sábado, 31 de agosto de 2024

TOMÓ EL OFICIO DE CORREDENTORA

                



               "Cuando la Divinidad encontró en esta Virgen la compensación del amor de todos, se sintió raptar y en Ella hizo Su Concepción, y al concebirme Ella tomó el oficio de Corredentora y tomó parte y abrazó junto Conmigo todas las penas, las satisfacciones, las reparaciones, el amor materno hacia todos; así que en el Corazón de Mi Mamá había una fibra de amor materno hacia cada criatura."


Nuestro Señor a Luisa Piccarreta, "Libro de Cielo", Vol. 17, 1 de Mayo de 1925





viernes, 30 de agosto de 2024

ESPERO SU REGRESO A MI CORAZÓN




               "Hija Mía, ánimo, también tu Jesús sufre, y las penas que me dan más dolor son las penas íntimas, que me hacen verter sangre y llamas, pero Mi pena mayor es el continuo esperar, Mis miradas están siempre fijas en las almas y veo que una criatura ha caído en el pecado, y espero, y espero su regreso a Mi Corazón para perdonarla, y no viéndola venir espero con el perdón en Mis manos, ese esperar me recrudece la pena y me forma un tormento tal, de hacerme verter sangre y llamas de Mi traspasado Corazón, las horas, los días que espero me parecen años, ¡oh! cómo es duro esperar".


Nuestro Señor a Luisa Piccarreta, "Libro de Cielo", Vol. 33; 21 de Julio de 1935



martes, 27 de agosto de 2024

AQUÉL QUE ENCIERRA EL TE AMO

               


               "Hija Mía, el te amo es todo, el te amo es amor, es veneración, es estima, es heroísmo, es sacrificio, es confianza hacia quien es dirigido; el te amo es poseer a Aquél que encierra el te amo; te amo es una palabra pequeña, pero pesa cuanto pesa toda la Eternidad; el te amo encierra todo, abarca a todos, se difunde, se estrecha, se eleva en alto, desciende hasta lo bajo, se imprime dondequiera pero jamás se detiene."


Nuestro Señor a Luisa Piccarreta, "Libro de Cielo" Vol. 17, 2 de Agosto de 1925



sábado, 24 de agosto de 2024

EXULTÓ EN MI SENO



"Al saludo que le di sucedieron fenómenos maravillosos, Mi pequeño Jesús exultó en Mi Seno y fijando con los rayos de la propia Divinidad al pequeño Juan en el seno de su madre, lo santificó, le dio el uso de la razón y le hizo conocer que Él era el Hijo de Dios. Juan entonces saltó tan fuertemente de amor y alegría, que Isabel se sintió sacudida, golpeada también ella por la Luz de la Divinidad de Mi Hijo, supo que Yo me había convertido en la Madre de Dios, y en el énfasis de su amor, temblando de gratitud exclamó: "¿De dónde a mí tanto honor, que la Madre de mi Señor venga a mí?"


Luisa Piccarreta, "La Reina del Cielo", día 18




viernes, 23 de agosto de 2024

LES RESTITUIRÁN LA CORONA




               "Hija, estas espinas que me atraviesan la cabeza, pincharán el orgullo, la soberbia, las llagas más ocultas de las almas para hacerles salir fuera la pus que contienen, y las espinas tintas en Mi Sangre las sanarán y les restituirán la corona que el pecado les había quitado".


Nuestro Señor a Luisa Piccarreta, "Libro de Cielo", Vol 11, 10 de Abril de 1914



jueves, 22 de agosto de 2024

REVÍSTETE DE MÍ

               

               "Hija, para hacer que la criatura pudiera tener todos los medios necesarios para recibirme, quise instituir este Sacramento al final de Mi Vida, para poder alinear en torno a cada hostia toda Mi Vida como preparativo para cada una de las criaturas que me habría de recibir. La criatura jamás podría recibirme si no tuviera a un Dios que preparara todo, que movido solamente por exceso de amor por quererse dar a la criatura, y no pudiendo ésta recibirme, ese mismo exceso me llevara a dar toda Mi Vida para prepararla, así que ponía todos Mis pasos, Mis obras, Mi Amor, delante de los suyos, y como en Mí estaba también Mi Pasión, ponía también Mis penas para prepararla. Así que revístete de Mí, cúbrete con cada uno de Mis actos y ven".


Nuestro Señor a Luisa Piccarreta, "Libro de Cielo", Vol. 12, 24 de Octubre de 1918



SÓLO YO Y TÚ SIEMPRE



               También quiero que si las personas te mortifican, te injurian, te contradicen, la mirada también fija en Mí, pensando que con Mi misma boca te digo: "Hija, Soy propiamente Yo que quiero que sufras esto, no las criaturas, aleja la mirada de ellas, sino sólo Yo y tú siempre, todas las demás destrúyelas. Mira, quiero hacerte bella por medio de estos sufrimientos, te quiero enriquecer con méritos, quiero trabajar tu alma, volverte similar a Mí. Tú me harás un regalo, me agradecerás afectuosamente, serás agradecida con aquellas personas que te dan ocasión de sufrir, recompensándolas con algún beneficio. 


Nuestro Señor a Luisa Piccarreta, "Libro de Cielo", Vol. 1



jueves, 15 de agosto de 2024

LA GLORIA DE LA SANTÍSIMA VIRGEN ES INSUPERABLE



               Estaba pensando y acompañando a la Soberana Reina cuando fue asunta al Cielo, y mi dulce Jesús, moviéndose en mi interior, como ensalzando a Su Madre Celestial, me dijo: 

               "Hija Mía, la Gloria de la Mamá en el Cielo es insuperable; en las regiones celestiales ningún otro posee mares de gracia, de luz, mares de belleza y de santidad, mares de potencia, de ciencia y de amor; más aún, estos mares los posee en el mar interminable de Su Creador. Los otros habitantes de la Bienaventurada Patria poseen, cuando mucho, uno, pequeños ríos; otro, gotitas; otro, fuentecitas.

               Solo Ella es única, porque fue la única que hizo vida en el Fiat Divino, y jamás tuvo lugar en Ella el querer humano. Su vida fue toda de Voluntad Divina y en virtud de Ella concentró en Sí a todas las criaturas, concibiéndolas en Su materno Corazón y bilocando tantas veces a Su Hijo Jesús, para darlo a cada una de las criaturas que había concebido en Su virginal Corazón. 

               Por eso, Su Maternidad se extiende a todos, y todos pueden presumir y decir: “La Madre de Jesús es mi Madre, y esta Madre tan dulce, amable, amante, nos da a cada uno a Su Hijo amado, como prenda de Su amor materno.” Sólo Mi Voluntad podía darle esta virtud de concebir a todas las criaturas como hijos Suyos y de multiplicar tantas veces a Su Jesús por cuantos hijos tenía.

                Ahora, en el Cielo, la Madre Soberana, poseyendo Sus mares, no hace otra cosa que elevar olas altísimas de luz, de santidad, de amor... y descargarlas sobre el Trono del Ser Supremo, el Cual, para no dejarse vencer por el amor de Ella, de debajo los mares de la Virgen Reina, donde tiene el suyo, más extenso, más profundo, forma Sus olas más altas y las vierte sobre Ella, y Ella prepara otras, y Dios, otras, de modo que todo el Empíreo queda anegado por estas olas de luz, de belleza, de amor y similares; de manera que todos toman parte y gozan. 

                Y los Bienaventurados, viendo que ellos no pueden formar estas olas porque no poseen mares, comprenden que su Madre y Reina, si posee todo esto, es porque formó Su vida y Su santidad en la Voluntad Divina. Así que Los Santos conocen en la Virgen qué cosa significa Santidad de Voluntad Divina en la criatura, y por eso suspiran por otras criaturas que lleven estos mares a la Patria Celestial, para ver formar otras olas encantadoras y para su mayor gozo. 

               La tierra no conoce aún la Santidad en mi Voluntad, y por eso amo tanto el hacerla conocer. Pero al Cielo le es bien conocida, porque está la Reina Soberana, que sólo con verla se hace reveladora de la Santidad de Mi Fiat. 

               Así que Ella, en virtud de Él, en la tierra fue un portento de gracias para Sí y para toda la familia humana, y Es un portento de Gloria en la Patria Celestial. Y ninguna otra criatura puede considerarse similar a Ella".


Luisa Piccarreta, “Libro de Cielo”, 
15 de Agosto de 1928. Volumen 24. Capítulo 35