jueves, 18 de diciembre de 2025

LA NOVENA DE LA SANTA NAVIDAD, DÍA 3º


La Novena de la Santa Navidad
 
tomada del Primer Volumen de los escritos de la mística italiana 
Luisa Piccarreta, “la pequeña Hija de la Divina Voluntad” 




                    Esta hermosa Novena sobre la Encarnación y el Nacimiento del Niño Jesús es la  experiencia espiritual de la mística Luisa Picarreta, alma especialísima a quien fue revelada la espiritualidad de la Divina Voluntad.

                    A través de esta Novena conoceremos más íntimamente a Jesús Nuestro Señor, desde el momento bendito de Su Encarnación en el vientre la Santísima Virgen María.

                    La Novena de la Santa Navidad se puede hacer en cualquier época del año, es una tierna y santa manera de preparar nuestros corazones para que Jesús nazca en ellos.



                    En el Nombre del Padre y del Hijo  y del Espíritu Santo. 

                    ¡Oh Jesús, oh Esposo, oh fortaleza mía! A Ti me dirijo, a Ti vengo, en Tus brazos me introduzco, me abandono, me reposo. ¡Ah, consuélame en mi aflicción y no me dejes sola y abandonada!. Mírame y vuelve a mirarme, oh Esposo Santo en estos Tus brazos, mira de cuántas tinieblas estoy circundada, son tan densas que no dejan entrar ni siquiera un átomo de luz en mi alma. 

                    ¡Oh! Mi místico Sol Jesús, resplandezca esta Luz en mi mente, a fin de que haga huir las tinieblas y pueda libremente recordar las gracias que has hecho a mi alma. 

                    ¡Oh! Sol Eterno, manda otro rayo de Luz a lo íntimo de mi corazón y lo purifique del fango en el cual yace, lo incendie, lo consuma en Tu Amor, a fin de que Él, que más que todo ha probado las dulzuras de Tu Amor, pueda claramente manifestarlas a quien está obligado.Tú que tanto me amas, continúa mandándome Luz. 

                    ¡Oh! Mi Sol, mi bello, propiamente quiero entrar en el centro, a fin de quedar toda abismada en esta Luz purísima. Haz, oh Sol Divino, que esta Luz me preceda delante, me siga junto, me circunde por doquier, se introduzca en los más íntimos escondites de mi interior, a fin de que consumiendo mi ser terreno, lo transformes todo en Tu Ser Divino. 

                    Mi amable y dulce Jesús, perdóname, no te retires de mí, continúa derramando en mí Tu gracia, a fin de que puedas hacer de mí un triunfo de Tu Misericordia.

                    Virgen Santísima, Madre amable, ven en mi auxilio, obtenme de Tu y mi dulce Jesús gracia y fuerza... 

                    San José, amado protector mío, asísteme en esta circunstancia. 

                    Arcángel San Miguel, defiéndeme del enemigo infernal, que tantos obstáculos me pone en la mente... 

                    Arcángel San Rafael y tú mi Ángel custodio, venid a asistirme y a acompañarme... 



Tercera Meditación: 
El Amor devorador

                    Hija Mía, apoya tu cabeza sobre el Seno de Mi Mamá, mira dentro de Él a Mi pequeña Humanidad, Mi Amor Me devoraba, los incendios, los océanos, los mares inmensos del Amor de Mi Divinidad Me inundaban, Me incineraban, levantaban tan alto Sus llamas que se elevaban y se extendían por doquier, a todas las generaciones, desde el primero hasta el último hombre y Mi pequeña Humanidad era devorada en medio de tantas llamas, ¿pero sabes tú qué cosa me quería hacer devorar Mi Eterno Amor?. ¡Ah, a las almas!. Y sólo estuve contento cuando las devoré todas, quedando todas concebidas Conmigo, Era Dios, debía obrar como Dios, debía tomarlas a todas; Mi Amor no Me habría dado paz si hubiera excluido a alguna. 

                    Ah hija Mía, mira bien en el Seno de Mi Mamá, fija bien los ojos en Mi Humanidad recién concebida y en Ella encontrarás a tu alma concebida Conmigo, y también las llamas de Mi Amor que te devoraron. ¡Oh, cuánto te he amado y te amo!. 

                    Luisa dice: Yo me perdía en medio a tanto amor, no sabía salir de ahí, pero una voz me llamaba fuerte diciéndome: “Hija Mía, esto es nada aún, estréchate más a Mí, dale tus manos a Mi amada Mamá a fin de que te tenga estrechada sobre Su Seno Materno, y tú da otra mirada a Mi pequeña Humanidad concebida y mira el cuarto exceso de Mi Amor”.



miércoles, 17 de diciembre de 2025

LA NOVENA DE LA SANTA NAVIDAD, DÍA 2º


La Novena de la Santa Navidad
 
tomada del Primer Volumen de los escritos de la mística italiana 
Luisa Piccarreta, “la pequeña Hija de la Divina Voluntad” 




                     Esta hermosa Novena sobre la Encarnación y el Nacimiento del Niño Jesús es la  experiencia espiritual de la mística Luisa Picarreta, alma especialísima a quien fue revelada la espiritualidad de la Divina Voluntad.

                    A través de esta Novena conoceremos más íntimamente a Jesús Nuestro Señor, desde el momento bendito de Su Encarnación en el vientre la Santísima Virgen María.

                    La Novena de la Santa Navidad se puede hacer en cualquier época del año, es una tierna y santa manera de preparar nuestros corazones para que Jesús nazca en ellos.



                    En el Nombre del Padre y del Hijo  y del Espíritu Santo. 

                    ¡Oh Jesús, oh Esposo, oh fortaleza mía! A Ti me dirijo, a Ti vengo, en Tus brazos me introduzco, me abandono, me reposo. ¡Ah, consuélame en mi aflicción y no me dejes sola y abandonada!. Mírame y vuelve a mirarme, oh Esposo Santo en estos Tus brazos, mira de cuántas tinieblas estoy circundada, son tan densas que no dejan entrar ni siquiera un átomo de luz en mi alma. 

                    ¡Oh! Mi místico Sol Jesús, resplandezca esta Luz en mi mente, a fin de que haga huir las tinieblas y pueda libremente recordar las gracias que has hecho a mi alma. 

                    ¡Oh! Sol Eterno, manda otro rayo de Luz a lo íntimo de mi corazón y lo purifique del fango en el cual yace, lo incendie, lo consuma en Tu Amor, a fin de que Él, que más que todo ha probado las dulzuras de Tu Amor, pueda claramente manifestarlas a quien está obligado.Tú que tanto me amas, continúa mandándome Luz. 

                    ¡Oh! Mi Sol, mi bello, propiamente quiero entrar en el centro, a fin de quedar toda abismada en esta Luz purísima. Haz, oh Sol Divino, que esta Luz me preceda delante, me siga junto, me circunde por doquier, se introduzca en los más íntimos escondites de mi interior, a fin de que consumiendo mi ser terreno, lo transformes todo en Tu Ser Divino. 

                    Mi amable y dulce Jesús, perdóname, no te retires de mí, continúa derramando en mí Tu gracia, a fin de que puedas hacer de mí un triunfo de Tu Misericordia.

                    Virgen Santísima, Madre amable, ven en mi auxilio, obtenme de Tu y mi dulce Jesús gracia y fuerza... 

                    San José, amado protector mío, asísteme en esta circunstancia. 

                    Arcángel San Miguel, defiéndeme del enemigo infernal, que tantos obstáculos me pone en la mente... 

                    Arcángel San Rafael y tú mi Ángel custodio, venid a asistirme y a acompañarme... 



Segunda Meditación:
Jesús en el Seno de Su Madre 


                    El Amor que lo reduce a la estrechez y a la inmovilidad. Entonces mi mente se ponía en el Seno Materno, y quedaba estupefacta al considerar a aquel Dios tan grande en el Cielo, y ahora tan humillado, empequeñecido, restringido, que casi no podía moverse, ni siquiera respirar. 

                    La voz interior me decía: “¿Ves cuánto te he amado? ¡Ah! dame un lugar en tu corazón, quita todo lo que no es Mío, porque así Me darás más facilidad para poderme mover y respirar”. 

                    Mi corazón se deshacía, le pedía perdón, prometía ser toda Suya, me desahogaba en llanto, sin embargo, lo digo para mi confusión, volvía a mis habituales defectos. ¡Oh! Jesús, cuán bueno has sido con esta miserable criatura. Y así pasaba la segunda hora del día, y después, poco a poco el resto, que decirlo todo sería aburrir. Y esto lo hacía a veces de rodillas y cuando era impedida a hacerlo por la familia, lo hacía aun trabajando, porque la voz interna no me daba ni tregua ni paz si no hacía lo que quería, así que el trabajo no me era impedimento para hacer lo que debía hacer. 

                    Así pasé los días de la novena, cuando llegó la víspera me sentía más que nunca encendida por un insólito fervor, estaba sola en la recámara cuando se me presenta delante el niño Jesús, todo bello, sí, pero titiritando, en actitud de quererme abrazar, yo me levanté y corrí para abrazarlo, pero en el momento en que iba a estrecharlo desapareció, esto se repitió tres veces. Quedé tan conmovida y encendida de amor, que no sé explicarlo; pero después de algún tiempo no lo tomé más en cuenta, y no se lo dije a nadie, de vez en cuando caía en las acostumbradas faltas. 

                    La voz interna no me dejó nunca más, en cada cosa me reprendía, me corregía, me animaba, en una palabra, el Señor hizo conmigo como un buen padre con un hijo que tiende a desviarse, y él usa todas las diligencias, los cuidados para mantenerlo en el recto camino, de modo de formar de él su honor, su gloria, su corona. Pero, ¡oh! Señor, demasiado ingrata Te he sido.



martes, 16 de diciembre de 2025

LA NOVENA DE LA SANTA NAVIDAD, DÍA 1º


La Novena de la Santa Navidad
 
tomada del Primer Volumen de los escritos de la mística italiana 
Luisa Piccarreta, “la pequeña Hija de la Divina Voluntad” 




                    Esta hermosa Novena sobre la Encarnación y el Nacimiento del Niño Jesús es la  experiencia espiritual de la mística Luisa Picarreta, alma especialísima a quien fue revelada la espiritualidad de la Divina Voluntad.

                    A través de esta Novena conoceremos más íntimamente a Jesús Nuestro Señor, desde el momento bendito de Su Encarnación en el vientre la Santísima Virgen María.

                    La Novena de la Santa Navidad se puede hacer en cualquier época del año, es una tierna y santa manera de preparar nuestros corazones para que Jesús nazca en ellos.



                    En el Nombre del Padre y del Hijo  y del Espíritu Santo. 

                    ¡Oh Jesús, oh Esposo, oh fortaleza mía! A Ti me dirijo, a Ti vengo, en Tus brazos me introduzco, me abandono, me reposo. ¡Ah, consuélame en mi aflicción y no me dejes sola y abandonada!. Mírame y vuelve a mirarme, oh Esposo Santo en estos Tus brazos, mira de cuántas tinieblas estoy circundada, son tan densas que no dejan entrar ni siquiera un átomo de luz en mi alma. 

                    ¡Oh! Mi místico Sol Jesús, resplandezca esta Luz en mi mente, a fin de que haga huir las tinieblas y pueda libremente recordar las gracias que has hecho a mi alma. 

                    ¡Oh! Sol Eterno, manda otro rayo de Luz a lo íntimo de mi corazón y lo purifique del fango en el cual yace, lo incendie, lo consuma en Tu Amor, a fin de que Él, que más que todo ha probado las dulzuras de Tu Amor, pueda claramente manifestarlas a quien está obligado.Tú que tanto me amas, continúa mandándome Luz. 

                    ¡Oh! Mi Sol, mi bello, propiamente quiero entrar en el centro, a fin de quedar toda abismada en esta Luz purísima. Haz, oh Sol Divino, que esta Luz me preceda delante, me siga junto, me circunde por doquier, se introduzca en los más íntimos escondites de mi interior, a fin de que consumiendo mi ser terreno, lo transformes todo en Tu Ser Divino. 

                    Mi amable y dulce Jesús, perdóname, no te retires de mí, continúa derramando en mí Tu gracia, a fin de que puedas hacer de mí un triunfo de Tu Misericordia.

                    Virgen Santísima, Madre amable, ven en mi auxilio, obtenme de Tu y mi dulce Jesús gracia y fuerza... 

                    San José, amado protector mío, asísteme en esta circunstancia. 

                    Arcángel San Miguel, defiéndeme del enemigo infernal, que tantos obstáculos me pone en la mente... 

                    Arcángel San Rafael y tú mi Ángel custodio, venid a asistirme y a acompañarme... 



Primera Meditación: 
Jesús en el Seno del Padre. 
El Decreto de la Encarnación


                    Como por ejemplo, en una hora me ponía con el pensamiento en el Paraíso y me imaginaba a la Santísima Trinidad: al Padre que mandaba al Hijo a la tierra, al Hijo que prontamente obedecía al Querer del Padre, y al Espíritu Santo que consentía en ello. Mi mente se confundía tanto al contemplar un Misterio tan grande, un amor tan recíproco, tan igual, tan fuerte entre Ellos y hacia los hombres; y en la ingratitud de estos, especialmente la mía; que en esto me habría quedado no una hora sino todo el día, pero una voz interna me decía: “Basta, ven y mira otros excesos más grandes de Mi Amor”.



domingo, 14 de diciembre de 2025

LA PALABRA DE JESÚS ES SOL, NUTRE LA MENTE Y SACIA EL CORAZÓN DE AMOR



                    Continúo con mis días amarguísimos pero resignada al Querer de Dios. Mi siempre amable Jesús, si se hace ver, es siempre afligido y taciturno, parece que no me quiere prestar atención. Esta mañana, haciéndose ver, me ponía dos aretes, tan brillantes que parecían dos soles, y después me ha dicho:  

                    “Hija amada Mía, para quien está toda atenta a escucharme, Mi Palabra es Sol que no sólo alegra el oído, sino que nutre la mente y sacia el corazón de Mí y de Mi Amor. ¡Ah!, no se quiere comprender que toda Mi intención es de tenerlos a todos ocupados en Mí, sin poner cuidado en otra cosa. Mira a aquella, señalando a una persona, con ese modo que examina todo, pone atención a todo, se impresiona de todo, hasta de los excesos y también de las cosas santas, no es otra cosa que un vivir fuera de Mí, y a quien vive fuera de Mí, por necesidad le viene que se siente mucho a sí misma, cree hacerme honor, pero es todo lo contrario”.


 Nuestro Señor a Luisa Piccarreta, “Libro de Cielo”, Vol. 10, 14 de Diciembre de 1911





miércoles, 10 de diciembre de 2025

QUIEN BUSCA AL SEÑOR, CADA VEZ RECIBE UNA TINTA UN LINEAMIENTO DIVINO



                    Continuando mi estado, sentía un peso sobre mi alma por la privación del Bendito Jesús, como si sobre de mí gravitara todo el peso del mundo, y en mi inmensa amargura hacía cuanto más podía por buscarlo. Después, habiendo venido me ha dicho:

                    “Hija Mía, cada vez que el alma me busca recibe una tinta, un lineamiento divino, y otras tantas veces renace en Mí y Yo renazco en ella”.

                    Mientras esto decía, estaba pensando en lo que había dicho, casi maravillándome y diciendo: “Señor, ¿qué dices?”.

                    Y Él ha agregado: 

                    “¡Oh, si supieras la Gloria, el gusto que siente todo el Cielo al recibir esta nota de la tierra, de un alma que busca siempre a Dios, toda conforme a la nota de ellos!. ¿Qué cosa es la vida de los Bienaventurados?. ¿Quién la forma?. Este renacer continuamente en Dios y Dios en ellos; esto es aquel dicho: “Que Dios es siempre viejo y siempre nuevo”. Jamás sienten cansancio, porque están en continua actitud de nueva vida en Dios”.


 Nuestro Señor a Luisa Piccarreta, “Libro de Cielo”, Vol. 6, 10 de Diciembre de 1903




lunes, 8 de diciembre de 2025

SOBRE LA INMACULADA CONCEPCIÓN



                    Escribo por obedecer y ofrezco todo a mi dulce Jesús, uniéndome al sacrificio de Su obediencia para obtener la gracia y la fuerza de hacerla como Él quiere. Y ahora, ¡oh mi Jesús! dame Tu santa mano y la luz de Tu Inteligencia, y escribe junto conmigo. 

                    Estaba pensando en el gran portento de la Inmaculada Concepción de mi Reina y Celestial Mamá, y en mi interior he oído decirme: "Hija Mía, la Inmaculada Concepción de Mi amada Mamá fue prodigiosa y del todo maravillosa, tanto que Cielos y tierra quedaron estupefactos e hicieron fiesta. 

                    Las Tres Divinas Personas hicieron competencia: el Padre hizo salir un mar inmenso de Potencia; Yo, Hijo, saqué un mar infinito de Sabiduría; y el Espíritu Santo un mar inmenso de Eterno Amor, que fundiéndose formaron un solo mar y en medio de este mar fue formada la Concepción de esta Virgen, elegida entre las elegidas, así que la Divinidad suministró la sustancia de esta Concepción, y no sólo era centro de vida de esta admirable y singular criatura, sino que este mar le estaba alrededor, no sólo para tenerla defendida de todo lo que pudiera ensombrecerla, sino para darle a cada instante nuevas bellezas, nuevas gracias, potencia, sabiduría, amor, privilegios, etc. 

                    Así que Su pequeña naturaleza fue concebida en el centro de este mar, y se formó y creció bajo el influjo de estas olas divinas, tanto, que no apenas fue formada esta noble y singular criatura, la Divinidad no quiso esperar como es Su costumbre con las demás criaturas, quería Sus abrazos, la correspondencia de Su amor, Sus besos, gozarse Sus inocentes sonrisas, y por eso no apenas fue formada su Concepción le di el uso de razón, la doté de todas las ciencias, le hice conocer Nuestras alegrías y Nuestros dolores con relación a la Creación; y desde el seno materno Ella venía al Cielo, a los pies de Nuestro Trono para darnos los abrazos, la correspondencia de Su amor, Sus tiernos besos, y arrojándose en Nuestros brazos nos sonreía con tal complacencia de gratitud y de agradecimiento, que arrancaba nuestras sonrisas. 

                    ¡Oh!, cómo era bello ver a esta inocente y privilegiada criatura, enriquecida con todas las cualidades divinas, venir en medio de Nosotros toda amor, toda confianza, sin temor, porque solamente el pecado es lo que pone distancia entre Creador y criatura, rompe el amor, hace perder la confianza e infunde temor, así que Ella venía en medio de Nosotros como Reina, que con Su amor, dado por Nosotros, Nos dominaba, Nos raptaba, Nos ponía en fiesta y se hacía raptora de otro amor, y Nosotros la hacíamos hacer, gozábamos del amor que nos arrebataba y la constituimos Reina del Cielo y de la tierra. 

                    Cielo y tierra exultaron e hicieron fiesta junto con Nosotros, por tener después de tantos siglos a su Reina; el sol sonrió en su luz, y se creyó afortunado por tener que servir a su Reina con darle luz; el Cielo, las estrellas y todo el Universo sonrieron de alegría e hicieron fiesta, porque debían alegrar a su Reina haciéndole ver la armonía y belleza del firmamento; sonrieron las plantas, pues debían nutrir a su Reina, y también la tierra sonrió y se sintió ennoblecida al deber dar habitación y por tener que hacerse pisar por los pasos de su Emperatriz. Sólo el Infierno lloró y sintió perder las fuerzas por el dominio de esta Soberana Señora. 

                    ¿Pero sabes tú cuál fue el primer acto que hizo esta Celestial criatura cuando se encontró la primera vez ante Nuestro Trono?. Ella conoció que todo el mal del hombre había sido la ruptura entre su voluntad y la de su Creador, y Ella se estremeció, y sin dejar pasar el tiempo ató Su Voluntad a los pies de Mi Trono, sin ni siquiera quererla conocer, y Mi Voluntad se ató a Ella y se constituyó centro de vida, tanto que entre Ella y Nosotros se abrieron todas las corrientes, todas las relaciones, todas las comunicaciones, y no hubo secreto que no le confiáramos. 

                    Fue propiamente esto el acto más bello, más grande, más heroico que hizo, el poner a Nuestros pies Su voluntad, y que a Nosotros, como raptados, nos hizo constituirla Reina de todos. ¿Ves entonces qué significa atarse con Mi Voluntad y no conocer la propia?. El segundo acto que hizo fue ofrecerse a cualquier sacrificio por amor nuestro. 

                    El tercero fue restituirnos el Honor y la Gloria de toda la Creación, que el hombre Nos había quitado con hacer su voluntad; y aun desde el seno materno lloró por amor Nuestro, porque Nos vio ofendidos, y lloró de dolor por el hombre culpable. ¡Oh! cómo nos enternecían estas lágrimas inocentes y apresuraban la suspirada Redención. 

                    Esta Reina Nos dominaba, Nos ataba, Nos arrancaba gracias infinitas, Nos inclinaba tanto hacia el género humano que no podíamos ni sabíamos resistir a Sus repetidas instancias; ¿pero de dónde le venía tal poder y tanta ascendencia sobre la misma Divinidad?. ¡Ah! tú lo has entendido, era la Potencia de Nuestro Querer que obraba en Ella, que mientras la dominaba la hacía dominadora de Dios mismo. Además ¿cómo podíamos resistir a tan inocente criatura poseída por la Potencia y Santidad de Nuestro Querer?. Sería resistir a Nosotros mismos, Nosotros descubríamos en Ella Nuestras cualidades divinas, como olas afluían sobre Ella los reflejos de Nuestra Santidad, los reflejos de los modos divinos, de Nuestro Amor, de Nuestra Potencia, etc., y Nuestro Querer, que era Su centro, atraía todos los reflejos de Nuestras cualidades divinas y se hacía corona y defensa de la Divinidad habitante en Ella. 

                    Si esta Virgen Inmaculada no hubiera tenido el Querer Divino como centro de vida, todas las demás prerrogativas y privilegios con los cuales tanto la enriquecimos habrían sido una nada frente a eso. Fue esto lo que le confirmó y le conservó los tantos privilegios, y no sólo, sino que a cada instante le multiplicaba nuevos. He aquí la causa por la qué la constituimos Reina de todos, porque cuando Nosotros obramos lo hacemos con Razón, Sabiduría y Justicia, porque jamás dio vida a Su querer humano, sino que Nuestro Querer fue siempre íntegro en Ella. ¿Cómo podíamos decir a otra criatura, Tú eres Reina del Cielo, del Sol, de las estrellas, etc., si en lugar de tener Nuestro Querer por dominio fuera dominada por Su querer humano?. Todos los elementos, Cielo, Sol, Tierra, se habrían sustraído del régimen y dominio de esta criatura, todos habrían gritado en su mudo lenguaje: ‘No la queremos, nosotros somos superiores a Ella porque jamás nos hemos sustraído de Tu Eterno Querer; tal como nos creaste así somos.’ Habría gritado el Sol con su luz, las estrellas con su centelleo, el mar con sus olas, y así todo lo demás. En cambio, como todos sintieron el dominio de esta Virgen excelsa, que casi como hermana suya jamás quiso conocer Su voluntad sino sólo la de Dios, no sólo hicieron fiesta, sino que se sintieron honrados por tener su Reina y corrieron en torno a Ella para hacerle cortejo y tributarle sus homenajes, con ponerse la Luna como escabel de Sus pies, las estrellas como corona, el Sol como diadema, los Ángeles como siervos, los hombres como esperando; todos, todos le rindieron honores y le hicieron sus homenajes. 

                    No hay honor y gloria que no se pueda dar a Nuestro Querer, sea que obre en Nosotros, en su propia sede, sea que habite en la criatura. ¿Pero sabes tú cuál fue el primer acto que hizo esta noble Reina cuando saliendo del seno materno abrió los ojos a la luz de este bajo mundo?. Cuando Ella nació, los Ángeles le cantaron canciones de cuna a la Celestial Bebita y Ella quedó extasiada, y Su bella Alma salió de Su cuerpecito, acompañada por legiones angélicas y giró por tierra y Cielo y fue recogiendo todo el Amor que Dios había esparcido en todo lo creado, y penetrando en el empíreo vino a los pies de Nuestro Trono y Nos ofreció la correspondencia del Amor de todo lo creado, y pronunció Su primer gracias a nombre de todos. 

                    ¡Oh! cómo nos sentimos felices al oír el gracias de esta bebita Reina, y le confirmamos todas las gracias, todos los dones, para hacerla superar a todas las demás criaturas unidas juntas. Después, arrojándose en Nuestros brazos se deleitó con Nosotros, nadando en el océano de todos los contentos, quedando embellecida de nueva belleza, de nueva Luz y de nuevo Amor; suplicó de nuevo por el género humano, pidiéndonos con lágrimas que descendiera el Verbo Eterno para salvar a Sus hermanos, pero mientras esto hacía, Nuestro Querer le hizo saber que bajara a la tierra, y Ella de inmediato dejó Nuestros contentos y las alegrías y partió, ¿para hacer qué cosa?, ¡Nuestro Querer!. 

                    ¡Qué potente imán era Nuestro Querer habitante en la tierra en esta recién nacida Reina!. No Nos parecía ya extraña la tierra, no Nos sentíamos ya para castigarla haciendo uso de Nuestra Justicia; teníamos la Potencia de Nuestra Voluntad que en esta inocente Niña Nos despedazaba los brazos, Nos sonreía desde la tierra, y cambiaba la Justicia en gracias y en dulce sonrisa, tanto, que no pudiendo resistir al dulce encanto, el Verbo Eterno apresuró Su carrera. 

                    ¡Oh prodigio de Mi Querer Divino, a Ti todo se debe, por Ti se cumple todo y no hay prodigio más grande que Mi Querer habitante en la criatura!".


 Nuestro Señor a Luisa Piccarreta, “Libro de Cielo”, Vol. 15, 8 de Diciembre de 1922



viernes, 5 de diciembre de 2025

QUIEN NO RECIBE LOS BIENES DE DIOS ES UN INGRATO. DUDAS Y DIFICULTADES



                    Después de haber escrito lo que está dicho arriba me sentía toda compenetrada y más que nunca aniquilada, y habiéndome puesto a rezar, mi siempre amable Jesús ha venido y estrechándome fuerte a Su Corazón me ha dicho: 

                    “Hija de Mi Querer, ¿por qué no quieres reconocer los dones que tu Jesús quiere darte?. Esta es suma ingratitud. Supón un rey rodeado por sus fieles ministros, y que un pobre joven descalzo, andrajoso, que llevado por amor de ver al rey va al palacio y haciéndose más pequeño de lo que es, por detrás de los ministros mira al rey y luego se esconde temiendo ser descubierto, pero el rey poniendo en él su atención, mientras el muchacho se está agazapado tras los ministros, lo llama, lo conduce aparte; el pequeño tiembla, enrojece, teme ser castigado, pero el rey se lo estrecha al corazón y le dice: “No temas, te he llamado aparte para decirte que quiero elevarte por encima de todos, todos los dones que he dado a mis ministros quiero que tú los superes, no quiero que salgas de mi palacio”. Si el muchacho es bueno aceptará con amor la propuesta del rey, dirá a todos cuán bueno es el rey, lo dirá a los ministros, llamando a todos para agradecer al rey, pero si es ingrato se negará a aceptar diciendo: “¿Qué quieres de mí? Soy un pequeño pobre, andrajoso, descalzo, no son para mí esos dones”. Y guardará en su corazón el secreto de su ingratitud; ¿no es ésta una horrenda ingratitud? ¿Y qué será de este muchacho?. Así eres tú, porque te ves indigna quieres desembarazarte de Mis dones”.  

                    Y yo: 

                    “Amor mío, Tú tienes razón, pero lo que me causa más impresión es que siempre quieres hablar de mí”. 

                    Y Él: 

                    “Es justo, es necesario que hable de ti. ¿Sería correcto que un esposo que quiere casarse con su esposa deba tratar con los otros y no con ella?. Mientras que es necesario que se confíen sus secretos, que uno sepa lo que tiene el otro, que los papás den la dote a estos esposos y que anticipadamente uno se habitúe a los modos del otro”. 

                    Y yo he agregado: 

                    “Dime vida mía, ¿quién es mi familia?. ¿Cuál es mi dote y la tuya?”.

                    Y sonriendo ha continuado:  

                    “Tu familia es la Trinidad. ¿No te acuerdas que en los primeros años de cama te llevé al Cielo, y ante la Trinidad Sacrosanta nos unimos?. Y Ella te dotó de tantos dones que tú misma no los has conocido aún, y conforme te hablo de Mi Querer, de sus efectos y de su valor, son descubiertos los dones con que desde entonces fuiste dotada. 

                    De Mi dote no te hablo, porque lo que es Mío es tuyo. Y además, después de pocos días descendimos del Cielo y las Tres Divinas Personas tomamos posesión de tu corazón y formamos Nuestra perpetua morada; Nosotros tomamos el gobierno de tu inteligencia, de tu corazón, de toda tú, y cada cosa que tú hacías era un desahogo de Nuestra Voluntad Creadora en ti, eran confirmaciones de que tu querer estaba animado de un Querer Eterno. 

                    El trabajo ya está hecho, sólo queda hacerlo conocer para hacer que no sólo tú, sino también otros puedan tomar parte en estos tan grandes bienes, y esto lo estoy haciendo llamando ahora a un ministro Mío, y ahora a otro, y hasta ministros de lugares lejanos para hacerles conocer estas grandes verdades. La cosa es Mía, no tuya, así que déjame hacer; es más, debes saber que cada vez que manifiestas un valor de más de Mi Querer, Me siento tan contento que te amo con amor multiplicado”.

                    Y yo enrojeciendo por mis dificultades he dicho: 

                    “Mi sumo y único Bien, mira cómo me he hecho más mala, antes no tenía dudas en lo que Tú me decías, pero ahora no, cuántas dudas, cuántas dificultades, yo misma no sé de dónde las saco”. 

                    Y Jesús: 

                    “No te aflijas ni siquiera por esto, Soy Yo mismo quien muchas veces suscito estas dificultades para responder no sólo a ti y confirmarte las verdades que te digo, sino para responder a todos aquellos que leyendo estas verdades puedan encontrar dudas y dificultades, y Yo les respondo desde antes, a fin de que puedan encontrar la Luz y la respuesta a todas sus dificultades. Críticas no faltarán, por eso todo es necesario”.


 Nuestro Señor a Luisa Piccarreta, “Libro de Cielo”, Vol. 13, 5 de Diciembre de 1921





martes, 2 de diciembre de 2025

LA LLAMITA DE JESÚS



                    Continuando mi habitual estado (1) mi siempre amable Jesús ha venido, y yo me veía a mí misma como una llamita, y esta llamita giraba en torno a mi amado Jesús, y ahora se detenía en la cabeza, ahora en los ojos, ahora entraba en la boca y descendía dentro, hasta lo íntimo de Su Corazón adorable, después salía de Él y giraba, y Jesús se la ponía hasta debajo de Sus pies, y en vez de extinguirse al calor de las plantas divinas se encendía de más y con más velocidad salía de debajo de Sus pies y giraba de nuevo en torno a Jesús, y ahora rezaba con Jesús, ahora amaba, ahora reparaba, en suma, hacía lo que hacía Jesús y con Jesús, esta llamita se hacía inmensa, abrazaba a todos en la oración, no le escapaba ninguno, se encontraba en el amor de todos y por todos amaba, reparaba, suplía por todos y por todo. ¡Oh, cómo es admirable e inenarrable lo que se hace con Jesús!, me faltan las palabras para poder poner en el papel las expresiones de amor y de otras cosas que se hacen con Jesús; la obediencia quisiera, pero la mente se va a lo alto para tomar de Jesús las palabras y desciende a lo bajo, hace por encontrar las expresiones, las palabras del lenguaje natural y no encuentra el camino para sacarlo fuera, por eso no puedo. 

                    Entonces mi amado Jesús me ha dicho:

                    “Hija Mía, tú eres la llamita de Jesús, la llamita puede estar en cualquier parte, puede penetrar en todo, no ocupa lugar, a lo más vive en lo alto y gira, y también es deleitable”. 

                    Y yo: 

                    “Ah Jesús, es muy débil y es fácil de apagarse la llamita, y si se apaga no hay forma de darle nueva vida, así que pobre de mí si llego a apagarme”. 

                    Y Jesús: 

                    “No, no, la llamita de Jesús no se puede apagar, porque su vida es alimentada por el Fuego de Jesús, y las llamitas que tienen Vida de Mi Fuego no están sujetas a muerte, y si mueren, mueren en el mismo Fuego de Jesús. Te he hecho llamita para poder divertirme más contigo, y por la pequeñez de la llamita puedo servirme de ella para hacerla girar continuamente dentro y fuera de Mí y tenerla en cualquier parte que quiera de Mí mismo, en los ojos, en los oídos, en la boca, bajo los pies, donde mejor me plazca”.


 Nuestro Señor a Luisa Piccarreta, “Libro de Cielo”, Vol. 10, 2 de Diciembre de 1910


1- Por una particular disposición de Dios, Luisa Piccarreta permanecía toda la noche sumida en un profundo éxtasis, paralizada, mientras recibía luces del Cielo; tan sólo conseguía liberarla de aquél místico trance la bendición del Sacerdote, que cada mañana celebraba la Santa Misa en su dormitorio. Este "sueño extático" era tan cotidiano para Luisa que ella lo definió en sus escritos como "mi habitual estado". Dicha fenomenología no fue exclusiva de Piccarreta, se dio con anterioridad en Santa Catalina de Siena y casi a la vez en la mística portuguesa Alexandrina Da Costa, entre otras almas privilegiadas.



sábado, 29 de noviembre de 2025

QUIEN SALE DE LA DIVINA VOLUNTAD, SALE DE LA LUZ



                    Encontrándome en mi habitual estado estaba rogando a mi siempre amable Jesús, que hoy, como me había prometido la otra vez, que cuando el alma hace siempre Su Voluntad, alguna vez permite que Él haga la voluntad del alma; así que le decía: 

                    “Hoy justamente debes hacer mi voluntad”. 

                    Y Jesús al venir me ha dicho: 

                    “Hija Mía, ¿no sabes tú que el alma saliendo de Mi Voluntad es para ella como un jornada sin sol, sin calor, sin la vida de la actitud divina en ella?” .

                    Y yo: 

                    “Amor mío, el Cielo me guarde de hacer esto, preferiría morir que salir de Tu Voluntad, por eso pon Tu Voluntad en mí y luego dime que: Es Voluntad Mía que hoy Yo haga tu voluntad”. 

                    Y Jesús: 

                    “Ah! traviesa, está bien, te contento, te tendré Conmigo hasta que quiera, y después Yo mismo te dejaré libre”. 

                    ¡Oh, cómo he quedado contenta de que sin hacer mi voluntad, Jesús, fundiendo Su Voluntad a la mía, haciendo la Suya hacía la mía!.

                    Después, mi amable Jesús se ha entretenido conmigo y parecía que mojaba la punta de Su dedo en Su Preciosísima Sangre y lo pasaba por la frente, los ojos, la boca, el corazón, y después me ha besado. Yo al verlo tan afectuoso y dulce he tratado de chupar de Su boca las amarguras que contenía Su Corazón, como lo hacía antes, pero Jesús rápidamente se ha alejado un poco y me hacía ver un envoltorio que tenía en las manos, lleno de otros flagelos y me ha dicho: 

                    “Mira cuantos otros flagelos hay para verter sobre la tierra, por eso no derramo en ti. Los enemigos han preparado todos los planos internos para hacer revoluciones, ahora no queda otra cosa que terminar de preparar los planos externos. ¡Ah, hija Mía, cómo Me duele el Corazón, no tengo con quien desahogar Mi dolor, por eso quiero desahogarlo contigo!. Tú tendrás paciencia para oírme hablar frecuentemente de cosas tristes; sé que tú sufres por esto, pero es el Amor el que a esto Me empuja. El Amor quiere hacer saber sus penas a la persona amada; casi no sabría estar si no viniera a desahogarme contigo”. 

                    Yo me sentía mal al ver a Jesús tan amargado, sentía Sus penas en mi corazón, y Jesús para darme alivio me ha dado a beber pocos sorbos de una leche dulcísima, y después ha agregado: 

                    “Yo me retiro y te dejo libre”.


 Nuestro Señor a Luisa Piccarreta, “Libro de Cielo”, Vol. 12, 29 de Noviembre de 1918



viernes, 28 de noviembre de 2025

LA FALTA DE AMOR HA ARROJADO AL MUNDO EN UNA RED DE VICIOS



                    Encontrándome en mi habitual estado (1) veía a mi siempre amable Jesús, y yo me sentía en mi interior toda transformada en el Amor de mi amado Jesús, y ahora me encontraba dentro de Jesús y prorrumpía en Actos de Amor junto con Él, y amaba como amaba Jesús, pero no sé decirlo bien, me faltan palabras; ahora encontraba a mi dulce Jesús en mí y prorrumpía yo sola en Actos de Amor, y Jesús los oía y decía: 

                    “Di, di, repite de nuevo, alíviame con tu amor; la falta del Amor ha arrojado al mundo en una red de vicios”. 

                    Y hacía silencio para oírme, y yo repetía de nuevo los Actos de Amor; diré lo poco que recuerdo: 

                    “En todos los momentos, en todas las horas, quiero siempre amarte con Tu Corazón. En todos los respiros de mi vida, respirando Te amaré; en todos los latidos de mi corazón, Amor, Amor repetiré; en todas las gotas de mi sangre, Amor, Amor gritaré; en todos los movimientos de mi cuerpo, sólo Amor abrazaré. Sólo de Amor quiero hablar, sólo al Amor quiero mirar, sólo al Amor quiero escuchar, siempre en el Amor quiero pensar. Sólo de Amor quiero arder, sólo de Amor quiero consumir, sólo el Amor quiero gustar, sólo al Amor quiero contentar. Sólo de Amor quiero vivir, y en el Amor quiero morir. En todos los instantes, en todas las horas, a todos al Amor quiero llamar. Sola y siempre con Jesús, y en Jesús siempre viviré, en Su Corazón me sumergiré, y junto con Jesús y con Su Corazón, Amor, Amor, Te amaré”.

                    ¿Pero quién puede decirlo todo?. Al hacer esto me sentía toda yo misma dividida en muchas pequeñas llamitas, y después se hacían una sola llama.


 Nuestro Señor a Luisa Piccarreta, “Libro de Cielo”, Vol. 10, 28 de Noviembre de 1910


1- Por una particular disposición de Dios, Luisa Piccarreta permanecía toda la noche sumida en un profundo éxtasis, paralizada, mientras recibía luces del Cielo; tan sólo conseguía liberarla de aquél místico trance la bendición del Sacerdote, que cada mañana celebraba la Santa Misa en su dormitorio. Este "sueño extático" era tan cotidiano para Luisa que ella lo definió en sus escritos como "mi habitual estado". Dicha fenomenología no fue exclusiva de Piccarreta, se dio con anterioridad en Santa Catalina de Siena y casi a la vez en la mística portuguesa Alexandrina Da Costa, entre otras almas privilegiadas.