martes, 17 de diciembre de 2024

LA FUENTE DEL VERDADERO AMOR



               Continuando mi habitual estado (1), estaba diciendo a mi dulce Jesús: "Cómo quisiera tener Tus deseos, Tu amor, Tus afectos, Tu Corazón, etc., para poder desear, amar, etc., como Tú". Y mi siempre amable Jesús me ha dicho:

               "Hija Mía, Yo no tengo deseos, afectos, sino que el todo está concentrado en Mi Voluntad, Mi Voluntad es todo en Mí. Desea quien no puede, pero Yo todo puedo; quisiera amar quien no tiene amor, pero en Mi Voluntad está la plenitud, la fuente del verdadero Amor, y siendo infinito, en un acto simple de Mi Voluntad poseo todos los bienes, que desbordándose de Mi Ser descienden para bien de todos; si Yo tuviera deseos sería infeliz, Me faltaría alguna cosa, pero Yo todo poseo, por eso Soy feliz y hago felices a todos.

               Infinito significa poder todo, poseer todo, hacer felices a todos. La criatura, que es finita, no posee todo ni puede abrazar todo, he aquí por qué contiene deseos, ansias, afectos, etc., que como tantos escalones puede servirse de ellos para subir al Creador y copiar en ella las cualidades divinas y llenarse tanto, hasta desbordarse para bien de los demás. Si después el alma se concentra toda ella en Mi Voluntad, perdiéndose toda en Mi Querer, entonces no copiará Mis cualidades, sino que de un solo sorbo Me absorberá en sí y no tendrá más en ella deseos y afectos propios, sino sólo la Vida de Mi Querer, que dominándola toda, le hará desaparecer todo y le hará reaparecer en todo Mi Voluntad".


Nuestro Señor a Luisa Piccarreta, “Libro de Cielo”, 
Vol.12, 20 de Mayo de 1918



             1) Por una particular disposición de Dios, Luisa Piccarreta permanecía toda la noche sumida en un profundo éxtasis, paralizada, mientras recibía luces del Cielo; tan sólo conseguía liberarla de aquél místico trance la bendición del Sacerdote, que cada mañana celebraba la Santa Misa en su dormitorio. Este "sueño extático" era tan cotidiano para Luisa que ella lo definió en sus escritos como "mi habitual estado". Dicha fenomenología no fue exclusiva de Piccarreta, se dio con anterioridad en Santa Catalina de Siena y casi a la vez en la mística portuguesa Alexandrina Da Costa, entre otras almas privilegiadas.



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