Habiendo recibido la Comunión esta mañana, me encontraba en un mar de amarguras porque no veía a mi sumo Bien Jesús, todo mi interior me lo sentía inquieto, cuando en un instante se ha hecho ver y me ha dicho casi reprendiéndome: "¿No sabes tú que el no abandonarse en Mí es un querer usurpar los derechos de Mi Divinidad, haciéndome una gran afrenta?. Por eso abandónate y aquieta tu interior todo en Mí y encontrarás la paz, y encontrando la paz me encontrarás a Mí mismo."
Dicho esto, como relámpago ha desaparecido sin hacerse ver más. ¡Ah Señor, tenme Tú toda abandonada y bien estrechada en Tus brazos, de modo que no pueda huir jamás, de otra manera haré siempre mis escapaditas!.
Nuestro Señor a Luisa Piccarreta, “Libro de Cielo”, Vol. 3, 9 de Abril de 1900
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