viernes, 13 de septiembre de 2024

LAS HORAS DE LA PASIÓN, de las Revelaciones de Luisa Piccarreta. SEGUNDA HORA: Jesús se aleja de Su Madre Santísima y se encamina al Cenáculo

   

"...Estas Horas son el orden del Universo, y ponen 
en armonía el Cielo y la tierra y Me disuaden de 
no destruir al  mundo; siento poner en circulación 
Mi Sangre, Mis Llagas, Mi Amor y todo lo que 
Yo hice, y corren sobre todos para salvar a todos. 
Y conforme las almas hacen estas Horas de la Pasión, 
Me siento poner en camino Mi Sangre, Mis Llagas, 
Mis ansias de salvar las almas, y Me siento repetir 
Mi Vida. ¿Cómo pueden obtener las criaturas algún 
bien si no es por medio de estas Horas?


Revelación de Nuestro Señor a Luisa Piccarreta, el 12 de Julio de 1918


Preparación antes de la Meditación 


               Oh Señor mío Jesucristo, postrado ante Tu divina Presencia suplico a Tu amorosísimo Corazón que quieras admitirme a la dolorosa meditación de las Veinticuatro Horas en las que por nuestro amor quisiste padecer, tanto en Tu Cuerpo adorable como en Tu Alma Santísima, hasta la muerte de Cruz. 

               Ah, dame Tu ayuda, Gracia, Amor, profunda compasión y entendimiento de Tus padecimientos mientras medito ahora la Hora...(primera, segunda, etc) y por las que no puedo meditar te ofrezco la voluntad que tengo de meditarlas, y quiero en mi intención meditarlas durante las horas en que estoy obligado dedicarme a mis deberes o a dormir. 

               Acepta, oh misericordioso Señor, mi amorosa intención y haz que sea de provecho para mí y para muchos, como si en efecto hiciera santamente todo lo que deseo practicar. 

               Gracias te doy, oh mi Jesús, por llamarme a la unión Contigo por medio de la oración. Y para agradecerte mejor, tomo Tus pensamientos, Tu lengua, Tu Corazón, y con éstos quiero orar, fundiéndome todo en Tu Voluntad y en Tu amor, y extendiendo mis brazos para abrazarte y apoyando mi cabeza en Tu Corazón empiezo...





DE LAS 6 A LAS 7 DE LA TARDE 

SEGUNDA HORA 

Jesús se aleja de Su Madre Santísima 
y se encamina al Cenáculo

                Jesús mío adorable, mientras tomo parte junto Contigo en Tus Dolores y en los de Tu afligida Madre, veo que te decides a partir para encaminarte adonde el querer del Padre te llama. Es tan grande el dolor entre Hijo y Madre, que os hace inseparables, por lo que Tú te quedas en el Corazón de Tu Mamá y la dulce Mamá y Reina se deja en el Tuyo, de lo contrario os hubiera sido imposible separaros. 

               Pero después, bendiciéndoos mutuamente, Tú le das Tu último beso para darle fuerzas en los amargos dolores que va a sufrir, le dices Tu último adiós y partes. Pero la palidez de Tu Rostro, los labios temblorosos, Tu voz sofocada, como si fueras a romper en llanto al decirle adiós...ah, todo esto me dice cuánto la amas y lo que sufres al dejarla. Pero para cumplir la Voluntad del Padre, con Vuestros Corazones fundidos el uno en el otro, a todo os sometéis queriendo reparar por aquellos que por no vencer las ternuras de los familiares o amigos o los vínculos y los apegos a las criaturas no se preocupan por cumplir el Querer Santo de Dios y corresponder al estado de Santidad al que Dios los llama. Qué dolor te dan estas almas al rechazar de sus corazones al amor que quieres darles y se contentan con el amor de las criaturas...

               Amable Amor mío, mientras reparo Contigo permite que me quede con Tu Mamá para consolarla y sostenerla mientras Tú te alejas, después apresuraré mis pasos para alcanzarte. Pero con sumo dolor mío veo que mi angustiada Mamá tiembla, y es tanto Su Dolor que mientras trata de decir adiós al Hijo, la voz se le apaga en los labios y no puede articular palabra alguna; se siente desfallecer y en su delirio de amor dice: "Hijo Mío, Hijo Mío, te bendigo! ¡Qué amarga separación, más cruel que cualquier muerte!". Pero el dolor le impide hablar y la enmudece...

               ¡Desconsolada Reina, deja que te sostenga, que te enjugue las lágrimas, que te compadezca en Tu amargo Dolor! 

               Madre mía, no te dejaré sola. Tú tómame Contigo y enséñame, en este momento tan doloroso para Jesús y para Ti, lo que debo hacer, cómo debo defenderlo, cómo debo repararlo y consolarlo, y si debo exponer mi vida para defender la Suya... No, no me separaré de debajo de Tu Manto, a una señal Tuya volaré a Jesús y llevaré Tu amor, Tus afectos, y Tus besos junto con los míos y los pondré en cada Llaga, en cada gota de Su Sangre, en cada pena e insulto, a fin de que sintiendo en cada pena los besos y el amor de Su Mamá, Sus penas queden endulzadas, y después volveré bajo Tu manto trayéndote Sus besos para endulzar Tu Corazón traspasado. Madre mía, el corazón me palpita, quiero ir a Jesús, y mientras beso Tus manos maternas bendíceme como has bendecido a Jesús y permíteme que vaya a Él.

               Dulce Jesús mío, el amor me descubre Tus pasos y te alcanzo mientras recorres las calles de Jerusalén con Tus amados Discípulos, te miro y te veo todavía pálido, oigo Tu voz, dulce, sí, pero triste, con una tristeza que rompe el corazón de Tus Discípulos, que están turbados. "Es la última vez -dices- que recorro estas calles por Mí mismo, mañana las recorreré atado y arrastrado entre mil insultos".

               Y distinguiendo los lugares en los que serás más insultado y maltratado sigues diciendo: "Mi Vida está por terminar acá abajo, como está por ponerse el sol, y mañana, a esta hora, ya no existiré... Pero como sol resucitaré al tercer día". Al oír Tus palabras, los Apóstoles más se entristecen y no saben qué responder. Pero Tú añades: "Ánimo, no os abatáis, Yo no os dejo, siempre estaré con vosotros, pero es necesario que Yo muera por el bien de todos". Y así diciendo te conmueves y con voz temblorosa continúas instruyéndolos. 

              Antes de entrar en el Cenáculo miras el sol que ya se pone, así como está por ponerse Tu Vida y ofreces Tus pasos por aquellos que se encuentran en el ocaso de su vida y das la gracia de que la hagan ponerse en Ti y reparas por aquellos que a pesar de los sinsabores y de los desengaños de la vida se obstinan en no rendirse a Ti. 

               Después miras de nuevo a Jerusalén, el centro de Tus milagros y de las predilecciones de Tu Corazón, y que en pago ya te está preparando la Cruz y afilando los clavos para cometer el deicidio, y te estremeces, y se te rompe el Corazón y lloras por su destrucción. Y con esto reparas por tantas almas consagradas a Ti, almas que con tanto cuidado tratabas de convertir en portentos de Tu Amor y que ellas, ingratas, no te corresponden y te hacen así padecer mayores amarguras... y yo quiero reparar Contigo para endulzar esta herida de Tu Corazón. Pero veo que te quedas horrorizado ante la vista de Jerusalén y retirando de ella Tus miradas entras ya en el Cenáculo...

               Amor mío, estréchame a Tu Corazón para que haga mías Tus amarguras y las ofrezca junto Contigo. Y Tú mira piadoso mi alma y derramando Tu Amor en ella bendíceme. 




Ofrecimiento después de Cada Hora

 

                Amable Jesús mío, Tú me has llamado en esta Hora de Tu Pasión a hacerte compañía y yo he venido. Me parecía sentirte angustiado y doliente que orabas, que reparabas y sufrías y que con las palabras más elocuentes y conmovedoras suplicabas la salvación de las almas. He tratado de seguirte en todo, y ahora, teniendo que dejarte por mis habituales obligaciones, siento el deber de decirte: "Gracias" y "Te Bendigo". Sí, oh Jesús!, gracias te repito mil y mil veces y Te bendigo por todo lo que has hecho y padecido por mí y por todos...

               Gracias y Te bendigo por cada gota de Sangre que has derramado, por cada respiro, por cada latido, por cada paso, palabra y mirada, por cada amargura y ofensa que has soportado. En todo, oh Jesús mío, quiero besarte con un "Gracias" y un "Te bendigo". 

               Ah Jesús, haz que todo mi ser Te envíe un flujo continuo de gratitud y de bendiciones, de manera que atraiga sobre mí y sobre todos el flujo continuo de Tus bendiciones y de Tus gracias...

               Ah Jesús, estréchame a Tu Corazón y con Tus manos santísimas séllame todas las partículas de mi ser con un "Te Bendigo" Tuyo, para hacer que no pueda salir de mí otra cosa sino un himno de amor continuo hacia Ti. 

               Dulce Amor mío, debiendo atender a mis ocupaciones, me quedo en Tu Corazón. Temo salir de Él, pero Tú me mantendrás en Él, ¿no es cierto? Nuestros latidos se tocarán sin cesar, de manera que me darás vida, amor y estrecha e inseparable unión Contigo. 

               Ah, te ruego, dulce Jesús mío, si ves que alguna vez estoy por dejarte, que Tus latidos se sientan más fuertemente en los míos, que tus manos me estrechen más fuertemente a Tu Corazón, que Tus ojos me miren y me lancen saetas de fuego, para que sintiéndote, me deje atraer a la mayor unión Contigo. Oh Jesús mío!, mantente en guardia para que no me aleje de Ti. Ah bésame, abrázame, bendíceme y haz junto conmigo lo que debo ahora hacer... 


LAS HORAS DE LA PASIÓN cuenta con aprobación eclesiástica:
Imprimatur dado en el año 1915 por el Arzobispo de Trani, Monseñor
Giuseppe María Leoy con Nihil Obstat del Padre Aníbal María de Francia




jueves, 12 de septiembre de 2024

TODO DEBE MORIR EN MI QUERER

               



               "No lo quieres comprender, que antes de morir debes morir a todo, al sufrir, a los deseos, a los fervores, a todo, y todo debe morir en Mi Querer y en Mi Amor. Lo que es eterno en el Cielo es Mi Voluntad y el Amor, todas las otras virtudes terminan, paciencia, obediencia, sufrimiento, deseos, sólo Mi Voluntad y el Amor no terminan jamás, por eso en Mi Voluntad y en el Amor debes hacer morir todo anticipadamente".


Nuestro Señor a Luisa Piccarreta, "Libro de Cielo", Vol. 9; 26 de Febrero de 1910


domingo, 8 de septiembre de 2024

LA NATIVIDAD DE LA SANTÍSIMA VIRGEN




               "Hija de Mi Corazón, Mi nacimiento fue prodigioso; ningún otro nacimiento puede decirse que sea semejante al mío. Yo contenía en Mí el Cielo, el Sol de la Divina Voluntad y también la tierra de Mi humanidad, tierra bendita y santa que producía las más bellas floraciones, y aunque era apenas recién nacida, Yo poseía el prodigio de los prodigios: el Querer Divino que reinaba en Mí, el cual formaba en Mí un Cielo más hermoso, un Sol más refulgente de el de la Creación, de la cual Yo era la Reina, incluido también un mar de gracias sin límites, que murmuraba siempre amor, amor a Mi Creador. 

               Por eso Mi nacimiento fue la verdadera alba que pone en fuga la noche del querer humano, y a medida que iba Yo creciendo, así iba formando la aurora y llamaba al día esplendorosísimo para hacer surgir el Sol del Verbo Eterno sobre la tierra. 

               Hija Mía, ven a Mi cuna a escuchar a tu Mamá pequeñita. Apenas hube nacido, abrí los ojos para ver este bajo mundo, para ir en busca de todos Mis hijos y meterlos en Mi Corazón, para darles Mi materno amor y, engendrándolos a una nueva vida de amor y de gracia, hacer que pudieran entrar en el Reino del FIAT Divino, que Yo poseía. Quise hacer de Reina y de Madre, metiéndolos en Mi Corazón para ponerlos a todos a salvo y darles el gran don del Reino Divino. En Mi Corazón tenía espacio para todos, porque para el que posee la Divina Voluntad no hay estrecheces, sino anchuras infinitas. Así que te miré a ti también, hija Mía, nadie se me escapó, y como aquel día todos festejaron Mi nacimiento, también para mí fue fiesta. 

               Pero al abrir los ojos a la luz tuve el dolor de ver las criaturas sumidas en la densa noche del querer humano. ¡Oh, en qué abismo de tinieblas se halla la criatura que se deja dominar por su voluntad! Esa es la verdadera noche, pero noche sin estrellas, al máximo con algún relámpago fugaz, fácilmente seguido por truenos, que retumbando hacen aún más densas las tinieblas y descargan la tempestad sobre la pobre criatura, tempestad de temores, de debilidades, de peligros, de caídas en el mal. 

               Mi Corazoncito se sintió traspasado al ver a Mis hijos en esa horrible tempestad, en que los había sumido la noche del querer humano. Por tanto, escucha a tu Mamá: aún estoy en la cuna, Soy pequeñita; mira Mis lágrimas, que derramo por ti. Cada vez que haces tu voluntad formas una noche para ti, y si supieras cuánto daño te hace esa noche, llorarías Conmigo. Te hace perder la luz del día del Querer Santo, te hacer volcar, te paraliza en el bien, te interrumpe el verdadero amor y te hace una pobre enferma a la que le faltan las cosas necesarias para curarse. Ah, hija Mía, hija querida, óyeme, no hagas nunca tu voluntad, dame palabra de que contentarás a tu Mamita". 


(Luisa Piccarreta, "La Virgen María en el Reino de la Divina Voluntad", día 10°) 


               "¿Pero sabes tú qué fue lo primero que hizo esta noble Reina cuando, al salir del seno materno, abrió los ojos a la luz de este bajo mundo? Al nacer, los Ángeles le cantaron la canción de cuna a la Niña Celestial; Ella quedó arrobada y Su Alma tan bella salió de Su cuerpecito, acompañada por multitudes de Ángeles, y recorrió Cielos y tierra, yendo a recoger todo el amor que Dios había derramado en toda la Creación, y penetrando en el Paraíso vino a los pies de Nuestro trono a ofrecernos la correspondencia de amor de todo lo creado y pronunció su primer "gracias" en nombre de todos. Oh, cómo Nos sentimos felices al oír el "gracias" de esta Niñita Reina, y le confirmamos todas las gracias, todos los dones, haciéndole superar a todas las demás criaturas reunidas juntas. 

               A continuación, lanzándose a nuestros brazos, se sumergió en Nuestras delicias, nadando en el piélago de todos los contentos, quedando embellecida con nueva belleza, nueva luz y nuevo amor; suplicó de nuevo por el género humano, suplicándonos con lágrimas que bajara el Verbo Eterno para salvar a Sus hermanos. Pero mientras hacía así, Nuestro Querer le hizo saber que bajara a la tierra, y Ella enseguida dejó nuestros contentos y gozos y se fue, para hacer... ¿qué cosa?. Nuestro Querer. ¡Qué potente atracción tenía nuestro Querer, habitante en la tierra en esta Reina recién nacida!. Ya no Nos parecía extraña la tierra, ya no éramos capaces de flagelarla haciendo uso de nuestra Justicia; teníamos la Potencia de Nuestra Voluntad, que en esta Niña inocente Nos sujetaba los brazos, Nos sonreía desde la tierra y convertía la Justicia en gracias y en dulce sonrisa, tanto que, no pudiendo resistir al dulce encanto, el Verbo Eterno apresuró Su curso. ¡Oh prodigio de Mi Querer Divino, a Ti se debe todo, por Ti se cumple todo, y no hay prodigio más grande que Mi Querer habitante en la criatura!".


(Luisa Piccarreta, "Libro de Cielo", volumen 15°, 8 de Diciembre de 1922)




viernes, 6 de septiembre de 2024

LAS HORAS DE LA PASIÓN, de las Revelaciones de Luisa Piccarreta. PRIMERA HORA: Jesús se despide de Su Santísima Madre

  

"...el alma, a cada pensamiento de Mi Pasión, 
a cada condolencia, a cada  reparación, que hace, 
no hace otra cosa que tomar luz de Mi Humanidad 
y embellecerse a Mi semejanza, así que un 
pensamiento de más de mi Pasión, será una luz 
de más que le llevará un gozo eterno." 


Revelación de Nuestro Señor a Luisa Piccarreta, el 13 de Octubre de 1916


Preparación antes de la Meditación 


               Oh Señor mío Jesucristo, postrado ante Tu divina Presencia suplico a Tu amorosísimo Corazón que quieras admitirme a la dolorosa meditación de las Veinticuatro Horas en las que por nuestro amor quisiste padecer, tanto en Tu Cuerpo adorable como en Tu Alma Santísima, hasta la muerte de Cruz. 

               Ah, dame Tu ayuda, Gracia, Amor, profunda compasión y entendimiento de Tus padecimientos mientras medito ahora la Hora...(primera, segunda, etc) y por las que no puedo meditar te ofrezco la voluntad que tengo de meditarlas, y quiero en mi intención meditarlas durante las horas en que estoy obligado dedicarme a mis deberes o a dormir. 

               Acepta, oh misericordioso Señor, mi amorosa intención y haz que sea de provecho para mí y para muchos, como si en efecto hiciera santamente todo lo que deseo practicar. 

               Gracias te doy, oh mi Jesús, por llamarme a la unión Contigo por medio de la oración. Y para agradecerte mejor, tomo Tus pensamientos, Tu lengua, Tu Corazón, y con éstos quiero orar, fundiéndome todo en Tu Voluntad y en Tu amor, y extendiendo mis brazos para abrazarte y apoyando mi cabeza en Tu Corazón empiezo...





DE LAS 5 A LAS 6 DE LA TARDE 

PRIMERA HORA 

Jesús se despide de 
Su Santísima Madre 


               Oh Mamá Celestial, ya se acerca la hora de la separación y yo vengo a Ti. Oh Madre, dame Tu amor y Tus reparaciones, dame Tu dolor, pues junto Contigo quiero seguir paso a paso al adorado Jesús. Y he aquí que Jesús viene y Tú con el alma rebosante de amor corres a Su encuentro, pero al verlo tan pálido y triste, el corazón se Te oprime por el dolor, las fuerzas Te abandonan y estás a punto de desmayarte a Sus pies. 

               Oh dulce Mamá ¿sabes para qué ha venido a Ti el adorable Jesús? Ah, ha venido para decirte Su último adiós, para decirte una última palabra y para recibir Tu último abrazo... Oh Mamá, me estrecho a Ti con toda la ternura de que es capaz este mi pobre corazón, para que estrechado y unido a Ti pueda yo también recibir los abrazos del adorado Jesús. ¿Me desdeñas acaso Tú? ¿No es más bien un consuelo para Tu Corazón tener un alma a tu lado y que comparta Contigo las penas, los afectos y las reparaciones? Oh Jesús, en esta Hora tan desgarradora para Tu tiernísimo Corazón qué lección nos das, lección de filial y amorosa obediencia para con Tu Madre. 

               ¡Qué dulce armonía la que hay entre María y Tú! ¡Qué suave encanto de amor que sube hasta el Trono del Eterno y se extiende para salvar a todas las criaturas de la tierra! Oh Celestial Madre mía, ¿sabes lo que quiere de Ti el adorado Jesús? No quiere otra cosa sino Tu última bendición. Es verdad que de todas las partículas de Tu ser no salen sino bendiciones y alabanzas al Creador, pero Jesús al despedirse de Ti quiere oír esas dulces palabras: "Te Bendigo..." . Y yo me uno a Ti, oh dulce Mamá, y en las alas de los vientos quiero recorrer el Cielo para pedir al Padre, al Espíritu Santo y a los Ángeles todos un "Te Bendigo" para Jesús, a fin de que, yendo a Él, le pueda llevar Sus bendiciones. 

               Y aquí en la Tierra quiero ir a todas las criaturas y obtener de cada boca, de cada latido, de cada paso, de cada respiro, de cada mirada, de cada pensamiento, bendiciones y alabanzas a Jesús, y si ninguna me la quiere dar, yo quiero darlas por ellas. 

               Oh dulce Mamá, después de haber recorrido y girado por todo para pedir a la Sacrosanta Trinidad, a los Ángeles, a todas las criaturas, a la luz del sol, al perfume de las flores, a las olas del mar, a cada soplo de viento, a cada llama de fuego, a cada hoja que se mueve, al centellear de las estrellas, a cada movimiento de la naturaleza, un "Te Bendigo" vengo a Ti y uno mis bendiciones a las Tuyas.

               Dulce Mamá, veo que recibes consuelo y alivio y ofreces a Jesús todas mis bendiciones en reparación por todas las blasfemias y maldiciones que recibe de las criaturas. Pero mientras te ofrezco todo, oigo Tu voz temblorosa que dice: "Hijo, bendíceme también Tú". Y yo te digo, oh dulce Jesús mío, bendíceme a mí también al bendecir a Tu Madre, Bendice mis pensamientos, mi corazón, mis manos, mis pasos y todas mis obras, y bendiciendo a Tu Madre bendice a todas las criaturas. 

               Oh Madre mía, al ver el Rostro del dolorido de Jesús, pálido, acongojado y triste, se despierta en Ti el pensamiento de los dolores que dentro de poco habrá de sufrir... Prevés Su Rostro cubierto de salivazos y lo bendices; Su Cabeza traspasada por las espinas, Sus Ojos vendados, Su Cuerpo destrozado por los flagelos, Sus Manos y Sus Pies atravesados por los clavos, y adonde quiera que Él está a punto de ir Tú lo sigues con Tus bendiciones...Y junto Contigo yo también lo sigo. Cuando Jesús será golpeado por los flagelos, traspasado por los clavos, golpeado, coronado de espinas, en todo encontrará junto con Tu "Te Bendigo", el mío. 

               Oh Jesús, oh Madre, os compadezco. Inmenso es Vuestro dolor en estos últimos momentos, tan inmenso que parece que el corazón del uno arranque el corazón del otro. Oh Madre, arranca mi corazón de la Tierra y átalo fuerte a Jesús para que estrechado a Él pueda tomar parte en Tus Dolores. Y mientras os estrecháis, os abrazáis, os dirigís las últimas miradas y los últimos besos, estando yo en medio de vuestros dos Corazones, pueda yo recibir Vuestros últimos besos y Vuestros últimos abrazos. ¿No veis que no puedo estar sin Vosotros, a pesar de mis miserias y frialdades? 

               Jesús, Madre mía, tenedme estrechado a Vosotros, dadme Vuestro amor, Vuestro Querer, saetead mi pobre corazón, estrechadme ente Vuestros brazos, y junto Contigo, oh dulce Madre, quiero seguir paso a paso al adorado Jesús con la intención de darle consuelo, alivio, amor y reparación por todos. 

               Oh Jesús, junto con Tu Madre te beso el pie izquierdo suplicándote que quieras perdonarme a mí y a todas las criaturas por todas las veces que no hemos caminado hacia Dios. Beso Tu Pie derecho pidiéndote me perdones a mí y a todas las criaturas por todas las veces que no hemos seguido la perfección que Tú querías de nosotras. Beso tu Mano izquierda pidiéndote nos comuniques Tu Pureza. Beso Tu Mano derecha pidiéndote me bendigas todos mis latidos, mis pensamientos, los afectos, para que recibiendo el valor de Tu Bendición sean todos santificados. Y bendiciéndome a mí bendice también a todas las criaturas y con Tu bendición sella la salvación de sus almas. 

               Oh Jesús, junto con Tu Madre Te abrazo, y besándote el Corazón, Te ruego que pongas en medio de Vuestros dos Corazones el mío para que se alimente continuamente de Vuestros Amores, de Vuestros Dolores, de Vuestros mismos afectos y deseos, en suma, de Vuestra misma Vida. Así sea.




Ofrecimiento después de Cada Hora

 

                Amable Jesús mío, Tú me has llamado en esta Hora de Tu Pasión a hacerte compañía y yo he venido. Me parecía sentirte angustiado y doliente que orabas, que reparabas y sufrías y que con las palabras más elocuentes y conmovedoras suplicabas la salvación de las almas. He tratado de seguirte en todo, y ahora, teniendo que dejarte por mis habituales obligaciones, siento el deber de decirte: "Gracias" y "Te Bendigo". Sí, oh Jesús!, gracias te repito mil y mil veces y Te bendigo por todo lo que has hecho y padecido por mí y por todos...

               Gracias y Te bendigo por cada gota de Sangre que has derramado, por cada respiro, por cada latido, por cada paso, palabra y mirada, por cada amargura y ofensa que has soportado. En todo, oh Jesús mío, quiero besarte con un "Gracias" y un "Te bendigo". 

               Ah Jesús, haz que todo mi ser Te envíe un flujo continuo de gratitud y de bendiciones, de manera que atraiga sobre mí y sobre todos el flujo continuo de Tus bendiciones y de Tus gracias...

               Ah Jesús, estréchame a Tu Corazón y con Tus manos santísimas séllame todas las partículas de mi ser con un "Te Bendigo" Tuyo, para hacer que no pueda salir de mí otra cosa sino un himno de amor continuo hacia Ti. 

               Dulce Amor mío, debiendo atender a mis ocupaciones, me quedo en Tu Corazón. Temo salir de Él, pero Tú me mantendrás en Él, ¿no es cierto? Nuestros latidos se tocarán sin cesar, de manera que me darás vida, amor y estrecha e inseparable unión Contigo. 

               Ah, te ruego, dulce Jesús mío, si ves que alguna vez estoy por dejarte, que Tus latidos se sientan más fuertemente en los míos, que tus manos me estrechen más fuertemente a Tu Corazón, que Tus ojos me miren y me lancen saetas de fuego, para que sintiéndote, me deje atraer a la mayor unión Contigo. Oh Jesús mío!, mantente en guardia para que no me aleje de Ti. Ah bésame, abrázame, bendíceme y haz junto conmigo lo que debo ahora hacer... 


LAS HORAS DE LA PASIÓN cuenta con aprobación eclesiástica:
Imprimatur dado en el año 1915 por el Arzobispo de Trani, Monseñor
Giuseppe María Leoy con Nihil Obstat del Padre Aníbal María de Francia




jueves, 5 de septiembre de 2024

EL SALUDO DE BUENOS DÍAS A JESÚS SACRAMENTADO


              Recuerda que hoy es Primer Jueves de Mes, día que la Piedad Católica dedica a rezar de forma especial por los Sacerdotes y por las vocaciones a la Vida Religiosa; centremos nuestras súplicas y sacrificios personales buscando la amorosa mirada de Jesús Sacramentado, oculto en el Sagrario, donde la Fe nos enseña que se encuentra con Su Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad y en donde el amor nos empuja a ir en busca de ayuda y consuelo... si no puedes acercarte a una iglesia o a una capilla donde esté el Señor, vuela con tu espíritu al Sagrario de tus amores, represéntate ante aquel Tabernáculo que una vez te llenara de felicidad el alma, o bien visita espiritualmente a aquel otro que sabes que tiene pocas visitas y menos afectos. 



Estampa devocional para ser impresa a doble cara junto con la otra que acompaña este artículo

               ¡Oh Jesús mío! Dulce Prisionero de Amor, heme aquí Contigo de nuevo, Te dejé con decirte “adiós”, y ahora vuelvo a Ti diciéndote: “Buenos días”. Me consumía el ansia de volverte a ver en esta Prisión de Amor para darte mis amorosos saludos, mis latidos afectuosos, mis respiros encendidos, mis deseos ardientes, y toda yo misma para infundirme toda en Ti y dejarme toda en Ti en perpetuo recuerdo y prenda de mi amor constante hacia Ti.

               ¡Oh, mi siempre adorable amor Sacramentado!, ¿Sabes? Mientras he venido para entregarme toda yo misma a Ti, he venido también para recibir de Ti todo Tú mismo, yo no puedo estar sin una vida para vivir, y por eso quiero la Tuya, pues a quien todo da todo se le da, ¿no es cierto, ¡oh! Jesús? 

               Así pues, hoy amaré con Tu latido de amante apasionado, respiraré con Tu respiro afanoso en busca de almas, desearé con Tus deseos inconmensurables Tu Gloria y el bien de las almas; en Tu latido divino correrán todos los latidos de las criaturas, las tomaremos todas, las salvaremos, no dejaremos que escape ninguna, aun a costa de cualquier sacrificio, aunque tenga que sufrir yo todas sus penas. Si Tú me echases de Tu Presencia, me arrojaré aún más adentro, gritaré más fuerte para implorar junto Contigo la salvación de Tus hijos y hermanos míos. 

               ¡Oh mi Jesús! Mi vida y mi todo, cuántas cosas me dice este voluntario cautiverio Tuyo, pero el emblema con el cual Te veo todo marcado es el emblema de las almas, y las cadenas que tan fuerte Te atan son el amor. Las palabras "Almas" y "Amor" parece que Te hacen sonreír, te debilitan y Te obligan a ceder en todo, y yo, valorando bien estos Tus excesos amorosos, estaré siempre en torno a Ti, y junto Contigo, con mi estribillo de siempre: "Almas y Amor". Por eso en este día Te quiero a Ti, siempre junto conmigo, en la oración, en el trabajo, en los gustos y en los disgustos, en el alimento, en cada paso, en el sueño, en todo, y estoy segura que no pudiendo obtener nada por mí misma, Contigo obtendré todo, y todo lo que haremos servirá para aliviarte cada dolor, endulzarte cada amargura, repararte cualquier ofensa, compensarte por todo y conseguir cualquier conversión, aunque fuese difícil y desesperada. Iremos mendigando a todos los corazones un poco de amor para hacerte más contento y más feliz, ¿no está bien así, ¡oh! Jesús?.



Estampa devocional para ser impresa a doble cara junto con la otra que acompaña este artículo

              ¡Oh amado Prisionero de Amor, átame con Tus cadenas, séllame con Tu Amor! ¡Ah!, muéstrame Tu bello Rostro. ¡Oh Jesús, qué hermoso eres!, Tus cabellos rubios atan y santifican todos mis pensamientos; Tu frente calmada y serena en medio de tantas afrentas, me da la paz y me deja en la más perfecta calma, aun en medio de las más grandes tempestades, en medio de Tus mismas privaciones, y de Tus caprichos que me cuestan la vida. ¡Ah! Tú lo sabes, pero sigo adelante, esto Te lo dice el corazón que Te lo sabe decir mejor que yo. ¡Oh Amor! Tus bellos ojos azules, refulgentes de luz divina me raptan al Cielo y me hacen olvidar la tierra, pero, ¡ay de mí! con sumo dolor mío se prolonga mi destierro todavía. Pronto, pronto, ¡oh Jesús! Sí, eres bello oh Jesús, me parece verte en ese Tabernáculo de Amor, la belleza y majestad de Tu Rostro me enamora y me hace vivir en el Cielo; allá, Tu boca graciosa me da Sus besos en cada momento; Tu voz suave me llama e invita a amarte en cada momento, Tus rodillas me sostienen, Tus brazos me estrechan con vínculo indisoluble, y yo mil y mil veces pondré mis besos ardientes sobre Tu Rostro adorable. 

               Jesús, Jesús, sea uno nuestro querer, uno el Amor, único nuestro contento, no me dejes nunca sola que soy nada, y la nada no puede estar sin el Todo, ¿me lo prometes, oh, Jesús? Parece que me dices que sí. Y ahora bendíceme, bendice a todos, y en compañía de los Ángeles, de los Santos, y de la dulce Mamá y de todas las criaturas Te digo: Buenos días, ¡oh! Jesús, buenos días.


Nuestro Señor a Luisa Piccarreta, "Libro de Cielo", Vol. 11, cap. 2





lunes, 2 de septiembre de 2024

QUIEN VIVE DE MI VOLUNTAD DIVINA


               "Todo lo que ha sido hecho por nuestro Ser Supremo no ha sido otra cosa que un desahogo de amor, y Yo concentraba en la Virgen Reina todo nuestro desahogo de Amor que tuvimos en la Creación, porque estando en Ella Mi Divina Voluntad, era capaz de poder recibir con Mi beso este nuestro desahogo tan grande, y de podérmelo corresponder, porque sólo quien vive de Mi Voluntad Divina concentra en sí el acto continuado de toda la Creación, y la actitud de volver a verterla en Dios".


Nuestro Señor a Luisa Piccarreta, "Libro de Cielo", Vol. 27, 28 de Septiembre de 1929