del universo, si con su luz simboliza Mi Majestad y con su calor Mi Amor y Mi Justicia, que cuando encuentra la tierra que no quiere prestarse a su fecundidad, con su aliento ardiente la termina de secar y volverla estéril; el agua se puede decir reina de la tierra, porque simbolizando a Mi Voluntad no hay punto donde no entre, ni hay criatura que pueda estar sin ella; tal vez sin el sol se pueda vivir, pero sin el agua ninguno, ella entra en todo, hasta en las venas, en las vísceras humanas, como en las profundas entrañas de la tierra, ella en mudo silencio hace su curso continuado, se puede decir que el agua no sólo es reina, sino que es como el alma de la tierra, sin el agua la tierra sería como un cuerpo muerto. 

                    Tal es Mi Voluntad, no sólo es reina, sino es más que alma de todas las cosas creadas, es Vida de cada latido, de cada fibra del corazón. Mi Querer, como agua corre en todo, ahora silencioso y escondido, ahora palpitante y visible. El hombre se puede sustraer de Mi luz, de Mi Amor, de Mi Gracia, pero de Mi Voluntad jamás, sería como uno que quisiera vivir sin agua, es verdad que puede haber algún loco que odie el agua, pero a pesar de que la odie, que no la ame, estará obligado a beberla, o el agua o la muerte. 

                    Así es de Mi Voluntad, siendo vida de todo, las criaturas, o la tendrán con ellas con amor o con odio, pero a pesar de todo estarán obligadas a hacer correr Mi Querer en ellas, como la sangre en las venas, y quien quisiera sustraerse de Mi Querer sería como suicidar la propia alma; pero Mi Querer no lo dejaría, seguiría sobre él el curso de la Justicia, no habiendo podido seguir sobre él el curso de los bienes que contiene Mi Querer. Si el hombre supiera qué significa hacer o no hacer Mi Voluntad, todos temblarían de espanto al solo pensamiento de sustraerse por un solo instante de Mi Querer”.


Nuestro Señor a Luisa Piccarreta, “Libro de Cielo”, Vol. 13, 26 de Julio de 1921



jueves, 24 de julio de 2025

VÍNCULOS ENTRE JESÚS Y TODAS LAS ALMAS. CORRESPONDENCIA A LA GRACIA



                    Continuando mi habitual estado, mi siempre amable Jesús ha venido con una majestad y amor encantadores y me ha hecho ver todas las generaciones, desde el primero hasta el último hombre, cada uno de los cuales estaba vinculado y atado junto con mi dulce Jesús, y era tanta la unión, que parecía que Jesús se multiplicaba para cada una de las criaturas, de modo que cada uno lo tenía todo para sí, y que Jesús daba Su Vida para sufrir cualquier pena y muerte que cada una debía sufrir, para poder decir al Padre Celestial: “Padre Mío, en cada criatura tendrás otros tantos Yo Mismo que Te darán por cada una lo que cada una Te debe”. 

                    Mientras esto veía, mi dulce Jesús me ha dicho: “Hija Mía, ¿quieres también tú aceptar el vínculo de cada ser, a fin de que entre Yo y tú no haya ninguna desemejanza?”. 

                    Yo no sé cómo sentía como si el peso de todos se apoyase sobre mis espaldas, veía mi indignidad y debilidad, y sentía tal repugnancia que me sentía aniquilar, tanto que el Bendito Jesús teniendo compasión de mí me ha tomado entre Sus brazos y me ha estrechado a Su Corazón, haciéndome poner la boca en la herida que lo traspasaba diciéndome: “Bebe hija Mía la Sangre que brota de esta herida para recibir la fuerza que te falta, ánimo, no temas, Yo estaré contigo, dividiremos juntos todo el peso, el trabajo, las penas y las muertes, por eso te digo, sé atenta y fiel, porque Mi Gracia quiere correspondencia, de otra manera se necesita nada para descender. ¿Qué se necesita para abrir y cerrar los ojos?. No se necesita nada, sin embargo qué gran bien lleva el tenerlos abiertos, y que gran mal el tenerlos cerrados, con tenerlos abiertos los ojos se llenan de luz, de sol; con esta luz la mano puede obrar, el pie caminar seguro y sin tropezar, distingue los objetos, si son buenos o malos, reordena las cosas, lee, escribe; ahora, ¿qué se necesita para perder todo este bien?. Cerrar los ojos, entonces la mano no puede obrar, el pie no puede caminar y si camina está sujeto a tropezar, no distingue más los objetos, se reduce a la inhabilidad. Tal es la correspondencia, no es otra cosa que abrir los ojos del alma, y en cuanto los abre se hace luz en la mente, Mi Imagen se refleja en todo lo que va haciendo, copiándome fielmente, de manera que no hace otra cosa que recibir continua luz de Mí, tanto que llega a convertir todo su ser en luz. En cambio la incorrespondencia arroja al alma en las tinieblas y la vuelve inactiva”.


Nuestro Señor a Luisa Piccarreta, “Libro de Cielo”, Vol. 14, 24 de Julio de 1922



martes, 22 de julio de 2025

CÓMO LA CRUZ VUELVE AL ALMA TRANSPARENTE



                    Esta mañana mi adorable Jesús se hacía ver con una cruz de oro colgada del cuello, toda resplandeciente, y que al mirarla se complacía inmensamente. De repente se ha encontrado presente el Confesor y Jesús le ha dicho: “Los sufrimientos de los días pasados han acrecentado el resplandor a la Cruz, tanto, que mirándola siento mucho agrado”. 

                    Después se ha dirigido a mí y me ha dicho: “La Cruz comunica tal resplandor al alma, de volverla transparente y así como cuando un objeto es transparente se le pueden dar todos los colores que se quiera, así la Cruz, con su luz da todos los lineamientos y formas más bellas que jamás se puedan imaginar, no sólo por los demás sino también por la misma alma que los experimenta. Además de esto, en un objeto transparente enseguida se descubre el polvo, las pequeñas manchas y hasta cualquier oscurecimiento; así es la Cruz, como hace transparente al alma, enseguida le descubre los pequeños defectos, las mínimas imperfecciones, tanto que no hay mano maestra más hábil que la Cruz, para tener al alma preparada para volverla digna habitación del Dios del Cielo”.

                    ¿Quién puede decir lo que he comprendido de la Cruz y cuán envidiable es el alma que la posee?.

                    Después de esto me ha transportado fuera de mí misma y me he encontrado sobre una escalera altísima, bajo la cual había un precipicio y por añadidura los escalones de esta escalera eran movibles y tan estrechos que apenas se podía apoyar la punta de los pies; lo que más daba terror era el precipicio y el no poder encontrar apoyo de ningún tipo, y queriéndose aferrar de los escalones, estos se caían juntos; el ver que casi todas las demás personas se caían infundía escalofrío en los huesos; sin embargo no se podía evitar el pasar por aquella escalera. Entonces lo he intentado, pero en cuanto subí dos o tres escalones, viendo el gran peligro que corría de caer en el abismo, he comenzado a llamar a Jesús para que viniera en mi ayuda, entonces, sin saber cómo, he encontrado a Jesús junto a mí y me ha dicho: 

                    “Hija Mía, esto que tú has visto es el camino que recorren todos los hombres en esta tierra; los escalones móviles, sobre los que no pueden apoyarse para tener un sostén, son los apoyos humanos, las cosas terrenas, que queriéndose apoyar sobre ellas, en vez de darles una ayuda les dan un empujón para precipitarse más pronto en el Infierno. El medio más seguro es el caminar casi volando, sin apoyarse sobre la tierra, a fuerza de los propios brazos, con los ojos en sí mismos, sin mirar a los demás y también teniéndolos todos atentos a Mí para tener ayuda y fuerza, así se podrá fácilmente evitar el precipicio”.


Nuestro Señor a Luisa Piccarreta, “Libro de Cielo”, Vol. 2, 22 de Julio de 1899



domingo, 20 de julio de 2025

EL VIVIR EN EL DIVINO QUERER INJERTA EN EL ALMA TODO LO QUE LA DIVINA VOLUNTAD HIZO Y LE HIZO SUFRIR A LA HUMANIDAD DE JESÚS



                    Encontrándome en mi habitual estado, mi siempre amable Jesús ha venido y me ha sumergido tanto en Su Querer, que aun el querer salir de Él me resultaba imposible; me sucedía como a una persona que voluntariamente se ha arrojado desde su pequeño lugar a otro lugar interminable, la cual, viendo lo largo del camino, del cual no conoce ni siquiera los confines, deja el pensamiento de encontrar a su pequeño lugar, pero es feliz de su suerte. 

                    Entonces, mientras nadaba en el mar inmenso del Querer Divino, mi dulce Jesús me ha dicho: “Hija amadísima de Mi Querer, quiero hacer de ti una repetidora de Mi Vida; el vivir en mi Querer debe injertar en el alma todo lo que Mi Voluntad hizo y Me hizo sufrir en Mi Humanidad, no tolera ninguna desemejanza. Mira, Mi Voluntad eterna impuso a Mi Humanidad que aceptara tantas muertes por cuantas criaturas debían tener vida a la luz del día, y Mi Humanidad aceptó con amor estas muertes, tanto que el Querer Eterno hizo tantas marcas en Mi Humanidad por cuantas muertes debía sufrir. Ahora, ¿quisieras tú que Yo marcara la tuya con tantas marcas por cuantas fue marcada la Mía, a fin de que cuantas muertes sufrí Yo sufras tú?”. 

                    Yo he dicho Fiat, y Jesús con una maestría y velocidad al mismo tiempo, ha marcado la mía con tantas marcas de muerte por cuantas tenía Él, diciéndome:“Sé atenta y fuerte en sufrir estas muertes, mucho más porque de estas muertes saldrá la vida para tantas otras criaturas”. 

                    Ahora, mientras esto decía, con Sus mismas manos creadoras me tocaba, y conforme me tocaba creaba el dolor, tanto, de hacerme sentir penas mortales, me arrancaba el corazón, lo hería de mil modos, ahora con flechas de fuego, y ahora con flechas de hielo que me hacían tiritar, ahora lo apretaba tan fuerte que lo dejaba inmóvil; ¿pero quién puede decirlo todo? Sólo Él puede decir lo que hace. 

                    Yo me sentía aplastada, aniquilada y casi temía que no tuviera la fuerza, y Él, como queriendo reposar de las penas que me había dado, ha vuelto a decir: “¿De qué temes?. ¿Tal vez que Mi Querer no tenga fuerza suficiente para sostenerte en las penas que quiero darte?. ¿O bien que pudieras salir de los confines de Mi Querer?. Esto no será jamás, ¿no ves cuántos mares inmensos ha extendido Mi Querer en torno a ti, de modo que tú misma no encuentras el camino para salir de Él?. Todas las verdades, los efectos, los valores, los conocimientos que te he manifestado, han sido tantos mares de los cuales has quedado circundada, y otros mares continuaré extendiendo. Ánimo hija Mía, todo esto es necesario a la Santidad del vivir en Mi Querer, generar semejanza entre Yo y el alma. Esto hice con Mi Mamá, no toleré ni siquiera una pequeña pena, ni ningún acto o bien que hice, en que Ella no tomase parte; una era la Voluntad que Nos animaba, y por lo tanto cuando Yo sufría las muertes, las penas, cuando obraba, Ella moría, penaba, obraba junto Conmigo, en Su Alma debía ser copia fiel Mía, de modo que reflejándome en Ella debía encontrar otro Yo mismo. Ahora, lo que hice con Mi Mamá lo quiero hacer contigo, después de Ella te pongo a ti, quiero que sea reflejada la Santísima Trinidad sobre la tierra: Yo, Mi Mamá y tú. Y esto es necesario, que por medio de una criatura Mi Querer tenga Vida obrante sobre la tierra, ¿y cómo puedo tener esta Vida obrante si no doy lo que Mi Querer contiene y lo que hizo sufrir a Mi Humanidad?. Mi Querer tuvo verdadera Vida obrante en Mí y en Mi inseparable Mamá; ahora quiero que la tenga en ti, una criatura me es absolutamente necesaria, así Mi Querer lo ha establecido, las demás serán condicionadas”.

                    Entonces yo me sentía toda confundida, comprendía lo que Jesús decía, y más me sentía aniquilar, deshacer mi pobre ser; me sentía tan indigna que pensaba entre mí: “Qué equivocación comete Jesús, hay tantas almas buenas a las cuales podría elegir”. Pero mientras esto pensaba en mí, Él ha agregado: “Pobre hija, tu pequeñez junto a Mí se pierde, pero así lo he decidido, de la raza humana debía tomarla; si no te tomaba a ti, tomaba a otra criatura, pero porque tú eres más pequeña te he hecho crecer sobre Mis rodillas, te he nutrido a Mi seno como una pequeña niña, así que siento en ti Mi misma Vida y por eso he fijado sobre ti Mis miradas, te he mirado y vuelto a mirar, y complaciéndome he llamado al Padre y al Espíritu Santo a mirarte, y por consenso unánime te hemos elegido, por eso no te queda otra que serme fiel, y abrazar con amor la vida, las penas, los efectos, y todo lo que quiere nuestro Querer”.


Nuestro Señor a Luisa Piccarreta, “Libro de Cielo”, Vol. 14, 20 de Julio de 1922



viernes, 18 de julio de 2025

JESÚS SACRAMENTADO EN MI CORAZÓN



                    Continúa casi siempre lo mismo. Esta vez me parecía que en mi corazón estuviese Jesús Sacramentado, y desde la Hostia Santa esparcía tantos rayos de luz en mi interior, y a mi corazón le salían tantos hilos de luz, que se entrelazaban todos esos rayos de luz, me parecía que Jesús con Su amor atraía todo mi corazón, y mi corazón con aquellos hilos atraía y ataba a Jesús a estarse conmigo.


Nuestro Señor a Luisa Piccarreta, “Libro de Cielo”, Vol. 2, 18 de Julio de 1899



            NOTA ACLARATORIA: era el 7 de Marzo de 1898 cuando el Papa León XIII concedió el privilegio de que en la habitación dormitorio de Luisa Piccarreta, se pudiese celebrar -a diario- el Santo Sacrificio de la Misa; dicho privilegio sería confirmado en 1907 por el Papa San Pío X. Cada día, después de la Santa Misa en donde comulgaba, Luisa hacía la acción de gracias, en profunda intimidad con Jesús Sacramentado; esta oración silenciosa se prolongaba no pocas veces por espacio de dos horas.




miércoles, 16 de julio de 2025

EL PRINCIPIO DEL MAL EN EL HOMBRE. DIFERENCIA ENTRE EL AMOR DE JESÚS Y EL AMOR HUMANO. PARA ENTRAR EN EL CIELO, EL ALMA DEBE ESTAR TODA TRANSFORMADA EN JESÚS



                    Después de varios días de privación, esta mañana se ha dignado venir transportándome fuera de mí misma. Ahora, encontrándome ante Jesús Bendito, veía mucha gente, y los males de la generación presente. 

                    Mi adorable Jesús los miraba con compasión y dirigiéndose a mí me ha dicho: “Hija Mía, ¿quieres saber de dónde comenzó el mal en el hombre?. El principio es que el hombre en cuanto se conoce a sí mismo, o sea, empieza a adquirir el uso de la razón, se dice a sí mismo: “Yo soy algo”, y creyéndose alguna cosa, se separa de Mí, no se fía de Mí que soy el Todo, y toda la confianza y fuerza la toma de él mismo, y de esto sucede que pierde hasta todo buen principio, y perdiendo el buen principio, ¿cuál será su fin?. Imagínalo tú misma hija Mía. Después, separándose de Mí que contengo todo bien, ¿qué puede esperar de bien el hombre, siendo él un océano de mal?. Sin Mí todo es corrupción, miseria y sin ninguna sombra de verdadero bien, y esta es la sociedad presente”. 

                    Yo al oír esto sentía tal aflicción que no sabía expresarla, pero Jesús queriéndome consolar me ha transportado a otra parte, y yo encontrándome sola con mi amado Jesús le he dicho: “Dime, ¿me amas?”. Y Él: “Sí”. Y yo: “No estoy contenta con el sí sólo, quisiera que me explicaras mejor cuánto me amas”. Y Él: “Es tanto Mi amor por ti, que no sólo no tiene principio, sino que no tendrá fin, y en estas dos palabras puedes comprender cuán grande, fuerte y constante es Mi amor por ti”. 

                    He considerado todo esto por un poco de tiempo, y veía un abismo de distancia entre mi amor y el Suyo, y toda confundida he dicho: “Señor, ¡qué diferencia entre mi amor y el Tuyo!. El mío no sólo tiene principio, sino que en el pasado veo vacíos en mi alma de no haberte amado”. Y Jesús compadeciéndome toda me ha dicho: “Amada Mía, no puede haber igualdad entre el amor del Creador y el de la criatura; sin embargo hoy te quiero decir una cosa que te será de consolación y que no has entendido: debes saber que cada alma durante todo el curso de su vida está obligada a amarme constantemente, sin ningún intervalo, y no amándome siempre, quedan en el alma tantos vacíos por cuantos días, horas, minutos ha dejado de amarme, y nadie podrá entrar al Cielo si no ha llenado estos vacíos, y sólo podrá llenarlos, o amándome doblemente el resto de su vida, o si no alcanza los llenará a fuerza de fuego en el Purgatorio. Ahora, tú cuando estás privada de Mí, la privación del objeto amado hace duplicar el amor, y con esto vienes a llenar los vacíos que hay en tu alma”. 

                    Después de esto le he dicho: “Dulce Bien mío, déjame ir junto Contigo al Cielo, y si no quieres para siempre, al menos por un poco, ¡ah, te lo pido, conténtame!”. Y Él me ha dicho:“¿No sabes tú que para entrar en esa Bienaventurada Morada el alma debe estar toda transformada en Mí, de manera que debe aparecer como otro Cristo?. De otra manera, ¿qué papel harías en medio de los demás Bienaventurados?. Tú misma tendrías vergüenza de estar junto con ellos”. Y yo: “Es verdad que soy muy desemejante de Ti, pero si quieres puedes volverme tal”. 

                    Entonces para contentarme me encerró toda en Él, de modo que no me veía más a mí misma, sino a Jesucristo, y en este modo nos elevamos hacia el Cielo; llegados a un punto nos hemos encontrado ante una luz indescriptible, delante a aquella luz se experimentaba nueva vida, alegría insólita, jamás sentida, ¡cómo me sentía feliz! más bien me parecía encontrarme en la plenitud de toda la felicidad. Ahora, mientras nos adentramos en esa luz, yo sentía temor, hubiera querido alabarlo, agradecerlo, pero no sabiendo qué decir, he recitado tres Gloria Patri, y Jesús respondía junto conmigo; pero apenas terminadas, como relámpago me he encontrado en la mísera prisión de mi cuerpo. Ah Señor, ¿cómo es que tan poco ha durado mi felicidad?. Parece que es demasiado duro el barro de mi cuerpo, pues se necesita mucho para romperse, e impide a mi alma marcharse de esta miserable tierra. Pero espero que algún golpe impetuoso lo quiera no sólo romper, sino pulverizar, y entonces, no teniendo ya casa donde podernos estar aquí, tengas compasión de mí y me acojas para siempre en la Celestial Morada.


Nuestro Señor a Luisa Piccarreta, “Libro de Cielo”, Vol. 4, 16 de Julio de 1901



lunes, 14 de julio de 2025

CÓMO QUIEN VIVE EN EL QUERER DIVINO FORMA SUS PEQUEÑOS MARES EN DIOS MISMO. LA VOLUNTAD DIVINA ES LUZ Y VA ENCONTRANDO LUZ, Y CÓMO TODOS LOS MALES SE ESFUMAN DELANTE DE SU LUZ. PRODIGIO DEL FIAT



                    Me siento toda en el Fiat Divino, y mi adorable Jesús me hacía ver ante mi mente un mar interminable de luz, y dentro de este mar se veían tantos otros pequeños mares, pequeños ríos formados en el mismo mar, era bello, deleitable, encantador, el ver repetidamente formados en el mar divino estos pequeños marecitos, cuál más pequeño, cuál más grandecito, me parecía como cuando nosotros nos encontramos en el mar y arrojándonos en él, el agua se abre y haciéndose cerco a nuestro alrededor, nos da el lugar para podernos estar en el mar, de modo que se ven en él tantas personas que no son mares, porque el mar no tiene virtud de convertirnos en agua, mientras que nuestro Dios tiene virtud de convertirnos en Su misma Luz, pero a pesar de esto se ve que una voluntad humana ha ido a arrojarse en el Mar Divino para tomar en Él su puesto, y según el mucho o el poco obrar forma el pequeño o el más grande marecillo en el Mar Divino. 

                    Ahora, mientras me deleitaba en ver una escena tan bella y raptora, mi dulce Jesús me ha dicho: “Hija Mía, estos pequeños marecitos y ríos que tú ves en el Mar Eterno de la Majestad Divina, son de aquellos que obran en la Voluntad Divina. El Creador da y hace lugar en Su mismo Mar a aquellos que quieren vivir en el Fiat, los admite en Su casa y ahí hace que formen sus propiedades, y mientras las forman, gozan de todos los bienes del Mar interminable del Ente Supremo, el cual da amplia libertad a estos sus hijos de ensanchar sus marecitos en su mar por cuanto más puedan. En este mar están los mares de Mi Humanidad y los de la Soberana del Cielo, como también estarán aquellos de quienes vivan en Mi Querer, ningún acto de ellos será hecho fuera del Mar Divino, y ésta será la más grande Gloria de Dios y el más grande honor para los hijos de Mi Fiat Divino”.  

                    Después de esto, estando más que nunca inmersa en el Querer Divino, estaba ofreciendo todo mi ser y todos mis actos en Él, ¡oh! cómo habría querido que ni siquiera un pensamiento, una palabra, un latido, huyera de la Luz del Fiat, es más, habría querido hacer corona sobre todos los actos de las criaturas, alinearme sobre cada acto humano para investir todo y a todos con su luz, a fin de que una fuera la palabra, uno el latido: ‘Voluntad Divina’. 

                    Pero mientras mi mente se perdía en Ella, mi dulce Jesús haciéndose ver me ha estrechado fuertemente entre Sus brazos, después ha puesto Su Rostro Santísimo sobre mi corazón, lo soplaba fuerte y yo no sé decir qué cosa sentía, y luego me ha dicho:  “Hija de Mi Voluntad Divina, Mi Fiat es luz, y nada puede entrar en Él, ni siquiera la sombra o un átomo que no sea luz, las tinieblas no encuentran el camino, se extravían ante Su luz interminable, y el alma para entrar en Mi Querer Divino debe ponerse a los reflejos de Su luz, esto es, en cuanto quiere hacer sus actos en Mi Querer, se pone ante Sus reflejos, los cuales tienen virtud de cambiar en luz los actos del alma, y Mi Voluntad cumple un prodigio, invistiendo cada uno de los rayos de ella, quién los latidos, quién los pensamientos, quién las palabras, en cada rayo suyo contiene la corona de todos los actos de la criatura, y como Mi Fiat abraza todo y a todos, Cielo y tierra, así hace tocar a todos y da a todos, los actos de la criatura que se hacen en Ella; si se pudiese ver por todos las maravillas del vivir y el obrar en Mi Querer, verían la escena más bella, encantadora y raptora, y la que más hace el bien y que lleva el beso de la Vida, de la Luz, de la Gloria”.  

                    Después, con voz tierna y conmovedora, con un énfasis más fuerte de amor ha agregado:  “¡Oh Voluntad Divina, cómo eres potente!. Tú sola eres la transformadora de la criatura en Dios. ¡Oh Voluntad Mía, Tú sola eres la destructora de todos los males y la productora de todos los bienes!. ¡Oh Voluntad Mía, Tú sola posees la fuerza raptora, y quien se hace raptar por Ti se vuelve luz, quien por Ti se hace dominar es la más afortunada del Cielo y de la tierra, es la más amada por Dios, es aquélla que todo recibe y todo da”.

Nuestro Señor a Luisa Piccarreta, “Libro de Cielo”, Vol. 24, 14 de Julio de 1928



jueves, 10 de julio de 2025

EL VIVIR EN EL DIVINO QUERER ES REPETIR LA VIDA REAL DE JESÚS NO SOLAMENTE EN EL ALMA, SINO TAMBIÉN EN EL CUERPO

 


                    Continuando mi habitual estado, sentía a mi siempre amable Jesús en mi interior, pero tan real, que ahora sentía que me estrechaba tan fuerte el corazón que me hacía sufrir, ahora estrechaba Sus brazos a mi cuello y me sofocaba, ahora se sentaba sobre mi corazón, tomando un aire imperante y de mando, y yo me sentía como aniquilar y luego resurgir a nueva vida bajo Su mandato, ¿pero quién puede decir lo que Él hacía en mi interior y lo que yo sentía?. Creo que es mejor pasarlo en silencio. 

                    Entonces mientras sentía Su Presencia real en mi interior me decía: “Hija Mía, elévate, elévate más, pero tanto de llegar al seno de la Divinidad, entre las Divinas Personas será tu vida. Mira, para hacerte llegar a esto he formado Mi Vida en ti, he encerrado Mi Querer eterno en lo que tú haces, y ahí corre en modo maravilloso y sorprendente; Mi Querer está obrante en ti en continuo acto inmediato. Ahora, después de haber formado Mi Vida en ti, con Mi Querer obrante en ti, en tus actos, tu querer ha quedado impregnado, transfundido en el Mío, de modo que Mi Querer tiene una vida sobre la tierra. Ahora es necesario que te eleves y lleves contigo Mi Vida, Mi Querer, a fin de que Mi Querer de la tierra y el del Cielo se fundan juntos y tú hagas vida por algún tiempo en el seno de la Divinidad, donde tu querer será obrante en el Mío para poderlo ensanchar por cuanto la criatura puede ser capaz, después descenderás de nuevo sobre la tierra llevando la potencia, los prodigios de Mi Querer, por los cuales las criaturas serán sacudidas, abrirán los ojos y muchos conocerán qué significa vivir en Mi Querer, vivir a semejanza de su Creador. Esto será el principio de que Mi Reino venga sobre la tierra y que Mi Querer tenga su último cumplimiento. ¿Crees que sea cosa de nada el vivir en Mi Querer?. No hay cosa que lo iguale, ni santidad que lo iguale; es la Vida real, no fantástica como alguno puede imaginar, y ésta Mi Vida está no sólo en el alma, sino también en el cuerpo, ¿pero sabes tú cómo es formada esta Mi Vida?. Mi Querer eterno es el del alma, y Mi latido, latiendo en su corazón forma Mi concepción; su amor, sus penas y todos sus actos hechos en Mi Querer forman Mi Humanidad, y me hacen crecer tanto que no puedo mantenerme escondido, ni ella puede hacer menos que sentirme. ¿No Me sientes tú, vivo en tu interior?. Por eso te he dicho que a la santidad del vivir en Mi Querer no hay nada que la iguale, todas las otras santidades serán las pequeñas luces, y ella será el gran sol transfundido en su Creador”. 

                    Ahora, por obedecer y con gran repugnancia digo cómo siento a Jesús en mi interior: lo siento en el lugar de mi corazón, casi en modo visible, ahora oigo que reza y muchas veces lo oigo con los oídos del cuerpo, y yo rezo junto con Él; ahora que sufre y me hace sentir Su respiro entrecortado, afanoso, y lo siento en mi respiro, tanto que estoy obligada a afanarme junto con Él, y como en Él están contenidas todas las criaturas, siento Su respiro que como vida se difunde en todos los movimientos y respiros humanos, y yo me difundo junto con Él. Ahora lo siento gemir, agonizar; ahora lo siento mover los brazos y los extiende en los míos; ahora que duerme, quedando en mi interior un profundo silencio; ¿pero quién pude decirlo todo?. 

                    Sólo Jesús puede decir lo que obra en mí, porque yo no tengo palabras suficientes para manifestarlo. Lo he hecho sólo por obedecer, con sumo desgarro de mi alma y por temor de que mi Jesús pudiera disgustarse, porque Él me tolera siempre que la obediencia no me mande, pero si la obediencia manda, sólo me queda Fiat, de otra manera me aniquilaría. Espero que sea todo para Gloria Suya y para confusión mía.


Nuestro Señor a Luisa Piccarreta, “Libro de Cielo”, Vol. 14, 10 de Julio de 1922