sábado, 26 de abril de 2025

JESÚS LA CONTENTA CON RESPECTO AL CONFESOR



                    Le habla de las almas desapegadas, que mientras no tienen nada, todo poseen.

                    Cuando hoy mi amante Jesús se hacía ver, me parecía que me enviaba tantos rayos de luz que toda me penetraban, cuando en un instante nos hemos encontrado fuera de mí misma y junto se encontraba el Confesor. Yo en seguida le pedí a mi querido Jesús que le diera un beso al Confesor y que estuviera un poco en sus brazos, (Jesús era niño). Para contentarme, pronto ha besado al Confesor en el rostro, pero sin quererse separar de mí; yo he quedado toda afligida y le dije:

                    "Tesorito mío, no era esta mi intención, de hacerte besar su rostro, sino la boca, a fin de que tocada por Tus purísimos labios quedara santificada y fortificada de aquella debilidad, así podrá anunciar más libremente la Santa Palabra y santificar a los demás. ¡Ah, te ruego que me contentes!".

                    Así, Jesús ha dado otro beso, pero ahora en la boca de él, y después me ha dicho:

                    "Me son tan agradables las almas desapegadas de todo, no sólo en el afecto, sino también en efecto, que a medida que van despojándose, así Mi Luz las va invistiendo y llegan a ser como cristales, en los que la luz del sol no encuentra impedimento para penetrar dentro de ellos, como lo encuentra en las construcciones y en las demás cosas materiales"

                    "¡Ah!" dijo después: "Creen despojarse, pero en cambio vienen a vestirse no sólo de las cosas espirituales, sino también de las corporales, porque Mi Providencia tiene un cuidado todo especial y particular por estas almas desapegadas, Mi Providencia las cubre por todas partes; sucede que nada tienen, pero todo poseen".

                    Después de esto nos retiramos del Confesor y encontramos muchas personas religiosas que parecía que tenían toda la intención de trabajar por fines de intereses, Jesús pasando en medio de ellas dijo:

                    "¡Ay, ay de aquél que trabaja por la finalidad de adquirir dinero, ya han recibido en vida su paga!"


Nuestro Señor a Luisa Piccarreta, "Libro de Cielo", Vol. 2,  26 de Abril, 1899



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