miércoles, 16 de abril de 2025

JESÚS QUIERE GIRAR JUNTO CON LUISA Y LE HACE VER CÓMO ES TRATADO POR LAS ALMAS

                    


                    Estando en mi habitual estado (1), Jesús me invitó a girar para ver qué cosa hacían las criaturas. Yo le dije: "Mi adorable Jesús, esta mañana no tengo ganas de girar y ver las ofensas que Te hacen; estémonos aquí los dos juntos." Pero Jesús insistía en que quería girar, entonces para contentarlo le dije: "Si quieres salir, vamos, pero vamos dentro de alguna iglesia, pues ahí son pocas las ofensas que Te hacen”.

                    Y así hemos ido dentro de una iglesia, pero también ahí era ofendido, y más que en otros lugares, no porque en las iglesias se hagan más pecados que en el mundo, sino porque son ofensas hechas por Sus más amados, por aquellos mismos que deberían poner alma y cuerpo para defender el Honor y la Gloria de Dios, por eso resultan más dolorosas a Su Corazón adorable.

                    Entonces veía almas devotas, que por bagatelas de nada no se preparaban bien a la Comunión; su mente en vez de pensar en Jesús pensaba en sus pequeñas disturbios, en tantas cosas de nada, y esta era su preparación. Cuánta pena daban estas almas a Jesús y cuánta compasión daban ellas, porque daban importancia a tantas pajitas, a tantas ociosidades y en cambio no se dignaban dirigirle una mirada a Jesús. 

                    Entonces Él me ha dicho:"Hija Mía, cuánto impiden estas almas que Mi Gracia se derrame en ellas, Yo no me fijo en las menudencias sino en el amor con el cual se acercan, y ellas al contrario, más se fijan en las pajas que en el amor, es más, el amor destruye las pajas, pero con muchas pajas no se acrecienta ni un poquito el amor, más bien lo disminuye. Pero lo que es peor de estas almas es que se disturban mucho, pierden mucho tiempo; quisieran estar con los confesores horas enteras para decir todas estas menudencias, pero jamás ponen manos a la obra con una buena y valiente resolución para extirpar estas pajas.

                    ¿Qué decirte además, ¡oh! hija Mía, de ciertos sacerdotes de estos tiempos?. Se puede decir que obran casi satánicamente, llegando a hacerse ídolos de las almas. ¡Ah! sí, Mi Corazón es más traspasado por Mis hijos, porque si los otros Me ofenden más, ofenden las partes de Mi Cuerpo, pero los Míos Me ofenden las partes más sensibles y tiernas, hasta en lo más íntimo de Mi Corazón”.

                    ¿Quién puede decir la amargura de Jesús?. Al decir estas palabras lloraba amargamente. Yo hacía cuanto más podía por compadecerlo y repararlo, pero mientras esto hacía nos retiramos juntos en el lecho.


Nuestro Señor a Luisa Piccarreta, “Libro de Cielo”Vol. 2, 16 Abril de 1899


                1) Por una particular disposición de Dios, Luisa Piccarreta permanecía toda la noche sumida en un profundo éxtasis, paralizada, mientras recibía luces del Cielo; tan sólo conseguía liberarla de aquél místico trance la bendición del Sacerdote, que cada mañana celebraba la Santa Misa en su dormitorio. Este "sueño extático" era tan cotidiano para Luisa que ella lo definió en sus escritos como "mi habitual estado". Dicha fenomenología no fue exclusiva de Piccarreta, se dio con anterioridad en Santa Catalina de Siena y casi a la vez en la mística portuguesa Alexandrina Da Costa, entre otras almas privilegiadas.



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