NACIMIENTO Y PRIMEROS AÑOS
Luisa Piccarreta nació el 23 de Abril de 1865, Domingo “in Albis”, el primero después de Pascua y a finales del mismo día de su nacimiento sería bautizada en la Iglesia Matriz del pueblo. Su padre gestionaba los campos de la familia Mastrorilli, por lo que con su mujer y sus cinco hijas, se trasladaba durante largas temporadas a una finca situada en la meseta de Murgia, en Puglia. Desde temprana edad era normal que Luisa niña dedicara mucho tiempo a esconderse, para sumirse por largas horas en la oración; comenzaba para Luisa la aventura divina que la llevaría por las sendas del sufrimiento y de la Santidad.
A los 9 años, y según las costumbres de la época, Luisa recibió el mismo día la Primera Comunión y la Confirmación, y comenzó a escuchar la voz de Jesús en su interior; como Maestro la corrige y guía en la vida espiritual para que alcance la perfección, educándola en la mortificación de la voluntad de amor.
Con apenas 11 años se unió a las "Hijas de María", Congregación laical, asistida en Corato por el Sacerdote Fray Michele De Benedictis, e inicialmente ubicada en la iglesia del ex convento de los Capuchinos. En este lugar se encuentra también un Instituto femenino de señoritas, hijas de familias pudientes, confiado a las Religiosas de la Caridad de la Inmaculada Concepción de Ivrea. Aquí Luisa frecuentará sólo las primeras clases de la escuela elemental, teniendo a las Religiosas como maestras.
A los dieciocho años aproximadamente, desde el balcón de su casa, situada en la entonces Calle Nazario Sauro -actualmente Via Luisa Piccarreta- tuvo la visión de Jesús sufriente bajo la cruz, que, elevando Sus ojos hacia ella, pronunció estas palabras: "¡Alma, ayúdame!". Desde ese momento se encendió en Luisa un ansia insaciable de padecer por Jesús y por la salvación de las almas. Así comenzaron aquellos sufrimientos físicos que, añadidos a los espirituales y morales, llegaron al heroísmo.
LA "PETRIFICACIÓN" O "ESTADO HABITUAL"
Sus padres no notaron la intensa vida interior de Luisa hasta que en la Primavera de 1888, cuando estaba en la hacienda en la localidad llamada "Torre Desesperada", Luisa manifestó un misterioso y siempre más frecuente estado de sufrimiento que la hacía perder los sentidos y la sumía en un estado de "petrificación" durante el cual tenía visiones de Nuestro Señor Jesucristo, quien la escogió como víctima.
Los fenómenos de la pérdida de los sentidos y de la rigidez corporal se suceden cada vez más frecuentemente, tanto que la obligan a permanecer en la cama; son algo así como los preludios de aquello a lo que Luisa llamará "vida nueva". Pronto empiezan las incomprensiones familiares y la visita del médico, que incapaz de dar un diagnóstico certero, no encuentra nada mejor que sugerir la "visita" de un Sacerdote; aparece el Padre agustino Cosma Loiodice, que conocía a Luisa a través de la Congregación de las Hijas de María. Con gran sorpresa, sólo la bendición sacerdotal la libró de inmediato del estado de "petrificación" en que se encontraba y esto seguirá sucediendo durante aproximadamente cuatro años.
En ausencia de Fray Cosma algunos Sacerdotes rehusaron asistir a Luisa, por la "complejidad" de los hechos sobrenaturales que padecía; tampoco faltaron clérigos que la tildaron de "neurótica" o "exaltada" (1) . Es entonces cuando su madre interviene y se dirige al Arzobispo de Trani, Mons. Giuseppe Bianchi de Dottula, para que designe a un Sacerdote que se ocupe de la vida espiritual de Luisa. El Prelado dispone que sea Don Michele De Benedictis el nuevo Confesor.
Luisa abre el corazón a su Director Espiritual y le cuenta por primera vez lo que le sucede cuando pierde los sentidos, todo lo referente a sus visiones y a su vida interior. En este período se inicia otro fenómeno que luego acompañará a Luisa durante el resto de la vida: después de haber comido, en un espasmo, se vio obligada a devolver lo que había comido; a pesar de devolverla, todos los que fueron testigos alguna vez del hecho, aseguraban que la comida se presentaba en perfectas condiciones y acompañada de un agradable perfume. Don Michele, no está del todo convencido de lo extraordinario de esos fenómenos, por eso la prueba imponiéndole con la "obediencia" muchas cosas que ciertamente no le darán alivio.

En la segunda quincena de Noviembre de 1887, Luisa, con el consentimiento de su Director, acepta quedarse completamente postrada en cama, ofreciéndose como "víctima voluntaria". Inicialmente cree que debe ser por cuarenta días para implorar la paz por la guerra en África, pero más adelante entenderá que Jesús le pide que este sacrificio sea continuo por el resto de su vida. Hasta su muerte, alrededor de 60 años, permanece en su lecho, sentada, sin enfermedad ni llagas por la posición, aparentemente recostada sobre tres almohadas que realmente no toca, sino que sirven para ocupar el espacio. Mientras por la noche cae en su "estado habitual" de malestar con la "petrificación", con frecuencia su alma deja su cuerpo para estar con Jesús y escuchar Sus enseñanzas. En muchas ocasiones la habitación de Luisa emanará perfumes sobrenaturales, diversas fragancias que dejarían una sensación de paz en todos los que las percibían.
TERCIARIA DOMINICA
Luisa profesará como Terciaria Dominica con apenas 17 años, en la cripta del Santuario de Santa María Greca; como es costumbre al ingresar en una Orden, torna su nombre por el de Sor Magdalena. Este amor por la Orden de Santo Domingo lo plasma en una sincera devoción por el Fundador y también por la gran Santa Catalina de Siena, cuyas fiestas prepara cada año con una Novena en su honor, también rezará hasta el final de su vida el Oficio propio de los Terciarios Dominicos.
El 21 de Octubre de 1888, Festividad de la Pureza de la Virgen María, vive el primer Desposorio Místico con Jesús en presencia de la Virgen María y de Santa Catalina de Siena. Éste se renueva el 7 de Septiembre de 1890, vísperas de la Natividad de María, con la presencia de la Santísima Trinidad, y obtiene el don de poder percibir sensiblemente la "habitación" de las Tres Divinas Personas en su alma. Finalmente, en la Fiesta de la Exaltación de la Cruz de 1894, vive el místico Desposorio de la Cruz en los lugares de la Pasión en Jerusalén. En esta ocasión recibe los estigmas pero que, después de haberlo pedido insistentemente, quedarán invisibles; gracias a esta experiencia recibiría también una profunda conciencia de sus pecados, sintiendo por ellos un vivo dolor.
Cuando en 1898 Don Michele De Benedictis deja la dirección espiritual de Luisa, el Arzobispo Tommaso de Stefano nombró como sucesor al Canónigo Don Gennaro Di Gennaro, que la acompañará durante veinticuatro años.
A causa de su definitiva inmovilidad, el Papa León XIII concedió a Luisa el privilegio de poder asistir a la Santa Misa en la casa en la que vivía con sus padres y con su hermana Angelina, que atendía a su hermana paciente; si dispuso un sencillo pero digno Altar y todo lo necesario; el privilegio de celebrar la Santa Misa en su habitación, junto al lecho donde permanecía Luisa, sería confirmado por el Papa San Pío X en 1907.
Debido a la extrema reserva de Luisa, el nuevo Confesor, después de haber escuchado lo que le sucedía durante la rigidez corpórea o "estado habitual", como le llamaba la propia Luisa, le ordena por obediencia escribir un diario espiritual en el cual debía anotar con diligencia cuanto escuchaba y veía. Al ofrecimiento de su postración en cama se añade "la cruz de escribir" a la cual será fiel, redactando cerca de diez mil páginas, desde el 28 de Febrero de 1899 hasta el 28 de Diciembre de 1938. Dos meses después de haber comenzado a escribir el segundo cuaderno, el Confesor le pide que escriba lo acontecido en su vida pasada, antes de "padecer" los continuos éxtasis. Obedeciendo una vez más, Luisa escribiría así los cuadernos que constituirán una verdadera autobiografía espiritual.
Pese a su permanencia en la cama, Luisa se sustentará y pagará el estipendio de la Santa Misa con su trabajo de encaje de "bolillos", arte que aprendió de niña y que enseñará a varias jóvenes; su casa además de ser una escuela de tejer es una escuela de vida espiritual, de la cual no sólo participarán las aprendices-discípulas, sino también muchas otras personas que comenzaron a frecuentarla, para escuchar su consejo y pedir sus oraciones.
Son las idas y venidas de tanta gente, las que despertarán la envidia y malos quereres de gente impía, que calumnia a Luisa y a la vez presionan al Arzobispo, entonces Mons. Tommaso de Stefano; el Prelado dispuso en 1902 que el Confesor se ausente unos días de la casa de Luisa. La prohibición duraría unos veinte días, tiempo que Luisa permanecería totalmente rígida, en un éxtasis continuo del que sólo podría haber salido con la habitual bendición sacerdotal. Al año siguiente, en 1903, es el propio Arzobispo de Trani el que decide ir en persona visitar a Luisa para interrogarla, concluyendo con un juicio positivo.
EL PADRE ANÍBAL DE FRANCIA Y LAS PRIMERAS PUBLICACIONES
En 1919 el Padre Aníbal María de Francia, Fundador de los Padres Rogacionistas y de las Hijas del Divino Celo, es nombrado Confesor extraordinario de Luisa, y lo será hasta 1927; quedó conquistado de inmediato por la espiritualidad de la mística de Corato, a quien visita repetidamente. De manera particular le fascina su modo de meditar la Pasión de Nuestro Señor, tanto como le pide que escriba en un cuaderno a parte de sus reflexiones. Nace así la obra de la que se encargó él mismo de publicar en 1915, con el título original de "El Reloj de la Pasión de Nuestro Señor Jesucristo con afectivas consideración y reparaciones", ahora conocidas como "Las Horas de la Pasión".
Ante el gran éxito de las pías reflexiones, decide publicarlo en una nueva edición del mismo año y luego otras, en 1917 y 1925. El texto fue enriquecido progresivamente con otras prácticas y algunas oraciones. Pero sobre todo con un Apéndice que contiene por primera vez algunas páginas del Diario con el título "Tratado de la Divina Voluntad". El Papa San Pío X, que tenía gran estima y recibía muy frecuentemente en audiencia privada al Padre Aníbal de Francia, recomendó la lectura de "Las Horas de las Pasión" y animó al Venerable Fundador que las diese a conocer (2).

Hasta 1926, el Padre Aníbal revisó los primeros 19 volúmenes del Diario, y como resultado de la correspondencia entre Luisa y él, se preparó a publicar los textos. De hecho, el Arzobispo de Trani, Mons. Giuseppe María Leo, lo había nombrado "Censor Eclesiástico" para las publicaciones en su Diócesis; después de haber obtenido el "Nihil Obstat" del Padre Aníbal, concedió el mismo Prelado el "Imprimatur", directamente en los primero 18 tomos manuscritos del Diario. La muerte de Padre Aníbal, sin embargo, impidió la realización de este proyecto editorial.
Según el Padre Aníbal, en el Prefacio que él mismo escribiera para "El Reloj de la Pasión" declaró acerca de Luisa: "Esta Esposa de Jesús crucificado que pasa la noche en éxtasis dolorosos y en toda clase de padecimientos, al verla luego durante el día medio sentado en una cama, trabajando entre las agujas y los alfileres, nada, nada se transparenta, en lo más mínimo de una persona que durante la noche haya sufrido tanto, nada, nada que deje entrever algo de extraordinario, de sobrenatural, al contrario: en todo su aspecto es una persona sana, alegre y jovial. Habla, conversa, en ocasiones ríe, pero tiene pocas amigas. En ocasiones algún corazón atribulado se confía a ella, le pide oraciones. Escucha benignamente, consuela, pero nunca habla para profetizar, jamás una palabra que deje entrever alguna revelación. El gran consuelo que presenta, es siempre uno, siempre el mismo argumento: la Divina Voluntad".
La estima que Luisa tenía por el Padre Aníbal la llevaría a aceptar la invitación de mudarse el 7 de Octubre de 1928 a la casa de las Hijas del Divino Celo, en Corato, que fue construida y consagrada, por deseo expreso de su Fundador, a la "Divina Voluntad" (3).
A su muerte, Don Gennaro es remplazado como Confesor Don Francesco De Benedictis (1868-1926). Pero el haber muerto también prematuramente fue sustituido por Don Benedetto Calvi (1886-1968) aquí, en colaboración con el rogacionista Padre Pantaleone Palma, que le dio un nuevo impulso a la publicación del Diario. De hecho, en 1939 vio la luz una nueva publicación con el título: "En el Reino de la Divina Voluntad. Historia de un alma. Primera Parte. Alba que surge", del que fueron publicados varios volúmenes.
También, en 1932 se publicó el libro: "La Reina del Cielo en el Reino de la Divina Voluntad. Meditaciones para el mes de Mayo". Obra que será reeditada en 1933 y en 1937. Finalmente, Don Benedetto, publica en 1934 la 5ª edición del "Reloj de la Pasión" con el supuesto del Tratado sobre la Divina Voluntad. Estas obras fueron traducidas en alemán en dos Volúmenes (1936 y 1938) por el benedictino Fray Ludwig Beda.
LA CONDENA DE LOS ESCRITOS
A partir de finales de 1930 surgieron las primeras incomprensiones y una primera advertencia de la Sagrada Congregación del Santo Oficio en el Vaticano, buscando el supuesto provecho económico percibido de Luisa por las publicaciones y la cuestión de la necesidad del Sacerdote para hacer que volviera en sí de su "estado habitual".
Las reacciones de los Superiores por la denuncia llegan de inmediato con la prohibición de continuar con las publicaciones. Surgen polémicas también a nivel doctrinal y en relación a la "misión especial y única" de Luisa para dar a conocer las verdades sobre "el vivir en la Divina Voluntad de Jesús".
La investigación del Santo Oficio, seguida de otras señalaciones, llegó a su culmen en 1938; en en el mes de Julio el Santo Oficio dispuso la inscripción de las obras de Luisa en el "Índice de libros prohibidos". El Observatorio Romano del 11 de Septiembre publicó el Decreto y un artículo adjunto, explicando las motivaciones de la sentencia, que tildaba los escritos de Luisa Piccarreta de "excesivo misticismo".
A pesar de tan dura prueba, pocos días después Luisa encontró fuerzas para escribir una carta en la cual se sometía a la obediencia de la Autoridad de la Iglesia, reprobando y condenando en sus mismos escritos lo que la Iglesia reprobó. Humillada, es obligada a dejar su estancia en la casa que para ella había dispuesto el Padre Aníbal de Francia y la trasladan a una habitación privada, en donde vivirá los últimos años de su vida en una pobreza casi miserable.
MUERTE DE LUISA
"Luisa la Santa" - como solían llamarla sus conciudadanos - entregaba su alma al Todopoderoso en la mañana del 4 de Marzo de 1947, después de una fuerte pulmonía; su cuerpo no sufrió la rigidez cadavérica y durante tres días su cuerpo queda expuesto al público; se pudo constatar que sus miembros estaban flexibles a excepción de las vértebras de la columna, que impidieron que fuese extendida en el ataúd... por esta razón se dispuso un ataúd especial, en el que Luisa podría caber sentada, posición en la que todos la llegaron a conocer. Sería amortajada con el hábito de Terciaria Dominica y el "Fiat" bordado sobre su pecho.
A sus honras fúnebres asistieron más de cuarenta Sacerdotes, las Religiosas Hijas del Divino Celo, que se turnaron para trasportar los virginales restos de Luisa; también asistieron los Terciarios Dominicos y una multitud que abarrotó no sólo las calles de Corato, sino también sus balcones y hasta tejados, donde los devotos se subían para verla pasar. Luisa sería sepultada en el Cementerio de la ciudad en la capilla de la familia de Don Benedetto Calvi; muchas fueron las almas que quisieron pasar por el cuerpo de Luisa pañuelos, rosarios o al menos llevarse alguna flor de su séquito.
Al mes siguiente, en Abril de 1947, el Arzobispo de Trani, Mons. Francesco Paolo Petronelli emite el mandato de recoger noticias referentes a Luisa Piccarreta para solicitar ante la Santa Sede la rehabilitación de la mística por la condena de sus escritos. El 27 de Noviembre de 1948, el nuevo Arzobispo, Mons. Reginaldo Giuseppe María Addazi OP, concede permiso de imprimir estampas con la imagen de Luisa y el título de "Sierva de Dios", con una oración para la devoción privada; la estampa sería enriquecida con una reliquia de sus ropas.
LA OBRA ESPIRITUAL
Con Luisa Piccarreta comienza una nueva generación de hijos de la Luz -le manifestó Nuestro Señor- , "los hijos de Su Divina Voluntad", una cadena de almas llamadas a vivir en la Divina Voluntad: "En todas las santidades han habido siempre Santos que han sido los primeros en dar comienzo a una especie de Santidad; de manera que hubo el Santo que empezó la Santidad de los penitentes, otro que empezó la de la obediencia, otro la de la humildad, y así de todas las demás Santidades. Ahora el comienzo de la Santidad del vivir en Mi Querer quiero que seas tú” (27 de Noviembre 1917).
Jesús mismo le dijo en otra ocasión: "Tu misión es grande, porque no se trata sólo de la Santidad personal, sino de abrazar todo y a todos y preparar el Reino de Mi Voluntad a las generaciones humanas".
LA OBRA LITERARIA
Luisa no era una persona instruida, había ido a la escuela sólo uno o tal vez dos años; pero por obediencia a sus Confesores tuvo que escribir todo lo que vivía de un modo sobrenatural. De esta manera llegaría a escribir 36 gruesos cuadernos o "Volúmenes" en forma de diario, que Jesús mismo ha escrito -le dice Él- "con su dedo de luz en el fondo de su alma", y luego Luisa ha traspasado al papel.
Esos maravillosos escritos han sido titulados por su Autor, "El Reino de Mi Divina Voluntad en la criatura -Libro de Cielo- El llamado a la criatura al orden, a su puesto y a la finalidad para la que fue creada por Dios".
Luisa escribió también "Las Horas de la Pasión de Nuestro Señor Jesucristo", la "Piadosa Peregrinación del alma en la Divina Voluntad" y "La Virgen María en el Reino de la Divina Voluntad".
Sus escritos nos presentan y nos ofrecen todo el dolor y el Amor de Nuestro Señor, y con él el Don de los dones, el Don supremo de Su Querer, para que, como es Vida de Dios, así sea vida de Sus hijos (el Reino de Dios que la Iglesia invoca y al cual se prepara: que la Divina Voluntad sea en la tierra lo que es en el Cielo). Todo esto a través de la vida inmolada de Luisa.
Lo que la pequeña gran mística Piccarreta ha escrito, no es fruto de la cultura o del arte de un consumado filólogo, o de un banal deseo de dar a conocer sus propias visiones o revelaciones; tampoco procede de un misticismo falso y peligroso, sino de la “Señora Obediencia”, como ella la llama. Solamente después de muchos años se rindió a la idea de que sus escritos fueran publicados por los Sacerdotes encargados, en primer lugar por el Padre Aníbal María Di Francia, que los aprobó como Censor eclesiástico.
Estampa original con oración y reliquia de Luisa Piccarreta,
con aprobación de Mons. Reginaldo Giuseppe Mª Addazi OP
LA ESCUELA DE LA DIVINA VOLUNTAD
El Padre Di Francia, enamorado de la Escuela de la Divina Voluntad revelada a Luisa Piccarreta, dejaría escrito: "Nuestro Señor, que de siglo en siglo acrecienta cada vez más las maravillas de Su Amor, parece que de esta virgen, que Él llama la más pequeña que ha encontrado en la tierra, carente de toda instrucción, haya querido formar un instrumento apto para una misión tan sublime, que ninguna otra se le pueda comparar, o sea, el Triunfo de la Divina Voluntad en el mundo entero, conforme a cuanto decimos en el Padrenuestro: Fiat Voluntas tua, sicut in Coelo et in terra".
Exactamente se trata del cumplimiento de ese Reino que invocamos en el Padrenuestro: Su Voluntad se ha de cumplir de un modo nuevo en la tierra, de la misma manera que se cumple en el Cielo, donde es la fuente de todos los bienes y felicidad, donde es la Vida de Dios y de Sus hijos.
Por tanto, el punto de partida del gran Mensaje que Nuestro Señor transmitió a Luisa lo expresa diciéndole: "Vengo a quedarme con vosotros para hacer vida juntos y vivir con una sola Voluntad, con un solo Amor...Vivir en Mi Querer es considerar Mi Voluntad como cosa propia, es disponer de Ella. Hacer Mi Voluntad es considerarla como Voluntad de Dios, no como algo propio, ni poder disponer de Ella como se desea. Vivir en Mi Voluntad es vivir con una sola Voluntad, que es precisamente la de Dios…
Vivir en Mi Voluntad es vivir como hijo; hacer Mi Voluntad es vivir como siervo. En el primer caso, lo que es del Padre es del hijo… Y luego, esto es un don que quiero dar en estos tiempos tan tristes, que no sólo hagan Mi Voluntad, sino que la posean. ¿Acaso no Soy Yo dueño de dar lo que quiero, cuando quiero y a quien quiero?… No te extrañes si ves que no entienden. Para entender deberían disponerse al más grande de los sacrificios, como es el no dar vida, aun en las cosas santas, a la propia voluntad. Entonces sentirían qué cosa es poseer la Mía y tocarían con la mano lo que significa vivir en Mi Querer..."(18 de Septiembre de 1924)
Estampa (para la devoción privada) de la Sierva de Dios Luisa Piccarreta;
está diseñada para ser impresa a doble cara, sin fines comerciales o lucrativos
NOTAS
1) Si bien es cierto que Luisa fue incomprendida por muchos Sacerdotes, también lo es que recibió el apoyo y la defensa de otros doctos y venerables, como el jesuita Padre Gennaro
Braccali, el Padre Eustachio Montemurro, que murió con fama de
Santo, Don Ferdinando Cento, Nuncio Apostólico y Cardenal, aunque su principal defensor fue el Padre Aníbal Di Francia.
2) "Querido Padre, estos escritos los debes leer de rodillas, porque allí es Nuestro Señor Jesucristo
quien habla", manifestó San Pío X al Padre Aníbal de Francia en una audiencia privada.
3) "La acogida de Luisa en una casa de mi Instituto será una bendición
de Dios para toda la Congregación" (Padre Aníbal de Francia).