Estaba pensando: ¿Por qué toda la Creación exultó de alegría y festejó tanto a la Inmaculada Reina en su Inmaculada Concepción? Y mi siempre amable Jesús moviéndose en mi interior me ha dicho:
"Hija Mía, ¿quieres saber el por qué? Porque la Divina Voluntad tuvo el principio de Su Vida en la Niña Celestial, por lo tanto, el principio de todos los bienes en todas las criaturas. No hay bien que en Mi Divina Voluntad no comience, descienda y ascienda a su fuente. Entonces, esta Celestial Niña habiendo comenzado Su vida en el Fiat Divino desde Su Inmaculada Concepción, y siendo Ella de la estirpe humana, con Mi Voluntad adquirió la Vida Divina y con Su humanidad poseía el origen humano.
Entonces tuvo la potencia de unir lo divino y lo humano y dio a Dios lo que el humano no le había dado y negado, cual era Su voluntad, y dio a los hombres el derecho de poder ascender a los abrazos de su Creador. Con la potencia de Nuestro Fiat que tenía en Su poder, unía a Dios y a los hombres.
Así que toda la Creación, Cielo y tierra, y hasta el Infierno, sintió en la Inmaculada Concepción de esta Virgen Niña, recién nacida apenas en el seno de Su mamá, la fuerza del orden que Ella ponía en toda la Creación, con Mi Voluntad se hermanaba con todos, se abrazaba con todos, amaba todo y a todos, y todos la suspiraban, la amaban y se sentían honrados de adorar en esta privilegiada criatura a la Divina Voluntad. ¿Cómo no debía festejar toda la Creación, pues hasta entonces el hombre había sido el desorden entre todas las cosas creadas, ninguno había tenido el coraje, el heroísmo de decir a su Creador: 'No quiero conocer mi voluntad, te la entrego en don, quiero por vida solamente a Tu Querer Divino?'.
En cambio esta Virgen Santa donó Su voluntad para vivir de la Divina, y por eso toda la Creación sintió la felicidad del orden que por Su medio le venía restituida, e hicieron competencia el cielo, el sol, el mar y todos para honrar a Aquélla que poseyendo Mi Fiat, daba el beso del orden a todas las cosas creadas; y Mi Querer Divino le ponía en la mano el cetro de Reina Divina y le ceñía la frente con la corona de mando, constituyéndola Emperatriz de todo el Universo".
Vol. 25, 8 de Diciembre de 1928
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