viernes, 5 de diciembre de 2025

QUIEN NO RECIBE LOS BIENES DE DIOS ES UN INGRATO. DUDAS Y DIFICULTADES



                    Después de haber escrito lo que está dicho arriba me sentía toda compenetrada y más que nunca aniquilada, y habiéndome puesto a rezar, mi siempre amable Jesús ha venido y estrechándome fuerte a Su Corazón me ha dicho: 

                    “Hija de Mi Querer, ¿por qué no quieres reconocer los dones que tu Jesús quiere darte?. Esta es suma ingratitud. Supón un rey rodeado por sus fieles ministros, y que un pobre joven descalzo, andrajoso, que llevado por amor de ver al rey va al palacio y haciéndose más pequeño de lo que es, por detrás de los ministros mira al rey y luego se esconde temiendo ser descubierto, pero el rey poniendo en él su atención, mientras el muchacho se está agazapado tras los ministros, lo llama, lo conduce aparte; el pequeño tiembla, enrojece, teme ser castigado, pero el rey se lo estrecha al corazón y le dice: “No temas, te he llamado aparte para decirte que quiero elevarte por encima de todos, todos los dones que he dado a mis ministros quiero que tú los superes, no quiero que salgas de mi palacio”. Si el muchacho es bueno aceptará con amor la propuesta del rey, dirá a todos cuán bueno es el rey, lo dirá a los ministros, llamando a todos para agradecer al rey, pero si es ingrato se negará a aceptar diciendo: “¿Qué quieres de mí? Soy un pequeño pobre, andrajoso, descalzo, no son para mí esos dones”. Y guardará en su corazón el secreto de su ingratitud; ¿no es ésta una horrenda ingratitud? ¿Y qué será de este muchacho?. Así eres tú, porque te ves indigna quieres desembarazarte de Mis dones”.  

                    Y yo: 

                    “Amor mío, Tú tienes razón, pero lo que me causa más impresión es que siempre quieres hablar de mí”. 

                    Y Él: 

                    “Es justo, es necesario que hable de ti. ¿Sería correcto que un esposo que quiere casarse con su esposa deba tratar con los otros y no con ella?. Mientras que es necesario que se confíen sus secretos, que uno sepa lo que tiene el otro, que los papás den la dote a estos esposos y que anticipadamente uno se habitúe a los modos del otro”. 

                    Y yo he agregado: 

                    “Dime vida mía, ¿quién es mi familia?. ¿Cuál es mi dote y la tuya?”.

                    Y sonriendo ha continuado:  

                    “Tu familia es la Trinidad. ¿No te acuerdas que en los primeros años de cama te llevé al Cielo, y ante la Trinidad Sacrosanta nos unimos?. Y Ella te dotó de tantos dones que tú misma no los has conocido aún, y conforme te hablo de Mi Querer, de sus efectos y de su valor, son descubiertos los dones con que desde entonces fuiste dotada. 

                    De Mi dote no te hablo, porque lo que es Mío es tuyo. Y además, después de pocos días descendimos del Cielo y las Tres Divinas Personas tomamos posesión de tu corazón y formamos Nuestra perpetua morada; Nosotros tomamos el gobierno de tu inteligencia, de tu corazón, de toda tú, y cada cosa que tú hacías era un desahogo de Nuestra Voluntad Creadora en ti, eran confirmaciones de que tu querer estaba animado de un Querer Eterno. 

                    El trabajo ya está hecho, sólo queda hacerlo conocer para hacer que no sólo tú, sino también otros puedan tomar parte en estos tan grandes bienes, y esto lo estoy haciendo llamando ahora a un ministro Mío, y ahora a otro, y hasta ministros de lugares lejanos para hacerles conocer estas grandes verdades. La cosa es Mía, no tuya, así que déjame hacer; es más, debes saber que cada vez que manifiestas un valor de más de Mi Querer, Me siento tan contento que te amo con amor multiplicado”.

                    Y yo enrojeciendo por mis dificultades he dicho: 

                    “Mi sumo y único Bien, mira cómo me he hecho más mala, antes no tenía dudas en lo que Tú me decías, pero ahora no, cuántas dudas, cuántas dificultades, yo misma no sé de dónde las saco”. 

                    Y Jesús: 

                    “No te aflijas ni siquiera por esto, Soy Yo mismo quien muchas veces suscito estas dificultades para responder no sólo a ti y confirmarte las verdades que te digo, sino para responder a todos aquellos que leyendo estas verdades puedan encontrar dudas y dificultades, y Yo les respondo desde antes, a fin de que puedan encontrar la Luz y la respuesta a todas sus dificultades. Críticas no faltarán, por eso todo es necesario”.


 Nuestro Señor a Luisa Piccarreta, “Libro de Cielo”, Vol. 13, 5 de Diciembre de 1921





martes, 2 de diciembre de 2025

LA LLAMITA DE JESÚS



                    Continuando mi habitual estado (1) mi siempre amable Jesús ha venido, y yo me veía a mí misma como una llamita, y esta llamita giraba en torno a mi amado Jesús, y ahora se detenía en la cabeza, ahora en los ojos, ahora entraba en la boca y descendía dentro, hasta lo íntimo de Su Corazón adorable, después salía de Él y giraba, y Jesús se la ponía hasta debajo de Sus pies, y en vez de extinguirse al calor de las plantas divinas se encendía de más y con más velocidad salía de debajo de Sus pies y giraba de nuevo en torno a Jesús, y ahora rezaba con Jesús, ahora amaba, ahora reparaba, en suma, hacía lo que hacía Jesús y con Jesús, esta llamita se hacía inmensa, abrazaba a todos en la oración, no le escapaba ninguno, se encontraba en el amor de todos y por todos amaba, reparaba, suplía por todos y por todo. ¡Oh, cómo es admirable e inenarrable lo que se hace con Jesús!, me faltan las palabras para poder poner en el papel las expresiones de amor y de otras cosas que se hacen con Jesús; la obediencia quisiera, pero la mente se va a lo alto para tomar de Jesús las palabras y desciende a lo bajo, hace por encontrar las expresiones, las palabras del lenguaje natural y no encuentra el camino para sacarlo fuera, por eso no puedo. 

                    Entonces mi amado Jesús me ha dicho:

                    “Hija Mía, tú eres la llamita de Jesús, la llamita puede estar en cualquier parte, puede penetrar en todo, no ocupa lugar, a lo más vive en lo alto y gira, y también es deleitable”. 

                    Y yo: 

                    “Ah Jesús, es muy débil y es fácil de apagarse la llamita, y si se apaga no hay forma de darle nueva vida, así que pobre de mí si llego a apagarme”. 

                    Y Jesús: 

                    “No, no, la llamita de Jesús no se puede apagar, porque su vida es alimentada por el Fuego de Jesús, y las llamitas que tienen Vida de Mi Fuego no están sujetas a muerte, y si mueren, mueren en el mismo Fuego de Jesús. Te he hecho llamita para poder divertirme más contigo, y por la pequeñez de la llamita puedo servirme de ella para hacerla girar continuamente dentro y fuera de Mí y tenerla en cualquier parte que quiera de Mí mismo, en los ojos, en los oídos, en la boca, bajo los pies, donde mejor me plazca”.


 Nuestro Señor a Luisa Piccarreta, “Libro de Cielo”, Vol. 10, 2 de Diciembre de 1910


1- Por una particular disposición de Dios, Luisa Piccarreta permanecía toda la noche sumida en un profundo éxtasis, paralizada, mientras recibía luces del Cielo; tan sólo conseguía liberarla de aquél místico trance la bendición del Sacerdote, que cada mañana celebraba la Santa Misa en su dormitorio. Este "sueño extático" era tan cotidiano para Luisa que ella lo definió en sus escritos como "mi habitual estado". Dicha fenomenología no fue exclusiva de Piccarreta, se dio con anterioridad en Santa Catalina de Siena y casi a la vez en la mística portuguesa Alexandrina Da Costa, entre otras almas privilegiadas.



sábado, 29 de noviembre de 2025

QUIEN SALE DE LA DIVINA VOLUNTAD, SALE DE LA LUZ



                    Encontrándome en mi habitual estado estaba rogando a mi siempre amable Jesús, que hoy, como me había prometido la otra vez, que cuando el alma hace siempre Su Voluntad, alguna vez permite que Él haga la voluntad del alma; así que le decía: 

                    “Hoy justamente debes hacer mi voluntad”. 

                    Y Jesús al venir me ha dicho: 

                    “Hija Mía, ¿no sabes tú que el alma saliendo de Mi Voluntad es para ella como un jornada sin sol, sin calor, sin la vida de la actitud divina en ella?” .

                    Y yo: 

                    “Amor mío, el Cielo me guarde de hacer esto, preferiría morir que salir de Tu Voluntad, por eso pon Tu Voluntad en mí y luego dime que: Es Voluntad Mía que hoy Yo haga tu voluntad”. 

                    Y Jesús: 

                    “Ah! traviesa, está bien, te contento, te tendré Conmigo hasta que quiera, y después Yo mismo te dejaré libre”. 

                    ¡Oh, cómo he quedado contenta de que sin hacer mi voluntad, Jesús, fundiendo Su Voluntad a la mía, haciendo la Suya hacía la mía!.

                    Después, mi amable Jesús se ha entretenido conmigo y parecía que mojaba la punta de Su dedo en Su Preciosísima Sangre y lo pasaba por la frente, los ojos, la boca, el corazón, y después me ha besado. Yo al verlo tan afectuoso y dulce he tratado de chupar de Su boca las amarguras que contenía Su Corazón, como lo hacía antes, pero Jesús rápidamente se ha alejado un poco y me hacía ver un envoltorio que tenía en las manos, lleno de otros flagelos y me ha dicho: 

                    “Mira cuantos otros flagelos hay para verter sobre la tierra, por eso no derramo en ti. Los enemigos han preparado todos los planos internos para hacer revoluciones, ahora no queda otra cosa que terminar de preparar los planos externos. ¡Ah, hija Mía, cómo Me duele el Corazón, no tengo con quien desahogar Mi dolor, por eso quiero desahogarlo contigo!. Tú tendrás paciencia para oírme hablar frecuentemente de cosas tristes; sé que tú sufres por esto, pero es el Amor el que a esto Me empuja. El Amor quiere hacer saber sus penas a la persona amada; casi no sabría estar si no viniera a desahogarme contigo”. 

                    Yo me sentía mal al ver a Jesús tan amargado, sentía Sus penas en mi corazón, y Jesús para darme alivio me ha dado a beber pocos sorbos de una leche dulcísima, y después ha agregado: 

                    “Yo me retiro y te dejo libre”.


 Nuestro Señor a Luisa Piccarreta, “Libro de Cielo”, Vol. 12, 29 de Noviembre de 1918



viernes, 28 de noviembre de 2025

LA FALTA DE AMOR HA ARROJADO AL MUNDO EN UNA RED DE VICIOS



                    Encontrándome en mi habitual estado (1) veía a mi siempre amable Jesús, y yo me sentía en mi interior toda transformada en el Amor de mi amado Jesús, y ahora me encontraba dentro de Jesús y prorrumpía en Actos de Amor junto con Él, y amaba como amaba Jesús, pero no sé decirlo bien, me faltan palabras; ahora encontraba a mi dulce Jesús en mí y prorrumpía yo sola en Actos de Amor, y Jesús los oía y decía: 

                    “Di, di, repite de nuevo, alíviame con tu amor; la falta del Amor ha arrojado al mundo en una red de vicios”. 

                    Y hacía silencio para oírme, y yo repetía de nuevo los Actos de Amor; diré lo poco que recuerdo: 

                    “En todos los momentos, en todas las horas, quiero siempre amarte con Tu Corazón. En todos los respiros de mi vida, respirando Te amaré; en todos los latidos de mi corazón, Amor, Amor repetiré; en todas las gotas de mi sangre, Amor, Amor gritaré; en todos los movimientos de mi cuerpo, sólo Amor abrazaré. Sólo de Amor quiero hablar, sólo al Amor quiero mirar, sólo al Amor quiero escuchar, siempre en el Amor quiero pensar. Sólo de Amor quiero arder, sólo de Amor quiero consumir, sólo el Amor quiero gustar, sólo al Amor quiero contentar. Sólo de Amor quiero vivir, y en el Amor quiero morir. En todos los instantes, en todas las horas, a todos al Amor quiero llamar. Sola y siempre con Jesús, y en Jesús siempre viviré, en Su Corazón me sumergiré, y junto con Jesús y con Su Corazón, Amor, Amor, Te amaré”.

                    ¿Pero quién puede decirlo todo?. Al hacer esto me sentía toda yo misma dividida en muchas pequeñas llamitas, y después se hacían una sola llama.


 Nuestro Señor a Luisa Piccarreta, “Libro de Cielo”, Vol. 10, 28 de Noviembre de 1910


1- Por una particular disposición de Dios, Luisa Piccarreta permanecía toda la noche sumida en un profundo éxtasis, paralizada, mientras recibía luces del Cielo; tan sólo conseguía liberarla de aquél místico trance la bendición del Sacerdote, que cada mañana celebraba la Santa Misa en su dormitorio. Este "sueño extático" era tan cotidiano para Luisa que ella lo definió en sus escritos como "mi habitual estado". Dicha fenomenología no fue exclusiva de Piccarreta, se dio con anterioridad en Santa Catalina de Siena y casi a la vez en la mística portuguesa Alexandrina Da Costa, entre otras almas privilegiadas.




jueves, 27 de noviembre de 2025

LA GRACIA HACE FELIZ AL ALMA



                    Esta mañana mi amado Jesús no venía, pero después de mucho esperar, en cuanto lo he visto me lamenté con Él por su tardanza, diciéndole: “Señor Bendito, ¿cómo es que tardas tanto, tal vez te has olvidado que no puedo estar sin Ti? ¿O acaso perdí Tu Gracia y por eso no vienes?”. Y Él interrumpiendo mis lamentos me ha dicho: 

                    “Hija Mía, ¿sabes tú qué cosa hace Mi Gracia?. Mi Gracia hace feliz el alma de los Bienaventurados entendidos, y vuelve feliz el alma de los viadores, con esta sola diferencia, que los entendidos gozándose y deleitándose, y los viadores trabajando y poniéndola en comercio. Así que quien posee la Gracia tiene en sí misma el Paraíso, porque la Gracia no es otra cosa que poseerme a Mí Mismo, y siendo Yo sólo el objeto encantador que encanta a todo el Paraíso y que formo todos los contentos de los Bienaventurados, el alma, poseyendo la Gracia, dondequiera que se encuentre posee su Paraíso”.


 Nuestro Señor a Luisa Piccarreta, “Libro de Cielo”, Vol. 3, 27 de Noviembre de 1899



lunes, 24 de noviembre de 2025

LA HISTORIA DOLIENTE DE LA DIVINA VOLUNTAD. ASÍ COMO LA VIRGEN PARA LA OBRA DE LA REDENCIÓN HIZO SUYOS TODOS LOS ACTOS DE LA DIVINA VOLUNTAD Y PREPARÓ EL ALIMENTO A SUS HIJOS, TAMBIÉN LUISA DEBE HACERLO PARA LA OBRA DEL FIAT VOLUNTAS TUA



                    Estaba haciendo la hora de la Pasión en la que mi Mamá Dolorosa recibió en Sus brazos a Su Hijo muerto y lo depositó en el sepulcro, y en mi interior decía: “Mamá mía, junto con Jesús pongo en Tus brazos todas las almas, a fin de que a todas las reconozcas como hijas Tuyas, y una por una las escribas en Tu Corazón y las pongas en las Llagas de Jesús; son hijas de Tu dolor inmenso y esto basta para que las reconozcas y las ames; y quiero poner todas las generaciones en la Voluntad Suprema, a fin de que ninguna falte, y a nombre de todas Te doy consuelos, compadecimientos y alivios divinos”. 

                    Ahora, mientras esto decía, mi dulce Jesús se ha movido en mi interior y me ha dicho: 

                    “Hija Mía, si supieras cuál fue el alimento con el que alimentó a todos estos hijos Mi doliente Mamá”. 

                    Y yo: “¿Cuál fue, oh mi Jesús?” 

                    Y Él de nuevo: 

                    “Como tú eres Mi pequeñita, elegida por Mí para la Misión de Mi Querer y vives en aquel Fiat en el cual fuiste creada, quiero hacerte saber la Historia de Mi Eterno Querer, Sus alegrías y Sus dolores, Sus efectos, Su valor inmenso, lo que hizo, lo que recibió, y quién tomó a corazón Su defensa. 

                    Los pequeños son más atentos a escucharme porque no tienen la mente llena de otras cosas, están como en ayunas de todo, y si se les quiere dar otro alimento sienten asco, porque siendo pequeños están habituados a tomar sólo la leche de Mi Voluntad, que más que madre amorosa los tiene pegados a Su divino pecho para alimentarlos abundantemente, y ellos están con sus boquitas abiertas para esperar la leche de Mis enseñanzas, y Yo Me divierto mucho; ¡oh, cómo es bello verlos ahora sonreír, ahora alegrarse y ahora llorar al oírme narrar la historia de Mi Voluntad!.

                    El origen de Mi Voluntad es eterno, jamás entró el dolor en Ella; entre las Divinas Personas esta Voluntad estaba en suma concordia, es más, era una sola; en cada acto que emitía fuera, tanto ad intra cuanto ad extra, nos daba infinitas alegrías, nuevos contentos, felicidad inmensa, y cuando quisimos poner fuera la máquina de la Creación, ¿cuánta Gloria, cuántas armonías y honor no nos dio?. 

                    En cuanto brotó el Fiat, este Fiat difundió Nuestra belleza, Nuestra luz, Nuestra potencia, el orden, la armonía, el Amor, la Santidad, todo, y Nosotros quedamos glorificados por las mismas virtudes Nuestras, viendo por medio de Nuestro Fiat el florecimiento de Nuestra Divinidad reflejada en todo el Universo. 

                    Nuestro Querer no se detuvo, henchido de Amor como estaba quiso crear al hombre, y tú sabes la historia de él, por eso sigo adelante. ¡Ah! fue precisamente Él quien llevó el primer dolor a Mi Querer, trató de amargar a Aquél que tanto lo amaba, que lo había hecho feliz. Mi Querer lloró más que una tierna madre, lloró a Su hijo lisiado y ciego sólo porque se ha sustraído de la Voluntad de la madre; Mi Querer quería ser el primero en obrar en el hombre, no para otra cosa sino para darle nuevas sorpresas de amor, de alegrías, de felicidad, de luz, de riquezas, quería siempre dar, he aquí el por qué quería obrar, pero el hombre quiso hacer su voluntad y rompió con la Divina; ¡jamás lo hubiese hecho!. 

                    Mi Querer se retiró y él se precipitó en el abismo de todos los males. Ahora, para volver a anudar a estas dos voluntades, se necesitaba Uno que contuviera en Sí una Voluntad Divina, y por eso Yo, Verbo Eterno, amando con un Amor eterno a este hombre, decretamos entre las Divinas Personas que tomara carne humana para venir a salvarlo y volver a unir las dos voluntades separadas. 

                    ¿Pero dónde descender?. ¿Quién debía ser Aquélla que debía prestar Su carne a Su Creador?. He aquí por qué elegimos una criatura, y en virtud de los méritos previstos del futuro Redentor fue exenta de la culpa de origen, Su querer y el Nuestro fueron uno solo, fue esta Celestial Criatura la que comprendió la Historia de Nuestra Voluntad. Nosotros, como a pequeñita, todo le narramos, el dolor de Nuestro Querer y cómo el hombre ingrato con el romper su voluntad con la Nuestra, había encerrado Nuestro Querer en el cerco divino, como obstruyéndolo en Sus designios, impidiendo que pudiera comunicarle Sus bienes y la finalidad para la que había sido creado. 

                    Para Nosotros el dar es hacernos felices y hacer feliz a quien de Nosotros recibe, es enriquecer sin Nosotros empobrecer, es dar lo que Nosotros somos por naturaleza y formarlo en la criatura por gracia, es salir de Nosotros para dar lo que poseemos, con el dar, Nuestro Amor se desahoga, Nuestro Querer hace fiesta; ¿si no debíamos dar, para qué formar la Creación?. Así que el sólo no poder dar a Nuestros hijos, a Nuestras amadas imágenes, era como un luto para Nuestra Suprema Voluntad; sólo con ver al hombre obrar, hablar, caminar, sin la conexión con Nuestro Querer, porque él la había destrozado, y que debían correr hacia él si estaba con Nosotros, corrientes de gracias, de luz, de Santidad, de ciencia, etc., y no pudiéndolo hacer, Nuestro Querer se ponía en actitud de dolor; en cada acto de criatura era un dolor, porque veíamos aquel acto vacío de valor divino, privado de belleza y de Santidad, todo desemejante de Nuestros actos. 

                    ¡Oh! cómo comprendió la Celestial Pequeña este Nuestro sumo dolor y el gran mal del hombre al sustraerse de Nuestro Querer, ¡oh! cuántas veces Ella lloró ardientes lágrimas por Nuestro dolor y por la gran desventura del hombre, y por eso Ella, temiendo, no quiso conceder ni siquiera un acto de vida a Su voluntad, por eso se mantuvo pequeña, porque Su querer no tuvo vida en Ella, ¿cómo podía hacerse grande?. 

                    Pero lo que no hizo Ella lo hizo Nuestro Querer, la hizo crecer toda bella, Santa, divina; la enriqueció tanto que la hizo la más grande de todos; era un prodigio de Nuestro Querer, prodigio de gracia, de belleza, de Santidad, pero Ella se mantuvo siempre pequeña, tanto que no descendía jamás de Nuestros brazos, y tomando a pecho Nuestra defensa correspondió a todos los actos dolientes del Supremo Querer, y no sólo estaba Ella toda en orden a Nuestra Voluntad, sino que hizo suyos todos los actos de las criaturas, y absorbiendo en Sí toda Nuestra Voluntad rechazada por ellas, la reparó, la amó, y teniéndola como en depósito en Su Corazón virginal, preparó el alimento de Nuestra Voluntad a todas las criaturas. 

                    ¿Ves entonces con qué alimento nutre a Sus hijos esta Madre amantísima?. Le costó toda Su vida, penas inauditas, la misma Vida de Su Hijo, para hacer en Ella el depósito abundante de este alimento de Mi Voluntad, para tenerlo dispuesto para alimentar a todos Sus hijos cual Madre tierna y amorosa; Ella no podía amar más a Sus hijos, con darles este alimento su amor había llegado al último grado, así que entre tantos títulos que Ella tiene, el más bello título que a Ella se le podría dar es el de Madre y Reina de la Voluntad Divina. 

                    Ahora hija Mía, si esto hizo Mi Mamá por la Obra de la Redención, también tú para la obra del Fiat Voluntas Tua; tu voluntad no debe tener vida en ti, y haciendo tuyos todos los actos de Mi Voluntad en cada criatura, los depositarás en ti, y mientras a nombre de todos darás la correspondencia a Mi Voluntad, formarás en ti todo el alimento necesario para alimentar a todas las generaciones con el alimento de Mi Voluntad. 

                    Cada dicho, cada efecto, cada conocimiento de más de Ella, será un gusto de más que encontrarán en este alimento, de manera que con avidez lo comerán; todo lo que te digo sobre Mi Querer servirá para excitar el apetito y para hacer que ningún otro alimento tomen, aún a costa de cualquier sacrificio. Si se dijera que un alimento es bueno, que restituye las fuerzas, que sana a los enfermos, que contiene todos los gustos, es más, que da la vida, la embellece, la hace feliz, ¿quién no haría cualquier sacrificio para tomar ese alimento?. Así será de Mi Voluntad, para hacerla amar, desear, es necesario el conocimiento, por eso sé atenta, recibe en ti este depósito de Mi Querer, a fin de que cual segunda Madre prepares el alimento a Nuestros hijos, así imitarás a Mi Mamá. Te costará también a ti, pero ante Mi Voluntad cualquier sacrificio te parecerá nada. Hazla de pequeña, no desciendas jamás de Mis brazos y Yo continuaré narrándote la Historia de Mi Voluntad”.


 Nuestro Señor a Luisa Piccarreta, “Libro de Cielo”, Vol. 16, 24 de Noviembre de 1923



viernes, 21 de noviembre de 2025

JESÚS QUIERE DELEITARSE MIRÁNDOSE EN LUISA, Y ELLA ES AUXILIADA POR LA SANTÍSIMA VIRGEN



                    Esta mañana mi amadísimo Jesús, apenas ha venido me ha dicho: 

                    “Hija Mía, todo tu deleite debe ser el contemplarte en Mí, y si esto lo haces siempre, tomarás en ti todas Mis cualidades, Mi fisonomía, Mis mismos lineamientos, y Yo en correspondencia encontraré todo Mi gusto y sumo contento en deleitarme mirándome en ti”. 

                    Dicho esto ha desaparecido, y yo estaba rumiando en mi mente esas palabras, cuando de improviso ha regresado, me ha puesto Su Santa mano en la cabeza y volviendo mi cara hacia Él agregó: 

                    “Hoy quiero deleitarme un poco mirándome en ti”. 

                    Un estremecimiento me corrió por todo el cuerpo, un espanto de sentirme morir porque veía que me miraba fijo, fijo, queriéndose deleitar en mis pensamientos, miradas, palabras y en todo lo demás, con el contemplarse en mí. ¡Oh Dios! ¿Soy causa de deleitarte o de amargarte? iba repitiendo en mi interior. Mientras estaba en esto ha venido nuestra amada Mamá Reina en mi ayuda, trayendo una vestidura blanquísima entre las manos, y toda amabilidad me dijo: 

                    “Hija, no temas, quiero suplir Yo misma por ti vistiéndote con Mi inocencia, para que así Mi Hijo al contemplarse en ti pueda encontrar el mayor deleite que se pueda encontrar en una criatura humana”. 

                    Entonces me vistió con esa vestidura y me presentó a mi amado Bien Jesús diciéndole: “Amado Hijo, acéptala por consideración a Mí y deléitate en ella”. 

                    Así se me quitó todo temor y Jesús se ha deleitado en mí y yo en Él.


 Nuestro Señor a Luisa Piccarreta, “Libro de Cielo”, Vol. 3, 21 de Noviembre de 1899



miércoles, 19 de noviembre de 2025

LOS DOS APOYOS. PARA CONOCER LAS VERDADES ES NECESARIO QUE ESTÉ LA VOLUNTAD Y EL DESEO DE CONOCERLAS. LAS VERDADES DEBEN SER SIMPLES



                    Estaba haciendo compañía a mi Jesús agonizante en el Huerto de Getsemaní, y por cuanto me era posible lo compadecía, lo estrechaba fuerte a mi corazón tratando de secarle el sudor mortal, y mi doliente Jesús, con voz apagada y agonizante me ha dicho:

                    “Hija Mía, dura y penosa fue Mi agonía en el Huerto, quizá más penosa que la de la Cruz, porque si ésta fue el cumplimiento y el triunfo sobre todos, aquí en el Huerto fue el principio, y los males se sienten más al principio que cuando están por terminar, en esta agonía la pena más desgarradora fue cuando se Me hicieron presentes uno por uno todos los pecados, Mi Humanidad comprendió toda la enormidad de ellos y cada delito llevaba el sello de “muerte a un Dios”, y estaba armado con espada para matarme. 

                    Delante a la Divinidad la culpa me aparecía tan horrenda y más horrible que la misma muerte; sólo al comprender qué significa pecado, Yo Me sentía morir y moría en realidad, grité al Padre y fue inexorable, no hubo uno solo que al menos Me diera una ayuda para no hacerme morir, grité a todas las criaturas que tuvieran piedad de Mí, pero en vano, así que Mi Humanidad languidecía y estaba por recibir el último golpe de la muerte, pero ¿sabes tú quién impidió la ejecución y sostuvo Mi Humanidad para no morir?. Primero fue Mi inseparable Mamá, Ella al oírme pedir ayuda voló a Mi lado y Me sostuvo, y Yo apoyé Mi brazo derecho en Ella, la miré casi agonizante y encontré en Ella la inmensidad de Mi Voluntad íntegra, sin haber habido nunca ruptura alguna entre Mi Voluntad y la Suya. 

                    Mi Voluntad es Vida, y como la Voluntad del Padre era inamovible, y la muerte Me venía de las criaturas, otra criatura que encerraba la Vida de Mi Voluntad Me daba la vida. Y he aquí que Mi Mamá, que en el portento de Mi Voluntad Me concibió y Me hizo nacer en el tiempo, y ahora Me da por segunda vez la vida para hacerme cumplir la Obra de la Redención. 

                    Después miré a la izquierda y encontré a la pequeña hija de Mi Querer, te encontré a ti como primera, con el séquito de las otras hijas de Mi Voluntad, y así como a Mi Mamá la quise Conmigo como primer eslabón de la Misericordia, con el cual debíamos abrir las puertas a todas las criaturas, por eso quise apoyar en Ella la derecha; a ti te quise como primer eslabón de la Justicia, para impedir que se descargase sobre todas las criaturas como se merecen, por eso quise apoyar la izquierda, a fin de que la sostuvieras junto Conmigo. 

                    Entonces, con estos dos apoyos Yo Me sentí dar nuevamente la vida, y como si nada hubiera sufrido, con paso firme fui al encuentro de mis enemigos, y en todas las penas que sufrí en mi Pasión, muchas de ellas capaces de darme la muerte, estos dos apoyos no me dejaban jamás, y cuando me veían a punto de morir, con mi Voluntad que contenían me sostenían y me daban como tantos sorbos de vida. 

                    ¡Oh! los prodigios de Mi Querer, ¿quién puede jamás numerarlos y calcular su valor?. Por eso amo tanto a quien vive de Mi Querer, reconozco en ella Mi retrato, Mis nobles rasgos, siento en ella Mi Mismo aliento, Mi voz, y si no la amase Me defraudaría a Mí Mismo, sería como un padre sin generación, sin el noble cortejo de su corte y sin la corona de sus hijos, y si no tuviera la generación, la corte, la corona, ¿cómo podría llamarme Rey?. Así que Mi Reino es formado por aquellos que viven en Mi Voluntad, y de este Reino escojo la Madre, la Reina, los hijos, los ministros, el ejército, el pueblo, Yo Soy todo para ellos y ellos son todo para Mí”. 

                    Después estaba pensando en lo que Jesús me decía, y decía entre mí: “¿Cómo se hace para poner en práctica esto?” Y Jesús regresando ha agregado: 

                    “Hija Mía, las verdades para conocerlas, es necesario que haya voluntad y el deseo de conocerlas. Supón una estancia con las persianas cerradas, por cuanto sol haya afuera la estancia está siempre en oscuridad; ahora, abrir las persianas significa querer la luz, pero esto no basta si no se aprovecha la luz para reordenar la estancia, sacudirla, ponerse a trabajar, porque si no, es como matar esa luz y hacerse ingrato por la luz recibida. Así no basta tener voluntad de conocer las verdades, si a la luz de la verdad que lo ilumina no busca sacudirse de sus debilidades y reordenarse según la luz de la verdad que conoce, y junto con la luz de la verdad ponerse a trabajar haciendo de ella sustancia propia, en modo de transparentar por su boca, por sus manos, por su comportamiento, la luz de la verdad que ha absorbido, entonces sería como si asesinara la verdad, y con no ponerla en práctica sería estarse en pleno desorden delante de esa luz. 

                    Pobre estancia, llena de luz pero toda desordenada, trastornada y en pleno desorden, y una persona dentro que no se preocupa de reordenarla, ¿qué compasión no daría?. Tal es quien conoce las verdades y no las pone en práctica. Has de saber que en todas las verdades, como primer alimento entra la simplicidad, si las verdades no fueran simples, no serían luz y no podrían penetrar en las mentes humanas para iluminarlas, y donde no hay luz no se pueden distinguir los objetos; la simplicidad no sólo es luz, sino es como el aire que se respira, que aunque no se ve da la respiración a todo, y si no fuese por el aire, la tierra y todos quedarían sin movimiento, así que si las virtudes, las verdades, no llevan la marca de la simplicidad, serán sin luz y sin aire”.


 Nuestro Señor a Luisa Piccarreta, “Libro de Cielo”, Vol. 13, 19 de Noviembre de 1921



domingo, 16 de noviembre de 2025

LAS HUMILLACIONES SON FISURAS POR LAS CUALES ENTRA LA LUZ



                    Continuando mi habitual estado, mi dulce Jesús ha venido y parecía que sentía un fuerte dolor en el corazón, y pidiéndome ayuda me ha dicho: 

                    “Hija Mía, qué cadenas de delitos en estos días, qué triunfo satánico, la prosperidad del impío es la señal más mala, y son empujones con los cuales la Fe parte de sus naciones, quedando como atrapados dentro de una oscura prisión; en cambio las humillaciones al impío son tantas fisuras por las cuales entra la Luz, que haciéndolo reentrar en sí mismo le lleva la Fe a él y a las mismas naciones. Así que les hará más bien las humillaciones que cualquier victoria y conquista. ¡Qué momentos críticos y dolorosos atravesarán!. El Infierno y los malvados se roen de rabia por comenzar sus embrollos y maldades. ¡Pobres hijos Míos, pobre Iglesia Mía!”.


 Nuestro Señor a Luisa Piccarreta, “Libro de Cielo”, Vol. 12, 16 de Noviembre de 1918



jueves, 13 de noviembre de 2025

JESÚS SUFRE AL VER SUFRIR A LAS CRIATURAS. LUISA SE OFRECE PARA CONSOLARLO



                    Esta mañana mi adorable Jesús parecía inquieto, no hacía otra cosa que ir y venir, ahora se entretenía conmigo, ahora casi atraído por Su ardiente Amor hacia las criaturas iba a ver lo que hacían, y todo Se condolía por lo que sufrían, como si Él mismo y no ellas estuviera sufriendo. 

                    Muchas veces he visto al Confesor, que con su potestad sacerdotal obligaba a Jesús a hacerme sufrir Sus penas para poder aplacarlo, y Él, mientras parecía que no quería ser aplacado, después se mostraba contento y agradecía de corazón a quien se ocupaba en sostener Su brazo indignado, y ahora me participaba un sufrimiento y ahora otro. ¡Oh, cómo era tierno y conmovedor verlo en este estado!. Hacía destrozar el corazón de compasión. Muchas veces me ha dicho: 

                    “Confórmate a Mi Justicia, que no puedo más. ¡Ah! el hombre es demasiado ingrato y casi Me obliga por todas partes a castigarlo, Me arranca él mismo de Mis manos los castigos. ¡Si tú supieras cuánto sufro al hacer uso de Mi Justicia, pero es el hombre mismo el que Me hace violencia!. ¡Ah!, si no hubiera hecho otra cosa que comprar a precio de sangre su libertad, aun así debería ser agradecido Conmigo; pero el hombre, para hacerme mayor agravio va inventando nuevos modos para hacer inútil Mi desembolso”. 

                    Y mientras esto decía lloraba amargamente, y yo para consolarlo le he dicho: “Dulce Bien mío, no Te aflijas, veo que Tu aflicción es mayor porque Te sientes obligado a castigar a las gentes. ¡Ah no, no sea jamás!. Si Tú eres todo para mí, yo quiero ser toda para Ti, así que sobre mí manda los flagelos, aquí está la víctima siempre dispuesta y a tu disposición, puedes hacerme sufrir lo que quieras y así quedará Tu justicia en algún modo aplacada, y Tú aliviado de la aflicción que sientes al ver sufrir a las criaturas. Ha sido siempre esta mi intención al no conformarme a la Justicia, porque sufriendo el hombre sufrirás más Tú que él mismo”. 

                    Mientras esto estaba diciendo ha venido nuestra Mamá Reina, y yo he recordado que habiendo pedido al Confesor la obediencia de conformarme a la Justicia, me había dicho que le preguntara a la Virgen Santísima si quería que me uniformara. Se lo he dicho y Ella me ha dicho: “No, no, más bien reza hija Mía, y en estos días trata por cuanto más puedas de tenerte a Jesús junto contigo y aplacarlo, porque muchos castigos están preparados”.


 Nuestro Señor a Luisa Piccarreta, “Libro de Cielo”, Vol. 3, 13 de Noviembre de 1899