Esta mañana me encontraba con temor sobre mi estado, que no fuera el Señor el que obrara en mí, con el agregado de que no se dignaba venir; entonces, después de mucho esperar, en cuanto lo he visto le he expuesto mi temor y Él me ha dicho:
“Hija Mía, antes que todo, para ponerte en este estado está el concurso de Mi Potencia, y después, ¿quién te habría dado la fuerza, la paciencia de estar por tan largo tiempo en este estado dentro de una cama?. La sola perseverancia es una señal cierta de que la obra es Mía, porque solamente Dios no está sujeto a cambiarse, pero el Demonio y la naturaleza humana muy frecuentemente se cambian, y lo que hoy aman, mañana aborrecen, y lo que hoy aborrecen, mañana aman y encuentran en eso su satisfacción”.
Nuestro Señor a Luisa Piccarreta, “Libro de Cielo”, Vol. 4, 27 de Diciembre de 1900


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