viernes, 15 de agosto de 2025

JESÚS LE ORDENA LA CARIDAD. FIESTA DE LA MAMÁ CELESTIAL. LE DA EL OFICIO DE MAMÁ EN LA TIERRA



                    Esta mañana mi dulcísimo Jesús ha venido todo alegre, trayendo entre las manos un ramo de bellísimas flores, y poniéndose en mi corazón, con aquellas flores ahora se circundaba la cabeza, ahora las tenía entre sus manos, recreándose y complaciéndose todo. Mientras se divertía con estas flores, como si hubiera hecho una gran adquisición, se ha volteado hacia mí y me ha dicho: “Amada Mía, esta mañana he venido para poner en orden en tu corazón todas las virtudes. Las otras virtudes pueden estar separadas la una de la otra, pero la caridad ata y ordena todo. He aquí lo que quiero hacer en ti, ordenar la Caridad”.

                    Yo le he dicho: “Solo y único Bien mío, ¿cómo puedes hacer esto siendo yo tan mala y llena de defectos e imperfecciones?. Si la Caridad es orden, ¿estos defectos y pecados no son desorden que tienen todo en desorden y revuelta mi alma?” . 

                    Y Jesús: “Yo purificaré todo y la Caridad pondrá todo en orden. Y además, cuando a un alma la hago partícipe de las penas de Mi Pasión, no puede haber culpas graves, a lo más algún defecto venial involuntario, pero Mi Amor, siendo fuego, consumirá todo lo que es imperfecto en tu alma”. 

                    Así parecía que Jesús me purificaba y ordenaba toda; después derramaba como un río de miel de su corazón en el mío y con esa miel regaba todo mi interior, de modo que todo lo que estaba en mí quedaba ordenado, unido, y con la marca de la Caridad. 

                    Después de esto me he sentido salir fuera de mí misma en la Bóveda de los Cielos, junto con mi amante Jesús; parecía que todo estaba en fiesta, Cielo, tierra y Purgatorio; todos estaban inundados de un nuevo gozo y júbilo. Muchas almas salían del Purgatorio y como rayos llegaban al Cielo para asistir a la Fiesta de nuestra Reina Mamá. También yo me ponía en medio de aquella multitud inmensa de gente, es decir, Ángeles, Santos y Almas del Purgatorio, que ocupaban aquel nuevo Cielo, que era tan inmenso, que el nuestro que vemos, comparado con aquél me parecía un pequeño agujero, mucho más que tenía la obediencia del Confesor. Pero mientras hacía por mirar, no veía otra cosa que un Sol luminosísimo que esparcía rayos que me penetraban toda, de lado a lado, y me volvían como un cristal, tanto que se descubrían muy bien los pequeños defectos y la infinita distancia que hay entre el Creador y la criatura; tanto más que aquellos rayos, cada uno tenía su marca: uno delineaba la Santidad de Dios, otro la Pureza, otro la Potencia, otro la sabiduría, y todas las otras virtudes y atributos de Dios. Así que el alma, viendo su nada, sus miserias y su pobreza, se sentía aniquilada y en vez de mirar, se postraba con la cara en la tierra ante aquel Sol Eterno, ante el cual no hay ninguno que pueda estar frente a Él. 

                    Pero lo más era que para ver la Fiesta de Nuestra Mamá Reina, se debía ver desde dentro de aquel Sol, tanto parecía inmersa en Dios la Virgen Santísima, que mirando desde otros puntos no se veía nada. 

                    Ahora, mientras me encontraba en estas condiciones de aniquilamiento ante el Sol Divino y la Mamá Reina teniendo en sus brazos al Niñito, Jesús me ha dicho: “Nuestra Mamá está en el Cielo, te doy a ti el oficio de hacerme de mamá en la tierra, y como Mi vida está sujeta continuamente a los desprecios, a la pobreza, a las penas, a los abandonos de los hombres, y Mi Madre estando en la tierra fue Mi fiel compañera en todas estas penas, y no sólo eso, sino buscaba aliviarme en todo, por cuanto podían Sus fuerzas, así también tú, haciéndome de madre Me harás fiel compañía en todas Mis penas, sufriendo tú en vez Mía por cuanto puedas, y donde no puedas, buscarás darme al menos un consuelo. Debes saber que te quiero toda atenta en Mí. Seré celoso aun de tu respiro si no lo haces por Mí, y cuando vea que no estás toda atenta para contentarme, no te daré ni paz ni reposo”. 

                    Después de esto he comenzado a hacerle de mamá, pero, ¡oh! cuánta atención se necesitaba para contentarlo. Para verlo contento no se podía ni siquiera dirigir una mirada a otra parte. Ahora quería dormir, ahora quería beber, ahora quería que lo acariciara y yo debía encontrarme pronta a todo lo que quería; ahora decía: “Mamá Mía, me duele la cabeza, ¡ah, alíviame!”. Y yo enseguida le revisaba la cabeza, y encontrando espinas se las quitaba, y poniéndole mi brazo bajo la cabeza lo hacía reposar. Mientras hacía que reposara, de repente se levantaba y decía: “Siento un peso y un sufrimiento en el corazón, tanto de sentirme morir; ve que hay”. Y observando en el interior del corazón, he encontrado todos los instrumentos de la Pasión, y uno a uno los he quitado y los he puesto en mi corazón. Después, viéndolo aliviado, he comenzado a acariciarlo y a besarlo y le he dicho: “Mi solo y único tesoro, ni siquiera me has dejado ver la Fiesta de Nuestra Reina Madre, ni escuchar los primeros cánticos que le cantaron los Ángeles y los Santos en el ingreso que hizo en el Paraíso”.

                    Y Jesús: “El primer canto que hicieron a Mi Mamá fue el Ave María, porque en el Ave María están las alabanzas más bellas, los honores más grandes, y se le renueva el gozo que tuvo al ser hecha Madre de Dios, por eso, recitémosla juntos para honrarla y cuando tú vengas al Paraíso te la haré encontrar como si la hubieras dicho junto con los Ángeles aquella primera vez en el Cielo”. Y así hemos recitado la primera parte del Ave María juntos. ¡Oh, cómo era tierno y conmovedor saludar a Nuestra Mamá Santísima junto con Su amado Hijo!. Cada palabra que Él decía, llevaba una luz inmensa en la cual se comprendían muchas cosas sobre la Virgen Santísima, ¿pero quién puede decirlas todas?. Mucho más por mi incapacidad, por eso las paso en silencio.


 Nuestro Señor a Luisa Piccarreta, “Libro de Cielo”, Vol. 2, 15 de Agosto de 1899



martes, 12 de agosto de 2025

JESÚS LA TRANSFORMA TODA EN SÍ Y LE ENSEÑA LA CARIDAD



                    Esta mañana mi adorable Jesús, después que me ha hecho esperar por algún tiempo, ha venido diciéndome: “Hija Mía, esta mañana quiero uniformarte toda a Mí: quiero que pienses con Mi misma mente, que mires con Mis mismos ojos, que escuches con Mis mismos oídos, que hables con Mi misma lengua, que obres con Mis mismas manos, que camines con Mis mismos pies, y que ames con Mi mismo corazón”. 

                    Después de esto, Jesús unía Sus sentidos mencionados arriba con los míos, y veía que me daba Su misma forma; no sólo eso, sino me daba la gracia de usarlos como lo hizo Él mismo, y después ha continuado diciendo: “Gracias grandes vierto en ti, te recomiendo que las sepas conservar”.

                    Y yo: “Temo mucho, oh mi amado Jesús, al conocerme que estoy toda llena de miserias, y que en vez de hacer bien, hago mal uso de Tus gracias. Pero lo que más me hace temer es la lengua, que frecuentemente me hace faltar en la caridad hacia el prójimo”. Y Jesús: “No temas, te enseñaré Yo mismo el modo que debes tener al hablar con el prójimo; la primera cosa: cuando se te dice algo respecto al prójimo, hecha una mirada sobre ti misma y observa si tú eres culpable de ese mismo defecto, y entonces el querer corregir es un querer indignarme y escandalizar al prójimo. La segunda: si tú te ves libre de aquel defecto, entonces elévate y busca hablar como habría hablado Yo, así hablarás con Mi misma lengua. Haciendo así jamás faltarás en la caridad del prójimo, es más, con tus palabras harás bien a ti, al prójimo, y a Mí me darás Honor y Gloria”.


Nuestro Señor a Luisa Piccarreta, “Libro de Cielo”, Vol. 2, 12 de Agosto de 1899


Oración para fundirnos con la
Divina Voluntad


Estampa devocional diseñada para ser impresa
a doble cara. Permitida su difusión, sin fines comerciales




domingo, 10 de agosto de 2025

UN CONTENTO DE MENOS EN LA TIERRA, ES UN PARAÍSO DE MÁS EN EL CIELO



                    Continuando mi habitual estado (1), en cuanto he visto al bendito Jesús me ha dicho: “Hija Mía, por cuantos mínimos placeres el alma se priva en esta vida por amor Mío, otros tantos paraísos de más le daré en la otra vida; así que un contento de menos aquí, es un paraíso de más allá. Imagínate un poco cuántas privaciones has tenido tú en estos veinte años de cama por causa Mía, y cuántos paraísos de más Yo te daré en el Cielo”. 

                    Y yo al oír esto he dicho: “Mi bien, ¿qué dices?. Yo me siento honrada y casi deudora de Ti porque me das la ocasión de poderme privar por amor Tuyo, ¿y me dices que me darás otros tantos paraísos?”. Y Él ha agregado: “Y es exactamente así”. 

                    Deo Gratias.


 Nuestro Señor a Luisa Piccarreta, “Libro de Cielo”, Vol. 7, 10 de Agosto de 1906


1- Por una particular disposición de Dios, Luisa Piccarreta permanecía toda la noche sumida en un profundo éxtasis, paralizada, mientras recibía luces del Cielo; tan sólo conseguía liberarla de aquél místico trance la bendición del Sacerdote, que cada mañana celebraba la Santa Misa en su dormitorio. Este "sueño extático" era tan cotidiano para Luisa que ella lo definió en sus escritos como "mi habitual estado". Dicha fenomenología no fue exclusiva de Piccarreta, se dio con anterioridad en Santa Catalina de Siena y casi a la vez en la mística portuguesa Alexandrina Da Costa, entre otras almas privilegiadas.




jueves, 7 de agosto de 2025

SOBRE LA NADA DE NOSOTROS MISMOS



                    Esta mañana mi amable Jesús no venía, y después de tanto esperar y esperar, finalmente ha venido; era tanta mi confusión y mi aniquilamiento, que no sabía decirle nada y Jesús me ha dicho: “Por cuanto más te aniquiles y conozcas tu nada, tanto más Mi Humanidad, mandando rayos de luz, te comunicará Mis virtudes”. 

                    Yo le he dicho: “Señor, soy tan mala y fea que me doy horror a mí misma, ¿qué será ante Ti?”. 

                    Y Jesús: “Si tú eres fea, Soy Yo quien te puede volver bella”. 

                    Y en el mismo momento de decir esto ha mandado una luz salida de Él a mi alma, y parecía que le comunicaba Su belleza, y después, abrazándome ha comenzado a decir: “Cómo eres bella, pero bella de Mi Misma belleza, por eso Soy atraído a amarte”. 

                    ¿Quién puede decir cómo he quedado confundida?. Pero todo sea para Su gloria.


 Nuestro Señor a Luisa Piccarreta, “Libro de Cielo”, Vol. 2, 7 de Agosto de 1899



domingo, 3 de agosto de 2025

EL ALMA QUE POSEE LA GRACIA TIENE POTESTAD SOBRE EL INFIERNO, SOBRE LOS HOMBRES Y SOBRE DIOS



                    Esta mañana mi adorable Jesús no venía, y después de mucho esperar ha venido la Virgen Mamá conduciéndolo casi por la fuerza, pero Jesús huía. Entonces la Virgen Santísima me ha dicho: “Hija Mía, no te canses en pedirle, más bien sé inoportuna, porque este huir que hace es señal de que quiere enviar algún castigo, por eso huye de la vista de las personas amadas, pero tú no te detengas, porque el alma que posee la gracia tiene potestad sobre el Infierno, sobre los hombres y sobre Dios mismo, porque siendo la Gracia parte de Dios mismo, poseyéndola el alma, ¿no tiene tal vez el poder sobre lo que ella misma posee?”. 

                    Entonces después de mucho esperar, obligado por la Mamá Reina e importunado por mí, ha venido, pero con un aspecto imponente y serio, de modo que no me atrevía a hablar, no sabía cómo hacer para quitarle aquel aspecto tan imponente. Pensé comenzar a hablar con disparates diciéndole: “Mi dulce Bien, amémonos, si no nos amamos nosotros, ¿quién nos debe amar?. Y si no Te contentas con mi amor, ¿quién podrá contentarte?. ¡Ah!, dame una señal cierta de que estás contento de mi amor, de otra manera yo desfallezco, yo muero”. 

                    ¿Pero quién puede decir todos los disparates que he dicho?. Creo que es mejor pasarlos por alto; pero con esto parece que he tenido éxito en quitarle aquel aire imponente que tenía, y me ha dicho: “Sólo estaré contento de tu amor cuando éste sobrepase el río de la iniquidad de los hombres, por eso piensa en acrecentar tu amor, porque así más estaré contento de ti”. 

                    Dicho esto ha desaparecido.


 Nuestro Señor a Luisa Piccarreta, “Libro de Cielo”, Vol. 4, 3 de Agosto de 1901



viernes, 1 de agosto de 2025

LA HUMANIDAD DE JESÚS ES EL ESPEJO DE LA DIVINIDAD. CASTIGOS



                    Continúa mi adorable Jesús viniendo poquísimas veces y por poco tiempo. Esta mañana me sentía toda aniquilada y casi no me atrevía a ir en busca de mi sumo Bien; pero Él siempre benigno ha venido, y queriéndome infundir confianza me ha dicho:“Hija Mía, ante Mi Majestad y pureza no hay quien pueda estar de frente, más bien todos están obligados a estar por tierra y golpeados por el fulgor de Mi Santidad. El hombre quisiera casi huir de Mí, porque es tal y tanta su miseria, que no tiene valor para sostenerse delante del Ser Divino. Entonces haciendo uso de Mi Misericordia asumí Mi Humanidad, la que atenuando los rayos de la Divinidad, es medio para infundir confianza y ánimo al hombre para venir a Mí, el cual poniéndose de frente a Mi Humanidad, que expande rayos atenuados de la Divinidad, tiene el bien de poderse purificar, santificar y hasta divinizar en Mi Misma Humanidad deificada. 

                    Por eso tú estate siempre de frente a Mi Humanidad, teniéndola como espejo en el cual limpiarás todas tus manchas; y no sólo esto, sino como espejo en el cual reflejándote adquirirás la belleza, y poco a poco irás adornándote a semejanza de Mí Mismo, porque es propiedad del espejo hacer aparecer dentro de sí la imagen similar a aquella de quien se mira en él; si así es el espejo material, mucho más es el divino, porque Mi Humanidad sirve al hombre como espejo para mirar Mi Divinidad. He aquí por esto que todos los bienes para el hombre derivan de Mi Humanidad”. 

                    Mientras esto decía, me sentía infundir tal confianza, que me ha venido el pensamiento de quererle hablar de los castigos, tal vez me escuchara y haría el intento de aplacarlo del todo. Pero mientras me disponía a esto, como rayo ha desaparecido, y mi alma corriendo detrás de Él se ha encontrado fuera de mí misma; pero no lo he podido reencontrar más, y con suma amargura mía he visto muchas personas que iban a las cárceles, a otros sectarios que salían para atentar contra otras vidas de reyes y de otros jefes; veía que se carcomían de rabia porque les falta el medio para salir entre los pueblos y hacer matazón, sin embargo llegará su tiempo. Después de esto me he encontrado en mí misma, toda oprimida y afligida.


 Nuestro Señor a Luisa Piccarreta, “Libro de Cielo”, Vol. 3, 1 de Agosto de 1900




miércoles, 30 de julio de 2025

SOBRE LA CARIDAD Y SOBRE LA ESTIMA DE LA PALABRA DE JESÚS



                    Continua casi siempre lo mismo. Esta mañana, transportándome Jesús según Su costumbre fuera de mí misma, hemos pasado en medio de mucha gente, y la mayor parte de ellas estaban atentas a juzgar las acciones de los demás, sin mirar las propias, y mi amado Jesús me ha dicho: “El medio más seguro para ser recto con el prójimo es no mirar en absoluto lo que hacen, porque mirar, pensar y juzgar es lo mismo, además, mirando al prójimo vienes a defraudar la propia alma, por lo que sucede que no se es recto ni consigo mismo, ni con el prójimo, ni con Dios”. 

                    Después de esto le he dicho: “Mi único Bien, ya hace tiempo que no me has dado ni siquiera un beso”. Y así nos hemos besado. Y queriéndome casi corregir ha agregado: “Hija Mía, lo que te recomiendo es conservar y estimar Mis palabras, porque Mi Palabra es eterna y santa como Yo Mismo, y conservándola en tu corazón y aprovechándola, tendrás tu santificación y por ello recibirás en recompensa un esplendor eterno, producido por Mi Palabra; haciendo de otra manera tu alma recibirá un vacío y quedarás deudora de Mí”.


Nuestro Señor a Luisa Piccarreta, “Libro de Cielo”, Vol. 2, 30 de Julio de 1899



lunes, 28 de julio de 2025

SEMEJANZA DEL ALMA CON JESÚS, NO SÓLO EN LAS MUERTES DE DOLOR, SINO TAMBIÉN EN LAS DEL AMOR



                    Me sentía toda inmersa en su Santísimo Querer, y mi dulce Jesús al venir me ha dicho: “Hija Mía, funde tu inteligencia con la Mía, a fin de que circule en todas las inteligencias de las criaturas, y reciba el vínculo de cada uno de los pensamientos de ellas para sustituirlos con tantos otros pensamientos hechos en Mi Querer, y Yo reciba la Gloria como si todos los pensamientos fuesen hechos en modo divino. Ensancha tu querer en el Mío, ninguna cosa debe escapar que no quede atrapada en la red de la tuya y Mía Voluntad; Mi Querer en Mí y Mi Querer en ti deben confundirse juntos y tener los mismos confines interminables, pero tengo necesidad de que tu querer se preste a extenderse en el Mío y no se le escape ninguna cosa creada por Mí, a fin de que en todas las cosas escuche el Eco de la Voluntad Divina en la voluntad humana, a fin de que ahí genere Mi semejanza. Mira hija Mía, Yo sufrí doble muerte por cada una de las criaturas, una de Amor y la otra de Pena, porque al crearla la creé un complejo todo de Amor, por lo cual no debía salir de ella otra cosa que Amor, tanto que Mi Amor y el suyo debían estar en continuas corrientes, pero el hombre no sólo no Me amó, sino que ingrato me ofendió, y Yo debía rehacer a Mi Divino Padre de esta falta de Amor, y debí aceptar una muerte de Amor por cada uno, y otra de Dolor por las ofensas”. 

                    Pero mientras esto decía, veía a mi dulce Jesús todo una llama, que lo consumía y le daba muerte por cada uno, es más, veía que cada pensamiento, palabra, movimiento, obra, paso, etc., eran tantas llamas que consumían a Jesús y lo vivificaban. Entonces Jesús ha agregado: “¿No quisieras tú Mi semejanza?. ¿No quisieras tú aceptar las muertes de Amor como aceptaste las muertes de Dolor?”. Y yo: “¡Ah! mi Jesús, yo no sé qué me haya sucedido, siento aún gran repugnancia por haber aceptado las de Dolor, ¿cómo podría aceptar las de Amor que me parecen más duras?. Yo tiemblo al sólo pensarlo, mi pobre naturaleza se aniquila más, se deshace. Ayúdame, dame la fuerza porque siento que no puedo seguir adelante”. 

                    Y Jesús todo bondad y decidido ha agregado: “Pobre hija Mía, ánimo, no temas ni quieras turbarte por la repugnancia que sientes; es más, para tranquilizarte te digo que también ésta es una semejanza Mía. Debes saber que también Mi Humanidad, por cuan Santa, deseosa a lo sumo de sufrir, sentía esta repugnancia, pero no era Mía, eran todas las repugnancias de las criaturas que sentían en hacer el bien, en aceptar las penas que merecían, y Yo debía sufrir estas penas que Me torturaban no poco, para dar a ellas la inclinación al bien y hacerles más dulces las penas, tanto, que en el Huerto grité al Padre: ‘Si es posible pase de Mí este cáliz”. ¿Crees tú que fui Yo?. ¡Ah no!. Te engañas, Yo amaba el sufrir hasta la locura, amaba la muerte para dar vida a Mis hijos, era el grito de toda la familia humana que resonaba en Mi Humanidad, y Yo, gritando junto con ellos para darles fuerzas repetí tres veces: ‘Si es posible pase de Mí este cáliz’. Yo hablaba a nombre de todos, como si fueran cosa Mía, pero Me sentía aplastar; así que la repugnancia que sientes no es tuya, es el eco de la Mía, si fuera tuya Me habría retirado, por eso hija Mía, queriendo generar de Mí otra imagen Mía, quiero que aceptes, y Yo mismo quiero imprimir en tu voluntad ensanchada y consumida en la Mía estas Mis muertes de Amor”. Y mientras esto decía, con Su santa mano me las imprimía, y ha desaparecido. Sea todo para Gloria de Dios.


Nuestro Señor a Luisa Piccarreta, “Libro de Cielo”, Vol. 14, 28 de Julio de 1922



sábado, 26 de julio de 2025

EL QUERER DIVINO ES MÁS QUE VIDA DEL ALMA



                    Mi dulce Jesús continúa hablándome de Su Santo Querer: “Hija Mía, si el sol es el rey del universo, si con su luz simboliza Mi Majestad y con su calor Mi Amor y Mi Justicia, que cuando encuentra la tierra que no quiere prestarse a su fecundidad, con su aliento ardiente la termina de secar y volverla estéril; el agua se puede decir reina de la tierra, porque simbolizando a Mi Voluntad no hay punto donde no entre, ni hay criatura que pueda estar sin ella; tal vez sin el sol se pueda vivir, pero sin el agua ninguno, ella entra en todo, hasta en las venas, en las vísceras humanas, como en las profundas entrañas de la tierra, ella en mudo silencio hace su curso continuado, se puede decir que el agua no sólo es reina, sino que es como el alma de la tierra, sin el agua la tierra sería como un cuerpo muerto. 

                    Tal es Mi Voluntad, no sólo es reina, sino es más que alma de todas las cosas creadas, es Vida de cada latido, de cada fibra del corazón. Mi Querer, como agua corre en todo, ahora silencioso y escondido, ahora palpitante y visible. El hombre se puede sustraer de Mi luz, de Mi Amor, de Mi Gracia, pero de Mi Voluntad jamás, sería como uno que quisiera vivir sin agua, es verdad que puede haber algún loco que odie el agua, pero a pesar de que la odie, que no la ame, estará obligado a beberla, o el agua o la muerte. 

                    Así es de Mi Voluntad, siendo vida de todo, las criaturas, o la tendrán con ellas con amor o con odio, pero a pesar de todo estarán obligadas a hacer correr Mi Querer en ellas, como la sangre en las venas, y quien quisiera sustraerse de Mi Querer sería como suicidar la propia alma; pero Mi Querer no lo dejaría, seguiría sobre él el curso de la Justicia, no habiendo podido seguir sobre él el curso de los bienes que contiene Mi Querer. Si el hombre supiera qué significa hacer o no hacer Mi Voluntad, todos temblarían de espanto al solo pensamiento de sustraerse por un solo instante de Mi Querer”.


Nuestro Señor a Luisa Piccarreta, “Libro de Cielo”, Vol. 13, 26 de Julio de 1921



jueves, 24 de julio de 2025

VÍNCULOS ENTRE JESÚS Y TODAS LAS ALMAS. CORRESPONDENCIA A LA GRACIA



                    Continuando mi habitual estado, mi siempre amable Jesús ha venido con una majestad y amor encantadores y me ha hecho ver todas las generaciones, desde el primero hasta el último hombre, cada uno de los cuales estaba vinculado y atado junto con mi dulce Jesús, y era tanta la unión, que parecía que Jesús se multiplicaba para cada una de las criaturas, de modo que cada uno lo tenía todo para sí, y que Jesús daba Su Vida para sufrir cualquier pena y muerte que cada una debía sufrir, para poder decir al Padre Celestial: “Padre Mío, en cada criatura tendrás otros tantos Yo Mismo que Te darán por cada una lo que cada una Te debe”. 

                    Mientras esto veía, mi dulce Jesús me ha dicho: “Hija Mía, ¿quieres también tú aceptar el vínculo de cada ser, a fin de que entre Yo y tú no haya ninguna desemejanza?”. 

                    Yo no sé cómo sentía como si el peso de todos se apoyase sobre mis espaldas, veía mi indignidad y debilidad, y sentía tal repugnancia que me sentía aniquilar, tanto que el Bendito Jesús teniendo compasión de mí me ha tomado entre Sus brazos y me ha estrechado a Su Corazón, haciéndome poner la boca en la herida que lo traspasaba diciéndome: “Bebe hija Mía la Sangre que brota de esta herida para recibir la fuerza que te falta, ánimo, no temas, Yo estaré contigo, dividiremos juntos todo el peso, el trabajo, las penas y las muertes, por eso te digo, sé atenta y fiel, porque Mi Gracia quiere correspondencia, de otra manera se necesita nada para descender. ¿Qué se necesita para abrir y cerrar los ojos?. No se necesita nada, sin embargo qué gran bien lleva el tenerlos abiertos, y que gran mal el tenerlos cerrados, con tenerlos abiertos los ojos se llenan de luz, de sol; con esta luz la mano puede obrar, el pie caminar seguro y sin tropezar, distingue los objetos, si son buenos o malos, reordena las cosas, lee, escribe; ahora, ¿qué se necesita para perder todo este bien?. Cerrar los ojos, entonces la mano no puede obrar, el pie no puede caminar y si camina está sujeto a tropezar, no distingue más los objetos, se reduce a la inhabilidad. Tal es la correspondencia, no es otra cosa que abrir los ojos del alma, y en cuanto los abre se hace luz en la mente, Mi Imagen se refleja en todo lo que va haciendo, copiándome fielmente, de manera que no hace otra cosa que recibir continua luz de Mí, tanto que llega a convertir todo su ser en luz. En cambio la incorrespondencia arroja al alma en las tinieblas y la vuelve inactiva”.


Nuestro Señor a Luisa Piccarreta, “Libro de Cielo”, Vol. 14, 24 de Julio de 1922