lunes, 30 de septiembre de 2024

DA VIDA A LOS MISMOS SACRAMENTOS



               "¡Pobre de Mi, cómo Me tratan en el Santísimo Sacramento! Y tantas almas devotas que Me reciben, tal vez todos los días; deberían ser otras tantas santas si bastara el centro de la Eucaristía, y en cambio, cosa de llorar, están siempre en el mismo punto: vanidosas, iracundas, escrupulosas, etc., ¡pobre centro del Santísimo Sacramento, como quedo deshonrado!

               …te digo que los mismos Sacramentos producen sus frutos según las almas están sujetas a Mi Voluntad, y según la conexión que tienen con Mi Querer, así producen sus efectos. Y si conexión con Mi Querer no hay, Me comulgarán pero quedarán en ayunas, se confesarán pero quedarán siempre sucias, vendrán a Mi Presencia Sacramental, pero si nuestros quereres no se identifican estaré para ellas como muerto, porque sólo Mi Voluntad en el alma que se hace sojuzgar por Ella produce todos los bienes y da vida a los mismos Sacramentos, y quien esto no comprende, significa que es niño en la religión".


Nuestro Señor a Luisa Piccarreta, "Libro de Cielo", 
Vol. 11, 25 de Septiembre de 1913



viernes, 27 de septiembre de 2024

LAS HORAS DE LA PASIÓN, de las Revelaciones de Luisa Piccarreta. CUARTA HORA: La Cena Eucarística

  

"...el alma, a cada pensamiento de Mi Pasión, 
a cada condolencia, a cada  reparación, que hace, 
no hace otra cosa que tomar luz de Mi Humanidad 
y embellecerse a Mi semejanza, así que un 
pensamiento de más de mi Pasión, será una luz 
de más que le llevará un gozo eterno." 


Revelación de Nuestro Señor a Luisa Piccarreta, el 13 de Octubre de 1916


Preparación antes de la Meditación 


               Oh Señor mío Jesucristo, postrado ante Tu divina Presencia suplico a Tu amorosísimo Corazón que quieras admitirme a la dolorosa meditación de las Veinticuatro Horas en las que por nuestro amor quisiste padecer, tanto en Tu Cuerpo adorable como en Tu Alma Santísima, hasta la muerte de Cruz. 

               Ah, dame Tu ayuda, Gracia, Amor, profunda compasión y entendimiento de Tus padecimientos mientras medito ahora la Hora...(primera, segunda, etc) y por las que no puedo meditar te ofrezco la voluntad que tengo de meditarlas, y quiero en mi intención meditarlas durante las horas en que estoy obligado dedicarme a mis deberes o a dormir. 

               Acepta, oh misericordioso Señor, mi amorosa intención y haz que sea de provecho para mí y para muchos, como si en efecto hiciera santamente todo lo que deseo practicar. 

               Gracias te doy, oh mi Jesús, por llamarme a la unión Contigo por medio de la oración. Y para agradecerte mejor, tomo Tus pensamientos, Tu lengua, Tu Corazón, y con éstos quiero orar, fundiéndome todo en Tu Voluntad y en Tu amor, y extendiendo mis brazos para abrazarte y apoyando mi cabeza en Tu Corazón empiezo...





DE LAS 8 A LAS 9 DE LA NOCHE 

CUARTA HORA 

La Cena Eucarística 


               O Dulce Amor mío, incontestable siempre en Tu Amor, veo que al terminar la Cena Legal, junto con Tus amados Discípulos te levantas de la mesa y en unión con ellos elevas el himno de agradecimiento al Padre por haberos dado el alimento, queriendo con esto reparar todas las faltas de gratitud y suplir por el agradecimiento que no tienen las criaturas por tantos medios como nos das para la conservación de la vida corporal. 

               Por eso Tú, oh Jesús, en todo lo que haces, tocas o ves, tienes siempre en Tus labios las palabras:"¡Gracias, oh Padre, por Mí y por todos", para continuar yo la reparación por las faltas de agradecimiento. Más, oh Jesús, Tu Amor parece no darse tregua, veo que de nuevo haces sentarse a Tus amados Discípulos, tomas una palangana con agua y ciñéndote una blanca toalla te postras a los pies de los Apóstoles en un acto tan humilde que atrae la atención de todo el Cielo y lo hace quedar estático. 

               Los mismos Apóstoles se quedan casi sin movimiento al verte postrado a sus pies...Pero dime, Amor mío ¿qué quieres, qué pretendes con este acto tan humilde? ¡Humildad nunca vista y que jamás se verá!. "¡Ah hija Mía, quiero todas las almas y postrado a sus pies como un pobre mendigo las pido, las importuno y llorando les tiendo Mis insidias de Amor para ganarlas!. Quiero, postrado a sus pies, con este recipiente de agua mezclada con Mis lágrimas lavarlas de cualquier imperfección y prepararlas a recibirme en el Sacramento. Me importa tanto este acto que no quiero confiar este Oficio a los Ángeles, y ni aún a mi querida Mamá, sino que Yo mismo quiero purificar hasta las fibras más íntimas de los Apóstoles, para disponerlos a recibir el fruto del Sacramento, y en ellos es Mi intención preparar a todas las almas. Quiero reparar por todas las obras santas, por la administración de los Sacramentos y en especial por las cosas hechas por los Sacerdotes con espíritu de soberbia, vacías de Espíritu Divino y de desinterés. ¡Ah, cuántas obras buenas me llegan más para deshonrarme que para darme honor!. ¡Más para amargarme que para complacerme!. ¡Más para darme muerte que para darme vida!. Estas son las ofensas que más Me entristecen. Ah sí, hija Mía, hija Mía, enumera todas las ofensas más íntimas que se Me hacen y dame reparación con Mis mismas reparaciones y consuela Mi Corazón amargado".

               ¡Oh afligido bien mío! Tu Vida la hago mía y junto Contigo quiero repararte por todas esas ofensas. Quiero entrar en todos esos lugares más íntimos de Tu Corazón divino y reparar con Tu mismo Corazón por las ofensas más íntimas y secretas que recibes de Tus predilectos. Quiero, oh Jesús mío, seguirte en todo, y en unión Contigo quiero girar por todas las almas que te han de recibir en la Eucaristía y entrar en sus corazones. Y junto con Tus manos las mías y con esas lágrimas Tuyas y con el agua con que lavaste los pies a Tus Apóstoles lavemos las almas que te han de recibir, purifiquemos sus corazones, incendiémoslos, sacudamos de ellos el polvo con que están manchados, a fin de que, al recibirte, Tú puedas encontrar en ellas Tus complacencias en lugar de Tus amarguras. 

               Pero mientras estás todo atento lavando los pies de los Apóstoles, te miro y veo otro dolor que traspasa Tu Corazón Santísimo. Estos Apóstoles representan para Ti a todos los futuros hijos de la Iglesia. Cada uno de ellos representa la serie de cada uno de los males que iban a haber en la Iglesia y, por tanto, la serie de cada uno de Tus Dolores... En uno, las debilidades; en otro, los engaños; en otro, las hipocresías; en otro, el amor desmedido a los intereses... En San Pedro, la falta a los buenos propósitos y todas las ofensas de los Jefes de la Iglesia; en San Juan, las ofensas de Tus más fieles; en Judas, todos los apóstatas, con la serie de los graves males causados por ellos... 

               Ah, Tu corazón está sofocado por el dolor y por el amor, tanto que no pudiendo sostenerte, te detienes a los pies de cada Apóstol, rompes en llanto y ruegas y reparas por cada una de esas ofensas y para todos imploras el remedio oportuno. 

               Jesús mío, también yo me uno Contigo, hago mías Tus suplicas, Tus reparaciones, Tus oportunos remedios para cada alma y quiero mezclar mis lágrimas con las Tuyas para que nunca estés solo sino que me tengas siempre Contigo para dividir Tus penas. 

               Pero mientras prosigues lavando los pies de los Apóstoles veo que ya estás a los pies de Judas. Siento Tu respiro afanoso, veo que no sólo lloras, sino que sollozas, y mientras lavas esos pies los besas, te los estrechas al Corazón y no pudiendo hablar con la voz, porque te ahoga el llanto lo miras con Tus ojos hinchados por las lágrimas y con el Corazón le dices: "¡Hijito Mío, ah, te ruego con la voz de Mis lágrimas: No te vayas al Infierno, dame tu alma, que a tus pies postrado te pido!. Dime, ¿qué quieres?. ¿Qué pretendes?. Todo te daré con tal de que no te pierdas. ¡Ah, evítame este dolor, a Mí tu Dios!". Y te estrechas de nuevo esos pies a Tu Corazón... Pero viendo la dureza de Judas, Tu Corazón se ve en apuros, Tu Amor te ahoga y está a punto de desfallecer.... 

               Corazón mío y vida mía, permíteme que te sostenga entre mis brazos. Me doy cuenta de que estás son Tus estratagemas amorosas que usas con cada pecador obstinado...Ah, te ruego, Corazón mío, mientras te compadezco y te doy reparación por las ofensas que recibes de las almas que se obstinan en no quererse convertir, que recorramos juntos la tierra y donde hay pecadores obstinados démosles Tus lágrimas para enternecerlos, Tus besos y Tus abrazos de Amor para encadenarlos a Ti, de manera que no Te puedan huir, y así te consolaré por el dolor de la pérdida de Judas.

               Jesús mío, gozo y delicia mía, veo que Tu Amor corre, que rápidamente corre. Doliente como estás te levantas y casi corres a la mesa, donde está preparado el pan y el vino para la Consagración. Veo que tomas un aspecto todo nuevo y nunca antes visto, Tu Divina Persona toma un aspecto tierno, amoroso, afectuoso; Tus ojos resplandecen de luz más que si fueran soles; Tu Rostro, encendido, resplandece; Tus labios, sonrientes, abrasados de amor; y Tus manos, creadoras, se ponen en actitud de crear... Te veo, amor mío, todo transformado. Parece como si Tu Divinidad se desbordara fuera de Tu Humanidad. Ah Jesús, este aspecto Tuyo, nunca visto, llama la atención de todos los Apóstoles, quienes subyugados por tan dulce encanto no se atreven ni siquiera a respirar. 

               La dulce Mamá corre en espíritu al pie de la mesa, del Altar, a contemplar y a participar en los prodigios de Tu Amor. Los Ángeles descienden del Cielo y entre ellos se preguntan, "¿qué pasa?..." Son verdaderas locuras, auténticos excesos: ¡Es Dios que crea, no el Cielo o la tierra, sino a Sí Mismo...¿Y dónde? En la vilísimas materia de un poco de pan y un poco de vino. Y mientras están todos en torno a Ti, oh amor insaciable, veo que tomas el pan en Tus manos... lo ofreces al Padre... y oigo Tu dulcísima voz que dice: "Padre Santo, gracias te sean dadas, pues siempre escuchas a Tu Hijo. Padre Santo, concurre Conmigo. Tú, un día me enviaste del Cielo a la tierra a encarnarme en el seno de Mi Mamá para venir a salvar a Nuestros hijos. Ahora permíteme que Me encarne en cada Hostia para continuar la salvación de ellos y para ser Vida de cada uno de Mis hijos... Mira, oh Padre, pocas horas quedan de Mi Vida y ¿cómo tendré corazón para dejar solos y huérfanos a Mis hijos?. Sus enemigos son muchos: las tinieblas, las pasiones, las debilidades a que están sujetos... ¿Quién los ayudará? ¡Ah, te suplico Me quede en cada Hostia para Ser Vida de cada uno, para poner en fuga a sus enemigos y Ser para ellos Luz, Fuerza y Ayuda en todo. Pues de lo contrario ¿a dónde irán? ¿Quién los ayudará? Nuestras obras son eternas, Mi Amor es irresistible, por eso no puedo ni quiero dejar a Mis hijos".

               El Padre se enternece a la voz tierna y afectuosa del Hijo y desciende del Cielo... y ya está sobre el Altar, unido con el Espíritu Santo, para concurrir con el Hijo. Y Jesús, con voz sonora y conmovedora, pronuncia las palabras de la Consagración, y sin dejarse a Sí mismo, se crea a Sí mismo en ese pan y vino... 

               Después te das en comunión a Tus Apóstoles, y seguro que nuestra Madre Celestial no se vio privada de recibirte. ¡Ah Jesús, los Cielos se postran y todos te envían un acto de adoración en Tu nuevo estado de tan profundo anonadamiento! Y así Tu Amor queda saciado y satisfecho, no teniendo ya nada más que hacer. 

              Y yo veo sobre ese Altar, en Tus manos, todas las Hostias Consagradas que se perpetuarán hasta el fin de los siglos, y en cada Hostia, toda Tu Dolorosa Pasión desplegada, pues las criaturas, a los excesos de Tu Amor, te preparan excesos de ingratitud y de enormes delitos. Y yo, Corazón de mi corazón, quiero estar siempre Contigo en cada Sagrario, en todos los copones y en cada Hostia consagrada que habrá hasta el Fin de los Tiempos, para darte mis actos de reparación a medida que recibes las ofensas. 

               Por eso, Corazón mío, me pongo ante Ti y te beso la frente majestuosa... Pero al besarte siento en mis labios el dolor de las espinas que rodean Tu Cabeza, porque en esta Hostia Santa, oh Jesús mío, no te limitan las espinas como en la Pasión... pues veo que las criaturas vienen a Tu Presencia y en vez de ofrecerte el homenaje de sus pensamientos, te envían pensamientos malos, y Tú bajas de nuevo la cabeza, como en la Pasión, para recibir las espinas de los malos pensamientos que se tienen en Tu Presencia. 

               Oh amor mío, también yo la bajo contigo para compartir Tus penas y pongo todos mis pensamientos en Tu mente para sacarte esas espinas que tanto te duelen y te entristecen, y quiero que cada pensamiento mío corra en cada uno de los Tuyos para formarte una acto de reparación por cada pensamiento malo de las criaturas y endulzar así tus afligidos pensamientos. 

               Jesús, bien mío, beso Tus hermosos ojos...Te veo en esta Hostia Santa, con esos ojos amorosos en espera de todos aquellos que vienen a Tu Presencia, para mirarlos con Tus miradas de Amor y para obtener la correspondencia de amor de sus miradas, pero, cuántos vienen a Tu Presencia y en vez de mirarte y buscarte a Ti, miran cosas que las distraen de Ti y te privan del gusto del intercambio de miradas entre Tú y ellas... y Tú lloras. Por eso, al besarte siento mis labios empapados por Tus lágrimas. Ah Jesús mío, no llores. Quiero poner mis ojos en los Tuyos para compartir estas penas Tuyas, llorar Contigo y darte reparación por las miradas frías y distraídas, ofreciéndote mis miradas y manteniéndolas fijas siempre en Ti. 

               Jesús, amor mío, beso Tus santísimos oídos... Ah, te veo todo atento, escuchando lo que quieren de Ti las criaturas, para consolarlas, pero ellas, por el contrario, hacen llegar a Tus oídos oraciones mal echas, llenas de recelos, sin verdadera confianza; oraciones, en su mayor parte, por rutina y sin vida...Y Tus oídos en esta Hostia Santa son más molestados que en la misma Pasión. Oh Jesús mío, quiero tomar todas las armonías del Cielo y ponerlas en Tus oídos para repararte por estas molestias; quiero poner en mis oídos en los Tuyos, no sólo para compartir estas molestias sino para estar siempre atenta a lo que quieres, a lo que sufres y darte inmediatamente mi acto de reparación y consolarte. 

               Jesús, vida mía, beso Tu Santísimo Rostro... Lo veo sangrante, lívido e hinchado. Ah, las criaturas vienen ante esta Hostia Santa y con sus posturas indecentes, con sus conversaciones malas que tienen ante Ti, en vez de darte honor, te dan bofetadas y salivazos, y Tú, como en la Pasión, con toda paz, con toda paciencia los recibes y lo soportas todo... Oh Jesús, quiero poner mi rostro no sólo junto al Tuyo, para acariciarte y besarte cuando te dan esas bofetadas y limpiarte los salivazos, sino que quiero ponerlo en Tu mismo Rostro para compartir Contigo estas penas; y aún más, quiero hacer de mi ser tantos diminutos pedacitos para ponerlos ante Ti como otras tantas estatuas arrodilladas, en continua genuflexión, para repararte por tantos deshonores como te dan ante Tu Presencia. 

               Jesús mío, beso Tu dulcísima boca...Y veo que Tú, al descender al corazón de las criaturas, el primer sitio donde te apoyas es sobre la lengua y oh, cómo quedas amargado al encontrar muchas lenguas mordaces, impuras, malas... Ah, te sientes como ahogar por esas lenguas... y peor aún cuando desciendes a los corazones. Oh Jesús, si me fuera posible quisiera encontrarme en la boca de cada criatura para endulzarte por cada ofensa que recibes de ellas. 

               Fatigado bien mío, beso Tu santísimo cuello... pero te veo cansado, agotado y todo ocupado en tu quehacer de amor. Dime ¿qué haces?... Y Jesús: “Hija mía, Yo, en esta Hostia trabajo desde la mañana hasta la noche, formando continuas Cadenas de Amor, a fin de que al venir las almas a Mí, encuentren ya preparadas Mis Cadenas de Amor para encadenarlas a Mi Corazón. Pero, ¿sabes tú lo que a cambio ellas me hacen? Muchas toman a mal estas cadenas Mías y se liberan de ellas por la fuerza y las rompen, y como estas cadenas están atadas a Mi Corazón, Yo me siento torturado y doy en delirio... Y mientras hacen pedazos Mis cadenas, haciendo fracasar el trabajo que hago en el Sacramento, buscan las cadenas de las criaturas y de los pecados... y esto aún en Mi Presencia, sirviéndose de Mí para lograr su intento. Esto me da tanto dolor que me da una fiebre tan violenta que me hace desfallecer y delirar.” ¡Cuánto te compadezco, oh Jesús! Tu Amor se ve en un extremo agobio... Ah, te ruego, para consolarte por Tu trabajo y para repararte cuando son despedazadas Tus cadenas  amorosas, que encadenes mi corazón con todas estas cadenas para poder darte por todos mi correspondencia de amor. 

               Jesús mío, flechero divino, beso Tu pecho...Y es tanto y tan grande el fuego que contiene que, para dar un poco de desahogo a Tus llamas, que tan en alto se elevan, Tú, queriendo descansar un poco en Tu trabajo, en el Sacramento quieres entretenerte también, y Tu entretenimiento es formar flechas, dardos, saetas, para que cuando las almas vengan a Ti, Tú te entretengas con ellas haciendo salir de Tu pecho Tus flechas para herirlas, y cuando las reciben, forman Tu fiesta y Tú formas Tu entretenimiento. Pero muchas, oh Jesús, te las rechazan, enviándote a su vez, flechas de frialdad, dardos de tibieza y saetas de ingratitud. Y Tú te quedas tan afligido que lloras porque las criaturas te hacen fracasar en Tus entretenimientos de amor. 

               Oh Jesús, he aquí mi pecho, dispuesto a recibir no sólo las flechas preparadas para mí, sino también todas las que las demás rechazan... Así no volverás ya a fracasar en Tus entretenimientos, y por correspondencia quiero darte reparación por las frialdades, por las tibiezas y por las ingratitudes que recibes. 

               Oh Jesús, beso Tu mano izquierda...Y quiero reparar por todos los tocamientos ilícitos y no santos hechos en Tu Presencia y te ruego que con esta mano me tengas siempre estrechada a Tu Corazón. 

               O Jesús, beso Tu mano derecha... Y quiero repararte por todos los sacrilegios, en particular por las Misas celebradas malamente... ¡Cuántas veces, Amor mío, te ves forzado a descender del Cielo a las manos del Sacerdote, que en virtud de su potestad te llama, y encuentras esas manos llenas de fango, que chorrean inmundicia, y Tú, aunque sientes náusea de esas manos, te ves obligado por Tu Amor a permanecer en ellas! Es más, en algunos Sacerdotes es peor, en ellos encuentras a los Sacerdotes aquellos de tu Pasión, que con sus enormes delitos y sacrilegios renuevan el deicidio... Jesús mío, es espantoso pensarlo: otra vez te encuentras, como en la Pasión, en esas manos indignas, como un corderito, aguardando de nuevo Tu Muerte. ¡Ah Jesús, cuánto sufres! ¡Cómo quisieras una mano amorosa para librarte de esas manos sanguinarias! ¡Ah, cuando te encuentres en esas manos, te ruego que hagas que me encuentre presente también yo para darte mi reparación. Quiero cubrirte con la pureza de los ángeles y perfumarte con sus virtudes para neutralizar el hedor de esas manos, y darte mi corazón como consuelo y refugio y mientras estés en mí, yo te rogaré por los Sacerdotes, para que sean dignos Ministros Tuyos, y así no pongan en peligro Tu Vida Sacramental. 

               Oh Jesús, beso Tu pie izquierdo...Y quiero repararte por quienes te reciben por rutina y sin las debidas disposiciones. 

               Oh Jesús, beso Tu pie derecho...Y quiero repararte por aquellos que te reciben para ultrajarte. Cuando eso se atreven a hacer, ah, te ruego que renueves el milagro que hiciste cuando Longinos te atravesó el Corazón con la lanza, que al fluir de aquella Sangre que brotó, abriéndole los ojos, lo convertiste y lo sanaste; que así al contacto Tuyo sacramental, conviertas esas ofensas en amor. 

               Oh Jesús, beso Tu Corazón, el lugar donde se concentran las ofensas...Y quiero darte mi reparación de todo y por todos, quiero corresponderte con amor, y en unión Contigo, compartir Tus penas. Ah, te suplico que si olvido repararte por alguna ofensa, me hagas prisionera en Tu Corazón y en Tu Voluntad para que nada se me escape... 

               A nuestra dulce Mamá suplicaré que me haga atenta, y en unión con Ella te repararemos por todo y por todos, juntas te besaremos y haciéndonos Tu defensa, alejaremos de Ti las olas de amarguras que por desgracia recibes de las criaturas. Ah Jesús, recuerda que yo también soy una pobre encarcelada, si bien es cierto que Tus cárceles son mucho más estrechas, como lo es el breve espacio de una Hostia. Así pues, enciérrame en Tu Corazón, y con las cadenas de Tu Amor no sólo aprisióname sino ata a Ti uno por uno mis pensamientos, mis afectos, mis deseos. Inmovilízame las manos y los pies, encadenándolos a Tu Corazón; mis cadenas, el amor; las rejas que me impidan absolutamente salir, Tu voluntad Santísima; y Tus llamas de Amor serán mi alimento, mi respiración, mi todo... Así que ya no veré otra cosa sino llamas, y no tocaré sino fuego, que me dará muerte y vida, como Tú lo sufres en la Hostia, y así te daré mi vida. Y mientras yo quedo prisionera en Ti, Tú quedarás libre en mí. ¿No ha sido este tu propósito al encarcelarte en la Hostia: ser desencarcelado por las almas que te reciben, recibiendo vida en ellas, así pues, bendíceme como señal de Tu Amor y dame un beso, y yo te abrazaré y me quedaré en Ti. Pero veo, oh dulce Corazón mío, que después de que has instituido el Santísimo Sacramento y de que has visto la enorme ingratitud y las innumerables ofensas de las criaturas ante tantos excesos de amor Tuyos, aunque quedas herido y amargado, sin embargo no te haces para atrás, al contrario, en la inmensidad de Tu Amor quisieras ahogarlo todo... 

               Te veo, oh Jesús, que te das en Comunión a Tus Apóstoles, y que después agregas que eso que has hecho Tú, lo deben hacer también ellos, dándoles así el poder de consagrar. De esta manera los ordenas Sacerdotes e instituyes este otro Sacramento. Y así lo reparas todo: las predicaciones mal hechas, los Sacramentos administrados y recibidos sin disposiciones y que quedan, por lo tanto, sin sus efectos buenos; las vocaciones equivocadas de algunos Sacerdotes, tanto por parte de ellos como por parte de quienes los ordenan, no usando todos los medios para conocer las verdaderas vocaciones... Ah Jesús, nada se te olvida... Y yo quiero seguirte y repararte por todas estas faltas y ofensas. Y después de que has dispuesto y hecho todo esto, en compañía de Tus Apóstoles te encaminas al Huerto de Getsemaní para continuar Tu Dolorosa Pasión. Y yo en todo te seguiré para hacerte fiel compañía...




Ofrecimiento después de Cada Hora

 

                Amable Jesús mío, Tú me has llamado en esta Hora de Tu Pasión a hacerte compañía y yo he venido. Me parecía sentirte angustiado y doliente que orabas, que reparabas y sufrías y que con las palabras más elocuentes y conmovedoras suplicabas la salvación de las almas. He tratado de seguirte en todo, y ahora, teniendo que dejarte por mis habituales obligaciones, siento el deber de decirte: "Gracias" y "Te Bendigo". Sí, oh Jesús!, gracias te repito mil y mil veces y Te bendigo por todo lo que has hecho y padecido por mí y por todos...

               Gracias y Te bendigo por cada gota de Sangre que has derramado, por cada respiro, por cada latido, por cada paso, palabra y mirada, por cada amargura y ofensa que has soportado. En todo, oh Jesús mío, quiero besarte con un "Gracias" y un "Te bendigo". 

               Ah Jesús, haz que todo mi ser Te envíe un flujo continuo de gratitud y de bendiciones, de manera que atraiga sobre mí y sobre todos el flujo continuo de Tus bendiciones y de Tus gracias...

               Ah Jesús, estréchame a Tu Corazón y con Tus manos santísimas séllame todas las partículas de mi ser con un "Te Bendigo" Tuyo, para hacer que no pueda salir de mí otra cosa sino un himno de amor continuo hacia Ti. 

               Dulce Amor mío, debiendo atender a mis ocupaciones, me quedo en Tu Corazón. Temo salir de Él, pero Tú me mantendrás en Él, ¿no es cierto? Nuestros latidos se tocarán sin cesar, de manera que me darás vida, amor y estrecha e inseparable unión Contigo. 

               Ah, te ruego, dulce Jesús mío, si ves que alguna vez estoy por dejarte, que Tus latidos se sientan más fuertemente en los míos, que tus manos me estrechen más fuertemente a Tu Corazón, que Tus ojos me miren y me lancen saetas de fuego, para que sintiéndote, me deje atraer a la mayor unión Contigo. Oh Jesús mío!, mantente en guardia para que no me aleje de Ti. Ah bésame, abrázame, bendíceme y haz junto conmigo lo que debo ahora hacer... 


LAS HORAS DE LA PASIÓN cuenta con aprobación eclesiástica:
Imprimatur dado en el año 1915 por el Arzobispo de Trani, Monseñor
Giuseppe María Leoy con Nihil Obstat del Padre Aníbal María de Francia




jueves, 26 de septiembre de 2024

ORACIÓN DE OFRECIMIENTO PARA RECITAR DESPUÉS DE COMULGAR A JESÚS SACRAMENTADO



Estampa devocional diseñada para ser impresa a doble cara. 
Permitida su difusión, sin fines comerciales

               "Habiendo recibido la Santa Comunión, estaba pensando cómo ofrecer una cosa más especial a Jesús, cómo mostrarle mi amor y darle mayor gusto; y le he dicho: "Queridísimo Jesús mío, Te ofrezco mi corazón para Tu satisfacción y Tu eterna alabanza, y Te ofrezco todo mi ser, hasta las mínimas partículas de mi cuerpo, como otros tantos muros que pongo delante de Ti, para impedir toda ofensa que Te hagan, aceptando todas sobre mí, si fuera posible y como a Ti Te guste, hasta el día del Juicio; y ya que quiero que mi ofrecimiento sea completo y Te satisfaga por todos, quiero que todas las penas que tenga que soportar, recibiendo yo las ofensas que Te hagan, Te compensen por toda la Gloria que habrían debido darte los Santos que están en el Cielo cuando estaban en la tierra, la que Te debían dar las Almas del Purgatorio y la Gloria que Te deben todos los hombres pasados, presentes y futuros; Te las ofrezco por todos en general y por cada uno en particular". 


Nuestro Señor a Luisa Piccarreta, "Libro de Cielo", Vol. 4, 3 de Octubre de 1901



martes, 24 de septiembre de 2024

POR TANTOS QUE SE DESPOJAN DE TODO PUDOR



                 Purísimo Jesús mío, ya estás junto a la columna. Los soldados, con ferocidad te sueltan para atarte a la columna, pero no les es suficiente, te despojan de Tus vestiduras para hacer cruel carnicería de Tu Santísimo Cuerpo... Amor mío y vida mía, me siento desfallecer de dolor viéndote casi desnudo.

               Despojado Jesús mío, permíteme que me desahogue, pues de lo contrario no podré continuar viéndote sufrir tanto... ¿Cómo? Tú, que vistes a todas las cosas creadas, al sol de la luz, al cielo de estrellas, a las plantas de hojas y de flores y a los pajarillos de plumas... Tú, ¿desnudo? ¡Qué osadía, qué atrevimiento!

               Pero mi amantísimo Jesús, con la luz que irradia de Sus ojos, me dice: "Calla, oh hija. Era necesario que Yo fuese desnudado para reparar por tantos que se despojan de todo pudor, de candor y de inocencia; que se desnudan de todo bien y virtud y de Mi Gracia, y se visten de toda brutalidad, viviendo a la manera de las bestias. En Mi virginal confusión quise reparar por tantas deshonestidades y lascivias y placeres bestiales... Pero sigue atenta a todo lo que hago, ora y repara Conmigo…


Extraído de la Decimosexta Hora de “Las Horas de la Pasión”, 
revelaciones de Nuestro Señor a la mística Luisa Piccarreta 



domingo, 22 de septiembre de 2024

LA VIDA DIVINA EN EL ALMA



               "Hija mía, a lo que quiero que prestes más atención es a la constancia en el bien, tanto en el interior como en el exterior, porque la repetición de amarme, de tantos actos interiores y del bien constante, hace crecer siempre la Vida Divina en el alma, pero con tal energía que puede compararse a aquel bebé que creciendo en un aire bueno y con alimentos sanos crece siempre bien, con plena salud, hasta que llega a debida estatura sin haber tenido necesidad ni de médicos ni de medicinas, es más, es tan robusto y fuerte que alivia y ayuda a los demás"


Nuestro Señor a Luisa Piccarreta, "Libro de Cielo", Vol. 8, 26 de Agosto de 1908



viernes, 20 de septiembre de 2024

LAS HORAS DE LA PASIÓN, de las Revelaciones de Luisa Piccarreta. TERCERA HORA: La Cena Legal

   

"...lo que más Me duele es ver a personas religiosas 
que se fatigan para hacer adquisición de doctrinas, 
de especulaciones, de historias, pero de Mi Pasión, nada, 
así que Mi Pasión muchas veces está desterrada de 
las iglesias, de la boca de los Sacerdotes, así que su hablar 
es sin luz, y las gentes se quedan más en ayunas que antes." 


Revelación de Nuestro Señor a Luisa Piccarreta, el 9 de Marzo de 1930


Preparación antes de la Meditación 


               Oh Señor mío Jesucristo, postrado ante Tu divina Presencia suplico a Tu amorosísimo Corazón que quieras admitirme a la dolorosa meditación de las Veinticuatro Horas en las que por nuestro amor quisiste padecer, tanto en Tu Cuerpo adorable como en Tu Alma Santísima, hasta la muerte de Cruz. 

               Ah, dame Tu ayuda, Gracia, Amor, profunda compasión y entendimiento de Tus padecimientos mientras medito ahora la Hora...(primera, segunda, etc) y por las que no puedo meditar te ofrezco la voluntad que tengo de meditarlas, y quiero en mi intención meditarlas durante las horas en que estoy obligado dedicarme a mis deberes o a dormir. 

               Acepta, oh misericordioso Señor, mi amorosa intención y haz que sea de provecho para mí y para muchos, como si en efecto hiciera santamente todo lo que deseo practicar. 

               Gracias te doy, oh mi Jesús, por llamarme a la unión Contigo por medio de la oración. Y para agradecerte mejor, tomo Tus pensamientos, Tu lengua, Tu Corazón, y con éstos quiero orar, fundiéndome todo en Tu Voluntad y en Tu amor, y extendiendo mis brazos para abrazarte y apoyando mi cabeza en Tu Corazón empiezo...





DE LAS 7 A LAS 8 DE LA NOCHE 

TERCERA HORA 

La Cena legal 


               Oh Jesús, ya llegas al Cenáculo con Tus amados Discípulos y te pones a la mesa con ellos. Qué dulzura, qué afabilidad muestras en toda Tu Persona al abajarte a tomar por última vez el alimento material. Aquí todo es amor en Ti, y también en esto no sólo reparas por los pecados de gula sino que nos obtienes también la santificación del alimento; y de igual modo que éste se convierte en fuerza, así nos obtienes la Santidad hasta en las cosas más bajas y más corrientes. 

               Jesús, vida mía, Tu mirada dulce y penetrante parece escrutar a todos los Apóstoles; y aún en ese acto de tomar el alimento, Tu Corazón queda traspasado viendo a Tus amados Apóstoles débiles y vacilantes todavía, sobre todo el pérfido Judas, que ya ha puesto un pie en el infierno. Y Tú desde el fondo de Tu Corazón amargamente dices: "¿Cuál es la utilidad de Mi Sangre? ¡He ahí un alma, tan beneficiada por Mí: está perdida!". Y con Tus ojos resplandecientes de luz lo miras, como queriendo hacerle comprender el gran mal cometido. Pero Tu suprema Caridad te hace soportar este dolor y no lo manifiestas ni siquiera a Tus amados Apóstoles...

               Y mientras sufres por Judas, Tu Corazón querría llenarse de alegría viendo contener más el amor, atrayéndolo dulcemente a Ti le haces apoyar su cabeza sobre Tu Corazón, haciéndole probar el Paraíso por adelantado. Es en esta hora solemne cuando en los Discípulos son representados dos pueblos, el réprobo y el elegido. El réprobo en Judas, que ya siente el Infierno en el corazón y el elegido en Juan, que en Ti reposa y goza. 

               Oh dulce Bien mío, también yo me pongo a Tu lado y junto con Tu Discípulo amado quiero apoyar mi cabeza cansada sobre Tu Corazón adorable y rogarte que a mí también me hagas sentir sobre esta tierra las delicias del Cielo, y así la tierra ya no sea más tierra para mí sino Cielo, raptada por las dulces armonías de Tu Corazón... 

               Pero estas armonías dulcísimas y divinas siento que se te escapan dolorosos latidos:¡Son por las almas que se perderán. ¡Haz que Tu palpitar corriendo en el suyo les haga sentir los latidos de la Vida del Cielo como los siente Tu amado Discípulo Juan y que atraídas por la suavidad y la dulzura de Tu Amor puedan rendirse todas a Ti. Oh Jesús mientras me quedo en Tu Corazón dame también a mí el alimento como se lo diste a los Apóstoles: El alimento de la Divina Voluntad, el alimento del Amor, el alimento de la Palabra Divina. Y Jamás, oh Jesús mío, me niegues este alimento que tanto deseas Tú darme, de modo que forme en mí Tu misma Vida. 

               Dulce Bien mío, mientras me estoy a tu lado veo que el alimento que tomas con Tus amados Discípulos no es sino un cordero. Es el cordero que te representa, y como en este cordero no queda ningún humor vital por la acción del fuego, así Tú, místico cordero, que por las criaturas debes consumirte todo por fuerza de amor, ni siquiera una gota de Tu Sangre conservarás para Ti, derramándola toda por amor a nosotros. Nada haces Tú que no represente a lo vivo Tu dolorosísima Pasión, la que tienes siempre en la mente, en el Corazón, en todo, y así me enseñas que si yo tuviera también siempre en la mente y en el corazón el pensamiento de Tu Pasión, jamás me negarías el alimento de Tu Amor. 

               ¡Cuánto te doy las gracias, oh Jesús mío! Ningún acto se te pasa en que no me tengas presente y con el que no pretendas hacerme un bien especial, por eso te ruego que Tu Pasión esté siempre en mi mente, en mi corazón, en mis miradas, en mis pasos, en mis obras, a fin de que a dondequiera que me dirija, dentro y fuera de mi te encuentre siempre presente para mí, y dame la gracia de que no olvide jamás lo que Tú sufriste y padeciste por mí. Esto sea para mí como un imán que atrayendo todo mi ser a Ti, haga que no pueda nunca jamás alejarme de Ti.




Ofrecimiento después de Cada Hora

 

                Amable Jesús mío, Tú me has llamado en esta Hora de Tu Pasión a hacerte compañía y yo he venido. Me parecía sentirte angustiado y doliente que orabas, que reparabas y sufrías y que con las palabras más elocuentes y conmovedoras suplicabas la salvación de las almas. He tratado de seguirte en todo, y ahora, teniendo que dejarte por mis habituales obligaciones, siento el deber de decirte: "Gracias" y "Te Bendigo". Sí, oh Jesús!, gracias te repito mil y mil veces y Te bendigo por todo lo que has hecho y padecido por mí y por todos...

               Gracias y Te bendigo por cada gota de Sangre que has derramado, por cada respiro, por cada latido, por cada paso, palabra y mirada, por cada amargura y ofensa que has soportado. En todo, oh Jesús mío, quiero besarte con un "Gracias" y un "Te bendigo". 

               Ah Jesús, haz que todo mi ser Te envíe un flujo continuo de gratitud y de bendiciones, de manera que atraiga sobre mí y sobre todos el flujo continuo de Tus bendiciones y de Tus gracias...

               Ah Jesús, estréchame a Tu Corazón y con tus manos santísimas séllame todas las partículas de mi ser con un "Te Bendigo" Tuyo, para hacer que no pueda salir de mí otra cosa sino un himno de amor continuo hacia Ti. 

               Dulce Amor mío, debiendo atender a mis ocupaciones, me quedo en Tu Corazón. Temo salir de Él, pero Tú me mantendrás en Él, ¿no es cierto? Nuestros latidos se tocarán sin cesar, de manera que me darás vida, amor y estrecha e inseparable unión Contigo. 

               Ah, te ruego, dulce Jesús mío, si ves que alguna vez estoy por dejarte, que Tus latidos se sientan más fuertemente en los míos, que tus manos me estrechen más fuertemente a Tu Corazón, que Tus ojos me miren y me lancen saetas de fuego, para que sintiéndote, me deje atraer a la mayor unión Contigo. Oh Jesús mío!, mantente en guardia para que no me aleje de Ti. Ah bésame, abrázame, bendíceme y haz junto conmigo lo que debo ahora hacer... 


LAS HORAS DE LA PASIÓN cuenta con aprobación eclesiástica:
Imprimatur dado en el año 1915 por el Arzobispo de Trani, Monseñor
Giuseppe María Leoy con Nihil Obstat del Padre Aníbal María de Francia




miércoles, 18 de septiembre de 2024

POR TODA LA GLORIA QUE TODAS LAS CRIATURAS HUBIERAN DEBIDO DARTE

               


               "¿Quieres alguna reparación? Hagámosla juntos; así mis reparaciones unidas a las Tuyas producirán sus efectos, pues sólo las mías creo que Te disgustarían aún más…

               Así he tomado Su mano ensangrentada, y besándola he dicho el "Laudate Dominum" (1) con el "Gloria Patri", Jesús una parte y yo la otra, para reparar tantas obras malas que se cometen, poniendo la intención de alabarlo tantas veces por cuantas ofensas recibe con las malas acciones. 

               ¡Qué conmovedor era ver orar a Jesús! Luego he seguido haciendo lo mismo con la otra mano, con la intención de alabarlo tantas veces por cuantas ofensas recibe por los pecados que son causa de otros.

               Después los pies, con la intención de alabarlo tantas veces cuanto son los malos pasos y los malos senderos recorridos, aun bajo aspecto de piedad y santidad. 

               Por último el Corazón, con la intención de alabarlo tantas veces por cuantas el corazón humano no palpita por Dios, no lo ama, no lo desea. Mi amado Jesús parecía confortado del todo con esas reparaciones hechas junto con Él.

                Ah, Señor, por todas las gotas de Sangre y las Lágrimas que derramaste, por todas las espinas que sufriste, por cuantas heridas soportaste, tanta Gloria quiero darte, por toda la Gloria que todas las criaturas hubieran debido darte, si no existiera el pecado de soberbia, y tantas gracias quiero pedirte en favor de todas las criaturas, para hacer que ese pecado se destruya... 

               Señor, toda la Gloria que las criaturas deberían darte con la boca y no Te dan, yo quiero dártela con la mía y pido para ellas que hagan un uso de la boca bueno y santo, uniéndome siempre a Tu misma boca, Jesús". 


Nuestro Señor a Luisa Piccarreta, "Libro de Cielo", Vol. 4, 5 de Enero y 10 de Septiembre de 1901


NOTA

          1) Se refiere al Salmo 117, usado como Himno en la Liturgia, en particular tras la bendición con el Santísimo Sacramento.

     Laudate Dominum omnes gentes, laudate eum, omnes populi, quoniam confirmata est super nos misericordia eius, et veritas, veritas Domini manet, manet in aeternum.



lunes, 16 de septiembre de 2024

EN VIRTUD DE SU MATERNIDAD Y DE SUS DOLORES



               "Cada alma vale más que un mundo entero, ninguno entra en el Cielo si no es por medio Suyo y en virtud de Su Maternidad y de Sus dolores, así que cada alma es una propiedad Suya, por eso se le puede dar de hecho el nombre de verdadera Señora"


Nuestro Señor a Luisa Piccarreta, "Libro de Cielo", Vol. 33, 8 de Julio de 1935




viernes, 13 de septiembre de 2024

LAS HORAS DE LA PASIÓN, de las Revelaciones de Luisa Piccarreta. SEGUNDA HORA: Jesús se aleja de Su Madre Santísima y se encamina al Cenáculo

   

"...Estas Horas son el orden del Universo, y ponen 
en armonía el Cielo y la tierra y Me disuaden de 
no destruir al  mundo; siento poner en circulación 
Mi Sangre, Mis Llagas, Mi Amor y todo lo que 
Yo hice, y corren sobre todos para salvar a todos. 
Y conforme las almas hacen estas Horas de la Pasión, 
Me siento poner en camino Mi Sangre, Mis Llagas, 
Mis ansias de salvar las almas, y Me siento repetir 
Mi Vida. ¿Cómo pueden obtener las criaturas algún 
bien si no es por medio de estas Horas?


Revelación de Nuestro Señor a Luisa Piccarreta, el 12 de Julio de 1918


Preparación antes de la Meditación 


               Oh Señor mío Jesucristo, postrado ante Tu divina Presencia suplico a Tu amorosísimo Corazón que quieras admitirme a la dolorosa meditación de las Veinticuatro Horas en las que por nuestro amor quisiste padecer, tanto en Tu Cuerpo adorable como en Tu Alma Santísima, hasta la muerte de Cruz. 

               Ah, dame Tu ayuda, Gracia, Amor, profunda compasión y entendimiento de Tus padecimientos mientras medito ahora la Hora...(primera, segunda, etc) y por las que no puedo meditar te ofrezco la voluntad que tengo de meditarlas, y quiero en mi intención meditarlas durante las horas en que estoy obligado dedicarme a mis deberes o a dormir. 

               Acepta, oh misericordioso Señor, mi amorosa intención y haz que sea de provecho para mí y para muchos, como si en efecto hiciera santamente todo lo que deseo practicar. 

               Gracias te doy, oh mi Jesús, por llamarme a la unión Contigo por medio de la oración. Y para agradecerte mejor, tomo Tus pensamientos, Tu lengua, Tu Corazón, y con éstos quiero orar, fundiéndome todo en Tu Voluntad y en Tu amor, y extendiendo mis brazos para abrazarte y apoyando mi cabeza en Tu Corazón empiezo...





DE LAS 6 A LAS 7 DE LA TARDE 

SEGUNDA HORA 

Jesús se aleja de Su Madre Santísima 
y se encamina al Cenáculo

                Jesús mío adorable, mientras tomo parte junto Contigo en Tus Dolores y en los de Tu afligida Madre, veo que te decides a partir para encaminarte adonde el querer del Padre te llama. Es tan grande el dolor entre Hijo y Madre, que os hace inseparables, por lo que Tú te quedas en el Corazón de Tu Mamá y la dulce Mamá y Reina se deja en el Tuyo, de lo contrario os hubiera sido imposible separaros. 

               Pero después, bendiciéndoos mutuamente, Tú le das Tu último beso para darle fuerzas en los amargos dolores que va a sufrir, le dices Tu último adiós y partes. Pero la palidez de Tu Rostro, los labios temblorosos, Tu voz sofocada, como si fueras a romper en llanto al decirle adiós...ah, todo esto me dice cuánto la amas y lo que sufres al dejarla. Pero para cumplir la Voluntad del Padre, con Vuestros Corazones fundidos el uno en el otro, a todo os sometéis queriendo reparar por aquellos que por no vencer las ternuras de los familiares o amigos o los vínculos y los apegos a las criaturas no se preocupan por cumplir el Querer Santo de Dios y corresponder al estado de Santidad al que Dios los llama. Qué dolor te dan estas almas al rechazar de sus corazones al amor que quieres darles y se contentan con el amor de las criaturas...

               Amable Amor mío, mientras reparo Contigo permite que me quede con Tu Mamá para consolarla y sostenerla mientras Tú te alejas, después apresuraré mis pasos para alcanzarte. Pero con sumo dolor mío veo que mi angustiada Mamá tiembla, y es tanto Su Dolor que mientras trata de decir adiós al Hijo, la voz se le apaga en los labios y no puede articular palabra alguna; se siente desfallecer y en su delirio de amor dice: "Hijo Mío, Hijo Mío, te bendigo! ¡Qué amarga separación, más cruel que cualquier muerte!". Pero el dolor le impide hablar y la enmudece...

               ¡Desconsolada Reina, deja que te sostenga, que te enjugue las lágrimas, que te compadezca en Tu amargo Dolor! 

               Madre mía, no te dejaré sola. Tú tómame Contigo y enséñame, en este momento tan doloroso para Jesús y para Ti, lo que debo hacer, cómo debo defenderlo, cómo debo repararlo y consolarlo, y si debo exponer mi vida para defender la Suya... No, no me separaré de debajo de Tu Manto, a una señal Tuya volaré a Jesús y llevaré Tu amor, Tus afectos, y Tus besos junto con los míos y los pondré en cada Llaga, en cada gota de Su Sangre, en cada pena e insulto, a fin de que sintiendo en cada pena los besos y el amor de Su Mamá, Sus penas queden endulzadas, y después volveré bajo Tu manto trayéndote Sus besos para endulzar Tu Corazón traspasado. Madre mía, el corazón me palpita, quiero ir a Jesús, y mientras beso Tus manos maternas bendíceme como has bendecido a Jesús y permíteme que vaya a Él.

               Dulce Jesús mío, el amor me descubre Tus pasos y te alcanzo mientras recorres las calles de Jerusalén con Tus amados Discípulos, te miro y te veo todavía pálido, oigo Tu voz, dulce, sí, pero triste, con una tristeza que rompe el corazón de Tus Discípulos, que están turbados. "Es la última vez -dices- que recorro estas calles por Mí mismo, mañana las recorreré atado y arrastrado entre mil insultos".

               Y distinguiendo los lugares en los que serás más insultado y maltratado sigues diciendo: "Mi Vida está por terminar acá abajo, como está por ponerse el sol, y mañana, a esta hora, ya no existiré... Pero como sol resucitaré al tercer día". Al oír Tus palabras, los Apóstoles más se entristecen y no saben qué responder. Pero Tú añades: "Ánimo, no os abatáis, Yo no os dejo, siempre estaré con vosotros, pero es necesario que Yo muera por el bien de todos". Y así diciendo te conmueves y con voz temblorosa continúas instruyéndolos. 

              Antes de entrar en el Cenáculo miras el sol que ya se pone, así como está por ponerse Tu Vida y ofreces Tus pasos por aquellos que se encuentran en el ocaso de su vida y das la gracia de que la hagan ponerse en Ti y reparas por aquellos que a pesar de los sinsabores y de los desengaños de la vida se obstinan en no rendirse a Ti. 

               Después miras de nuevo a Jerusalén, el centro de Tus milagros y de las predilecciones de Tu Corazón, y que en pago ya te está preparando la Cruz y afilando los clavos para cometer el deicidio, y te estremeces, y se te rompe el Corazón y lloras por su destrucción. Y con esto reparas por tantas almas consagradas a Ti, almas que con tanto cuidado tratabas de convertir en portentos de Tu Amor y que ellas, ingratas, no te corresponden y te hacen así padecer mayores amarguras... y yo quiero reparar Contigo para endulzar esta herida de Tu Corazón. Pero veo que te quedas horrorizado ante la vista de Jerusalén y retirando de ella Tus miradas entras ya en el Cenáculo...

               Amor mío, estréchame a Tu Corazón para que haga mías Tus amarguras y las ofrezca junto Contigo. Y Tú mira piadoso mi alma y derramando Tu Amor en ella bendíceme. 




Ofrecimiento después de Cada Hora

 

                Amable Jesús mío, Tú me has llamado en esta Hora de Tu Pasión a hacerte compañía y yo he venido. Me parecía sentirte angustiado y doliente que orabas, que reparabas y sufrías y que con las palabras más elocuentes y conmovedoras suplicabas la salvación de las almas. He tratado de seguirte en todo, y ahora, teniendo que dejarte por mis habituales obligaciones, siento el deber de decirte: "Gracias" y "Te Bendigo". Sí, oh Jesús!, gracias te repito mil y mil veces y Te bendigo por todo lo que has hecho y padecido por mí y por todos...

               Gracias y Te bendigo por cada gota de Sangre que has derramado, por cada respiro, por cada latido, por cada paso, palabra y mirada, por cada amargura y ofensa que has soportado. En todo, oh Jesús mío, quiero besarte con un "Gracias" y un "Te bendigo". 

               Ah Jesús, haz que todo mi ser Te envíe un flujo continuo de gratitud y de bendiciones, de manera que atraiga sobre mí y sobre todos el flujo continuo de Tus bendiciones y de Tus gracias...

               Ah Jesús, estréchame a Tu Corazón y con Tus manos santísimas séllame todas las partículas de mi ser con un "Te Bendigo" Tuyo, para hacer que no pueda salir de mí otra cosa sino un himno de amor continuo hacia Ti. 

               Dulce Amor mío, debiendo atender a mis ocupaciones, me quedo en Tu Corazón. Temo salir de Él, pero Tú me mantendrás en Él, ¿no es cierto? Nuestros latidos se tocarán sin cesar, de manera que me darás vida, amor y estrecha e inseparable unión Contigo. 

               Ah, te ruego, dulce Jesús mío, si ves que alguna vez estoy por dejarte, que Tus latidos se sientan más fuertemente en los míos, que tus manos me estrechen más fuertemente a Tu Corazón, que Tus ojos me miren y me lancen saetas de fuego, para que sintiéndote, me deje atraer a la mayor unión Contigo. Oh Jesús mío!, mantente en guardia para que no me aleje de Ti. Ah bésame, abrázame, bendíceme y haz junto conmigo lo que debo ahora hacer... 


LAS HORAS DE LA PASIÓN cuenta con aprobación eclesiástica:
Imprimatur dado en el año 1915 por el Arzobispo de Trani, Monseñor
Giuseppe María Leoy con Nihil Obstat del Padre Aníbal María de Francia




jueves, 12 de septiembre de 2024

TODO DEBE MORIR EN MI QUERER

               



               "No lo quieres comprender, que antes de morir debes morir a todo, al sufrir, a los deseos, a los fervores, a todo, y todo debe morir en Mi Querer y en Mi Amor. Lo que es eterno en el Cielo es Mi Voluntad y el Amor, todas las otras virtudes terminan, paciencia, obediencia, sufrimiento, deseos, sólo Mi Voluntad y el Amor no terminan jamás, por eso en Mi Voluntad y en el Amor debes hacer morir todo anticipadamente".


Nuestro Señor a Luisa Piccarreta, "Libro de Cielo", Vol. 9; 26 de Febrero de 1910


domingo, 8 de septiembre de 2024

LA NATIVIDAD DE LA SANTÍSIMA VIRGEN




               "Hija de Mi Corazón, Mi nacimiento fue prodigioso; ningún otro nacimiento puede decirse que sea semejante al mío. Yo contenía en Mí el Cielo, el Sol de la Divina Voluntad y también la tierra de Mi humanidad, tierra bendita y santa que producía las más bellas floraciones, y aunque era apenas recién nacida, Yo poseía el prodigio de los prodigios: el Querer Divino que reinaba en Mí, el cual formaba en Mí un Cielo más hermoso, un Sol más refulgente de el de la Creación, de la cual Yo era la Reina, incluido también un mar de gracias sin límites, que murmuraba siempre amor, amor a Mi Creador. 

               Por eso Mi nacimiento fue la verdadera alba que pone en fuga la noche del querer humano, y a medida que iba Yo creciendo, así iba formando la aurora y llamaba al día esplendorosísimo para hacer surgir el Sol del Verbo Eterno sobre la tierra. 

               Hija Mía, ven a Mi cuna a escuchar a tu Mamá pequeñita. Apenas hube nacido, abrí los ojos para ver este bajo mundo, para ir en busca de todos Mis hijos y meterlos en Mi Corazón, para darles Mi materno amor y, engendrándolos a una nueva vida de amor y de gracia, hacer que pudieran entrar en el Reino del FIAT Divino, que Yo poseía. Quise hacer de Reina y de Madre, metiéndolos en Mi Corazón para ponerlos a todos a salvo y darles el gran don del Reino Divino. En Mi Corazón tenía espacio para todos, porque para el que posee la Divina Voluntad no hay estrecheces, sino anchuras infinitas. Así que te miré a ti también, hija Mía, nadie se me escapó, y como aquel día todos festejaron Mi nacimiento, también para mí fue fiesta. 

               Pero al abrir los ojos a la luz tuve el dolor de ver las criaturas sumidas en la densa noche del querer humano. ¡Oh, en qué abismo de tinieblas se halla la criatura que se deja dominar por su voluntad! Esa es la verdadera noche, pero noche sin estrellas, al máximo con algún relámpago fugaz, fácilmente seguido por truenos, que retumbando hacen aún más densas las tinieblas y descargan la tempestad sobre la pobre criatura, tempestad de temores, de debilidades, de peligros, de caídas en el mal. 

               Mi Corazoncito se sintió traspasado al ver a Mis hijos en esa horrible tempestad, en que los había sumido la noche del querer humano. Por tanto, escucha a tu Mamá: aún estoy en la cuna, Soy pequeñita; mira Mis lágrimas, que derramo por ti. Cada vez que haces tu voluntad formas una noche para ti, y si supieras cuánto daño te hace esa noche, llorarías Conmigo. Te hace perder la luz del día del Querer Santo, te hacer volcar, te paraliza en el bien, te interrumpe el verdadero amor y te hace una pobre enferma a la que le faltan las cosas necesarias para curarse. Ah, hija Mía, hija querida, óyeme, no hagas nunca tu voluntad, dame palabra de que contentarás a tu Mamita". 


(Luisa Piccarreta, "La Virgen María en el Reino de la Divina Voluntad", día 10°) 


               "¿Pero sabes tú qué fue lo primero que hizo esta noble Reina cuando, al salir del seno materno, abrió los ojos a la luz de este bajo mundo? Al nacer, los Ángeles le cantaron la canción de cuna a la Niña Celestial; Ella quedó arrobada y Su Alma tan bella salió de Su cuerpecito, acompañada por multitudes de Ángeles, y recorrió Cielos y tierra, yendo a recoger todo el amor que Dios había derramado en toda la Creación, y penetrando en el Paraíso vino a los pies de Nuestro trono a ofrecernos la correspondencia de amor de todo lo creado y pronunció su primer "gracias" en nombre de todos. Oh, cómo Nos sentimos felices al oír el "gracias" de esta Niñita Reina, y le confirmamos todas las gracias, todos los dones, haciéndole superar a todas las demás criaturas reunidas juntas. 

               A continuación, lanzándose a nuestros brazos, se sumergió en Nuestras delicias, nadando en el piélago de todos los contentos, quedando embellecida con nueva belleza, nueva luz y nuevo amor; suplicó de nuevo por el género humano, suplicándonos con lágrimas que bajara el Verbo Eterno para salvar a Sus hermanos. Pero mientras hacía así, Nuestro Querer le hizo saber que bajara a la tierra, y Ella enseguida dejó nuestros contentos y gozos y se fue, para hacer... ¿qué cosa?. Nuestro Querer. ¡Qué potente atracción tenía nuestro Querer, habitante en la tierra en esta Reina recién nacida!. Ya no Nos parecía extraña la tierra, ya no éramos capaces de flagelarla haciendo uso de nuestra Justicia; teníamos la Potencia de Nuestra Voluntad, que en esta Niña inocente Nos sujetaba los brazos, Nos sonreía desde la tierra y convertía la Justicia en gracias y en dulce sonrisa, tanto que, no pudiendo resistir al dulce encanto, el Verbo Eterno apresuró Su curso. ¡Oh prodigio de Mi Querer Divino, a Ti se debe todo, por Ti se cumple todo, y no hay prodigio más grande que Mi Querer habitante en la criatura!".


(Luisa Piccarreta, "Libro de Cielo", volumen 15°, 8 de Diciembre de 1922)