miércoles, 29 de octubre de 2025

LA CADENA DE GRACIAS ESTÁ UNIDA A LAS OBRAS PERSEVERANTES. TODOS LOS MALES ESTÁN ENCERRADOS EN LA NO PERSEVERANCIA



                    Después de haber esperado mucho, en cuanto ha venido el Bendito Jesús me ha dicho: 

                    “Hija Mía, cuando el alma se dispone a hacer un bien, aunque fuera decir una “Ave María”, la gracia concurre a hacer junto con ella dicho bien; pero si el alma no es perseverante en hacer este bien, se ve con claridad que no estima y no valora este don recibido, y hace burla de la misma gracia. Cuántos males están encerrados en este modo de obrar: ‘Hoy sí y mañana no; me agrada y lo hago; para hacer este bien se requiere un sacrificio, no quiero hacerlo’. 

                    Sucede como a aquél que habiendo recibido un don de un señor, hoy se lo recibe, mañana lo rechaza; aquel señor por su bondad lo manda de nuevo, y aquél después de haberlo tenido por algún tiempo, cansado de tener consigo aquel don, nuevamente lo rechaza. Ahora, ¿qué dirá aquel señor?. Se ve que no estima mi don, si empobrece o muere, no quiero tener más que ver con él. 

                    Todo, todo está unido al modo de obrar con perseverancia, la cadena de Mis gracias está entretejida a las obras perseverantes; así que, si el alma se da sus escapadas rompe esta cadena, ¿y quién le asegura que la unirá de nuevo?. Mis designios se cumplen solamente en quien une sus obras a la perseverancia. La perfección, la Santidad, todo, todo va unido con ella, así que si el alma es intermitente, siendo una especie de fiebre intermitente, el no obrar con perseverancia manda al vacío los designios divinos, pierde su perfección, y frustra su Santidad”.


 Nuestro Señor a Luisa Piccarreta, “Libro de Cielo”, Vol. 6, 29 de Octubre de 1904



domingo, 26 de octubre de 2025

JESÚS TIENE NECESIDAD DE DESAHOGO EN EL AMOR, Y LOS DESAHOGOS DE AMOR LOS PUEDE HACER SÓLO CON QUIEN LO AMA Y ES TODO AMOR POR ÉL



                    Continúa haciéndose ver, pero que quiere esconderse en mí para no ver los males de las criaturas. Parecía que me encontraba fuera de mí misma, veía hombres venerables, todos consternados que hablaban de la guerra y temían fuertemente. 

                    Después se dejaba ver la Reina Mamá, y yo: “Bella Mamá mía, ¿qué será de la guerra?”. Y Ella: 

                    “Hija Mía, reza, ¡oh, cuántos ay! Reza, reza hija Mía”. 

                    Yo he quedado consternada y rogaba al Buen Jesús, pero parece que no me quiere hacer caso, más bien parece que ni siquiera quiere que se hable de esto, parece que sólo quiere consuelo, y consuelo de amor; en vez de derramar amarguras derrama dulzuras, y si se Le dice: “Tú estás lleno de amarguras; ¿y en mí viertes las dulzuras?”, Jesús dice: “Hija Mía, las amarguras las puedo desahogar con todos, pero los desahogos de amor, las dulzuras, sólo las puedo verter en quien Me ama y es todo amor por Mí. ¿No sabes tú que también el Amor es necesidad en Mí, y que tengo necesidad de él más que de todo?”.


 Nuestro Señor a Luisa Piccarreta, “Libro de Cielo”, Vol. 10, 26 de Octubre de 1911



jueves, 23 de octubre de 2025

EL VERDADERO AMOR JAMÁS ESTÁ SOLO



                    Esta mañana, habiendo recibido la Comunión, mi adorable Jesús me hacía ver al Confesor que ponía la intención de hacerme sufrir la Crucifixión; mi pobre naturaleza sentía repugnancia, no porque no quisiera sufrir, sino por otras razones que no es necesario describirlas aquí, pero Jesús, como lamentándose de mí decía al Padre: “No quiere someterse”. 

                    Yo me he enternecido ante el lamento, el Padre ha renovado la orden y me he sometido. Después de haber sufrido un poco, como veía al padre presente, el Señor ha dicho: “Amada Mía, he aquí el símbolo de la Sacrosanta Trinidad: Yo, el Padre y tú. Mi Amor desde “ab eterno” jamás ha estado solo, sino siempre unido en perfecta y recíproca unión con las Divinas Personas, porque el verdadero amor jamás está solo, sino que produce otros amores y goza el ser amado por los amores que él mismo ha producido, y si está solo, o no es de la naturaleza del Amor Divino, o bien está solo aparentemente. Si supieras cuanto Me complazco y Me gusta poder continuar en las criaturas aquel Amor que desde “ab eterno” reinaba y reina todavía ahora en la Santísima Trinidad. He aquí el por qué digo que quiero el consentimiento de la intención del Confesor unido Conmigo, para poder continuar más perfectamente este Amor que simboliza a la Trinidad Sacrosanta”.


 Nuestro Señor a Luisa Piccarreta, “Libro de Cielo”, Vol. 4, 23 de Octubre de 1900



martes, 21 de octubre de 2025

LOS BIENES TERRENOS DEBEN SERVIR PARA LA SANTIFICACIÓN, NO PARA SER ÍDOLOS PARA EL HOMBRE. CAUSA DE LOS CASTIGOS



                    Después de haber pasado días amarguísimos de privación, me sentía cansada y sin fuerzas, si bien iba ofreciendo estas mismas penas diciendo: “Señor, Tú sabes cuánto me cuesta el estar privada de Ti, pero me resigno a Tu Santa Voluntad, ofreciendo esta pena acerbísima como medio para atestiguarte mi amor y aplacarte. Estos tedios, fastidios, flaquezas, frialdades que siento, tengo intención de enviártelos como mensajeros de alabanzas y de reparaciones por mí y por todas las criaturas; esto tengo y esto Te ofrezco. Es cierto que Tú aceptas el sacrificio de la buena voluntad cuando se Te ofrece lo que uno puede sin reserva alguna, pero ven, porque no puedo más”. 

                    Muchas veces me venía la tentación de conformarme a la justicia y pensaba que la causa por la que no venía era yo misma, porque cuando Jesús, en los días pasados me había dicho que si no me conformaba lo obligaría a que no viniera y a no decirme más nada para no tenerme descontenta, pero no tenía ánimo de hacerlo, mucho más porque la obediencia no lo consentía. 

                    Mientras me encontraba entre estas amarguras, primero ha venido una luz, con una voz que decía: “A medida que el hombre se entromete en las cosas terrenas, así se aleja y pierde la estima de los bienes eternos. Yo he dado las riquezas para que se sirvan de ellas para su santificación, pero se han servido de ellas para ofenderme y formar un ídolo para su corazón, y Yo destruiré a las personas y a las riquezas junto con ellas”. 

                    Después de esto he visto a mi amadísimo Jesús, pero tan sufriente, ofendido y airado con las gentes, que daba terror. Yo súbito he comenzado a decirle: “Señor, Te ofrezco Tus Llagas, Tu Sangre, el uso santísimo de Tus Santísimos Sentidos que hiciste en el curso de Tu vida mortal, para repararte las ofensas y el mal uso de los sentidos que hacen las criaturas”. 

                    Y Jesús, tomando un aspecto serio y casi airado ha dicho: “¿Sabes tú cómo han llegado a ser los sentidos de las criaturas?. Como aquellos rugidos de las bestias feroces, que con sus rugidos alejan a los hombres en vez de atraerlos. Es tanta la podredumbre y la multiplicidad de las culpas que sale de sus sentidos, que me obligan a huir”. 

                    Y yo: “¡Ah! Señor, como Te veo enojado. Si Tú quieres continuar mandando castigos, yo me quiero ir al Cielo, o bien quiero salir de este estado. ¿En qué aprovecha estar en él si ya no puedo más ofrecerme víctima para librar a las gentes?.” 

                    Y Él, hablándome serio, tanto que me sentía aterrar, me ha dicho: “Tú quieres tocar los dos extremos, o que no haga nada, o que tú te quieres venir. ¿No te contentas conque las gentes sean perdonadas en parte?. ¿Crees tú que Corato sea el mejor y el que menos me ofende?. ¿Y el que lo haya perdonado en parte en comparación de las otras ciudades es cosa de nada?. Por eso conténtate y cálmate, y mientras Yo me ocupo en castigar a las gentes, tú acompáñame con tus suspiros y con tus sufrimientos, pidiéndome que los mismos castigos sirvan para la conversión de los pueblos”.


 Nuestro Señor a Luisa Piccarreta, “Libro de Cielo”, Vol. 2, 21 de Octubre de 1899



domingo, 19 de octubre de 2025

POR CUANTOS EFECTOS Y VALORES SE CONOCEN, TANTO MÁS SE RECIBE DEL QUERER DIVINO. ESPERA DE JESÚS POR TANTOS SIGLOS PARA HACER CONOCER SU QUERER



                    Continúo estando toda abandonada en los brazos de mi dulce Jesús, me sentía toda inmersa en Su Santísimo Querer, en el cual me encontraba como en el centro. Entonces al venir Jesús me ha dicho: 

                    “Hija Mía, Mi Humanidad vivía como en el centro del Sol Eterno de Mi Voluntad Divina, y de este centro partían rayos que llevando con ellos mi inmensidad envolvían todo y a todos, y Mi obrar, partiendo de este centro se encontraba como en acto por cada acto de criatura, cada palabra como en acto por cada palabra, cada pensamiento como en acto por cada pensamiento, y así de todo lo demás, y conforme descendía, como un sólo acto volvía a subir a Su Centro, llevando Consigo todos los actos humanos para rehacerlos, para reordenarlos según como quería Mi Padre, así que sólo porque mi Humanidad vivía en el centro del Querer Eterno pudo abrazar a todos como un acto solo, para cumplir con decoro y digna de Mí la obra de la Redención, de otra manera habría sido una obra incompleta y no digna de Mí. 

                    Y así como la ruptura de la voluntad humana con la Divina fue todo el mal del hombre, así la unión estable de la voluntad de Mi Humanidad con la Divina debía formar todo su bien, y esto sucedía en Mí como connaturalmente. 

                    Mira el sol, ¿qué cosa es?. Es un globo de luz, y esta luz la difunde igualmente a derecha, a izquierda, adelante, atrás, arriba, abajo, por doquier; la luz de tantos siglos atrás es la de hoy, nada ha cambiado, ni luz, ni calor, y la luz de hoy será la del fin de los siglos; si tuviera razón podría decir todos los actos humanos, es más, los tendría en sí como propiedad suya, habiendo sido él vida, efecto y causa de cada acto, y esto como cosa connatural para él. 

                    Ahora, todo esto sucede al alma que vive en el centro de Mi Querer, ella abraza a todos y ninguno se le escapa, hace por todos y nada omite, junto Conmigo no hará otra cosa que expandirse a derecha y a izquierda, adelante y atrás, pero en modo simple y connatural, y conforme obra en Mi Querer hace el giro de todos los siglos, y a todos los actos humanos los eleva en su acto en Modo Divino, por virtud de Mi Voluntad. 

                    Escucha hija Mía, regenerada en Mi Supremo Querer, lo que quiero hacer de ti y en ti, lo que hacía Mi Humanidad en la Divina Voluntad quiero repetirlo, pero quiero tu querer unido junto, a fin de que repita junto Conmigo lo que hacía y hago aún. 

                    En mi Querer están todos los actos que hizo Mi Humanidad, tanto externos como internos; de los actos externos más o menos se sabe lo que Yo hice, y la criatura, queriendo, se puede unir junto Conmigo y tomar parte en aquel bien que hice, y Yo siento el contento porque veo Mi bien como multiplicado en medio de las criaturas en virtud de la unión que forman Conmigo; mis actos son puestos como en un banco y Yo recibo los intereses. En cambio, de los actos internos que hizo Mi Humanidad en la Divina Voluntad por amor de todos, poco o nada se sabe de ellos, y la criatura no conociendo ni la potencia de este Querer, ni cómo mi alma obraba en Él, ni lo que hice, ¿cómo podrá unirse Conmigo para tomar parte de aquel bien?. 

                    El conocimiento lleva consigo el valor, los efectos, la vida de aquel bien. Un objeto tanta utilidad produce por cuanto se conoce, y muchas veces sucede que dos objetos que contienen el mismo valor, uno que conoce el valor de más, vendiéndolo gana más; otro que no tiene aquel conocimiento lo vende en menos. Cuántas cosas hace el conocimiento, muchos se hacen ricos porque tienen cuidado de conocer las cosas; otros se encuentran en las mismas circunstancias, pero porque no conocen bien las cosas son pobres. 

                    Ahora, queriéndote junto Conmigo también en Mis actos internos que hacía Mi Humanidad en este Querer Supremo, es justo que te haga conocer los méritos, el valor, los efectos, la potencia, el modo que tiene este Mi Querer, y según te los voy manifestando, abro entre tú y Yo la participación de lo que te hago conocer, de otra manera, ¿para qué decírtelo?. ¿Tal vez para darte una simple noticia?. 

                    No, no, cuando Yo hago conocer es porque quiero dar, así que cuantos valores y efectos conoces, tanto te he dado. Por eso ve el gran bien que quiero hacer, no sólo a ti sino también a los demás, porque conforme se haga camino este conocimiento del vivir en Mi Querer, será amado de más, y el Amor absorberá en ellos todo el bien que el conocimiento, como madre fecunda les ha dado a luz. Yo no Soy el Dios aislado, no, quiero a la criatura junto Conmigo, Mi eco debe resonar en el suyo y el suyo en el Mío y hacer de los dos uno solo; y si he esperado tantos siglos para hacer conocer Mi Querer obrante en la criatura, y el suyo obrante en el Mío, casi elevándolo a Mi Mismo nivel, ha sido porque debía preparar, disponer a las criaturas a pasar de los conocimientos menores a los mayores, debía hacer como un maestro que debía enseñar las vocales, las consonantes, después pasar a las composiciones. 

                    Hasta ahora no se sabía otra cosa de Mi Voluntad que las vocales y las consonantes, era necesario que pasara a las composiciones, y esto me desarrollará la Vida de Mi Voluntad. La primera composición la quiero de ti, si eres atenta la desarrollarás bien, de modo que Me darás el honor de un tema que te ha dado tu Jesús, el tema más noble, el tema del Querer Eterno, que Me traerá la Gloria más grande, que formando la conexión con las criaturas hará conocer nuevos horizontes, nuevos cielos y nuevos excesos de Mi Amor. 

                    Mira, en mi Querer Supremo están todos Mis actos internos que hizo Mi Humanidad, como en expectativa para salir como mensajeros para ponerse en camino. Estos actos han sido hechos para las criaturas y quieren darse y hacerse conocer; y no dándose se sienten como aprisionados, y piden, suplican, que Mi Querer los haga conocer para poder dar el bien que ellos contienen. 

                    Me encuentro en las condiciones de una pobre madre, que por largo tiempo tiene su parto en su seno, y que habiendo llegado el tiempo de hacerlo salir, si no lo hace sufre espasmos, se duele, y no teniendo en cuenta su propia vida, a cualquier costo quiere hacer salir fuera su parto; las horas, los días de retraso le parecen años y siglos, todo lo ha hecho y dispuesto, no queda otra cosa que hacerlo salir. Así Soy Yo, más que madre por tantos siglos he contenido en Mí, más que parto, todos Mis actos humanos hechos en la Santidad del Querer Eterno, para darlos a la criatura, y conforme se den elevarán los actos humanos de la criatura a actos divinos, y la adornarán con las más variadas bellezas, haciéndola vivir con la Vida de Mi Voluntad, dándole el valor, los efectos, los bienes que Mi Querer posee. 

                    Por eso, más que madre sufro los espasmos, los dolores, ardo porque quiero hacer salir este parto de Mi Voluntad; el tiempo ha llegado, no queda otra cosa que encontrar a quien debe recibir el primer parto, para continuar con los otros partos en las otras criaturas. 

                    Por eso te digo, sé atenta, agranda tu corazón para poder recibir todo el valor, los efectos, el conocimiento que Mi Querer contiene, para poder poner en ti el primer parto. Cuánta alegría Me darás, serás el principio de Mi felicidad en la tierra; el querer humano, podría decir, me ha vuelto infeliz en medio a las criaturas, y Mi Voluntad obrante en la criatura Me restituirá mi felicidad”.


 Nuestro Señor a Luisa Piccarreta, “Libro de Cielo”, Vol. 14, 19 de Octubre de 1922



jueves, 16 de octubre de 2025

CUANTO MÁS EL ALMA SE ACERCA AL AMOR DE DIOS, MÁS PERDERÁ LAS VIRTUDES



                    Habiendo leído un libro que trataba de las virtudes, mirándome a mí misma estaba pensativa porque no veía en mí ninguna virtud; si no fuera sólo porque quiero amarlo, lo quiero, lo amo, y quiero ser amada por Jesús Bendito, nada, nada existiría en mí de Dios. 

                    Ahora, encontrándome en mi habitual estado, mi adorable Jesús me ha dicho: 

                    “Hija Mía, cuanto más el alma llega al término, para acercarse a la Fuente de todo Bien, cual es el verdadero y perfecto Amor de Dios, donde todo quedará sumergido y sólo el Amor existirá para ser el motor de todo, así el alma perderá todas las virtudes que ha practicado en el viaje, para encerrar todo en el Amor y reposarse de todo para sólo amar; ¿no pierden todo los Bienaventurados por sólo amar?. Así el alma, mientras más camina, menos siente el diverso trabajo de las virtudes, porque el Amor invistiéndolas todas, las convierte todas en Sí, teniéndolas en Sí Mismo en reposo, como tantas nobles princesas, trabajando Él solo y dándoles vida a todas, y mientras el alma no las advierte, en el Amor las encuentra todas, pero más bellas, más puras, más perfectas, más ennoblecidas, y si el alma las advierte es señal de que están divididas del Amor. 

                    Como por ejemplo, uno recibe una orden, y el alma ejercita la obediencia por obedecer al que da la orden para adquirir la virtud, para sacrificar la voluntad propia, y tantas otras razones que puede haber; ahora, haciendo así se advierte que se ejercita la obediencia, se siente la fatiga, el sacrificio que lleva consigo esta virtud. Otra obedece, no por obedecer al que da la orden, ni por otras razones, pero sabiendo que Dios se disgustaría por su desobediencia, ve a Dios en aquél que ordena, y por amor Suyo sacrifica todo y obedece. El alma no advierte que obedece, sino sólo que ama, porque sólo por Amor ha obedecido, de otra manera habría desobedecido lo mismo, y así de todo lo demás. 

                    Por eso, ánimo en el camino, que por cuanto más se camina, tanto más rápido saborearás la Bienaventuranza eterna del único y verdadero Amor, aun desde aquí”.


 Nuestro Señor a Luisa Piccarreta, “Libro de Cielo”, Vol. 6, 16 de Octubre de 1905




martes, 14 de octubre de 2025

EL TODO ESTÁ EN EL AMOR. CÓMO ES ESCASO EL NÚMERO DE AQUELLOS QUE FUNDEN SU VIDA TODA EN EL AMOR



                    Mi siempre amable Jesús se hacía ver como queriendo dormir dentro de mí, y yo distrayéndolo le he dicho: “Jesús, ¿qué haces? No es tiempo de dormir, los tiempos son tristes y se necesita mucha vigilia, o qué, ¿quieres hacer que suceda hoy alguna cosa grave?”. 

                    Y Jesús: “Déjame dormir, porque siento necesidad de ello, y tú reposa junto Conmigo”. 

                    Y yo: “No Señor, Tú sufres mucho y Te es necesario el reposo, yo no”. 

                    Y Él: “Entonces Yo duermo y tú detén el peso del mundo, ¿a ver si lo haces?”. 

                    Y yo: “Ciertamente que por mí no lo haré, pero junto Contigo sí, del resto, ¿no es el amor para Ti más que el reposo?. Yo quiero amarte mucho, mucho, pero con Tu Amor, para poder darte el amor de todos; con el amor Te aliviaré todo dolor, Te hare olvidar todos los disgustos, supliré a todo lo que las criaturas deberían hacer, ¿no es verdad ¡oh! Jesús?”. 

                    Y Él: “Es verdad lo que tú dices, pero el Amor es también justo. ¡Oh, cuán escaso es el número de aquellos que funden toda su vida en el Amor!. Te recomiendo hija Mía, haz conocer a todos aquellos que puedas que el todo está en el Amor, la necesidad del Amor, y que todo lo que no es Amor, aunque sean cosas santas, en lugar de hacerles caminar hacia delante los hacen ir hacia atrás; tu misión sea enseñar la verdadera Vida de Amor, que es donde está todo lo bello de las criaturas y todo lo más bello que Me pueden dar”. 

                    Y yo: “Cuánto se necesita para hacerlos comprender eso, a algunos les parece extrañeza que el todo esté en el Amor, y que amando, el Amor asume el empeño de hacerlas similares a Ti que eres todo Amor, pero haré todo cuanto pueda”. 

                    En eso veía a Jesús que quería retirarse, y yo: “No me dejes, ¿ahora que estamos hablando de Amor quieres retirarte?. El Amor te agrada tanto”. 

                    Pero después de un poco ha desaparecido. Agrego que el día 11 había dicho a Jesús: “O me tendrás en la Cruz o Te tendré en la Cruz”. Y como Jesús me había hecho ver que Él llevaba un ataúd todo negro sobre la espalda, Él todo curvado bajo de aquel ataúd me dijo: “Este ataúd es Italia, no resisto más el llevarla, me siento aplastar bajo su peso”. Y parecía que levantándose, el ataúd se tambaleaba e Italia recibía una terrible sacudida.


 Nuestro Señor a Luisa Piccarreta, “Libro de Cielo”, Vol. 10, 14 de Octubre de 1911



viernes, 10 de octubre de 2025

JESÚS LA ATRAE A HACER SU QUERER



                    Me siento morir por el dolor y voy repitiendo frecuentemente mi estribillo: “Pobres hermanos míos, pobres hermanos míos”. Jesús ha acrecentado mi dolor haciéndome ver la tragedia de la guerra; cuánta sangre parecía que se derramaba y se derramará. Jesús parecía inexorable y decía: 

                    “No puedo más, quiero terminar con esto, tú harás Mi Querer, ¿no es verdad?” .

                    “Cierto, como Tú quieras, ¿pero puedo acaso olvidar que son Tus hijos salidos de Tus mismas manos?”. 

                    Y Jesús: “Pero estos hijos Me hacen sufrir mucho, y no sólo quieren matar a su propio Padre, sino que se quieren volver homicidas de ellos mismos. Si tú supieras cuánto Me hacen sufrir, tú te uniformarías Conmigo”. 

                    Y mientras esto decía, parecía que me ataba las manos y me estrechaba Consigo, y me sentía tan transformada en Su Querer, que perdía la fuerza de hacerle violencia, y ha agregado: 

                    “Así está bien, toda en Mi Voluntad”. 

                    Yo, viendo mi inhabilidad y al mismo tiempo la tragedia, he roto en llanto y decía: “Mi Jesús, ¿cómo harán?. No hay medios para salvarlos, salva al menos sus almas, ¿quién podrá resistir?. Al menos llévame a mí primero”. 

                    Y Jesús: “¿Has visto?. Si tú continúas llorando Yo me voy y te dejo sola, también tú quieres afligirme. Yo salvaré a todos aquellos que están dispuestos, por eso no llores, te daré sus almas, estate contenta. ¿Tal vez no puedo llevarte más al Cielo, y será por lo que tanto te afliges?. ¿Sabes tú por qué no te llevo?”. 

                    Y como yo continuaba llorando, Jesús hacía como que se retiraba, y yo he debido gritar fuerte diciéndole: “Jesús, no me dejes, que no lloro más”.


 Nuestro Señor a Luisa Piccarreta, “Libro de Cielo”, Vol. 10, 10 de Octubre de 1911



miércoles, 8 de octubre de 2025

EFECTOS DE LA CONFIANZA



                    Continuando mi habitual estado de penas y de privaciones, me la paso con Jesús casi en silencio, toda abandonada en Él como una pequeña bebita. Entonces mi dulce Jesús haciéndose ver en mi interior me ha dicho: 

                    “Hija Mía, la confianza en Mí es la pequeña nube de luz en la cual queda el alma tan envuelta, que le hace desaparecer todos los temores, todas las dudas, todas las debilidades, porque la confianza en Mí no sólo le forma esta pequeña nube de luz que la envuelve toda, sino que la nutre con alimentos contrarios, que tienen la virtud de disipar todos los temores, dudas y debilidades. En efecto, la confianza en Mí disipa el temor y nutre al alma de puro amor, disipa las dudas y le da la certeza, quita la debilidad y le da la fortaleza, es más, la hace tan atrevida Conmigo, que se aferra a Mis pechos y chupa, chupa y se nutre, no quiere otro alimento, y si ve que chupando no recibe nada, y esto lo permito para ejercitarla en la más alta confianza, ella ni se cansa ni se separa de Mi Pecho, más bien chupa más fuerte, golpea la cabeza en Mi Pecho, y Yo complacido la hago hacer. Así que el alma que verdaderamente confía en Mí es Mi sonrisa y Mi complacencia, quien confía en Mí Me ama, Me estima, Me cree rico, potente, inmenso; en cambio, quien desconfía, no Me ama en verdad, Me deshonra, Me cree pobre, impotente, pequeño, ¡qué afrenta a Mi Bondad!”


 Nuestro Señor a Luisa Piccarreta, “Libro de Cielo”, Vol. 12, 8 de Octubre de 1919



sábado, 4 de octubre de 2025

EL PENSAMIENTO DE SÍ MISMO SE DEBE INTERRUMPIR PARA HACER LO QUE HACE JESÚS



                    Continuando mi estado de aflicción y de pérdida de mi Bendito Jesús, estaba según mi costumbre toda ocupada en mi interior en Las Horas de la Pasión, justo en la hora en la que Jesús carga el pesado madero de la Cruz. 

                    Todo el mundo me estaba presente: presente, pasado y futuro, mi fantasía parecía que viera todas las culpas de todas las generaciones que prensaban y casi aplastaban al benigno Jesús, así que la Cruz no era otra cosa que una brizna de paja, una sombra de peso en comparación con el peso de todos los pecados; yo trataba de estrecharme a Jesús y decía: “Mira mi vida, mi bien, estoy yo a nombre de todos ellos. ¿Ves cuántas olas de blasfemias?. Y yo para repararte Te bendigo por todos. ¿Ves cuántas olas de amarguras, de odios, de desprecios, de ingratitudes, de poquísimo amor?. Y yo quiero endulzarte por todos, amarte por todos, agradecerte, adorarte, honrarte por todos, pero mis reparaciones son frías, mezquinas, finitas; Tú que eres el ofendido eres Infinito, por lo que también mis reparaciones, mi amor, quiero hacerlos infinitos, y para hacerlos infinitos, inmensos, interminables, me uno a Ti, con Tu misma Divinidad, es más, junto con el Padre y con el Espíritu Santo y Te bendigo con vuestras bendiciones, Te amo con Vuestro Amor, Te endulzo con vuestras mismas dulzuras, Te honro, Te adoro como hacéis entre las Divinas Personas”. 

                    ¿Pero quién puede decir todos los desatinos que decía?. No terminaría jamás si lo quisiera decir todo. Cuando me encuentro en Las Horas de la Pasión, siento que junto con Jesús yo también abrazara la inmensidad de Su obrar, y por todos y por cada uno glorifico a Dios, reparo, impetro por todos, y por eso el decirlo todo me resulta difícil. 

                    Entonces, mientras esto hacía, el pensamiento me ha dicho: “Piensas en los pecados de los demás, ¿y los tuyos?. Piensa en ti, repara por ti”. Así que traté de pensar en mis males, en mis grandes miserias, en las privaciones de Jesús, que son causa de mis pecados, y distrayéndome de las cosas acostumbradas de mi interior lloraba mi gran desventura. Mientras estaba en esto, mi siempre amable Jesús se ha movido en mi interior, y con voz sensible me ha dicho:

                    “¿Quieres tú juzgarte?. El obrar de tu interior no es tuyo, sino Mío, tú no haces otra cosa que seguirme, el resto lo hago todo por Mí. El pensamiento de ti misma lo debes quitar, no debes hacer otra cosa que lo que quiero Yo, y Yo pensaré en tus males y en tus bienes. ¿Quién puede hacerte más bien, tú o Yo?”.

                    Y mostraba que se disgustaba. Entonces me he puesto a seguirlo, pero poco después, llegando a otro punto del camino del Calvario, en el cual más que nunca me internaba en las diversas intenciones de Jesús, el pensamiento me ha dicho: “No sólo debes quitar el pensamiento de santificarte, sino también el de salvarte, ¿no ves que por ti misma no eres buena para nada?. ¿En qué te aprovechará hacer por los demás?”. 

                    Yo dirigiéndome a Jesús le he dicho: “Jesús mío, ¿Tu Sangre no es para mí, Tus penas, Tu Cruz?. He sido tan mala que habiéndolas pisoteado bajo mis pies con mis culpas, Tú tal vez las has agotado para mí, ah, perdóname, pero si no quieres perdonarme déjame Tu Querer y estaré contenta, Tu Voluntad es todo para mí; he quedado sola sin Ti, y sólo Tú puedes conocer la pérdida que he tenido, no tengo a nadie, las criaturas sin Ti me fastidian, me siento en esta cárcel de mi cuerpo como esclava en cadenas; al menos por piedad no me quites Tu Santo Querer”. 

                    Y mientras esto pensaba me he distraído de nuevo de mi interior, y Jesús de nuevo me hizo oír Su voz, fuerte e imponente que decía: “¿No quieres terminar con eso?. ¿Quieres tú estropear Mi obra en ti?”.

                    Y no sé, pero como si hubiera puesto silencio en mi mente he tratado de seguirlo y de terminar con esos pensamientos.


 Nuestro Señor a Luisa Piccarreta, “Libro de Cielo”, Vol. 9, 4 de Octubre de 1909



miércoles, 1 de octubre de 2025

JESÚS HABLA CON AMARGURA DE LOS ABUSOS DE LOS SACRAMENTOS



                    Esta mañana Jesús seguía haciéndose ver en silencio, pero con un aspecto afligidísimo, y tenía clavada en la cabeza una tupida corona de espinas; mis potencias interiores las sentía en silencio y no se atrevían a decir una sola palabra; viendo que sufría mucho en la cabeza he extendido mis manos y poco a poco le he quitado la corona, pero, ¡qué acerbo espasmo sufría, cómo se abrían las heridas y la sangre corría a ríos! A decir verdad era cosa que desgarraba el alma. 

                    Después de haberle quitado la corona de espinas la he puesto sobre mi cabeza, y Él mismo ayudaba a que penetrara bien, pero todo era silencio por ambas partes. Pero cuál ha sido mi asombro, porque poco después lo he mirado de nuevo y le estaban poniendo otra corona de espinas con las ofensas que le hacían. ¡Oh perfidia humana!. ¡Oh incomparable paciencia de mi Jesús, cuán grande eres!. Y Jesús callaba y casi no los veía para no saber quiénes eran sus ofensores. 

                    Entonces de nuevo se la he quitado, y avivándose todas mis potencias interiores por una tierna compasión, le he dicho: “Amado Bien mío, dulce vida mía, ¿dime por qué no me dices nada?. No ha sido jamás Tu costumbre esconderme Tus secretos. ¡Ah!, hablemos un poco, así desahogaremos un poco el dolor y el amor que nos oprime”. 

                    Y Él: “Hija Mía, tú eres el alivio en Mis penas. Sin embargo debes saber que no te digo nada porque tú Me obligas siempre a no castigar a las gentes, quieres oponerte a Mi Justicia, y si no hago como tú quieres quedas descontenta y Yo siento una pena de más, o sea el no tenerte contenta, así que para evitar disgustos por ambas partes mejor hago silencio”. 

                    Y yo: “Mi buen Jesús, ¿acaso has olvidado cuánto sufres Tú mismo después de que has usado la Justicia?. El verte sufrir en las criaturas es lo que me decide a forzarte para que no castigues a la gente. Y además, ese ver a las mismas criaturas volverse contra Ti como tantas víboras venenosas, que si estuviera en su poder ya Te hubieran quitado la vida, porque se ven bajo Tus flagelos, y así irritan más Tu Justicia, no me da valor para decir Fiat Voluntas Tua”. 

                    Y Él: “Mi Justicia no puede seguir más allá; Me siento herir por todos, por Sacerdotes, por devotos, por seglares, especialmente por el abuso de los Sacramentos: quien no les presta ninguna atención, agregando los desprecios; quienes frecuentándolos, de ellos hacen una plática de placer, y quien no estando satisfecho en sus caprichos, llega por esto a ofenderme. ¡Oh! cómo queda desgarrado Mi Corazón al ver reducidos los Sacramentos como aquellas cuadros pintados, o como aquellas estatuas de piedra que de lejos parecen vivas, pero si se acerca uno se comienza a descubrir el engaño; y entonces si se hace por tocarlas, ¿qué cosa se encuentra?. Papel, piedra, madera, objetos inanimados, y se queda desengañado del todo. Así son reducidos los Sacramentos, para la mayor parte no hay otra cosa que la sola apariencia y quedan más sucios que limpios. 

                    Y además, el espíritu de interés que reina en los Religiosos, es para llorar, ¿no te parece que son todo ojos ahí donde hay una miserable ganancia, hasta llegar a envilecer su dignidad?. Pero donde no está el interés no tienen manos ni pies para moverse ni siquiera un poquito. Este espíritu de interés les llena tanto el interior, que desborda al exterior y hasta los mismos seglares sienten la peste, y escandalizados no tienen fe en sus palabras. ¡Ah sí, ninguno deja de ofenderme!; hay quien Me ofende directamente, y quien, pudiendo impedir tanto mal, no se preocupa en hacerlo, así que no tengo a quién dirigirme. Pero Yo los castigaré de manera de hacerlos inútiles, y a quién destruiré perfectamente, llegarán a tanto, que quedarán desiertas las iglesias, sin tener quien administre los Sacramentos”.

                    Interrumpiendo su decir, toda espantada he dicho: “Señor, ¿qué dices?. Si hay quienes abusan de los Sacramentos, también hay muchas hijas buenas que los reciben con las debidas disposiciones y sufren mucho si no los frecuentan”. 

                    Y Él: “Demasiado escaso es su número, y además su pena por no poder recibirlos, servirá como una reparación a Mí y para ser víctimas por aquellos que abusan”. 

                    ¿Quién puede decir cómo he quedado herida por este hablar de Jesús Bendito?. Pero espero que quiera aplacarse por Su Infinita Misericordia.


 Nuestro Señor a Luisa Piccarreta, “Libro de Cielo”, Vol. 2, 1 de Octubre de 1899



domingo, 28 de septiembre de 2025

JESÚS ES LUZ Y TODO LO QUE DE ÉL SALE ES LUZ, QUE DIFUNDIÉNDOSE EN MEDIO DE TODAS LAS CRIATURAS SE SUSTITUYE COMO VIDA DE CADA UNA DE ELLAS



                    Continuando mi habitual estado, mi siempre amable Jesús se hacía ver junto a mí, con el Corazón todo en llamas, y de cada latido que daba Su Corazón salía una luz, estas luces me circundaban toda y se difundían sobre toda la Creación. Yo he quedado sorprendida, y Jesús me ha dicho: “Hija Mía, Yo Soy Luz Eterna, y todo lo que sale de Mí es luz, así que no es solamente Mi latido el que emana luz, sino cada pensamiento Mío, respiro, palabra, paso, cada gota de Mi Sangre es luz que se desprende de Mí, y que difundiéndose en medio de todas las criaturas, se sustituye como vida de cada una de ellas, queriendo la correspondencia de sus pequeñas luces, porque también ellas son luz, pues también ellas han salido de dentro de Mi Misma luz, pero el pecado convierte en tinieblas el obrar de la criatura.

                    Hija Mía, amo tanto a la criatura, que la concebí en Mi aliento y la parí sobre Mis rodillas, para hacerla reposar sobre Mi Seno y tenerla al seguro, pero la criatura Me huye, y Yo, no sintiéndola en Mi aliento ni encontrándola sobre Mis rodillas, Mi aliento la llama continuamente, y Mis rodillas están cansadas de esperarla y la voy buscando por todas partes para tenerla Conmigo de regreso. ¡Ah, en qué estrecheces de dolor y de amor Me ponen las criaturas!”.

                    Después de esto, habiendo yo oído hablar de la humildad, estoy convencida de que esta virtud no existe en mí, ni yo pienso en ella jamás; y al venir mi dulce Jesús le he dicho mi pena, y Él me ha dicho: 

                    “Hija Mía, no temas, Yo te he crecido en el mar, y quien vive en el mar no se entiende de la tierra. Si se quisiera preguntar a los peces cómo es la tierra, cómo son sus frutos, las plantas, las flores, si tuvieran razón responderían: “Nosotros hemos nacido en el mar, vivimos en el mar, el agua nos nutre, y si los demás quedarían ahogados en él, nosotros nos movemos en él y él nos da la vida, y si a los demás seres les helaría la sangre en las venas, a nosotros nos da el calor, el mar es todo para nosotros, nos sirve de habitación, de cama, paseamos en él, somos los únicos seres afortunados que no debemos fatigarnos para encontrar el alimento; lo que queremos, todo está pronto a nuestra disposición, así que podemos platicar del mar, no de la tierra; el agua nos sirve para todo y en ella encontramos todo”. 

                    Pero si en cambio se les preguntara a los pájaros, éstos responderían: “Conocemos las plantas, la altura de los árboles, las flores, los frutos; dirían cuántas fatigas pasan para encontrar una semilla para alimentarse, un escondite para protegerse del frío, de la lluvia”. Similitud del mar es para quien vive en Mi Voluntad; similitud de la tierra es para quien camina por el camino de las virtudes. Por eso viviendo tú en el Mar de Mi Voluntad, no es maravilla el que sólo Mi Voluntad te baste para todo; si el agua sirve y hace tantos oficios diversos a los peces: de alimento, de calor, de lecho, de habitación, de todo, mucho más lo puede hacer y en modo más admirable Mi Voluntad, es más, en Mi Voluntad las virtudes son en el grado más heroico y divino. 

                    Mi Voluntad absorbe todo y licua todo en Sí, y el alma queda absorbida en Mi Voluntad, de Ella se alimenta, en Ella camina, sólo a Ella conoce y le basta para todo, se puede decir que entre todas las criaturas es la única afortunada que no debe mendigar un pan, no, sino que el agua de Mi Voluntad la inunda por encima, por debajo, a la derecha, a la izquierda, y si quiere el alimento come, si quiere la fuerza la encuentra, si quiere dormir encuentra la cama más suave para reposarse, todo está pronto y a su disposición”.


 Nuestro Señor a Luisa Piccarreta, “Libro de Cielo”, Vol. 13, 28 de Septiembre de 1921



viernes, 26 de septiembre de 2025

TODAS LAS PENAS QUE JESÚS SUFRIÓ EN SU PASIÓN FUERON TRIPLES. ESTO NO FUE CASUAL, SINO QUE TODO FUE PARA RESTITUIR COMPLETA LA GLORIA DEBIDA AL PADRE, LA REPARACIÓN QUE LE DEBÍAN LAS CRIATURAS, Y EL BIEN QUE MERECÍAN LAS MISMAS CRIATURAS



                    Encontrándome en mi habitual estado, oía una voz que me decía: “Hay una luz que cualquiera que se acerque a ella puede encender cuantas lámparas quiera, y estas lámparas sirven para hacer corona de honor a la luz, y dar luz a quien las enciende”. 

                    Yo decía para mí: “Qué bella luz es ésta, que tiene tanta luz y tanta potencia, que mientras da a los demás cuanta luz quieren, ella siempre queda lo que es, sin empobrecer en luz; ¿pero quién será aquél que la tiene?” 

                    Mientras esto pensaba, he oído que me decían: “La luz es la Gracia y la tiene Dios, y el acercarse significa la buena voluntad del alma de hacer el bien, porque cuantos bienes se quieren tomar de la Gracia, se toman, y las lámparas que se forman son las diversas virtudes, que mientras dan Gloria a Dios dan luz al alma”. 

                    Después de esto, en cuanto he visto al Bendito Jesús me ha dicho: Hija Mía; y esto porque estaba pensando que Nuestro Señor no sólo una vez, sino por tres veces se hizo coronar de espinas, y cómo aquellas espinas quedaban rotas dentro de la cabeza, y al clavarla de nuevo, más adentro entraban las que ya estaban, y yo decía: “Dulce amor mío, ¿y por qué por tres veces quisiste sufrir tan doloroso martirio? ¿No bastaba una vez para pagar tantos malos pensamientos nuestros?” 

                    Así que me ha dicho: “Hija Mía, no sólo la coronación de espinas fue triple, sino casi todas las penas que sufrí en Mi Pasión fueron triples. Triples fueron las tres horas de la agonía del Huerto; triple fue la flagelación, flagelándome con tres diferentes flagelos; tres veces me desnudaron; por tres veces fui condenado a muerte: de noche, de madrugada, y en pleno día; tres fueron las caídas bajo la Cruz; tres los clavos; tres veces Mi Corazón derramó sangre, esto es, en el Huerto por sí mismo; de su propio centro en el acto de la Crucifixión cuando fui estirado sobre la Cruz, tanto, que todo Mi cuerpo quedó dislocado y Mi Corazón se destrozó dentro, y derramó sangre; y después de Mi Muerte cuando con una lanza Me fue abierto el Costado; triples las tres horas de la agonía sobre la Cruz. Si todo se quisiera examinar, ¡oh! cuántas cosas triples se encontrarían. Esto no fue por casualidad, sino que todo fue por el Orden Divino, y para completar la Gloria debida al Padre, la reparación que se le debía por parte de las criaturas, y merecer el bien para las mismas criaturas, porque el don más grande que la criatura ha recibido de Dios, ha sido el crearla a Su imagen y semejanza, y dotarla con tres potencias, Inteligencia, Memoria y Voluntad, y no hay culpa que cometa la criatura en que estas tres potencias no concurran, y por eso mancha, estropea la bella imagen divina que contiene en sí misma, sirviéndose del don para ofender al donador; y Yo para rehacer de nuevo esta imagen divina en la criatura, y para dar toda aquella Gloria que la criatura le debía a Dios, he concurrido con toda Mi Inteligencia, Memoria y Voluntad, y en modo especial en estas cosas triples sufridas por Mí, para volver completa tanto la Gloria que se debía al Padre, como el bien que era necesario a las criaturas”.


 Nuestro Señor a Luisa Piccarreta, “Libro de Cielo”, Vol. 6, 26 de Septiembre de 1904




miércoles, 24 de septiembre de 2025

TODO EL MAL DEL HOMBRE ESTÁ EN HABER PERDIDO EL GERMEN DE LA DIVINA VOLUNTAD. LA DIVINA VOLUNTAD: VESTIDO DEL ALMA



                    Encontrándome en mi habitual estado (1), mi dulce Jesús se hacía ver desnudado, que temblaba de frío y diciéndome: 

                    “Hija Mía, cúbreme y caliéntame que tengo frío; mira, la criatura con el pecado se había despojado de todos los bienes, y Yo quise formarle una vestidura más bella, tejiéndola con Mis obras, adornándola con Mi Sangre y decorándola con Mis Llagas, ¿pero cuál no es Mi dolor al ver que me rechaza esta vestidura tan bella, contentándose de permanecer desnuda? Y Yo Me siento desvestido en ellas y siento su frío, por eso vísteme, porque tengo necesidad de ello”. 

                    Y yo: “¿Cómo podré vestirte? Yo no tengo nada”. 

                    Y Él: “Sí que podrás vestirme, tienes toda Mi Voluntad en tu poder, absórbela en ti y luego hazla salir, y me harás la más bella vestidura, una vestidura de Cielo y divina, ¡oh! cómo quedaré calentado y Yo te vestiré a ti con el vestido de Mi Voluntad, a fin de que podamos quedar vestidos con un mismo vestido, por eso la quiero de ti, para podértela dar a ti con justicia; si tú Me vistes a Mí, es justo que Yo te vista a ti para darte la correspondencia de lo que has hecho por Mí. Todo el mal en el hombre es que ha perdido el germen de Mi Voluntad, por eso no hace otra cosa que cubrirse con los más grandes delitos que lo degradan y lo hacen obrar como loco. ¡Oh, cuántas locuras están por cometer! Justa pena, porque quieren tener por Dios al propio yo”.


 Nuestro Señor a Luisa Piccarreta, “Libro de Cielo”, Vol. 14, 24 de Septiembre de 1922


1- Por una particular disposición de Dios, Luisa Piccarreta permanecía toda la noche sumida en un profundo éxtasis, paralizada, mientras recibía luces del Cielo; tan sólo conseguía liberarla de aquél místico trance la bendición del Sacerdote, que cada mañana celebraba la Santa Misa en su dormitorio. Este "sueño extático" era tan cotidiano para Luisa que ella lo definió en sus escritos como "mi habitual estado". Dicha fenomenología no fue exclusiva de Piccarreta, se dio con anterioridad en Santa Catalina de Siena y casi a la vez en la mística portuguesa Alexandrina Da Costa, entre otras almas privilegiadas.



domingo, 21 de septiembre de 2025

TODAS LAS COSAS QUE EL ALMA HACE EN LA DIVINA VOLUNTAD Y JUNTO CON JESÚS, ADQUIEREN SUS MISMAS CUALIDADES. TODAS LAS OBRAS DE JESÚS ESTÁN SIEMPRE EN ACTO



                    Esta mañana, mi siempre amable Jesús se ha hecho ver con una dulzura y afabilidad indescriptibles, como si me quisiera decir una cosa para Él muy querida y para mí de gran sorpresa. Entonces, abrazándome y estrechándome a Su Corazón me ha dicho:

                    “Hija querida Mía, todas las cosas que el alma hace en Mi Voluntad y junto Conmigo, esto es, oraciones, acciones, pasos, etc., adquieren mis mismas cualidades, la misma vida y el mismo valor. Mira, todo lo que Yo hice en la tierra, oraciones, sufrimientos, obras, están todos en acto y estarán eternamente para bien de quien los quiera. Mi obrar difiere del obrar de las criaturas, pues conteniendo en Mí la Potencia creadora, hablo y creo, así como un día hablé y creé el Sol, y este Sol está siempre lleno de luz y calor, y da siempre luz y calor sin disminuir jamás, como si estuviese en acto de recibir de Mí creación continua. Tal fue Mi obrar en la tierra, conteniendo en Mí la Potencia creadora, así como el Sol está en continuo acto de dar luz, así las oraciones que hice, los pasos, las obras, la Sangre derramada, están en continuo acto de rezar, de obrar, de caminar, etc., así que Mis oraciones continúan, mis pasos están siempre en acto de correr hacia las almas, y así de todo lo demás, de otra manera, ¿qué gran diferencia habría entonces entre Mi obrar y el de Mis Santos?. 

                    Ahora, escucha hija Mía una cosa muy bella, y aún no comprendida por las criaturas: Todo lo que el alma hace junto Conmigo y en Mi Voluntad, tal como son Mis cosas así quedan las suyas, y debido a la conexión con Mi Voluntad y por el obrar junto Conmigo, participa de Mi Misma Potencia creadora”. 

                    Yo he quedado extática y con un gozo tal que no podía contener, y le he dicho: “¿Es posible, ¡oh! Jesús todo esto?” Y Él: “Quien no comprende esto puede decir que no Me conoce”. Y ha desaparecido. Pero yo no sé decir bien, ni sé explicarme mejor, ¿quién puede decir lo que Jesús me hacía comprender? Es más, me parece haber dicho disparates.


 Nuestro Señor a Luisa Piccarreta, “Libro de Cielo”, Vol. 11, 21 de Septiembre de 1913



viernes, 19 de septiembre de 2025

JESÚS HABLA DE LA FE, DE LA ESPERANZA Y LA CARIDAD



                    Encontrándome esta mañana un poco turbada, especialmente por el temor de que no sea Jesús quien viene sino el demonio, y de que mi estado no sea Voluntad de Dios, mientras me encontraba en esta agitación, ha venido mi adorable Jesús y me ha dicho: “Hija Mía, no quiero que pierdas el tiempo, pensando en esto tú te distraes de Mí y me haces faltar el alimento para nutrirme, lo que quiero es que pienses solamente en amarme y en estarte toda abandonada en Mí, así me prepararás un alimento muy agradable, y no de vez en cuando como harías si continuases haciendo así, sino continuamente. ¿Y no sería esto tu grandísimo contento, que tu voluntad, con estar abandonada en Mí y con el amarme, fuese alimento para Mí, tu Dios?”.

                    Después de esto me ha hecho ver Su Corazón y dentro tenía tres globos de luz distintos, que después formaban uno solo, y Jesús volviendo a hablar me ha dicho:  “Los globos de luz que ves en Mi Corazón son la Fe, la Esperanza y la Caridad, que traje a la tierra para hacer feliz al hombre sufriente, ofreciéndoselos en don; ahora, también a ti te quiero hacer un don más especial”. 

                    Y mientras así decía, de aquellos globos de luz salían como tantos hilos de luz que inundaban mi alma, formando como una especie de red, y yo quedaba dentro. Y Jesús: “Mira en lo que quiero que ocupes tu alma: primero vuela con las alas de la Fe y sumergiéndote en esa Luz conocerás y adquirirás siempre nuevas noticias de Mí, tu Dios, pero al conocerme más tu nada se sentirá casi dispersa, y no tendrás donde apoyarte. Pero tú elévate más y arrojándote en el mar inmenso de la Esperanza, el cual son todos Mis Méritos que adquirí en el curso de Mi vida mortal, y todas las penas de Mi Pasión que también de ellas hice don al hombre, y sólo por medio de estos puedes esperar los bienes inmensos de la Fe, porque no hay otro medio para poderlos obtener. Entonces, sirviéndote de estos Mis Méritos como si fuesen tuyos, tu nada no se sentirá más dispersa y hundida en el abismo de la nada, sino que adquiriendo nueva vida quedará embellecida, enriquecida en modo tal de atraerse las mismas miradas divinas; y entonces no más tímida, sino que la Esperanza le suministrará el valor, la fuerza, de modo de volver al alma estable como columna, expuesta a todas las inclemencias del aire, como son las diferentes tribulaciones de la vida, que no la moverán nada, y la Esperanza hará que el alma no sólo se sumerja sin temor en las inmensas riquezas de la Fe, sino que se volverá dueña y llegará a tanto con la Esperanza, de hacer suyo al mismo Dios. 

                    ¡Ah! sí, la Esperanza hace llegar al alma hasta donde quiere, la Esperanza es la Puerta del Cielo, así que sólo por su medio se abre, porque quien todo espera, todo obtiene. Entonces el alma, cuando haya llegado a hacer suyo al mismo Dios, súbito, sin ningún obstáculo se encontrará en el océano inmenso de la Caridad, y ahí llevando consigo la Fe y la Esperanza, se sumergirá dentro y hará una sola cosa Conmigo, su Dios”.

                    El amantísimo Jesús continúa diciendo: “Si la Fe es el rey y la Caridad es la reina, la Esperanza es como madre pacificadora que pone paz en todo, porque con la Fe y la Caridad puede haber tribulaciones, pero la Esperanza, siendo vínculo de paz, convierte todo en paz. La Esperanza es sostén, la Esperanza es alivio, y cuando el alma elevándose con la Fe ve la belleza, la santidad, el amor con el cual es amada por Dios, se siente atraída a amarlo, pero viendo su insuficiencia, lo poco que hace por Dios, el cómo debería amarlo y no lo ama, se siente desconsolada, turbada y casi no se atreve a acercarse a Dios; entonces, enseguida sale esta madre pacificadora de la Esperanza, y poniéndose en medio de la Fe y la Caridad comienza a hacer su oficio de poner paz, así que pone en paz de nuevo al alma, la empuja, la eleva, le da nuevas fuerzas y llevándola ante el rey de la Fe y la reina de la Caridad, excusa al alma, pone ante el alma nueva efusión de sus méritos y les pide que la quieran recibir, y la Fe y la Caridad, teniendo en la mira sólo a esta madre pacificadora, tan tierna y llena de compasión, reciben al alma y Dios forma la delicia del alma, y el alma la delicia de Dios”. 

                    ¡Oh Santa Esperanza, cómo eres admirable! Yo me imagino ver al alma que es poseída por esta bella Esperanza, como un noble viajero que camina para ir a tomar posesión de unas tierras que formarán toda su fortuna, pero como es desconocido y viaja por tierras que no son suyas, quién lo escarnece, quién lo insulta, quién lo despoja de sus vestidos y quién llega hasta golpearlo y a amenazarlo con quitarle la piel, ¿y el noble viajero qué hace en todas estas dificultades? ¿Se turbará? ¡Ah, no, jamás!, más bien no tomará en cuenta a aquellos que le hacen todo esto, y conociendo bien que mientras más sufrirá, tanto más será honrado y glorificado cuando llegue a tomar posesión de sus tierras, por eso él mismo incita a la gente para que lo atormenten más. 

                    Pero él siempre está tranquilo, goza la más perfecta paz, y en medio de estos insultos está tan calmado, que mientras los demás están despiertos a su alrededor, él está durmiendo en el seno de su suspirado Dios. ¿Quién suministrará a este viajero tanta paz y tanta firmeza para seguir el viaje emprendido? Ciertamente la esperanza de los bienes eternos que serán suyos, y así superará todo para tomar posesión de ellos. Ahora pensando que son suyos, viene a amarlos, y he aquí que la Esperanza hace nacer la Caridad.  

                    ¿Quién puede decir lo que Jesús Bendito me hace ver con aquella luz? Hubiera querido pasarlo en silencio, pero veo que la señora obediencia dejando el vestido amigable, toma el aspecto de guerrero y toma sus armas para hacerme guerra y herirme. ¡Ah, no te armes tan pronto!, deja tus garras, estate tranquila, que por cuanto pueda haré como tú dices, y así permaneceremos siempre amigas.  

                    Ahora, cuando el alma se pone en el extensísimo mar de la Caridad, prueba delicias inefables, goza alegrías inenarrables a un alma mortal. Todo es amor; sus suspiros, sus latidos, sus pensamientos, son tantas voces sonoras que hace resonar en torno a su amadísimo Dios, voces todas de amor que lo llaman a ella, de modo que Dios Bendito, atraído, herido por estas voces amorosas, le corresponde, y sucede que los suspiros, los latidos y todo el Ser Divino llaman continuamente al alma hacia Dios.  

                    ¿Quién puede decir cómo queda herida el alma por estas voces? ¿Cómo comienza a delirar como si tuviera fiebre altísima, cómo corre como enloquecida y va a arrojarse en el amoroso Corazón de su Amado para encontrar refrigerio y a torrentes chupa las delicias divinas? Ella queda ebria de amor, y en su embriaguez entona cantos todos amorosos a su Esposo dulcísimo. ¿Pero quién puede decir todo lo que pasa entre el alma y Dios? ¿Quién puede decir algo sobre esta Caridad que es Dios mismo?  

                    En este momento veo una luz grandísima y mi mente ahora queda asombrada, ahora se fija en un punto, ahora en otro, y hago por ponerlo en el papel pero me siento balbuceante al explicarlo. Así que no sabiendo qué hacer, por ahora hago silencio; y espero que la señora obediencia por esta vez quiera perdonarme, pues si ella quiere enojarse conmigo, esta vez no tiene tanta razón, porque la culpa es suya, porque no me da una lengua ágil para saber decirlo. ¿Ha comprendido, reverendísima obediencia? Quedamos en paz, ¿no es verdad?


 Nuestro Señor a Luisa Piccarreta, “Libro de Cielo”, Vol. 2, 19 de Septiembre de 1899