Volemos ahora hacia el Purgatorio y demos también esta Sangre a las Almas penantes, pues Ellas lloran y suplican esta Sangre para su liberación... ¿No escuchas, Mamá, sus gemidos y sus delirios de amor que las torturan, y cómo continuamente se sienten atraídas hacia el Sumo Bien? ¿Ves cómo Jesús mismo quiere purificarlas para tenerlas cuanto antes Consigo?. Él las atrae con Su Amor, y Ellas le corresponden con continuos ímpetus de amor hacia Él, pero al encontrarse en Su Presencia, no pudiendo aún sostener la pureza de la divina mirada, no pueden sino retroceder y caer de nuevo en las llamas de amor purificadoras...
Madre mía, descendamos en esta profunda cárcel y derramando sobre Ellas esta Sangre, llevémosles la luz, mitiguemos sus delirios de amor, extingamos el fuego que las abrasa, purifiquémoslas de sus manchas, para que así, libres de toda pena, vuelen a los brazos del Sumo Bien; demos esta Sangre a las Almas más abandonadas y olvidadas, para que encuentren en Ella todos los sufragios que las criaturas le niegan; demos a todas, oh Mamá esta Sangre, no privemos a ninguna, para que en virtud de Ella todas encuentren alivio y liberación. Haz de Reina en estas regiones de llantos y de lamentos, extiende Tus manos maternas y saca de estas llamas ardientes, una por una a todas las Almas, haciéndolas emprender a todas el vuelo hacia el Cielo...
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