martes, 5 de noviembre de 2024

TODO MI SER PARA ALIVIARTE



               Quebrantado Jesús mío, a duras penas y todo encorvado caminas... pero veo que te detienes y tratas de mirar. Corazón mío, ¿qué pasa, qué quieres? Ah, es la Verónica que, sin temor a nada; valientemente Te enjuga con un paño el Rostro, cubierto todo de sangre. Y Tú se lo dejas estampado en señal de gratitud... 

               Generoso Jesús mío, también yo quiero enjugarte, pero no con un paño, sino que quiero presentar todo mi ser para aliviarte, quiero entrar en Tu interior y darte, oh Jesús mío, latidos por latidos, respiros por respiros, afectos por afectos, deseos por deseos... Quiero arrojarme en Tu Santísima Inteligencia, y haciendo correr todos esos latidos, respiros, afectos y deseos en la inmensidad de Tu Voluntad, quiero multiplicarlos infinitamente... 

               Quiero, oh Jesús mío, formar olas de latidos para hacer que ningún otro latido malo repercuta en Tu Corazón, y así poderte aliviar todas Tus amarguras íntimas; quiero formar olas de afectos y de deseos para alejar todos los afectos y deseos malos que pudieran entristecer en lo más mínimo a Tu Corazón; y deseo así mismo formar oleadas de respiros y de pensamientos que pongan en fuga cualquier respiro y pensamiento que pudiesen desagradarte en lo más mínimo... 

                Estaré bien atenta, oh Jesús, para que nada más Te aflija y añada otras amarguras a Tus penas internas... Oh Jesús mío, haz que todo mi interior nade en la inmensidad del Tuyo; así podré encontrar amor suficiente y voluntad capaz de hacer que no entre en Tu interior un amor malo ni una voluntad que pudieran desagradarte.


Extraído de la Décimo Octava Hora de “Las Horas de la Pasión”, 
revelaciones de Nuestro Señor a la mística Luisa Piccarreta 






No hay comentarios:

Publicar un comentario